Partida Rol por web

Durbara giró la cabeza instintivamente cuando uno de los trasgos se escurrió por su espalda para atacar a Hugash. Esa maldita criatura había encontrado un hueco en sus defensas, y ahora el bárbaro y ella tendrían que luchar espalda contra espalda y ser acosados en todas direcciones. Pero antes de que Durbara pudiera girar sobre sus talones para poner fin a la amenaza, Hugash le asestó un increíble mandoblazo que destrozó a la criatura. No contento con ello aprovechó la inercia y aplastó otro trasgo más.

--¡Gracias! --le dijo la enana entre jadeos: la frenética lucha empezaba a agitarle la respiración.

Decidida a devolverle el favor al bárbaro lo antes posible, clavó su hacha en el cráneo del trasgo que lo amenazaba por la espalda. Por el momento, habían conseguido repeler los intentos de las mezquinas criaturas de atacarlo por todas partes.

El semiorco grita una orden en su lengua mientras aguarda antes de ejecutar un nuevo y letal disparo

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Nuevamente intente encargarme del trasgo que rodeaba a Magnus, pero la dinamica del combate y el incesante movimiento de los pequeños monstruos no me dejo apuntar con precision. La flecha se elevo demasiado y termino perdiendose en el descampado.

Maldicion... tengo que ponerme seria con esto...

Todavía estupefacto por el mal golpe que había dado, Magnus trataba de situarse en la pelea. La espada parecia rota, pero no podía arreglarla ni pararse a pensar en ello en ese momento. Había demasiados trasgos.
Lanzó una estocada lateral contra el trasgo que tenía a la espalda, para evitar el posible flanqueo, pero la confusión era tal que no acertó al pequeño. Ser.

Detrás de Magnus, la criatura que contra él cargara hace instantes aprovecha para propinarle un fuerte mazaso en la cabeza... Por casualidad (mejor dicho por su yelmo= no impacta lastimando el cráneo del clèrigo... Pero el golpe le hace saborear su propia sangre a Shale, puesto que por sus orejas, nariz y boca corre por un breve instante el rojo elixir de la vida... Su vida.

Magnus intenta contraatacar, pero la criatura evita el tajo...

Ahora detrás del asediado seguidor del caballero rojo, otra criatura aprovecha para atacarlo, buscando su espalda en ésta oportunidad. Sin embargo, el golpe lateral malogrado por el clérigo aún lo situa bien para esquivar el mazaso con el escudo, y con una postura bien lograda.

Ladina, como corresponde a estas criaturas, es la actitud del tercer trasgo enzarsado con Magnus, cuando intenta atacarlo desde su lado, pero nuevamente lo aprendido de los seguidores de Tempus rinde brillante fruto, cuando el bichejo no puede sino quedarse mordiendo su odio a los humanos al haber repelido la intentona...

Al lado de Hugash, aún con las rodillas golpeando entre si, otra criatura intenta su cometido, pero aún con el terror en su mente... Viendose aniquilada por el bárbaro... Lanza un golpe con su maza, pero no logra ni chocar contra el arma del brutal aniquilador... 

El bárbaro intentó de nuevo arremetir con la criatura que había intimidado, pero estavez el golpe no fue certero lo suficiente como para golpear a la criatura, que esquivó el golpe con un simple movimiento... Aunque habían acabado con algunas criaturas, las que seguían en pie darían aún algo de guerra....

Durbara supo lo que tenía que hacer.

El semiorco había demostrado ser el adversario más peligroso de todos. Ella, la más acorazada del grupo. Lo mejor que podía hacer por sus compañeros en ese momento era impedir que el semiorco volviera a disparar.

Viendo que ahora tenía vía libre, trotó hacia colocarse justo a su lado, cubriéndose con el escudo durante todo el trayecto.

En letal semiorco dispara ahora con el camino despejado, a la cabeza de la enana... Sin embargo los ancestros de ésta, el odio que corre por las venas de la misma, o quizá simplemente el escudo (que desvía el potente proyectil de su curso, justo a tiempo)...

Acto seguido la guerrera avanza en pos de su enemigo, al tiempo que Hugash intenta masacrar (esterilmente) al trasgo que se mantiene en pié a su lado...

El avance de la enana obliga al semiorco a dejar caer el arco al piso sin ningún reparo a pesar de lo exquicito de su manufactura... Sólo cuando la acorazada amenaza llega a su lado el bandido termina de desenvainar su enorme espadón, y es ahí cuando logra conectar un golpe que podría haber partido un árbol en dos, pero no una enana dura como la roca!

Durbará siente por primera vez lo que peligro mortal significa, lo siente en los huesos y en el paladar, así como el sabor de su propia sangre...

Definitivamente la tactica que estabamos usando no estaba funcionando, de una vez por todas decidi dejar el arco y sacar mi espada corta para meterme de lleno en el combate. No era algo que estaba muy acostumbrada a hacer, pero si no acababa con los trasgos ellos nos acabarian a nosotros.

Sin dudarlo dos veces me movi hacia la izquierda lo suficiente como para rodear a la roca y luego fui directo al lado del Paladin, justo detras del trasgo que estaba amenazando a Hugash. Lance una estocada dispuesta a atravesar la espalda del bicharraco, pero me di cuenta que la fuerza no era lo mio cuando no llegue hundir la espada por completo.

Malditas bestias asquerosas... por que no se mueren!!!

Hugash tiene que cerrar los ojos para que la sangre que emana de la garganta del grasgo al aparecer por la misma una afilada hoja de acero no le salpique los mismos...

Lorethel, del otro lado, saca la mortífera herramienta dejando caer al trasgo sobre sus rodillas, y desplomarse para la eternidad...

A pocos piés, Magnus debe soportar nuevamente el embate de la pandilla sobre si, cosa que logra con gran esfuerzo respecto del ataque del inquisitivo trasgo a sus doce, y luego con el que tiene frente a él, a sus seis.

Cual si estuviera envuelto en el favor divino, el clérigo se las apaña para evitar ambos ataques con suma eficiencia!

Al final la elfa había decidido venir a ayudar ya que su principal objetivo, el semiorco, estaba siendo retenido valientemente por la enana.
La llegada de Lorethel fue como una inspiración al acabar con uno de los trasgos. Pero la situación estaba lejos de terminar. Como bien pudo comprobar el clérigo mientras se defendia de los ataques de los trasgos que lo flanqueaban.
Decidió acabar con el que tenía a la espalda para evitar futuros ataques, pero seguía siendo muy escurridizo.
En su interior elevó una nueva plegaria a su dios.

Caballero Rojo. Ayuda a tú humilde siervo en esta lucha. Pues de nosotros depende que este lugar se libre del mal que lo corrompe.

Uno de los çultimos trasgos en piçe intenta hacer añicos la rodilla derecha de Magnus, pero la armadura se evita que la carne y los huesos sufran daño alguno...

Tras varias pifias y tajos al aire, y ver cómo las cosas se complican con algunos compañeros malheridos, me enrabieto y lanzo un tajo más contra el trago que tengo a mi lado, logrando esta vez alcanzarle de lleno. Éste soltó un chillido de dolor antes de desplomarse inerte, mientras yo contemplo el filo de mi espada ensangrentada...

Era la primera vez que daba muerte, pero no me daba tiempo a pararme para analizar lo que sentía, pues seguíamos en un buen aprieto.

El bárbaro viendo la situación medio controlada en la zona donde se encontraba, fue en pos del orco al cual hacía frente la enana , en su valiente decisión para detener los ataques brutales de arco que este hacía... Con el arma bien sujeta se lanzó en una carga contra la criatura la cual no  esperaba y grito de dolor cuando el arma le cortó en un costado...

Una sonrisa triunfante se dibujó en el rostro de Hugash, al notar la esapada cortar la carne verde...

La carga del bárbaro culmina con la primera sangre del semiorco, el cual brama de dolor cuando su escueta armadura es cortada en diagonal desde los dorsales izquierdos hasta su hombro... Pero su voluntad matadora no parece flaquear para seguir guerreando con la enana...

Durbara cayó sobre su rodilla izquierda cuando recibió el demoledor ataque del semiorco. Su mundo explotó en un dolor atroz que la recorría el cuerpo en oleadas. Sus músculos se negaban a responder, y apunto estuvo de dejarse caer en la dulce inconsciencia.

Pero el grito del bárbaro mientras cargaba contra su enemigo la despertó de su letargo. Levantó la barbilla, apretó los dientes y se incorporó. Los enanos siempre luchaban hasta el final.

Aprovechó la distracción que su compañero le otorgó para escurrirse por un flanco de su adversario. Su menor estatura le permitía que levantando el escudo por encima de su cabeza, el rival no tuviera un blanco fácil mientras que ella podía seguir lanzando hachazos al estómago. El golpe de Hugash conectó, y aprovechando que el semiorco se retorcía de dolor, la enana hizo lo propio castigando el abdomen de la criatura con un poderoso golpe circular de su hacha.

La inmensa amenaza que el semiorco suponía para el grupo disminuía al tiempo que la enana y el bárbaro hacían causa común, demostrando que juntos constituían una fuerza demoledora que casi todo lo puede...

El acero forjado en la Marca Argentea entraba a través de la armadura acolchada, las ropas, la verduzca piel, la grasa, los músculos y las entrañas hasta lo profundo del enemigo.

Con la velocidad de un relámpago Durbara retiró la gruesa y afilada hoja de su hacha, y al sacarla un rocío de sangre empapó el escudo enano.

El semiorco intentó mantenerse en pié, pero sus piernas lo abandonaron... Y sobre sus tripas colgantes cayó de rodillas, y su espadón se clavó en la ahora ensangrentada tierra... Sus ojos, hasta hace instantes sobradores como los de quién posee la vida y la muerte de otros, ahora se ven simiescos, y casi dan lástima...

R...Ranek... va... her...ma...no...

Dice en común al tiempo que su mano derecha intenta detener la vida escapando en variedad de fluídos... Para luego caer desplomado secamente, en un último suspiro...

El brevísimo instante parece una eternidad, en la que se enteran de que han logrado sobrepasar un peligro brutal, quizá, el mismo que destruyera el villorio del sardónico explorador Samir.

Los trasgos comenzaban a caer nuevamente, como en el principio de la contienda, pero mas importante era el hecho de que su lider habia sido vencido a manos de la enana y el barabro... quien diria que esos dos terminarian trabajando juntos para hacer care al grandote verde...

Pero todavia no habia tiempo para festejar, asi que decidi seguir adelante con la limpieza de trasgos. Pase por detras del paladin, que derramaba su primera sangre en la contienda, y me situe a espaldas de una de las bestias que flanqueaba a Magnus.