Partida Rol por web

La enana no podría ir con nosotras pero al menos lo intentaríamos mientras ella volvía sobre nuestros pasos. Miré a Lorethel, dispuesta a seguir el camino a su lado o sin ella, todo dependía de mi habilidad y al parecer no iba a ser mucha.

Asiento ante la mirada de la enana cuando esta  propone retirarse, pero en vez de ir con ella me giro hacia el grupo de trasgos y emprendo el camino para seguirlos.

Si quiere volver que lo haga... pero yo tal vez pueda descubrir algunas cosas si los sigo...

Al emprender mi camino sigiloso veo que la maga ha decidido seguirme, por lo menos tendria algo de apoyo si las cosas se ponen feas... solo esperaba que no terminara siendo una carga.

Durbara bufó por lo bajo. Se venía que aquellas dos no habían tenido suficiente con la emboscada que los trasgos les tendieron a Hugash, Crotar y a la propia Arshade sólo la noche antes. Si querían volver a meterse en la boca del lobo, no sería ella quien las detuviera.

Supuso que lo más sensato es que ella volviera junto al grupo para informar. Al fin y al cabo, su armadura pesada no le iba a ser de mucha ayuda en una misión de subterfugio como aquella. Asintió hacia las mujeres que se marchaban y ella hizo lo propio.

Seguí a la elfa de cerca mientras Durbara se alejaba de nosotros, no es que fuera la mejor idea que hubiera tenido en la vida pero al menos no íbamos a estar solas en caso de algún eventual peligro y luego me pregunté si todo aquello no era una perdida de tiempo; finalmente nosotros ya teníamos una misión y quizás aquella cosa que estuvieran haciendo los trasgos, no tenía nada que ver con ello. Me encogí de hombros y seguí a la elfa que caminaba más que sigilosa.

Ambas cruzan el arroyo antes que Durbara se pierda en la distancia.

Les resulta muuuy sencillo seguirlas, y escuchar todo cuanto farfullan.

Los trasgos van intercambiando gruñiditos, entre que uno le habla, el otro asiente con la cabeza... Ambos maldicen.

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Entre las pertenencias pueden ver simplemente tres jabalinas cada uno anudadas a la espalda, y una pequeña maza de armas colgando del costado... Los odres que llevan ponen a prueba sus fuerzas, y, evidentemente son para mas criaturas que dos.

No muy lejos de ese sitio, las criaturas entran a un claro de veinte pies de radio, con una piedra chata y rojiza en el medio. Allì dejan los odres en el piso, y uno de ellos saca su maza...

No pueden acercarse a menos de veinte pies o las v eràn.

El trasgo de la maza golpea con el mango la piedra, y ambos trasgos se quedan ahi, bufando y esperando... esperando què?

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Mis pasos son como plumas que vuelan sobre la brisa sin perturbar el ambiente sobre el que fluyen, pero la maga no parece tener la misma gracia en sus movimientos. Cuando veo que las criaturas entran a un claro le hago una seña para que se detenga y yo pueda acercarme un poco mas sin necesidad de preocuparme por que nos descubran gracias a ella.

Una vez mas cerca, sin pasar los 20 pies, intento entender lo que hablan los trasgos... si bien no conocia su lengua, su lenguaje corporal decia muchas cosas... al parecer estaban molestos con su labor, y algo me decia que estaban esperando a alguien mas.

Me hice a un lado, no quería cometer alguna tontería aunque no pude disimular en mi gesto que no me agradaba nada la actitud de la elfa. Pero sabía que en el fondo era lo mejor y que además, así se comportaban ellos, la raza era soberbia. Sonreí, era gracioso pero al menos me había contenido de decir nada. Lo que alcanzaba a escuchar de los trasgos, no me decía nada. Podía parecer que estuvieran molestos pero siempre lo estaban. Cerré los ojos e intenté captar sus gruñidos, algo dentro de mí, muy estúpido me decía que quizás pudiera hacerlo o quizás no pero no tenía muchas cosas para hacer además de esperar.

Un instate  que podría medirse con apenas unos latidos de corazón, y la pieda "por arte de magia" comienza a moverse... Refunfuñando, los trasgos entran por la ranura que evidenteme conecta la superficie con lo que haya bajo la piedra rojiza... En el acto, la piedra vuelve a acomodarse en su sitio sin que vean còmo es que se mueve...

Al parecer mis sospechas fueron correctas, los trasgos estaban esperando algo y ese algo era una puerta secreta a su guarida. Mis ojos se abrieron como platos pensando en los tesoros que tendrian guardados alli dentro, de seguro varios despojos a viajeros o botines de guerra en grandes habitaciones...

Pero seguramente esten bien resguardados. Si solo pudiera guiar al resto de mis compañeros a traves de esos tuneles para hacerme con el botin...

Mire de reojo a mi acompañante para asegurarme que no habia visto mi cara de ambicion, y luego me voltie para hablarle.

- ¿Más trasgos? - pregunto algo inquieto, aunque se me nota más calmado y aliviado que antes. La charla con Magnus me ayudó mucho. Tras escuchar la noticias de Durbara, me giro hacia el clérigo - ¿Qué hacemos? Tenemos a ellos 2 heridos y no creo que sea conveniente dejarles solos...

Ven como el explorador se incorpora, sentandose allí en el suelo donde había  quedado acostado, y atado. Su rostro demuestra que aùn està algo aturdido por el  golpe de Hugash...

Volví tras ella, era difícil seguirle el ritmo para cualquiera excepto para mí pero como tenía la cabeza en otra cosa, la verdad es que me apartaba por momentos bastante de ella. Sin embargo, pronto pude darle alcance, obligándome a no despistarme en nada más. No quise hablar sobre el tema pues no era momento para charlas.

Agite un poco la cabeza para tratar de volver en si o recuperarme de aquel golpe.... los mire entre sombras y tras un movimiento de cabeza logre sacarme la capucha que cubria mi cabeza; un hombre de cabello castaño y ojos profundos, una pequeña cicatriz en su mejilla izquierda quizas de alguna batalla o herida de Niño.

- Siento lo que paso - Agrego mientras les miraba atento

Arshade y Lorethel recién aparecían por el camino en que junto a Durbara se habían marchado a por agua... Tiempo de sobra hasta su efectiva llegada para que Magnus instruyera al explorador respecto de su proceder inmediato.