Partida Rol por web

¿Podía existir sensación más plena, más maravillosa, que lanzarse al combate con el arma por delante y rajar todo lo que se interpusiera? Hazir sonrió salvajemente al empezar a correr, con el alfanjón zumbando de poder contenido, hacia los cuatro gnolls que estaban evidentemente desprevenidos. Algo decían en su extraña lengua, pero Hazir no entendía aquellos ladridos, a pesar de que les hubiera oído durante años. Al fin y al cabo, las únicas cosas que decían en la arena no tenían mucha elaboración; o eran súplicas o eran insultos y maldiciones. 

A un lado, Pain atacó con sus puños, empleando sus extrañas técnicas, que Hazir no había visto nunca, golpeando a los gnolls tanto con los nudillos como con magia. Las criaturas se estremecieron como sacos de agua, doblándose y combándose entre el crujir de huesos, y en un instante los dos cayeron, sin duda muertos. Greta mostró que su habilidad era la que se esperaba de ella, y su espada entró rápida por la pierna del gnoll y por el hombro, un segundo antes de que la certera lanza de la mercenaria entrara hasta el cráneo de la criatura. La magia de rayo inundó la sala en un segundo, tanto de los puños de Pain como de la lanza de la Fonn'Aster. Hazir casi rió al recordar que Lythrai había dicho antes que les faltaba magia. Aquellos gnolls no debían estar de acuerdo. 

Las criaturas no habían tocado aún el suelo cuando Hazir llegó, lanzado en una carrera sobrenaturalmente rápida, hasta el único que quedaba, el del centro, que estaba perfectamente colocado para recibir su carga. Saltó y recorrió en el aire el último medio metro, alzando el alfanjón y dejándolo caer con toda la fuerza que fue capaz sobre la desprevenida criatura. El encantamiento de colisión se activó medio segundo antes del impacto, el arma aumentó en un instante su propia masa volviéndose mucho más pesada... y mucho más mortífera. El filo entró como si la carne no fuera más que agua, y el tajo abrió en canal al gnoll, que cayó al suelo, muerto. La sensación de la sangre bañando el arma y la ropa fue maravillosa, como una bendición. 

Al mirar a su alrededor, vio que en una sola carga habían acabado con todos los gnolls, sin que les hubiera dado tiempo a responder en absoluto. Sonrió ante la eficiencia de aquel grupo, que había entrado como un alud de rocas destrozando todo a su paso. Sin embargo, no se le escapó que otro de los gnolls doblaba el recodo y los susurros que allí se oían. Ir por ahí sin más no era buena idea porque probablemente hubieran dispuesto todo lo que tenían, ahora que ya sabían a lo que se enfrentaban, y estarían preparados. Hazir se agachó y limpió la hoja del alfanjón en el pelo de la criatura que acababa de abatir. 

-¿Alguno de los magos presentes conoce conjuros de ilusión o de invisibilidad?-preguntó susurrando-Hay que distraerles de alguna manera o el primero que cruce esa esquina se convertirá en un erizo de flechas y todo lo que tengan esas bestias. 

Dejo escapar una risa siniestra que hace eco bajo la máscara, para después extenderse alrededor. El sonido flota en el aire viciado por la muerte, acompañando una imagen de por si aterradora. Frente a mi, observo con deleite las dos criaturas con cara de chacal que han caído bajo mis puñetazos. Sus cuerpos reposan en posiciones poco naturales, imposibles para un vivo, con las marcas de mis golpes grabadas a fuego. Costillas rotas, brazos retorcidos, piernas dobladas por la rodilla hacia el lado que no es. De sus hocicos, abiertos en un rictus de dolor, cae un hilo de sangre, prueba de los daños internos que han sufrido. Es la misma imagen del fin, del anhelado óbito que a todo ser debe llegarte. Es aquello que yo imparto con la única justicia de la diosa.

¿O no?

Scahrossar. Mis labios se curvan también, en una mueca de enfado. Mi rostro, el humano bajo el verdadero que ahora me cubre, queda petrificado en un ademán crispado. ¿Puedo acaso decir, que aún sirvo a Scahrossar?. Siento un dolor sordo en la boca del estómago y un sabor amargo me sube hasta la garganta. Mis manos tiemblan durante un instante antes de que, cerradas en un puño, las consiga detener. Un espasmo, un escalofrío helado, recorre mi columna y me hace estremecer, poniéndome en tensión. Debo cerrar los ojos para calmar esa sensación que me embarga, la premonición de que he dejado de ser lo que era para convertirme en otra cosa. Algo que siempre he sido, pero nunca con tanta fuerza. 

No tengo que pensar demasiado para darme cuenta de a que se debe. Las pruebas, en verdad, están ahí delante, a la vista de todos. Y están en mi pasado reciente, desde que fui capturado. ¿Es acaso lo que me ha marcado? La Orden no solo intentó quitarme la libertad, sino que además, sospecho, me ha arrebatado la esencia de lo que creía ser. Mi convicción, mi fe, han desaparecido. Ya no me muevo siguiendo designios divinos, sino guiado por una ira latente en mi pecho, un odio que seguramente no desaparecerá ni aún cuando clame venganza. Los Hijos de Bhaal estarían orgullosos. Aquél día, cuando me reuní con ellos, quisieron que me uniera a sus filas. Por mis venas no corría la sangre del dios del asesinato, no era parte de la semilla del avatar caído, jamás alcanzaría la divinidad que aguardaba al último superviviente de su estirpe, pero podía ser el artífice de tal proeza. O eso me dijeron. En aquél momento no les creí, pero en este instante no puedo negar que algo de razón tenían. No soy un verdadero siervo de Scahrossar, no lo soy en absoluto. Soy más verdugo que torturador. El tiempo en el que atormentaba a mis presas durante horas se ha terminado, los años en los que podía estar días haciendo sufrir a mis víctimas ha quedado muy atrás. Y sin eso, tan solo queda el golpe final. En eso me he convertido. Un ejecutor.

Un largo suspiro escapa de mi boca entreabierta, filtrándose bajo el cuero con un silbido agudo apenas audible. Venganza. Lo primero, y ante todo. ¿Y luego, qué? Otro amo al que servir, otra correa de la que alguien tirará, otra dedo que señalará mi al próximo en caer bajo mi peso, siguiendo un objetivo que no es el mío ni me interesa. Una sombra en la oscuridad, prescindible tal vez, pero la mejor de todas. Rápido, eficaz, fiable. Todo lo que un sicario puede serlo, mientras se le pague por su trabajo con la moneda que busca. Información ahora, poder después. Esclavo de la sangre. Nunca me ha importado, no soy un líder, no tengo ambición más allá de disfrutar, del placer que otorga quitar la vida a otro.

Con dedos trémulos, blancos por la presión, toqueteo el símbolo sagrado que, en otra época que parece muy distinta, significó algo para mi. Ahora es solo un recordatorio, testimonio de lo que dejo atrás, del nuevo camino que recorro. No muy distinto en apariencia, pero mucho más vacío que antes.

Oscuridad. Frío. Silencio. Jamás volverán a abandonarme. 

Abro los ojos de nuevo y observo a mi alrededor. La mayoría se han reunido ya allí, observan el lugar por el que ha escapado uno de los gnolls, seguramente para avisar a más de su manada. Ahora estarán esperando, no me cabe ninguna duda, y alguien tiene que arriesgarse a avanzar el primero. ¿Quién?. La pregunta es sencilla, pero dudo que ninguno se sienta demasiado emocionado con la idea de dejarse matar por los demás. Yo, sin duda, no. Como no veo a la diablilla por ninguna parte, he de suponer que ha caído con los lagartos —peor para ella—, no tengo tampoco a nadie a quien ofrecer, a priori, como necesario sacrificio. Los demás, aunque no me caen bien la mayoría, tampoco me caen tan mal como para forzarles a avanzar. Es algo que tendrá que salir de ellos. La duda, de nuevo, surge en mi cabeza mientras les miro y analizo, uno a uno.

Pequeño y rastrero. Huidizo. No habían parpadeado los demás cuando ya se había encaramado a una pared, esperando que la suerte del resto no fuera la misma. Podían darse un nombre a si mismas, pero las lagartijas seguían siendo lagartijas. Grook, sin duda, no iba a ser el que dijera nada.

Yzlin. Isbila. Sus cambios desde que había entrado hasta ese momento eran notables. Muchas veces había visto lo que el sufrimiento, mantenido durante demasiado tiempo, lograba hacer en las personas. Estaba claro que la psique de esa mujer estaba ya rota, y no existe forma de recuperarse de algo así. Aún así, pese a su inestable ser, patente en sus gestos, en su mirada perdida y a la vez demasiado atenta, en sus movimientos extraños pero seguros, no era tonta. Por supuesto, cabía la posibilidad, la locura es lo que tenía: siempre puede sorprender.

Esos ideales tan altos, ese orgullo de príncipe... Tales principios son, en la mayoría de los casos, tan volátiles y cambiantes como las dunas del desierto. Cuando lo que uno se juega es la vida, suelen irse tan rápido como el calor al desaparecer el sol sobre las arenas. La autoconservación puede más que el honor, al no ser que uno sea un idiota. ¿Lo es el noble Hazir?

Así que Lythrai o Socar. Ambos parecían dechados de justicia. Ese tipo de gente muy similar a Hazir, pero que fácilmente podían cometer la estupidez de ignorar su propia seguridad. Viejos guerreros que fueron mucho más. Esa clase de gente suele olvidar que un muerto honorable está igual de muerto que un cobarde. Huele igual, se ve igual y, con el tiempo, se le olvida igual. Pero como suelen decirse que no es así, que sus acciones pueden marcar la diferencia, entonces cometen errores. Dejarse matar es el error más grande, pero en ese caso, no iba a ser yo quien dijera nada.

Y por último, nuestros anfitriones. Greta y Theod. Casi tengo ganas de aplaudir. Si alguno de ellos da un paso en falso, seguramente Arkhania se venga abajo. No porque sean importantes, sino porque seguramente son el típico ejemplo de su sociedad. Están allí para marcar el compás, nada más. Controlar, no arriesgar. Para eso, tienen a sus perros, sacados directamente de lo más hondo del más profundo agujero. Escorio. Nosotros. Esos dos no iban a mover un músculo si no era para salvar el pellejo, por lo que quedaban descartados.

¿Quién, quién, quién?

La respuesta, si ninguno decía nada, parecía apuntar en una dirección que no me gusta en absoluto. Yo.

-Cuidado, mira y aprende. Eso os puede pasar a vosotros-

-Reclama lo que es tuyo-

-El espectáculo debe continuar-

Camino hasta el gnoll que luce sus entrañas de manera desvergonzada. -El espectáculo debe continuar- comento  girándome hacia Hazir -No nos hace falta la magia. Sólo... ¿Usarías tu alfanjón para mí? Quiero su cabeza- entrecruzo los dedos de las manos ante el pecho -Por favor- pido con voz dulce. Tras ello paso el dedo índice por el cuello -Distracción- le digo mientras con la otra mano saco el espejito de acero pulido que cogí en el despeñapresos. Evidentemente no es aconsejable asomar el espejo sin algo que, previamente, distraiga al enemigo. -¡Y qué mejor que una cabeza aliada!-.

También necesitaremos a alguien que la lance, unas manos fuertes y que no tiemblen por coger una cabeza de perro de dos patas. Doy un paso atrás y me giro hacia los cadáveres a los pies de Pain -Uau- le digo observando la sangre en sus manos. Por primera vez me fijo en sus nudillos, fuertes, prominentes. Como montañas rojas. Le sonrío. -¿Te gustaría hacer un lanzamiento?- Guiño un ojo a Yzlin. Veo a Greta y su rostro serio, por supuesto, también en Theod. Sé que a él no le van mucho las sonrisas -creo que nunca le he visto sonreír-

-No le van las sonrisas-

-Tú tienes la marca en la palma de tu mano-

-Jejeje-

-No, las sonrisas. No le van-

-¿A quién le darás esa marca?-

-Jejeje. Lo veo-

Mi mirada se dirije ahora hacia Theod unos segundos. Vuelvo a sonreír. Todas sonreímos. Regreso para coger la cabeza -Es impresionante cómo corta- pienso advirtiendo el tajo. Me acuclillo meto la mano por el cuello cercenado provocando algunos sonidos de succión y, cuando cojo lo que quiero, tiro sacando la lengua por el esófago de la criatura. -Servirá para hacerla girar, dará más ángulo al lanzamiento- comento cogiendo la cabeza por la lengua, pesa más de lo que esperaba y a punto está de caérseme -resbala- tras ello estiro el brazo hacia Pain -¿Harás los...

-Honores-

-¡Horrores!-

...honrores?- las palabras se mezclan al salir pero no por eso pierdo la sonrisa. Tras ello, estiro el brazo con el espejo de acero -Soy demasiado distraída- comento hablando con total sinceridad. No tengo muy buena vista, o muy buena atención para fijarme en lo que veo sin que mi imaginación interfiera.

Impresionado era la palabra. Apenas había tenido tiempo de usar la poción y decidir qué conjuro sería el más apropiado, cuando en unos pocos destellos de acero y rayos, los cuatro gnolls cayeron sin llegar a darse cuenta de lo que ocurría. Dejando de lado el accidentado comienzo que habían tenido, empezaba a ver por qué enviaban a ese grupo a reconquistar una ciudad. Sus misiones hasta el momento habían sido de una naturaleza muy diferente, con grupos más reducidos y acompañado a menudo por Nameogh. Más bien orientadas a la extracción sutil de información que al asalto. Al principio se había llegado a preguntar qué hacía él ahí, pero empezaba a ver por qué lo consideraron una buena adquisición para ese grupo.

Sin embargo, no le gustó demasiado la expresión en las caras de sus compañeros cuando miraron hacia delante tras abatir a los enemigos. Cuando finalmente se acercó, vio el segundo recodo y detrás podían oírse los susurros de más gnolls, quedó claro el por qué. Lo anterior no había sido más que una escaramuza y la verdadera batalla estaba a punto de comenzar. El contingente principal bloqueaba la salida, los estaban esperando y estaban en su terreno. En pocas palabras, por el momento dictaban las normas. Sólo había una forma de nivelar la partida, y era conocer su juego. ¿Cuántos eran? ¿Cuál era su formación? ¿Tenían lanzadores de conjuros? ¿Arqueros?

Mientras se planteaba la mejor forma de hallar respuesta a esas preguntas, no pudo evitar que le distrajera el pequeño espectáculo que ofreció Isbila. No había tenido ocasión de percatarse en las breves palabras que había intercambiado con ella, pero su salud mental probablemente había vivido mejores épocas. Le resultó inevitable preocuparse un poco por lo que su inestabilidad pudiera significar para la misión. Pero por otro lado, si tener ese tipo de salidas era lo más peligroso que podía llegar a hacer, entonces iba a ser más divertido que arriesgado. Después de todo, pocas cosas podían arrancarle una sonrisa sincera como la que exhibía en aquel momento.

- Original... y ocurrente. Pero innecesario. Hazir ha hecho la pregunta correcta. Imagino que en ausencia de nuestro ladrón, el más silencioso aquí eres... ¿tú? ¿Qué me dices, Pain? ¿Te apetece un poco de invisibilidad?

El sonido que sale de mi garganta es de todo menos humano. Un gruñido gutural y salvaje, molesto y desagradable, cortante. Pero es la única risa que me sale en esos instantes. Por supuesto, quién sino. La pregunta anterior había sido retórica. Allí no hay nadie para jugarse el cuello, nadie excepto yo. Soy el más sigiloso, soy el más rápido. Y además, soy prescindible. Si el que acaba convertido en un erizo soy yo, a nadie le va a importar demasiado. A nadie menos a mi, claro, pero mi opinión está claro que poco va a contar. Las opciones son quedarnos ahí hasta que alguno de los dos bandos se aburra o muera de viejo, o atacar primero. Y aunque la salida de Yzlin me gusta... —Sabía que me iba a sorprender—, casi es mejor que hagamos caso al lagarto.

— Está bien. —Levanto la máscara apenas unos centímetros y, con asco, escupo—. Hazme invisible. Yo iré tras sus filas y me encargaré de esto. —Carraspeó—. Pero antes necesito un momento.

Con tranquilidad, giro mi cuello en una lenta rotación que hace que cruja al menos tres veces. Después, me siento, con las piernas cruzadas, las manos abiertas apoyadas sobre las rodillas y los ojos cerrados. Pasan los minutos y permanezco inmóvil, como una estatua, hasta que al final, de golpe, abro los ojos y me pongo en pie de un salto. Miro a Grook, y asiento. Sé que están impacientes, pero era necesario. Ahora, estoy listo.

_^>> No se os ocurra seguirme de primeras. Aquello va a ser un infierno.

Sin duda de Yzlin había cambiado algo más que el aspecto. Hazir pudo reconocer de sobra sus acciones erráticas y el brillo extraño de sus ojos, como si ella fuese la única que comprendiera un chiste, o como si todo a su alrededor fuese parte de una broma que ella sola había orquestado. Era locura, simple y llana locura, y a Hazir no le era desconocida en absoluto. Aunque no era la locura bestial de Pain o de él mismo, la de dejar salir a los instintos y que tomaran el control por completo, no dejaba de ser otro tipo de mente desquiciada. Quién sabía lo que le había ocurrido: a bordo del Despeñapresos su personalidad no era así, era atrevida pero racional, reflexiva. Ahora, solo quedaba la locura. Tampoco era mal cambio, al fin y al cabo, habría que ver quién de los allí presentes gozaba de una perfecta salud mental; pero la habilidad de fingir cordura sin duda era algo necesario para todos, y Hazir esperaba que Yzlin la desarrollase pronto. 

Cuando la ex-medusa le pidió que le cortara la cabeza al gnoll, Hazir lo hizo, más que nada por curiosidad de a qué se debía todo aquello. Si hay algo para lo que es excelente un gran alfanjón quhisashi es para cortar cabezas, ya que al fin y al cabo es ese su propósito original: un arma diseñada por los matarifes, y luego empleada por los verdugos. Diseñada para decapitar rápida y limpiamente. Y así fue el corte: preciso y certero. La cabeza del gnoll se separó del cuerpo sin casi emitir sonido alguno más que el leve silbido del acero de arena. 

Yzlin cogió la cabeza por la lengua y por fin explicó su idea. Hazir sonrió, era una idea macabra y original, aunque Grook intervino, considerándola innecesaria. Aunque era una pena, Hazir tuvo que admitir que tenía razón por completo: teniendo invisibilidad, era un riesgo innecesario. 

-Maravillosa idea, Isibila-le susurró-pero mejor guardémosla por si fallase la invisibilidad. Teniendo magia, es mejor emplearla-se dirigió al hombre de la máscara- Si Pain está de acuerdo, adelante, Grook. Vamos a ver a qué nos enfrentamos. 

Pain no se hizo esperar e inmediatamente asintió, dando su consentimiento a Grook. Hazir avanzó un poco, con el alfanjón alzado, y se preparó para atacar en el momento en el que escuchara los gritos. 

    El combate había sido breve, tan brutal como eficiente. Quizás no se ajustara a los cánones de la caballería, pero qué importaba ya eso. Teníamos una misión que cumplir y ninguno de los allí presentes era un caballero. Pese a todo, uno de los gnoll pareció ser capaz de huir mientras el resto de su jauría era masacrado, quizás el más inteligente, sacrificar a tus camaradas para ir a advertir al resto podría no ser la decisión más valiente, pero a veces era la mejor salida. Aquellos seres eran capaces de pensar algo más que las bestias salvajes que habíamos dejado atrás.

    Seguí caminando hasta entras en el corrillo que se había formado en torno a los cuerpos inertes de los gnolls mientras oía a mis espaldas como se aproximaban la pareja de rezagados. Apoye mi lanza y oí las propuestas y desvarios del resto. Adentrarse en el territorio enemigo con nuestros rivales listos para el combate sin un plan no era la mejor idea y eso era algo que todos tenían seguro. Me provocó curiosidad la aparente pasividad de Greta y Theod, seguramente estuvieran aún valorándonos, no iba a culparlos, pensaba actuar del mismo modo. Daba la sensación que Yzlin, o Isbila, estaba comenzando a desmoronarse, no la conocía de mucho, más allá de su cambio de aspecto y la camaradería que compartía con Hazir y Lythrai, tal vez siempre había sido así, aunque me empezaba a inclinar porque podría estar tratando de adaptarse a su nueva realidad. Había vivido lo suficiente para saber, que sin importar lo férreas que fueran las convicciones ni la voluntad de un hombre, estás siempre podían terminar minándose, lo había visto en la guerra pero sobre todo en Arokham, yo mismo lo había experimentado tras mi regreso y ahora parecía haber llegado su turno.

    Nimiedades, la manera de ser de cada uno eran meros factores, lo importante era desbloquear la situación para seguir avanzando antes de que la ciudad fuese arrasada. El plan de la mujer era poco ortodoxo, pero podría resultar efectivo para hacernos una idea de a que nos enfrentaríamos, aunque lograr infiltrar a uno de los nuestros tras las lineas enemigas, por arriesgado que pareciera, daría mucho mejor resultado de tener éxito, especialmente viendo la letalidad inherente de Pain. Aunque combinar ambos planes podría ser incluso mejor, solo tenían el problema de la coordinación.

    -La idea de tratar de infiltrarse seguramente sea la mejor y aunque no dudo de las capacidades de Pain, lo estaríamos enviando a ciegas contra un número de enemigos desconocido. Tal vez la clave sería combinar ambas ideas facilitando la acción de infiltrarse tras las líneas enemigas atrayendo la atención de nuestros enemigos hacia otro punto para finalmente acorralarlos con un ataque desde dos frentes.- Una idea sencilla, solo quedaría realizarla como era debido. -Para ello podríamos convenir alguna clase de señal o iniciar un segundo avance después de que Pain haya iniciado su avance para que miren hacia donde deseemos. Los únicos inconvenientes, a parte del desconocimiento del número exacto del resto de la patrulla o patrullas, son el terreno, especialmente de haber trampas, y que debería de haber una buena coordinación. Tal vez nuestros guías puedan decirnos algo más de las catacumbas.- Volví la mirada hacia Greta y Theod, al menos uno de los dos debería de tener un plano o un mínimo conocimiento de la disposición de aquellos túneles.

Por supuesto, Hazir estaba de acuerdo con la idea de Pain. Si tuviera que apostar, juraría que el humano nunca tendría demasiados problemas con cualquier plan que lo incluyera a él cargando de frente contra el enemigo. No lo culpaba. Cuando tu táctica consistía en partid por la mitad al enemigo antes de que él te matase a ti, y te funcionaba, ¿por qué ibas a cambiarla? De acuerdo que ese estilo de combate no solía dar una esperanza de vida muy larga a sus practicantes, pero desde luego los supervivientes siempre eran letales.

Luego estaba Socar. El caballero de brillante armadura, y cuya armadura se había convertido en su cuerpo. Casi poético. Probablemente el único de los presentes que prestaría su ayuda a cualquier desconocido. Aparte (quizá) de las dos niñeras que los acompañaban... ¿y también Lythrai? Aún no la situaba demasiado, era demasiado simpática y le ponía nervioso la gente simpática. Jamás podía quitarse por completo la sensación de que querían algo.

En cualquier caso, el hecho de que los caballeros en general, tan sacrificados como eran, fueran habitualmente los guerreros más inteligentes y cultos... siempre le había parecido una paradoja. Pero hey, ¿quién era él para cuestionar las verdades universales? El hecho era que por el momento Socar era el único que quería reunir un poco más de información antes de lanzarse de cabeza contra el enemigo, y no podía más que respetarlo.

Pain ya era otra historia. No necesitaba conocerlo para saber que se estaba comportando de una forma extraña. En su oficio siempre había que reunir una serie de características muy concretas, entre ellas debían ser fríos y metódicos; por una pura cuestión de supervivencia. Pero lo veía con prisa, casi ansioso por acabar y salir de allí lo antes posible, lo cual en principio no debía ser propio de un tipo como él.

Veía dos opciones, ambas girando alrededor de que, por lo que sabía, Pain tenía bastante en común con los mercenarios que se habían apoderado de la ciudad. La primera opción, y la que esperaba que fuera cierta, era que tuviese alguna cuenta pendiente con alguno de sus miembros. La venganza siempre era un buen incentivo después de todo. Pero la segunda opción, mucho más preocupante, era que planeara ser el último que quedase en pie para negociar algún tipo de trato con los Scahrossar. Tirar rápido del grupo era una buena forma de desgastarlo.

Y por otro lado, quizá simplemente combinase el tiempo de invisibilidad con su sigilo y su capacidad de teleportarse para irse solo y dejarlos atrás. En cualquier caso, no era asunto suyo; hasta que no tuviera más respuestas, prefería limitarse a interpretar su papel.

- Mi intención era más bien que echases un vistazo y nos contases lo que ves. Después de todo, la invisibilidad durará unos minutos mientras no te lances al ataque; utilicémoslos. Así podremos organizar una estrategia decente una vez que todos sepamos lo que hay.
Si tuviera que organizar una estrategia a ciegas estaría de acuerdo con Socar en cuanto a flanquearlos, pero en ese caso Pain no tendría que estar solo en el otro lado. Alguien capaz de teleportarse no hace ruido al caminar, ¿verdad, Lythrai? Incluso yo podría acompañarlo, pero si os parece, primero veamos lo que hay.

Pierden el tiempo: es de imaginar. El miedo atenaza a los débiles, siempre buscando excusas para retrasar lo inevitable. Quieren información, quieren observar, quieren hacerse una idea de lo que hay allí dentro... Pero yo ya lo sé. Hay un montón de perros rabiosos a la par que asustados, dispuestos a ser los únicos en salir de allí. Es una combinación peligrosa, eso de saber que vas a morir pero no querer hacerlo. Creer que tienes una oportunidad puede llevar a hacer locuras, como enfrentarse a mi. Pronto, esos chacales lo descubrirán. O al menos, si me dejan hacer las cosas. Tantas vueltas a un plan que no tiene misterio me hace rabiar. Ellos tal vez no, pero yo tengo prisa. El Sumo Inquisidor está aquí, y debo encontrarlo. Los que se interponen no son más que mera carnaza, simples peones inservibles, una molestia insignificante, y así deben ser tratados.

— Vosotros haced lo que queráis. Hablad con ellos, enseñadles el culo o jugad a tirar cabezas para que se pongan nerviosos. —En realidad, eso, me gusta. El terror que cosas como esas generan es delicioso. Solo que...—. Pero hacedlo después de que yo pase. No quiero que una flecha perdida me mate aún sin que me vean. —Miro a la lagartija. Grook. Tuerzo el gesto: odio depender de seres como él. En realidad, odio depender de nadie—. Ahora haz ese hechizo, volveré con noticias. —Sonrío con malicia—. Lo prometo. 

Abrió mucho los ojos en sorpresa ante la idea del mago, Grook. "Verdad." asintió. Se llevó las dos manos a la nuca y extendió los brazos. "Nneeh, me gusta... podría funcionar. Vuestros planes están bien. También el de Pain... Combinarlos sería lo suyo. Dejemos a Pain ir primero. Quizás el mago o chamán que está ayudando a los Gnoll esté justo en la retaguardia... y ese tío será el más peligroso de todos." comentó. "Porque digo yo que tienen un mago ayudándoles: los Gnoll no resisten la electricidad de manera natural, y estos sí. Son inmunes a los rayos de los lagartos, y descubrí por las malas que también a los míos."

Dejo el cubo de dados sobre la mesa con un golpe seco. -¡Volgan! Tú y tus perros id a mirar- comento con sonrisa lubina. Tras ello, alzo levemente, sin que mis contrincantes puedan ver el interior, tras ello los miro -Yo digo tres doses- comento girando la cabeza hacia ella. -Vos habláis...je-fa- entrecierro los ojos mirando a la mujer que se sienta junto a mí sin ocultar el desprecio.

Veo divertida cómo un grupo de gnolls sale de la estancia. Me parece gracioso que estas bestias tengan nombre sin ser conscientes del concepto de identidad. Eso sí, es un gustazo torturarlos. Nunca había escuchado a una criatura aullar de dolor con tantos matices. Bajo la vista para ver los míos, sonrío y con seguridad lanzo mi apuesta -Cuatro cuatros- y junto con la hiena los tres miramos al tercer jugador.

-Cuatro cincos- digo tras un rápido vistazo haciendo una estimación numérica aproximada mientras mi cabeza echa humo.

Sonrío al coloso en llamas, voy a pujar, cuando el eco trae sonidos de batalla en el exterior. Ceskdo, que se ha asomado, regresa con información suculenta -El grupo de Volgan ha caído- comenta caminando a paso rápido hacia sus armas. No me pasa desapercibida su expresión, no es de júbilo (algo normal en él) sino de duda. -Bien, rivales dignos- 

Para Ahradiel, Esderian, Ishrad y Lyssdar

La Hiena y sus doce seguidores gnolls desenvainan sus armas. -Las ballestas, apuntad a la puerta- susurra el perro con mirada malvada mientras divisa por el rabillo del ojo que Dugaris desaparece sumida en un conjuro de invisibilidad. Etharium, por su parte, da dos pasos colocándose delante con su imponente escudo. -Disparad a lo que se mueva- comento girando la cabeza a la estancia contigua -Bien puede venirnos tu ayuda, engendro.-

Escucháis decir a un grupo tras el portal.

Tras algunos movimientos rápidos (pisadas nerviosas y algunos susurros), nada se mueve al otro lado de la apertura.

La estancia queda en silencio, aguardando mientras trazáis el plan. Grook lanza los hechizos pertinentes bajo la mirada de algunos, entre ellos Pain que, en un momento, desaparece de la vista e Yzlin que queda sorprendida por el conjuro recibido, ya que ella no está preparando ninguno.

Hazir, siguiendo la petición de Yzlin, corta la cabeza del cadáver gnoll y se prepara para correr hacia el combate. La exmedusa coge la cabeza y queda con ella en la mano. Grook extiende la mano y comprueba que, ante la mirada del resto, Pain ya no está allí.