Partida Rol por web

Tras el analisis inicial de la habitacion y escuchar la voz de la elfa al otro lad de la puerta me dispongo a comenzar con mi trabajo. Yo tampoco queria estar alli mas de lo necesario, aunque por el momento parecia que teniamos tranquilidad, mejor seria apurarme antes de que se apague la antorcha y tuviera que hacerlo a oscuras... aunque nadie dice que no pudiera....

La rudimentaria cerradura no supone un reto mayor para la semielfa... Sin embargo, sabe en su fuero interior que la puerta que viera a la derecha de la entrada a la cueva sería otro cantar... Pero esa es otra historia.

Dentro de la celda, la luz (si bien tenue) inunda todo recortando la silueta de las tres figuras allí fuera de pié... El paladín detrás, todo enfundado en metal, delante, la "cerrajera", en cuero, semielfa por los hermosos razgos, y debajo, el fiel Minsk, listo para volver a ser uno con su complemento...

Por improbable que pareciera, las cosas parecían mejorar finalmente para la elfa de dorados cabellos y elegantes facciones (a pesar de lo deteriorado de su situación)...

...Dentro de la pequeña celda, paja que evidentemente hacía las veces de cama, y paredes de roca natural apenas trabajada para ganarle algo de espacio a la piedra, quién sabe cuantas almas hubieran perdido libertad y dignidad... Por el aspecto de la elfa, había perdido lo primero, mas no lo segundo...

Me giro al oir cómo Lorethel había vencido la cerradura, y veo tras la puerta a la elegante elfa que estaba en la celda. Desde mi posición le dedico una palabras, esbozando una cordial sonrisa.

- Bienvenida de nuevo a la libertad - inclino gentilmente la cabeza

El pequeño trasgo se aferra a la barra de madera incrustada bajo la rojiza roca... Otras cuatro iguales completan el primitivo mecanismo. Sin duda, una barra de metal horizontal bajo el agujero completaba el cerrojo... Simplemente, varias criaturas haciendo palanca al mismo tiempo eran suficientes para mover la roca.

Incluso podrían haberla empujado desde el exterior de haber sabido la simpleza de éste...

Tu hacha mantiene a rayas cualquier intentona por escapar, y tus compañeros guardan silencio por un instante (cuando Nathan desaparece tras el hurón, luego seguido por Lorethel)... Luego escuchas como hablan con alguien, y finalemente escuchas el ruido de una puerta al abrirse... Poco más tarde, otra puerta se abre a lo lejos... Sin duda la especialista en seguridad seguia haciendo de las suyas...

—¡Minsk!

Lo primero que se escuchó tras el chirriar de la puerta al abrirse fue una exclamación cargada de alivio, el pequeño hurón entró corriendo y saltó a los brazos de la persona que tanto había estado buscando, era tan pequeño que no resultaba una criatura fácil de abrazar así que resultaba más sencillo estrecharlo con las dos manos.

Lo que había dentro de la celda en efecto resultó ser una elfa, una elfa solar. Estaba sentada en una esquina y vestía una túnica de color verdoso, la lisa melena dorada le caía en cascada por la espalda y tenía alguna que otra brizna de paja cardada por ahí.

Irónicamente y pese a la situación no parecía asustada, es más, los dos ojos también dorados que miraban a Lorethel furtivamente guardaban la mirada desafiante de quien no había perdido ni por asomo su dignidad, "presa pero no doblegada" solía decirse... aunque también tenían cierto aire de quien había llegado al agotamiento mental tras haber estado encerrado mucho tiempo bajo tierra, privado del aire fresco y del sol, cosa que haría perder la calma y los buenos modales a cualquiera.

Por suerte la visión de una medio-semejante pareció ser más agradable que la de un apestoso semiorco o un trasgo ya que la mirada perdió toda frialdad. El hurón trepó por el brazo de la elfa y se escabulló escondido entre la melena, sólo asomaba la cabecita sobre el hombro, frotándola de vez en cuando contra él.

"Por todos los Seldarine... no puedo creerme que después de un mes en el que toda la mala suerte de Faerun se haya concentrado en mí por fin ocurra algo bueno"

Casi costaba de creer y por eso se mostraba un poco recelosa ya que apretaba la espalda contra la esquina pero las palabras del paladín parecieron traer algo de confianza.

—... Gracias—observó alternativamente primer al humano y luego a la semielfa—Pero... ¿Cómo habéis aparecido aquí? ¿Qué ha pasado con todos esos malditos gorilas de piel verde?

- Es una historia larga de contar, lo contaré encantado cuando lleguemos a un lugar más seguro que este - digo, enfundando mi arma y extendiéndole la mano, invitándola a salir de la celda - Soy Nathan, paladín al servicio de Tyr, y ahora mismo soy vuestro protector hasta que nos pongamos a salvo con el resto de mis compañeros.

Después miro hacia el hurón, sonriendo de oreja a oreja.

- Y a ti también te protegeré, pequeño. No tenemos tiempo que perder...

Abro la puerta con facilidad, despues de todo con una simple patada tambien hubiera bastado pero a mi me gustaba hacer las cosas de forma delicada. Primero una voz, llamando al pequeño animalito intrepido que se metio como un torpedo dentro de la celda para encontrarse con su otra mitad.

Una sonrisa delicada y correcta recibio a la prisionera cuando termine de abrir la puerta por completo. Nathan se adelanto en darle la bienvenida a la libertad, yo solo esperaba que valiera la pena la molestia.

Tras el pequeño intercambio de palabras entre la elfa y el Paladin agrego sutilmente mirando a la elfa y guiñandole un ojo.

-Ojo con el rompecorazones querida.

Una risita acompaña la frase pero rapidamente me hago a un lado para dejarle el espacio que necesita para salir de ahi. Con las dos primeras puertas ya me habia hecho un manjar... ahora quedaba el postre.

-Nathan yo voy a seguir echandole una mirada al lugar, tu "protege" a la elfa...

Cuando dije "protege" enarque las cejas dejando el significado de esa palabra a libre interpretacion. Luego me retire hacia la sala anterior.

- ¿Qué insinúas? - pregunto algo molesto, en cuanto me llama rompecorazones. Luego Lorethel dice que va a echarle un vistazo al lugar, cosa que no me convence mucho viendo la situación - Yo no lo veo seguro, pero tú misma. Procura tener cuidado.

Luego me dirijo a la maga.

- Acompáñame, te llevaré al exterior... Lorethel, volveré en cuanto la saque de la guarida, no hagas ninguna insensatez hasta entonces. No quiero más bajas en el grupo

La ceja derecha de Neeshka sufrió un extraño tick con el diálogo de aquellos dos entre protectores, rompecorazones y no sé qué más. Si la maga hubiese sido un dibujo animado, le habría salido una gota de sudor considerable sobre la cabeza.

"Corrijo... primero Beshaba se ceba en mí y ahora me rescatan los parangones de Erevan Ilesere... "

—Me llamo Neeshka—matizó cuando se dirigieron a ella como "elfa", en las últimas semanas la habían llamado demasiado así y había terminado por odiarlo, a parte, que como toda Elfa Solar, era orgullosa y no quería que nadie la considerase una damita desvalida—y no me voy de aquí sin mi libro de hechizos. Tienen que tenerlo por aquí.

Se puso de pie sin más, sacudiéndose las rodillas de la paja del suelo y al descubrir que tenía una brizna en la cabeza sse la quitó refunfuñando.

—Cuando pille a ese maldito bastardo va a llevar tal patada que va a pasar de ser un mediano a ser un gnomo...

Fue a salir de la celda, caminaba despacio al principio puesto que como no había mucho espacio para andar allí adentro... llevaba mucho tiempo sin hacerlo y sentía las rodillas entumecidas. El hurón observaba a Nathan desde la "seguridad" del hombro al que se había encaramado, ahora estaba más alto y ya no le asustaba tanto el humano grande y blindado.

- Bonito nombre, Neeshka - me muestro amable y esbozo mi característica sonrisa. Posteriormente Neeshka menciona que no se va sin su libro de conjuros, y echando un vistazo a la sala veo una mesa con un libro cerrado encima.

- Libro... no será el que está sobre esa mesa, ¿verdad? - pregunto señalándolo.

Veo cómo a Neeshka le cuesta caminar, pues al parecer llevaba bastante tiempo encerrada y las piernas las tiene entumecidas.

- ¿Necesitas un apoyo? - digo ofreciendo mi hombro para que se agarrara a él - Tranquila, ya habrá tiempo para ajusticiar al que te haya hecho esto... lo primero es recuperar tu libro y sacarte de aquí.

Cuando sali de la celda y la elfa se presento yo comence a buscar en la sala cualquier cosa que pudiera ser "de valor", despues de todo habia que aprovecahr las oportunidades cuando venian. Mientras escucho la conversacion entre Neeshka y Nathan me acerco a la segunda celda, pongo una oreja sobre la puerta y luego me giro para preguntar.

-Habia alguien mas encerrado contigo?

Acto seguido doy unos golpecitos a la puerta para ver si obtengo respuesta, como habia hecho con la celda de ella momentos antes.

De valor o no, en aquella cueva poco se veía salvo los dos barriles cerrados (cuya utilidad monetaria dependería obviamente del contenido de los mismos), la tinaja seca por dentro, el escritorio con una silla alta en el mismo (lo que bien podría relacionarse con la mención de Neeshka de un mediano) y sobre ella un libro que, a toda vista de la maga no era su libro de conjuros...

Quizá Durbara se hubiera mantenido en su sitio sin ir a observar si necesitaban algún socorro a causa de haber escuchado parte de dialogo civilizado, quizá por otras razones...

De pronto caen en la cuenta de que, caída la retaguardia, estar en esa habitación sin ninguna vía de escape era casi como estar en una jaula con una puerta de mucha calidad esperando para ser cerrada...

La semielfa no escucho respuesta alguna del otro lado de la puerta de la izquierda... Pero tampoco alguna otra desde la derecha... Evidentemente, nadie había en tales recodos del cuarto.

Neeshka levantó las manos a ambos lados del cuerpo como si la apuntasen con un arco silvano y negó enérgicamente con la cabeza cuando el paladín le preguntó si quería apoyo.

—No, gracias—respondió escuetamente—puedo andar yo sola.

Suponía que enseguida se le iría la flojera, y aunque no fuera así, su orgullo le impedía aceptar la proposición, o al menos esa. Miró el libro que le señalaban.

—No, ese no es... —suspiró frunciendo un poco el ceño ya que realmente le hubiera gustado tenerlo tan cerca—lo tenía ese estúpido mediano, es el jefe de este rebaño de bestias sin cerebro y tiene una bocaza más grande que el maldito Mar de las Espadas.

Lorethel preguntó algo mientras urgaba en laotra puerta de la otra celda y la elfa negó con la cabeza.

—Había un humano... pero se lo llevaron hace poco. ¿No visteis salir a nadie?

- Solo vimos salir de la guarida una patrulla de trasgos liderados por un semiorco, pero nos deshicimos de ellos. No vimos a ningún humano entre ellos - negué la cabeza mientras recordaba lo ocurrido - ¿Cómo era?

La elfa se encogió de hombros y luego directamente los dejó caer con un suspiro.

—No lo sé, como puedes comprobar desde ahí dentro no podía ver nada... y él estaba en la celda de al lado.

Miró a ambos lados con algo de inquietud aunque tenía el ceño fruncido.

—Estaría bien encontrar el libro y largarnos de aquí, no sé cuántos trasgos habréis despachado pero si no habéis visto al jefe... —hizo una pequeña pausa y les miró entornando los ojos—espera, ¿cuántos sois?

- Somos 6 en total. Está la guerrera enana vigilando al trasgo en la sala de al lado, donde la salida. También está otros 3 afuera: un clérigo, una maga y un bárbaro, todos humanos... - miro hacia la elfa - Estábamos de camino a un trabajo que nos encargó un nuevo rico, ir a investigar en un templo que hay cerca de aquí... el que estuviéramos aquí se debe a que nos cruzamos ayer con un explorador, perseguido por esos trasgos...

Guardo silencio recordando el día anterior, turbado.

- Fue un día muy agitado y tenso, llegando incluso a enfrentarnos nosotros mismos... si Crotar no hubiese sido tan descerebrado ni visceral no estaría ahora muerto... - recuerdo en ese momento que la elfa está escuchándome y me esfuerzo por rehacerme, recuperando mi sonrisa - Perdona, he empezado a divagar. Por cierto, ¿cómo es que te capturaron? Eso si quieres contármelo mientras te ayudo a buscar tu libro de conjuros, claro.

Al ver que no habia nada "de valor" a simple vista, y que la sala donde nos encontrabamos podia convertirse en una "trampa mortal" si nos encontrabamos con problemas, decidi volver a la estancia anterior donde durbara se suponia estaba vigilando a nuestro pequeño esclavo que se encargaba de abrir la puerta.

-Yo voy a ver como esta durbara en la otra habitacion, ustedes pueden buscar tranquilos si quieren.

Mis palabras suenan como de lejos, ya que mientras el paladin le estaba contando a la elfa nuestras "aventuras" yo estaba examinando la habitacion, ahora, mas cerca de la puerta por donde habiamos entrado, salude con esa pequeña frase y me volvi hacia la entrada a la guarida.

A pesar de las palabras de Lorethel, la recientemente liberada elfa solar y el paladín (sin dejar de contar a Minsk, el hurón camuflado) cierran la marcha de la semielfa.

Abandonan la camara de las celdas, pasan por la oscura cueva que, con sus sesenta piés de longitud y casi igual ancho, los separaba de la ubicación de Durbara y el pequeño trasgo...

Tras apenas unos cinco minutos desde que la dupla partiera al fondo de la caverna, la enana ve llegar a sus compañeros con lo que bien podría ser una prisionera liberada (o quizá la mente tras aquella banda?).

Una elfa solar a toda vista, con ropas cuasi andrajosas, más no por eso aspecto altivo.

Afuera de la guarida, Arshade, Hugash y Magnus aguardan la apertura de la roca, o al menos noticias de los exploradores...