Refresca en Madrid. La noche es fría y sopla el helado viento. Vuestros compañeros se han perdido en la callejuela que da acceso a la parte de atrás del garito.
Os resguardáis de la vista y del frío bajo el soportal a la espera de los otros mientras pensáis algún ingenioso plan para entrar.
Si, como bien suponéis, todos los que andaban dentro del garito trabajan para el tal Robles, entrar a fuerza de espada sin otro santo más que el de los cojones no debería de resultar fácil.
Quizá Don Emilio y Don Rodrigo traigan mejores nuevas.
¡Juro a mí! No hay más acceso que el ya visto, me parece Don Emilio que tendremos que seguir pensando, tal vez hablar directamente con el teutón no sea una buena idea pero siceramente creo que debemos intentarlo, y pronto, pues no quiero seguir pisando inmundicias de madrileños...
Con la capa me tapo la boca y la nariz, procurando respirar a través de ella, evitando esos malos olores.
Tirada: 3d6
Motivo: Espíritu
Dificultad: 11-
Resultado: 9 (Exito)
Le das vueltas a la cabeza buscando una opción para entrar sin tener que tirar demasiado de herreruza. Después de visto lo visto supones que la entrada al grito de "Cierran mis cojones" no será fructuosa.
Probablemente la solución más rápida sería hablar con el padre Juan o con el padre Aringarosa pero claro, es posible que el tal Robles escape en vuestra ausencia.
Te has fijado que la calle, si bien no es de las más transitadas si tiene su público incluso a estas horas de la noche. Quizá el garito sea más conocido de lo que en principio habiais supuesto.
Don Rodrigo y Don Emilio vuelven de la calleja con más barro que otra cosa.
No parecen tener cara de haber encontrado solución alguna y la noche continúa avanzando.
Pues si nadie sabe volar, estamos aviados... - bromeo - Quizá sea el momento de plantearse hacerle una visita con las nuevas a nuestro amigo el devoto frailecillo, aunque dudo que le dé tiempo a avisar al de Aringarosa y a éste montar un ejército para tomar este castillo..., cosa que por otra parte ya hubiera hecho si hubiera querido.
Lo único que sé seguro es que no tengo ganas de que me separen de la piel ahí dentro, en estos lustros le he cogido cariño... - dicho esto, permanezco pensativo e inusualmente callado, como si estuviera tratando de tomar alguna determinación.
Tirada: 3d6
Motivo: Espíritu
Dificultad: 13-
Resultados: 5, 3, 6
Exitos: 3
Perdón por el retraso, tengo esto abandonado. Dejo la tirada, por si la necesitas para algo. Ya posteo mañana con calma algo coherente e interpretativo tras Ambrosio, en cuanto lo haya pensado.
Mientras que entrar a cuchillo y degollar a los del interior no es buena idea, hablar con el fraile tal vez sí lo sea...
Es cierto que quizá debamos hablar con el fraile, pero tampoco podemos dejar esto solo y sin vigilancia, pues tal vez el tal Robles, salga por algún asunto que tenga entre manos, o entre alguien que nos resulte conocido...sugiero que dos nos quedemos y otros dos vayan en busca de santo consejo...
...y vuelvan prestos...
- ¿Y si esperaramos mejor ocasión y nos dedicaramos a seguirlos una vez salgan? Tal vez más adelante se presente mejor ocasión de dar caza a esos papeles, cuando no nos estén esperando.- comenta Emilio en voz baja.
- Si vuesas mercedes quieren ir a hablar con el fraile yo mismo haré guardia aquí... Creo que nada tengo que aportar a una conversación con el hombre de la iglesia y sí que podría seguir a estos mastuerzos con cierta discreción si se mueven. Y en caso de ser menester para cruzar aceros me veo bien cualificado.- digo con un guiño.
Queda poco más de una hora para el duelo de espada contra los pisaverdes del garito.
Las dependencias del fraile no se hayan demasiado retiradas. Quizá poco más de treinta minutos la ida y la vuelta asi que puede que sea buena idea ir a buscarle. A fin de cuentas el librero que buscáis debe estar dentro y el objetivo es cogerle o presentarselo facil al Santo Oficio.
Sea como fuere deberéis tomar una decisión antes de que el buen Álvaro tenga que ir a cruzar espadas.
Menos se tarda en hacerlo que en pensarlo..., yo mismo iré a hablar con nuestro consejero espiritual, quizá decida que nuestra misión está cumplida - digo de repente, tomando una decisión - Les ruego a vuestras mercedes que si algo ocurre y se ven obligados a abandonar este lugar me lo comuniquen de alguna manera. Iré y volveré presto.
Sin más comentarios, comienzo a caminar con paso vivo en busca del fraile.
El sonido de los pasos del músico se alejan hasta perderse tras la esquina donde fuisteis asaltados a espada.
Tras su marcha, todo vuelve a la calma que os precedía y acompañados del frio, seguís vigilando el garito de juego del tal Robles por lo que pudiera salir de ahí.
Desmarcad a Ambrosio en los mensajes sucesivos hasta nuevo aviso, por favor.
Caminas rápido dejando a tus compañeros atrás y doblas la esquina donde tuvisteis el enfrentamiento a espada. El cuerpo está tal y como lo dejásteis pero, es normal, no habéis visto a la guardia por aquí.
Pasas la zona más rápido, si cabe, dirigiendote a tu destino unas calles más abajo.
Después de unos minutos de rápida caminata vas a dar al convento de Santo Tomás, donde debieras encontrarto con el fraile.
- Sabrá cuidarse. Solo espero que el monje nos aporta más soluciones que problemas.- Lanza una mirada a la puerta y luego cierra los ojos por un instante.- no olvidemos con quién nos las andamos viendo, que el desaire de nuestro patrón ha de ser peor que el del comerciante. Por suerte- suelta una risilla entre dientes- el párroco parecía tener la sangre un tanto aguada.
Observo los alrededores buscando algo en concreto: una taberna.
Mientras vigilamos podemos entretener el paladar y ejercitar los oidos, si el garito es conocido en la zona quizá oigamos algo de interés general, porque dudo mucho de que podamos ir a visitar al robles manu militari sin llevarnos alguna cuchillada en el cuerpo.
¿Qué hacemos mientras regresa nuestro músico? Si a nadie le incomoda podríames ver si alguna taberna del lugar tiene vistas a esta puerta...
Tras mirar cuidadosamente a un lado y otro para confirmar que, dadas las horas que son, nadie más hay alrededor, me acerco a la puerta y doy dos rápidos aldabonazos con el pesado llamador, que resuenan en las silenciosas paredes de la calle. Espero unos instantes y doy otros dos más, refugiándome en una esquina sombría y pendiente de si dentro del convento se oye algún ruido o se ve luz.
Después de un rato empiezas a impacientarte. Vuelves a golpear con la aldaba la puerta y de nuevo te responde el silencio. Cuando casi has decidido desistir comienza a oirse un ruido de cerrojos y después la puerta se abre.
Un monje aparece tras la puerta con cierta cara de pocos amigos.
- ¿Sabe las horas que son, hijo? - llega a decir friamente.
Es la necesidad la que me ha impuesto perturbar vuestro descanso a hora tan intempestiva, señor monje. Por lo que si abreviamos, mejor para Dios y para el descanso de sus fieles y mejor para mi y para el buen término de mis tareas - le contesto, respondiendo también fríamente a su saludo, intentando que el tono sea suficientemente impresionante para que acceda a mis demandas - He de hablar de inmediato con Fray Juan, os aseguro que mis noticias serán bien recibidas por él y que no le importará si le despertais para escucharlas. No hay tiempo que perder...
Con gesto serio mueve una mano indicando que le acompañes.
Llegas a un pequeño recibidor y te indica que te sientes mientras esperas. El monje sigue caminando y ten encuentras solo por unos instantes en el umbrío recibidor.
Después de unos minutos de espera aparece Fray Juan acompañado del monje. Con un gesto Fray Juan despide al monje agradeciendole sus servicios.
Fray Juan se sienta en una silla a tu lado.
- Y bien, ¿tenéis novedades?
- ¿Hay alguna cerca?- digo mirando la calle sin demasiada esperanza... - Desde luego que no me incomoda vigilar desde el umbral de una puerta abierta con una jarra en la mano...