Partida Rol por web

La adrenalina fluye con intensidad por tu cuerpo, tus conocimientos acumulados como un buen ciudadano del siglo 21, adquiridos arduamente de animes, películas y juegos ha rendido al final. ¿Quien fue el idiota que dijo que ver animes y jugar era perdida de tiempo? Logras esquivar el ataque del soldado y descargar el tuyo, con un movimiento fluido al final te alzas con la victoria. Cuando tu espada golpea la espalda de aquel sujeto notas que tus golpes tienen mas fuerza, mas momentum. 

¡La habilidad esgrima ha mejorado E->D!

¡Has acertado un golpe crítico!

Y el resultado fue estremecedor, la fuerza de tu impacto hundió la armadura al contacto y siguió, un sonido desagradable de carne rasgada y hueso siendo triturado fue lo que pudiste escuchar con total claridad, la sangre te salpico en parte de la cara y en tu pecho, habías acabado con tu enemigo el cual deja escapar un grito desgarrador que se va apagando a medida que cae al piso con los ojos en blanco. ¿Está muerto? Eso no lo sabes, pero si que le has dado una buena lección, cuanto menos nunca mas podrá caminar después de que le hayas destrozado las vertebras, aunque posiblemente si está muerto, fue un impacto limpio y la sangre brota en grandes cantidades. 

Escuchas el poderoso rugido de un trueno, con el rabillo del ojo puedes ver que del carro en donde se encontraba el encargado de cobrar los impuestos sale disparado un poderoso rayo, un rayo violeta... ¿magia? Escuchas un grito, casi segundos después se hace un agujero en el carruaje, el cual comienza a incendiarse, y por aquel agujero cae rodando Choa con el tipo retorciéndose, la gata al parecer lo embistió y derribo del carruaje, pese a que este le tira una de sus orejas en un intento desesperado, Choa le proporciona tres puñaladas en el pecho con una velocidad vertiginosa, al parecer su combate también había terminado. Al asegurarse que su enemigo ya no respiraba, la chica se deja caer de trasero al piso recuperando el aliento, no parecía herida por lo que debe haber esquivado el rayo. Por otro lado puedes ver que hay muchos muertos y algunos heridos por doquier, solo quedan luchando los jefes de ambas facciones, Efir está herido, puedes ver un corte en su pecho del cual brota sangre, pero esté esta sonriendo complacido, toma su hacha con ambas manos y termina el combate dejándola caer con toda su fuerza, clavando el filo de esta atravesando desde el cuello al esternón de su oponente. Una vez su enemigo colapso, lazo su hacha al cielo y rugió. 

- ¡UOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOH! - Un grito de victoria, al cual se unieron los supervivientes de dicho asalto, al parecer solo 12 bandidos sobrevivieron, incluyéndote a ti y a Choa, en unos minutos... ¿10? ¿15 minutos? La vida de muchos años de varias personas llego a su fin como si nada. Al final las bombas jugaron un papel crucial, confundiendo al enemigo, y eliminando a algunos. 

Por tu parte, sientes como si tu cuerpo se volviera mas fuerte. 

En cuanto la espada atravesó al hombre, Daniel la retiró con fuerza, sacándola y preparándose para otro enemigo. Sentía como la adrenalina de la batalla le proporcionaba un ímpetu que no había tenido jamás en su vida. El corazón le latía con fuerza en el pecho, y aunque tenía miedo, estaba extasiado por la sensación de victoria. Tanto, que su mirada recorrió el campo de batalla en busca de otro soldado para continuar con la pelea.

El ruido del trueno hizo que su atención se dirigiera hacia el carro donde debía estar Choa. Era la primera vez que veía magia, y sus ojos se abrieron asombrados, y también aterrados, por el rayo de color violeta. No quería por nada del mundo ser el blanco de uno hechizos. Para su alivio,vio como Choa salía del carro, rodando con el hombre que debía de haber lanzado la magia, hasta que acabó con él. Ver como moría el hombre le recordó lo que acababa de hacer, y su estómago se revolvió.

-Ahg...joder...- Dijo, apartándose del cadáver al ver que el charco de sangre que se formaba, estaba llegando a sus botas. Parecía que la batalla había terminado, y que Efir le daba el golpe de gracia al comandante de los soldados.

Los sentidos de Daniel volvieron en si, y pudo oler perfectamente el aroma a muerte, a sangre, a intestinos vaciados por el miedo... Miró de reojo al hombre con el que acababa de pelear, la adrenalina estaba desapareciendo de su cuerpo, y le pareció horrible lo que había hecho. Había matado a alguien, aunque fuera en un mundo de fantasía, en ese momento era tan real como él. La idea le daba nauseas, y sin poder evitarlo, Daniel se dobló por la mitad, vomitando lo poco que había desayunado en el suelo, mientras el resto de supervivientes celebraba la merecida victoria. La guerra no era tan agradable como en los animes. 

Si esto fuera tu clásico anime, vendría una chica guapa corriendo a reconfortarte, abrazarte o algo por el estilo, pero esto es una mundo de mierda, y lo mas cercano a un consuelo que tuviste fue un momento a solas entre tu y el cadáver a tus píes. ¿Que? ¿Esperabas que Choa que apuñalo a un hombre reiteradas veces venga con palabras de sabiduría? ¿Que te dijera: Ya, ya, si no pasa nada, solo has matado una persona? Tras unos instantes que parecieron eternos de ensimismamiento sientes pasos, Efir se acerca a ti, aunque quizás lo mas apropiado es decir que pasa por tu lado. 

- Vaya hombre, eres como lo que no hay por ni un lado, lo destruyes y profanas el cadáver vomitando sobre el, había visto gente mear en los cuerpos pero tu eres de lo mejor - Te da un golpe en la espalda y sigue caminando mientras ríe a carcajadas. 

Bajan los otros dos bandidos junto al gafas y dos arqueros que quedaron vivos y se reunieron todos cerca de la carreta que se quemaba, al parecer haciendo un esfuerzo para apagar las llamas. 

- ¡Bien, apuraos! - Exclama el tipo de lentes - ¡De seguro el fuego lo ven a mucha distancia, saquen lo que crean que tiene valor y lo demás déjenlo ahí. 

Mientras escuchas eso, tus ojos notan que el bandido que te había defendido, el del salero, estaba muerto en un costado atravesado por dos lanzas en el pecho. Hace unos minutos nada mas le habías visto, pero bueno, la vida es así. 

Las palabras de Efir le devolvieron a la realidad. El chico se secó las lágrimas que habían brotado de sus ojos al vomitar, y se limpió con el dorso de la mano. En un momento de lucidez, recordó lo que le había dicho de cuidar las armas, y como un autómata, limpió los restos de sangre de la hoja de su espada en su camiseta antes de envainarla. De todas formas, ya estaba manchada.

Sus ojos se cruzaron con el cadáver del bandero al que le había lanzado el salero esa misma mañana, y una sensación de vacío inundó a Daniel. Las cosas podían cambiar mucho en unos minutos, y tenía que sentirse afortunado de haberlo contado. 

Haciendo caso al tipo de lentes, Daniel echó a andar entre los cadáveres, procurando no tocar ninguno, asqueado por toda esa matanza de la que había tomado buena parte. Se dirigió hacia el carro desde el que había salido el rayo violeta, y entró en su interior. Esperaba encontrar unas cuantas bolsas de oro, o algo que le pudiera ser de utilidad. No tuvo tiempo de ser demasiado concienzudo, pues como había dicho el tipo de gafas, en cualquier momento podrían venir refuerzos y terminar con ellos.

-Espero que al menos todo esto haya merecido la pena...- Dijo para si mismo mientras rebuscaba. Se acordó de Choa, y esperó que también estuviera ilesa. La había visto apuñalar al hombre, pero no sabía si él había logrado herirla. 

El grupo de bandidos se da cuenta de que no pueden apagar el incendio, por lo que deciden sacar de entre las llamas tres cofres y por supuesto, salvar los caballos supervivientes. Mientras tanto ellos se encargan de rescatar aquellas cosas, buscas entre las pertenencias del soldado caído, sin embargo, la mayor parte de sus pertenencias no te sería útiles ahora mismo. Quizás la armadura se te viene a la mente, sin embargo, parece que la armadura de los guardias sería fácilmente reconocible, de modo que es mejor no tomar eso. Cuando estabas a punto de darte por vencido, te das cuenta de algo en el suelo, al parecer fue removido por las explosiones, parece ser algo metálico, algo esférico, pero esta en mal estado y cubierto de tierra. 

Has encontrado ¿?

El sistema mágico de este mundo salta de la nada como una notificación. Al parecer ese objeto que has encontrado es algo desconocido, su importancia de momento no está clara. Puede que sea algo muy útil, o puede que no, el tiempo lo dirá, porque de momento lo mas sensato es guardarlo. 

- ¡Eh, juntaos todos! - Exclama el gigantesco humano, lleva una de sus manos en la herida que recibió, pero no parece muy afectado por ello - ¡Nos largamos de aquí antes que vengan por nosotros! 

Choa se acerca a ti después de descansar un poco. 

- Luces como si hubieses visto un fantasma - Dice finalmente haciendo alusión a lo pálido que estás, ella parece no estar afectada por la carnicería de este lugar - Lo has hecho bien. 

En el interior del carro no había nada de valor, seguramente ya saqueado por los otros bandidos, así que volvió hacia el cadáver del hombre que había matado. Le daba bastante reparos tocarlo, hacía nada era un hombre que respiraba, y el había acabado con eso. Se le volvió a revolver el estómago y a punto estuvo de vomitar de nuevo, por suerte su estómago estaba vacío. Para colmo, el mal rato que pasó no sirvió de nada, ya que entre sus pertenencias no había nada de utilidad. Podría ponerse la armadura, pero sería molesta y le reconocerían fácilmente. También podría llevarse la espada, pero podría resultarle pesada, y la que estaba usando hasta ahora no le había fallado.

Frustrado, Daniel caminó para reunirse con el resto, dándole una patada a una pelota metálica con gesto distraído. Entonces se detuvo, ¿una pelota?. Se agachó a recogerla y le quitó un poco el polvo, mirando con suspicacia la esfera. Un montón de información sobre el sistema de magia inundó su visión, y el chico dedujo que aquello podría ser un artilugio para canalizar magia, o algo por el estilo. Probablemente era con lo que el recaudador de impuestos había usado para lanzar ese aterrador rayo.

-No es nada, estoy bien- Respondió a Choa, a pesar de que estar cubierto de sangre y una palidez cadavérica no es que le dieran un aspecto especialmente saludable. Caminó con ella a reunirse con los bandidos supervivientes, preparados para salir de allí antes de que las llamas los sorprendieran -Es sólo que era mi primera batalla, y bueno...impresiona- Reconoció. Se alegraba de volver a tener cerca a alguien conocido, aunque fuera una gata psicópata como aquella -Tu también lo has hecho bien- Dijo al recordar como Choa había apuñalado al hombre, una visión nada agradable.

- Muchos prefieren sólo luchar con monstruos - Exclama Choa un tanto reflexiva - Los aventureros se ganan la vida así, determinando monstruos y visitando mazmorras, pero no todos pueden ser aventureros, tienes que tener una carta de recomendación o recibir una invitación, la vida es más compleja y dura de lo que puedes esperar cuando sales del nido, ¿no? Nya. 

Mientras hablaba limpiaba su daga empapada en sangre y la vuelve a enfundar. En momentos así te das cuenta de lo poco que la conoces, es sorprendentemente madura, puedes apreciar que se mantiene distante, por decirlo de una manera, es como si estuviera envuelta por una capa de escarcha, es plenamente consciente de sus acciones, pero aún así, era capaz de matar a sangre fría, sería difícil decir que era una buena persona, pero tampoco era una villana, quizás podría considerarse como un personaje maquiavélico, que le importaba el fin antes que los medios. Por otro lado, Efir, parecía una buena persona, alegre, pero disfrutaba de la carnicería, el acto de arrebatar una vida on o es que no le importará, por el contrario, lo gozaba, todo con una amplia sonrisa en su rostro. Parece que los valores de este mundo están retorcidos.

- Quizás cuando recibas tu parte del di... !

Choa estaba a punto de hacer una sugerencia cuando sus palabras son cortadas de golpe, sientes un escalofrío en tu piel, algo muy malo está por pasar, lo sentías incluso en tus huesos, todos parecen haberlo sentido también, pues todos vuelven a sacar sus armas, pro antes de que pudieras hacer algo te das cuenta que Choa abre mucho sus ojos dando un paso hacia atrás y entonces... oscuridad. Sientes que el tiempo se detiene.

...

...

...

Abres los ojos, sientes tu corazón extremadamente acelerado, te falta el aliento y por unos segundos sientes un tinte so dolor en tus extremidades, pero desapareció antes de que pudieras pensar en ello. Estbas de vuelta en la carreta y todos estaban vivos aún... ¿volviste atras en el tiempo?

- ¿Te sientes bien chico? Si tienes que ir al baño abra algo de tiempo antes de la emboscada, mejor ir a cargar antes de luchar, nunca se sabe cuando es tu última oportunidad.

El comentario lo hizo el bandido del salero. Choa por su lado permanece en silencio.

Lo que decía Choa tenía bastante sentido, y quizás para el ser aventurero fuera mejor que un simple bandido. Aquella vez había salido todo bien, ni siquiera había recibido un rasguño, pero no siempre sería así. No le había gustado nada matar a otra persona, y seguramente explorando mazmorras y matando monstruos sería todo más sencillo. Pero ese mundo no lo era para nada, ya lo había visto. Choa no parecía mala persona, pero la vida la había empujado a ser una asesina. Efir era una persona que trataba muy bien a los suyos, pero disfrutaba de una buena carnicería.

-La verdad es que todo esto es muy complicado...Creo que este será mi último trabajo- Le respondió, y entonces fue cuando notó esa sensación.

De hecho, todos lo notaron, no había que ser muy perspicaz para darse cuenta de que estaban en peligro. Miró a Choa, que parecía aterrada, y alzó una mano hacia ella para indicarle que corrieran, pero antes de que pudiera moverse, todo se volvió negro.

Cuando volvió a abrir los ojos, Daniel miró a su alrededor, confundido. Había notado algo de dolor, pero se había disipado en un instante. Parecía que había vuelto atrás en el tiempo, que volvía a estar en el carro de camino al lugar de la emboscada...Algo hizo click en su cabeza, y comprendió lo que acababa de pasar. Había vuelto de la muerte, como en el famoso anime Re:Zero. 

-No, no te preocupes, estoy bien...-  Le respondió al bandido que tenía al lado. Miró hacia Choa, sumida en sus pensamientos como en el primer viaje. Todo encajaba. 

Lo primero que hizo Daniel al darse cuenta de lo ocurrido, fue abrir su ventana de estado. Quería comprobar si conservaba las habilidades que había conseguido. Ya comprendía de que se trataba la maldición que había visto nada más llegar, y sonrió para si mismo. Esa serie era una de sus favoritas, y siempre se tiraba de los pelos viéndola al ver como se portaba el estúpido de su protagonista. ¡Ahora les demostraría a todos como se hacía! Primero tenía que pensar que había podido acabar con ellos. Seguramente se había tratado de un hechizo, y bastante poderoso, porque no habían tenido tiempo a reaccionar. Eso, o una explosión. 

El chico empezó a pensar mientras el carro seguía su camino. Era poco probable que alguien les hubiera lanzado un hechizo, porque en teoría no se conocía que tendría lugar esa emboscada. Habían tenido cierto tiempo para saquear, y no habían encontrado nada sospechoso que pudiera hacerles indicar que...Un momento, pensó Daniel. El si había encontrado algo raro, esa esfera metálica. ¿Podría haber estallado eso y liberado su magia? Tenía todo el sentido del mundo. Seguramente fuera una especie de mina, colocada en el camino, y había estallado durante el combate. Ahora debería hacer algo para evitarlo, ya habría tiempo más tarde para pensar en como funcionaba su maldición.

En primer lugar, se giró hacia Choa, inclinándose hacia ella para susurrarle en el oído. Después de haber declarado que se habían acostado, los bandidos no deberían pensar nada raro de su actitud.

-Choa, escúchame, necesito que confíes en mi- Le dijo, colocando su mano derecha sobre la de ella, y apretándola con firmeza -Cuando embosquemos al convoy, ten mucho cuidado. Creo que hay una trampa en el camino- Le dijo en un susurro -En cuanto el combate acabe, sal corriendo y ocultate en los arbustos. Nos reuniremos allí.

Que la trampa hubiera explotado cuando habían terminado de pelear, era señal de que había sido puesta allí a conciencia. Eso significaba que alguien había sido, y probablemente fuera el hombre de lentes. Había acampado allí y tenía todo el tiempo del mundo para prepararlo todo. Haría que los hombres de Efir hicieran el trabajo sucio, y luego el se encargaría de recoger los beneficios. O eso pensaba Daniel, pero pronto saldría de dudas.

Nombre: Daniel García aka Thorin

Raza: Humano

Clase: Héroe (Experiencia +500%) 

Nivel: 4

Habilidades:

Esgrima: D

Poder de Combate: 12

Estado: Alterado, Maldito. 

Especial: -

La maldición se intensifica.

Tras aquella experiencia extraterrenal, no puedes evitar pensar en Re:Zero, pero que otra posibilidad queda para explicar lo que pasó, poco a poco tu mente comienza a atar cabos sueltos, si, efectivamente habías muerto y de una forma atroz, pero eso no es algo que pudieras recordar pues fue instantáneo, ahora sólo podías actuar según los eventos que sabes como van a transcurrir. Supones que el terreno era como un campo minado, supones que el gafas es el problema en la ecuación, una vez te acercas a decirle algo a Choa está te mira extrañada, parece que fuese a decir algo, pero se queda callada, sólo dedicando una mirada a tu mano por encima de la de ella, al parecer comprendió que no estabas bromeando al mirar a tus ojos. Tus estados revelan algo, si bien tu nivel bajo la habilidad se mantuvo.

El resto de los acontecimientos transcurren de manera similar, la gente se baja de las carretas al llegar al punto de encuentro, el tipo de los lentes te mira y crítica duramente, otros te protegen y Efir te mira con aprobación. Tras unos momentos nuevamente tuviste tiempo adicional, pero esta vez Choa no va a tomar agua ni a lavarse, te toma de la muñeca y te lleva hasta unos matorrales cercanos al campamento.

- ¿A qué te refieres con la trampa? Me has pedido que confíe en ti, de seguro sabes algo... pero no comprendo, no entiendo, hace unos momentos no sabías nada, ahora pareces... diferente... Parece, no, no lo sabría explicar.

Es una situación peligrosa, si no te explicas bien, puede que pierdas toda la confianza de la chica, o incluso pongas en peligro tu vida, te mira severamente como si te estuviese juzgando. No parece ser buena opción revelar que eres un héroe, pero tienes que tener una buena excusa para que confíen en ti.

Daniel pareció encontrar algo de alivio en lo que vio en su barra de estado. Sus habilidades se mantenían intactas, pero no así la experiencia que había conseguido. Cuando mató al soldado había ganado varios niveles, pero ahora volvía a estar en el nivel 4. Que la maldición se identificase indicaba que podría morir varias veces más hasta que la maldición acabase con él. Además, eso confirmaba su teoría de que la maldición era la causante de su supervivencia. 

Era un poco raro vivir los mismos acontecimientos de antes. Por que ocurría, parecía que todo se repetiría igual a no ser que él lo alterase. La charla con el hombre de gafas y Efir siguió transcurrió como la primera vez. Daniel estuvo tentado en hablar con el jefe de los mercenarios, pero se contuvo. Si a Choa le iba a ser complicado creerle, y eso que tenía más confianza, con Efir resultaría practicamente imposible. Si hubiera decidido subirse al carro donde estaba Efir, seguramente habría tenido tiempo para convencerlo, pero ahora, listos para la emboscada, y con el hombre de gafas cerca, era imposible. 

-Es difícil de explicar- Le respondió a Choa cuando se hubieron separado del resto. Ciertamente, Daniel no era el mismo que la primera vez.

Su mirada era más dura, decidida, sabía lo que había ocurrido, sabía que había matado, y lo que les pasaría a ellos si no actuaban con rapidez. Estuvo tentado en contarle a Choa la verdad, pero supondrían mayores problemas, y además, imaginaba que si hablaba de la maldición, algo se lo impediría, como ocurría en Re:Zero. Por fortuna, Daniel era un chico con bastante imaginación, y pensaba usarlo a su favor para no contarle toda la verdad, pero tampoco engañarla.

-Tienes que creerme...Algunas veces, tengo premoniciones de lo que va a ocurrir- Comenzó a explicarse -Por eso estoy aquí, porque me intentaron envenenar, y pude salvarme. He visto como ganamos la batalla, aunque sufrimos muchas bajas, pero luego, todo se vuelve negro. Creo que es porque hay una trampa en el camino, y el hombre de lentes que nos ha recibido puede ser el culpable. Es el único que sabía donde atacaríamos, y el que ha pasado aquí la noche.

No sabía si eso sería suficiente para hacer que Choa creyera en él, pero entonces se acordó de la conversación que habían tenido mientras bebían agua, donde le había contado lo que había hecho. También lo habían mencionado en la presentación al hombre de lentes, pero había detalles que seguramente solo Choa conociera.

-Si no me crees, te diré cosas que van a pasar...- Añadió Daniel, se acordaba bastante bien de la batalla, pues la tenía bastante fresca -Tu te vas a encargar de detener los carros junto con Efir. Tienes que ir a matar al recaudador, que tiene habilidades mágicas. Algunos ballesteros te dispararán, pero yo acudiré y te ayudaré para que consigas llegar hasta él- El chico hablaba muy rápido, tal vez contándole demasiadas cosas a Choa, más de lo que podía asimilar -Cuando la batalla termine, tendremos que saquear. Es entonces cuando tenemos que escondernos y alejarnos del camino, no le pierdas ojo al de gafas- Y finalmente añadió -Además, se lo que pasó en la mansión Feur, se que te esclavizaron, y que lograste escapar. Si no quieres que pase algo peor ahora, haz lo que te digo, y puede que logremos sobrevivir. 

La idea de Daniel era repetir todo exactamente como había ocurrido hasta que llegase el momento de saquear. Si estaba en lo cierto, el hombre de lentes esperaría a que el dinero estuviera seguro antes de activar la trampa. Ahí tendrían su ventana para actuar.

A medida que hablas puedes notar que Choa te sigue mirando de manera sería, puedes notar que en algunas partes de tu relato una de sus orejas se mueve levemente, escucho en silencio por completo hasta que terminaste de hablar, y cuando te iba a responder fue entonces cuando se acerco Efir saliendo entre los matorrales. 

- Vaya vaya, despego el ojo de ustedes un rato y ya están flirteando, no sabía que la taberna de ese viejo era tan efectiva, de haberlo sabido llevaría mas chicas a ese lugar - Dice riendo y sobándose la nuca. 

Choa le mira de mala manera sin camuflarlo y te vuelve a mirar a ti, sin embargo, no dice nada.

- Ha llegado el momento de trabajar - Exclama el gigantesco hombre - Chico, tu irás junto a los demás, te encargaras de arrojar unos explosivos a esos malditos, si la cosa se ve mal te unirás a los demás en la pelea, sino solo observa, yo y la señorita gata tenemos algo de que hablar. 

Las mismas palabras que te dijeron la primera vez, pero esta vez Choa no te despega los ojos de encima, al cabo de unos segundos asiente y cambia su atención al hombre Efir. ¿Habrá creído en tus palabras? Solo el tiempo lo dirá, ibas distraído en ello mientras seguías a los hombres al sitio de la emboscada, cuando el hombre de las gafas te pone las bombas casi en la cara, quizás esta vez porque ibas mas distraído. 

- Toma - Exclama el gafas, entregándote dos esferas de zarza, untada en un líquido denso muy espeso, eran muy pesadas, estaban amarradas con largas mechas - Cuando te diga, las enciendes y las arrojas, ellos te darán el fuego necesario... ¿Que? ¿Tengo algo en la cara?

No estaba seguro de que Choa le creyera, pero si confiaba un poco en él, vería como las cosas salían según le había contado. Por un momento tuvo miedo de que la gata lo delatase, de que le contase a Efir lo que sabía. Eso haría que le interrogasen o que seguramente le matasen ahí sin más. El asintió a las órdenes de calvo, y siguió al resto de los hombres. 

Durante el camino, estaba más atento a su alrededor, en busca de algún movimiento raro del de lentes o de alguno de los hombres que habían acampado con él. Pero una vez que llegaron al punto de la emboscada, su atención se desvió al camino, en busca de alguna marca que pudiera indicar que había algo enterrado allí. Pero el hombre de gafas le sacó de sus ensoñaciones al entregarle las esferas explosivas. 

-De acuerdo, las lanzaré cuando digas...No, nada, solo estaba pensando...- Dijo mientras sostenía las esferas. El peso ya le era familiar, y sabía bien lo que tenía que hacer. 

Parte de su plan consistía en que ocurriera lo que le había dicho a Choa. Si era así, sería más fácil que le creyese de ahí en adelante. Solo esperaba que no cambiase nada. Se alivió un poco cuando vio a Choa junto a Efir en medio del camino. Esperó a que comenzase el combate, y como la anterior vez, lanzó las bombas hacia los grupos de soldados, intentando repetir los mismos pasos.

Esa vez, se acordó de que el hombre que tenía al lado moriría cuando les disparasen, y le tomó del hombro para agacharlo cuando los soldados les apuntaron. En cuanto la lluvia de saetas se detuvo, y vio como se giraban para apuntar hacia Choa, hizo lo que le había dicho, y salió de la cobertura, con la espada desenvainada.

-¡Corre Choa! ¡Yo los entretendré!- Le gritó a su chica-gato, mientras pasaba a toda velocidad, espada en mano, y se lanzaba hacia los soldados. Esperaba que estuvieran recargando, porque si no, lo iba a pasar bastante mal. 

Se encaró con el soldado que le había lanzado un hacha a Choa. Era el mismo rival de la primera vez, y ya lo conocía. Sabía que desenfundaría la espada y se lanzaría a atacarle, así que esta vez lo esperó preparado. Realizó los mismos movimientos que le habían servido, echándose hacia el lado del escudo, y golpeándole en la rodilla antes de atravesar su espalda. Volvía a estar asqueado, pero estaba más concentrado en ver como se desarrollaban los acontecimientos que en preocuparse por lo que acababa de hacer. Cuando hubo terminado con el hombre, miró a su alrededor, buscando a Choa y también intentando localizar alguna esfera metálica como la que había encontrado. La seguiría fuera del bosque cuando los mandasen a saquear, y vería que ocurría.

- Eres una persona muy rara - Dice el tipo mirándote aun peor que antes, pero luego se aparta de ti y se encarga de sus propios asuntos. 

La mayor diferencia de esta vez, es que cuando salio Efir junto a Choa, esta parecía notoriamente mas nerviosa que la primera vez, no por los enemigos frente a ella, pero podías verla con ambas manos en las empuñaduras de sus armas, las soltaba y apretaba, incluso por unos momentos notas que escanea los arbustos en donde estarían ustedes, al parecer le entro el bicho por lo que le dijiste. 

Lo demás paso como tenía que pasar, el bombardeo, las explosiones, los gritos, la batalla, incluso rescataste a tu damisela con orejas de gato de las garras del peligro, la cual te miro asombrada, pero aún así siguió adelante como en la primera secuencia de los eventos, solo que la notabas mucho mas tensa que antes, pero venga, al menos no te delato. 

Lo que si fue diferente fue tu batalla contra ese saldado, tanto su desarrollo como su conclusión. Los movimientos del hombre si bien no fueron exactamente iguales, los comprendías de mejor manera, y ya haberlo derrotado una vez, si te dio un empujón de confianza adicional, tras matarlo se abrió sientes que tu cuerpo se fortalece, pero no a la misma medida que antes... te das cuenta que está vez tu nivel solo aumenta ha nivel 6. Quizás porque no tuviste que poner el mismo esfuerzo que antes para derrotar a tu adversario. 

La batalla de Choa termina de la misma forma que antes, y una vez esta termina de matar al bandido te mira con cara de espanto, saber que te digan exactamente como será tu futuro parece que da miedo, que afecta de mala forma la psicología de las personas, pues notas que se le caen las dagas al suelo y te mira con un cierto aire de tristeza, eso no paso en la ultima repetición. 

No le costó demasiado acabar esta vez con el soldado. Sabía como se movía y lo que tenía que hacer para derrotarlo, así que no tardó en dar buena cuenta de él. Esta vez notó que no subía tanto de nivel. Antes había logrado el nivel 10, pero ahora se quedaba únicamente el el 6. El resto de la batalla siguió tal y como había dicho, hasta que Choa venció a su rival, y vio como su expresión cambiaba. 

Daniel no podía permitir que se derrumbase ahora. El tiempo se acababa, y tenían que salir de allí cuanto antes. Efir estaba a punto de rematar al comandante, y eso indicaba el final del combate. El chico se adelantó en dirección a Choa, decidido. No podía permitir que se derrumbase.

-Vamos, Choa- Le dijo, tomándola por los hombros con firmeza, y sacudiéndola un poco para que volviera en si. No tenían mucho tiempo -Yo también tengo miedo, y vamos a morir si nos quedamos aquí- Se agachó para recoger las dagas, y ponérselas en las manos -No te preocupes, te voy a proteger hasta que esto pase...¡Vamos!- Le apremió.

Sujetando a Choa con firmeza de la muñeca, se la llevó hacia uno de los bordes del camino. Quería advertirle a Efir, pero si lo hacía, tal vez todo se precipitase y las cosas no salieran como antes. Sabía que era condenar a los hombres a su suerte, pero si hacía algo tal vez acabasen todos muertos antes de tiempo. Decidió que lo primero era poner a salvo a Choa, y después, viendo el tiempo que les quedase, intentaría avisar a Efir.

Cuando tomas de la muñeca a Choa sientes como si el tiempo se detuviese, todo se pone en blanco y negro y frente a ti aparece un mensaje del sistema. 

Una línea de tiempo se ha derrumbado.

Y entonces vuelve todo a la normalidad, sigues corriendo por inercia con la chica que poco a poco vuelve en si, parece muy confundida y asustada también, por suerte para ti mientras escapan todos estaban ocupados cerrando sus peleas, y al parecer los que estaban arriba les daba igual que ustedes se moviesen o no les prestaban atención real. 

- ¡UOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOH!

Resuena el triunfo de Efir atrás, en el campo de batalla, de momento todo iba bastante bien, puedes ver desde donde están que los supervivientes se apuran al carromato que es esta incendiando para rescatar los preciados bienes, el botín del combate, notas que Choa se pone muy tensa. 

- ¿Lo que decías era cierto? - Exclamo en voz baja - Pude notar por las vibraciones en tu voz que mentías... pero todo se ha resuelto de la manera en que has dicho... entonces... ¿que sucederá ahora? 

Pueden ver que el tipo de los lentes se acerca a Efir, el cual parece estar mirando a su alrededor mientras ordena que dejen que el carro se queme, inmediatamente comienzan a sacar los cofres de adentro del carro, pero sucede algo extraño para ti, el hombre de los lentes en ni un momento intenta nada sospechoso, de hecho se mantiene cerca de Efir hasta el final cuando vuelves a sentir esa sensación extraña... sientes un dolor en el brazo, inconscientemente Choa te clava las garras fuertemente en el brazo hasta el punto en que algo de sangra comienza a salir, pero parece congelada viendo al punto exacto en donde habías muerto la ocasión anterior... una explosión en el aire, lo suficientemente fuerte como para derribarte a ti y a Choa a esa distancia.... ¿Magia? Parece que una grieta se forma en el aire, y de esa grieta una presencia terrible se siente por todo el lugar. Y entonces apareció, algo comienza a salir de el interior de esa grieta. 

Instintivamente tratas de ver los datos, aunque fuese de forma inconsciente pero no puedes ver casi nada...

Nombre: ¿?

Raza: ¿?

Clase: ¿? (¿?->¿?)

Nivel: 380.

Habilidades: ¿?

Poder de Combate: ¿?

Estado: ¿? 

Especial: ¿? ¿? ¿?

- Te... - Exclama Choa - Tenemos que irnos, ahora. 

Sea lo que fuese a lo que se enfrentaron, esa fue la causa de tu muerte anteriormente, esa explosión nada mas debe haber hecho volar tu cuerpo en pedazos, el nivel de esa cosa es demasiado alto. 

Parece que lo había conseguido, pensó Daniel, cuando el mensaje apareció frente a él. Corrió con Choa, sin que ninguno de los bandidos supervivientes se diera cuenta de habían desaparecido. El resto ocurrió tal y como había pasado anteriormente. Efir diciéndole al resto que empezasen a saquear, los bandidos sacando los cofres y quemando los carros...Pero el hombre de lentes no hacía nada raro. Y eso descolocó un poco al joven, que no sabía que contestarle a Choa.

-Ahora no lo se...Aquí es cuando dejé de ver...Algo ocurre...- Respondió Daniel, claramente confundido. El hombre de lentes no hacía nada extraño, de hecho estaba colaborando con Efir con total naturalidad. Pero no había tiempo para que llegasen refuerzos, ni había nadie más en los alrededores, entonces...

El dolor en el brazo le alertó, y volvió a sentir la misma sensación opresiva que la vez anterior, cuando todo se volvió negro. De pronto, una especie de grieta que parecía rasgar el espacio se formó sobre los bandidos, con una terrible explosión que acabó con todos ellos. Daniel se levantó dolorido. Había sido como cuando explotó la rata, pero mucho peor, y eso que estaban a una distancia mucho mayor. Sus ojos se abrieron, al igual que su boca, por la sorpresa de lo que tenía delante. La desesperación se apoderó de él. ¿Nivel 380? Eso era demasiado...nunca lo alcanzaría. ¿Acaso se trataba del mismísimo rey demonio? Parecía un caballero.

-Que...que es eso...¿un demonio?- Balbuceó el chico. Sabía que no podía hacer nada contra un ser como aquel, ni ahora, ni en años.

La existencia de seres como aquel solo podía indicar que o sus enemigos eran muy poderosos. O si se trataba de un caballero del reino, el rey demonio debía ser mucho peor. La voz de Choa le hizo ver que no podían quedarse ahí, o morirían, así que volviendo a agarrar a la gata de la muñeca, Daniel echó a correr hacia el interior del bosque, sin saber hacia donde se dirigía, pero intentando que fuera lo más lejos posible de ese lugar.

Comienzan a correr, la identidad del enemigo en este momento era irrelevante, simplemente contra alguien de ese nivel era imposible ganarle. No pasaron mas de tres segundos cuando empezaron los gritos, puedes distinguir el del tipo de los lentes del cual habías sospechado en un comienzo y luego el sonido de un arma chocar contra el metal, de seguro Efir realizando su última resistencia, aunque tu sabes que es inútil, Efir era mucho mas fuerte que tu, pero ante esa cosa los dos eran hormigas. Luego de eso, nada, silencio. 

Corres, y sigues corriendo, tu mente estaba en pánico y la gata estaba en shock, de modo que simplemente te seguía como cual niño que es arrastrado por sus padres o un animal jalado por una cuerda, no sabes por cuanto tiempo corriste, pero eventualmente tus piernas te fallaron y ambos cayeron rodando colina abajo, afortunadamente algunos arbustos fueron frenando su caída hasta caer en la hierba. Te faltaba el aliento, y tu corazón latía a mil por hora, te duelen los pulmones, nunca te habías visto en la necesidad de correr por tu vida, y corriste hasta que tu cuerpo no dio mas. Afortunadamente no corriste hasta la muerte. Tu pregunta fue inútil, nadie podía responderla, si eso era un demonio o un humano es algo que escapa tu comprensión, sin embargo, si eso no era el rey demonio quizás que tan fuerte era... ¿Era siquiera posible completar el encargo de matar al rey demonio? Choa permanece tirada en donde cayo, al parecer desmayada. Por lo que ahí quedaron ambos, cerca de lo que parece ser un camino, manchados en sangre y cubiertos de sudor. 

Desde que apareció esa cosa, todo en el bosque pareció haber callado, incluso los pájaros, pero ahora de la nada todo comienza volver a la vida... a la distancia escuchas como una carreta se acerca, escuchas perezosos cascos de algo avanzando por aquel camino en donde están, aunque parece ser un camino pequeño, quizás alejado del principal. 

Daniel no había conocido el significado de la desesperación hasta ese preciso instante en el que comenzó a correr. Tenía miedo, mucho miedo, tanto que se alegró de que Efir siguiera con vida, de que entretuviera a ese ser para que el pudiera seguir corriendo. Un pensamiento demasiado egoista, pero el terror había atenazado el corazón del joven. No a la muerte, si no a algo contra lo que no podía luchar ni en un millón de intentos.

No estaba acostumbrado a correr, pero el peligro y la adrenalina le permitieron recorrer una buena distancia a través del bosque, prácticamente arrastrando a la gata detrás suya. Ese era el único consuelo al que podía aferrarse, el haberla salvado de la muerte. Todo lo que había estado construyendo el día anterior había desaparecido, borrado de un plumazo por un ser de pesadilla, y ahora lo único que podía hacer era huir. Huyendo estaba, cuando las piernas le fallaron, y cayeron los dos rodando por la colina, sin detenerse hasta que sus cuerpos se enredaron en unas ramas.

-Choa, Choa, vamos, despierta...- Le rogó Daniel a la gata. Después de la caída, el se había levantado, magullado, y se había acercado hasta ella para incorporarla un poco, volviendo a zarandearla. Todo su cuerpo le ardía por el cansancio, su corazón le latía a toda velocidad, y parecía fuera de si.

Para colmo, se encontraban en un pequeño camino, y a lo lejos, escuchó los cascos de una carreta que se acercaba en su dirección. No sabía que hacer, ya que no podía dejar a la gata allí y esconderse, así que desenvainó la espada, manchada de la sangre del soldado que había matado. Parecía un animal acorralado, blandiéndola en dirección a la carreta que se acercaba, mientras sostenía a la gata desmayada, desesperado.

Mientras te aferrabas a Choa como si fuera también tu turno de ofrecer tu última resistencia ante una muerte inevitable sacaste tu espada. ¿Si mueres ahora, volverás a aparecer en la carreta? Ese pensamiento cruzo por tu mente también otro pensamiento egoísta y macabro comenzó a florecer en tu mente, al igual que antes cuando Efir compro (involuntariamente) tiempo para que tu y Choa escapen, ¿Y que tal si la abandonas y corres? No la conoces hace mucho, no es tu novia, no es tu camarada, ¿si quiera pueden considerarse amigos? Si, si, abandónala, sea lo que sea que venga en esa dirección de seguro estará contento comiéndosela mientras tu huyes por tu vida... si... si te esfuerzas aún podrías correr mas... mas... correr hasta que mueras. Eso es lo que dicta tu mente por unos instantes, pero aun así, sostienes tu espada y a la chica en tus manos. Tu visión comienza a fallarte. 

- ¡Eh! ¡Hay alguien allí! - Exclama una voz, tu conciencia se rehúsa a desvanecerse pese a todo, aunque tu visión se vuelve borrosa - ¡Son dos personas, parece que están heridos! - La voz es un hombre joven. 

- ¿Que? - Exclama una anciana - Ve a ver que ocurre, ten cuidado esta armado. 

- ¿¡Oye loco que le haces a esa chica!? ¡Suéltala o... o te las verás conmigo! - Exclama el joven pero parece dudar en sus últimas palabras - ¿Oye? ¿Estas bien? ¡Abuela este tipo está aterrado! ¿Esa mujer está muerta? ¿¡Oye, contesta, que diablos paso!?

La fuerza te falla y caes, tu estado físico no era el mejor, después de correr una maratón era imposible que resistieras correr tanto, pues pese a que no te diste cuenta, corriste a toda velocidad poco mas de tres kilómetros, quizás tu nivel fortaleció tu cuerpo, el miedo tu espíritu y la adrenalina funciono como combustible, pero ahora todo eso se acabo. A medida que tu cuerpo toca el suelo caes con la chica segura en tus manos. Tu última visión es la cara preocupada de una abuela y un joven que corre hacia ti. 

Evaluación

¡Hola! Aquí master-chan-sama, me sorprende mucho que hayamos terminado el capítulo 2 tan rápido en verdad, pero la historia me tiene muy, muy contenta de como se ha desarrollado. No has logrado sacar el secreto de esta escena, y podría haberse alargado mas si tomabas otra decisión en determinado momento, pero aún así has logrado un buen final para esta. 

Logros: B

Fama: D

Secretos Desbloqueados: 0/1

Notas: Pese a todo conservas la esfera metálica por motivos misteriosos, aunque no sabes lo que es.