Partida Rol por web

Si bien escucho las palabras del hombre que gentilmente nos trae las bebidas, mi vista no puede más que centrarse en la jarra de cerveza que deja frente a nosotros. Mi boca hace una mueca inicial de desprecio para pasar posteriormente a una de prudente desaprobación.

Levanto el recipiente y lo acerco a mis ojos, sólo para dar con el oscuro y pesado color que todo lo envuelve y no deja entrever nada. E inmediatamente un aroma potente, penetrante, me hace abrir los ojos de par en par, sorprendido por la fuerza con la que llega a mi nariz.

Es entonces cuando dejo de lado el desgano y llevo un trago a mi boca, sólo para darme cuenta cómo la densidad del brebaje entremezcla un sabor a la vez amargo y con algo de picor. Y de inmediato mi rostro cambia rápidamente a una sonrisa de aprobación, girándome enseguida para ver a mis compañeros.

"- ¡Ey esto está muy bueno! Amarga, pesada, perfecta para un enano- expreso-. Puede que si sea simple después de todo, ya que parece ser que este hombre es conocido por las gentes de Bozisha-Dar- digo a Lorgan y me giro hacia Eadar-. Me has quitado las palabras de la boca, lo mejor sería ir a verlo enseguida, aunque podríamos volver luego y seguir bebiendo- agrego, acariciando un poco mi brazo dado que parece cansarse de a momentos".

Al instante, el tabernero se acerca de nuevo para traer algo de comer. Es ahí cuando caigo en razón sobre algo que dijo y que, aunque tal vez no sea nada, me gustaría dejar sin dudas: "-Disculpe buen hombre, he reparado en que ha mencionado que los día de hoy es 'oscuro'- le digo haciendo énfasis en esta última palabra- Perdone mi pregunta, pero: ¿ha sucedido algo?- le consulto finalmente".

- Ah… - Dijo y pudiste notar como aumentaba su interés – Bien, eso es otra cosa – Bebió un poco más de su vaso y se relamió los labios – Verás, lo que yo necesito, es… - Le entró un acceso de tos y miró a su alrededor.

- No, no, aquí no – Se levantó y cuchicheó algo con el tabernero. Este le asintió con la cabeza. Luego fueron hacia la parte de atrás y descorrieron una cortina, el humano te hizo un gesto con la mano para que te acercaras hasta allí.

El tabernero que ya se había alejado se acerca de nuevo ante los reclamos del tabernero. Le escucha y suelta una sonora carcajada – No, no me refería a ese tipo de oscuridad, aunque por estos lares no son extraños los crímenes y las desventuras, son del norte ¿Verdad? Aquí no abundan tanto los guardias y el orden

Viendo que se había desviado del tema en cuestión carraspeó – Me refería simplemente al clima, aquí lo normal son los días soleados.

Seguí disfrutando de mi cerveza y el tentempié, mientras charlábamos animadamente mis dos amigos y yo,un rato más.

Saqué mi bolsa de dinero, y extraje de ella la cantidad que creía conveniente por todo lo que habíamos degustado.

-¡Esta vez invito yo! -les dije a mis amigos-. No me ha ido mal en este tiempo, y me alegra el corazón volver a brindar con vosotros.. ¡Otra ronda la pagará Angainor con su brazo ya restablecido!¡Y Eadar otra cuando quiera, que la cerveza siempre es bien recibida!-añadí alegremente.

Busqué al dueño entre el gentío del local, localizándolo a lo lejos, donde servía a otros clientes que habían llegado hace poco. No parecían ser de la ciudad, al igual que nosotros.

-¡Tabernero, cóbranos en cuanto puedas!- le dije, dejando caer las monedas en la mesa, que refulgieron un instante a la luz de las velas que iluminaban el local.

-¿Os parece si nos vamos cuanto antes? -pregunté a mis amigos-. Tengo ganas de encontrarme con Oturna, y saber por fin de sus tan comentados poderes.

Sonrío ante las palabras del tabernero y abro tanto mis ojos como mi boca, regalándole un gesto que sin duda deja claro que he entendido esas palabras para otro lado. Asiento a modo de agradecimiento por la respuesta y me vuelvo hacia Lorgan y Eadar, dándole un largo trago a la bebida.

"- Este enano no es de negar una invitación tan grata y no lo hará ahora- contesto a Lorgan y agrego- que así sean esas palabras, y una vez en forma con gusto invitaré la ronda".

La conversación entre los tres sigue sin problemas hasta que caigo en cuenta que tanto el plato con las carnes y la cerveza se están acabando.

"- A mí me parece perfecto- expreso en relación a la idea de partir del compañero-. Yo también quisiera saber si este hombre tiene la capacidad de curar mi brazo... sería una gran noticia- agrego sonriendo levemente".

Eadar le dio el último trago a aquella extraña cerveza y saboreó hasta el final. Dejó la jarra sobre la mesa y asintiendo a las palabras de sus amigos se puso en pie:

-Vayamos. Dando una save palmada en el hombro bueno a Angainor comentó:

-Ese brazo volverá a ser como antes, querido amigo. Ya lo verás.

Tras pagar la cuenta Lorgan salió en la dirección que les habían indicado.

-Cuando queráis tomaremos esa cerveza. Dijo haciendo referencia a las palabras de Lorgan. 

Me levanto de mi silla; con cautela y disimulo apoyo mi mano en la daga mientras acompaño al hombre hasta el reservado donde quiere hablar de negocios. No voy a confiar ciegamente en ese hombre ya que aunque puede lograr que me mueva de este puerto no me gusta tratar ciertos temas en privado con gente que no conozco y menos con la que no he compartido varias pintas de cerveza. Como dice mi padre "No te fíes de un hobbit que no beba alcohol", yo opino lo mismo de un piernas largas.

Con la mano en la daga me siento más valiente, en caso de peligro la lanzaría y podría escapar y perderme sin mucha dificultad entre el bullicio del puerto.

Espero a que me indique dónde sentarme aunque esperaré a que él tome asiento primero e intentar no darle la espalda...

Lorgan se encarga de pagar en esta ocasión las cervezas y la frugal comida. El grupo parece dispuesto a averiguar con prontitud lo que habían escuchado de tan importante animista, así que de nuevo salisteis al exterior.

El cielo se iba tornado en tonos más apagados, aunque aún distaba en anochecer, lo que no daba de momento demasiada tregua era el calor, que si bien no era excesivo seguía negándose a retirarse con el sol. Enfilasteis calle arriba siguiendo las indicaciones y al girar la calle, os encontrasteis con otra más amplia y atestada, con algunos negocios a ambas partes. Al poco disteis con la herboristería, con la fachada de ennegrecida madera, un pequeño cartel aún indicaba que estaba abierta.

No había motivos para demorarse más, así que atravesasteis el umbral y una pequeña campanita delató vuestra incursión en el local. El olor a especias se intensificó, un maremagnum de aromas flotaba en el aire. Tras un pequeño mostrador un hombre mayor de pelo blanco que os miró con curiosidad y detrás de él un mueble enorme que llegaba hasta el techo y lleno de pequeños cajones.

- Bienvenidos a la herboristería de Min Oturna, ¿En que puedo ayudarles? – Se adelantó el hombre

La verdad es que un Hobbit solo y tan lejos de sus tierras tenía motivos para desconfiar, daba la impresión de ser una víctima fácil de ladrones y asaltantes.

Tras la cortina se podía ver una mesa en la que cabrían seis personas con un banco para sentarse a cada lado, el humano se sentó primero y el tabernero corrió la cortina creando mayor intimidad.

- Bien pues… - Sus manos se levantaron y… Echó para atrás su capucha – Mi nombre es Min Oturna, disculpa mi apariencia y mi forma de actuar, pero por un lado no me gusta que me vean en la taberna y por otro este asunto requiere de discreción.

- Tengo un negocio en la ciudad, una herboristería y además me dedico a la explotación del bosque de las lágrimas, es un lugar… No tiene comparación con ninguna otra cosa que hayas podido ver. Pero no me andaré por las ramas, supongo que no sabes a que tipo de explotación me refiero, una explotación es un camino que se va adentrando en el bosque, la longitud máxima es la que se puede recorrer en un día, de noche hay peligros que una persona nunca debería de ver, pero de día los riesgos son… asumibles. Una vez el camino abierto, se explota. Me refiero a que usándolo se extraen muchas plantas y hierbas de todo tipo, ese es mi verdadero negocio.

En este punto el hombre apuró su baso de vino acabándoselo - Hace unos días mis jornaleros, los que se dedican a abrir el camino desaparecieron, los reemplacé y desaparecieron de nuevo. Estoy reuniendo un grupo para averiguar que ocurre. Mi intención es que de hagan pasar por jornaleros, si los trabajadores me ocultan algo quiero saberlo.

Entramos sin demora en la tienda, pues si yo ansiaba encontrar ya a Min Oturna, me imaginaba que Angainor con más motivo aún.

El anciano del mostrador nos observó con detalle a cada uno, mas yo permanecí en silencio, un paso detrás de Angainor. A él le correspondía hablar, pues es su brazo el que hemos venido a sanar. Me mantuve en respetuoso silencio, observando el curioso mueble a la espalda del anciano, y al anciano mismo.

¿Sería este anciano Min Oturna? ¿Cuántos secretos místicos guardará en esos cajones, y en su propia memoria? Ojalá algún día pudiese llegar yo a ser tan sabio..

Finalmente los vasos se vacían y es momento de partir. Y apenas salimos la calurosa caricia de la ciudad nos abraza de lleno. Caminamos un poco mientras las generalidades del lugar nos suceden a cada paso, hasta que damos con una nueva y populosa calle, primero, y con la esperada herboristería, después.

Me adentro en el lugar sin dudarlo siquiera y la bocanada de aromas hace que necesariamente me lleve una mano la nariz. Mis ojos se entrecierran un poco, mi ceño se frunce, hasta que en un mísero instante me voy acostumbrando a los olores que envuelven la estancia.

La figura del anciano frente a nosotros y su bienvenida me despiertan, y me acerco de inmediato hacia él.

"- Buenos sean sus días, espero y deseo con ansias que sea justamente usted Min Oturna. Mi nombre es Angainor y mi brazo me ha traído hasta aquí- expreso mostrando los aparatos que envuelven mi diestra-. Se ha lastimado más allá de lo tolerable y necesito saber si puede ayudarme a recuperarlo- agrego, mirándole con resignados ojos".

Escucho atentamente lo que el hombre me cuenta y luego medito unos segundos sus palabras. Los hechos que me comenta son inquietantes, dos grupos de trabajadores han desaparecido en poco tiempo. Son demasiadas personas y eso hace que me pregunte qué o quién los ha hecho desaparecer...decantándome por el "qué".

- Muy bien señor, cuente con mi ayuda. La verdad es que algo de acción me sentará bien, llevo demasiado tiempo anquilosado en esta taberna...

Por fin una aventura que me sacará de esta taberna y podré realizar algo de provecho y sacarme unas cuantas monedas que tampoco me vendrán nada mal.

- ¿Ya tiene elegido al grupo? - le pregunto ya que me interesaría conocerlos.

Siguió a sus compañeros calle arriba y el olor y los colores de la ciudad de nuevo le asombraron. Era un lugar y una cultura totalmente opuesta a la que estaba acostumbrado. En el norte la gente es más sobria, llama menos la atención y no huele raro.

Cuando llegan a la puerta de la herboristeria deja que pasen Lorgan y Angainor. El segundo se presenta y toma la palabra, mientras Eadar observa con curiosidad el local.

El hombre enarcó una ceja y sus ojos se posaron en el brazo lastimado – Si, yo soy Min Oturna ¿Me permites ver el brazo? – Lo inspeccionó y presionó justo donde la articulación estaba rota. Esto le causó una punzada de dolor que recorrió el brazo del enano.

- Ya veo – Soltó la articulación del enano y se cruzó de brazos mirándoos – Exige de magia muy poderosa curar esa articulación, un día entero de preparación… es muy caro, cientos de monedas de oro – Carraspeó y dejó un momento de silencio – Eso o… justo tengo un trabajo que podrías hacer si no disponéis de tanto oro… - Propuso dejando la frase en el aire - Es un trabajo que exige de la máxima discreción y supongo que no exenta de peligros, vosotros diréis. Si tenéis éxito accedería a curar a vuestro amigo.

Ante unos segundos de silencio y suponiendo que os había dejado intrigados prosiguió.

- Tengo este negocio, una herboristería, pero además me dedico a la explotación del bosque de las lágrimas, es un lugar… No tiene comparación con ninguna otra cosa que hayas podido ver. Pero no me andaré por las ramas, supongo que no sabes a que tipo de explotación me refiero, una explotación es un camino que se va adentrando en el bosque, la longitud máxima es la que se puede recorrer en un día, de noche hay peligros que una persona nunca debería de ver, pero de día los riesgos son… asumibles. Una vez el camino abierto, se explota. Me refiero a que usándolo se extraen muchas plantas y hierbas de todo tipo, ese es mi verdadero negocio.

En este punto el hombre tragó saliva - Hace unos días mis jornaleros, los que se dedican a abrir el camino desaparecieron, los reemplacé y desaparecieron de nuevo. Quiero reunir un grupo para averiguar que está ocurriendo. Mi intención es que de hagan pasar por jornaleros, si los trabajadores me ocultan algo quiero saberlo.

El hombre sonrió por tu respuesta – Me halaga tu iniciativa y más aún cuando ni siquiera hemos hablado de tus honorarios… - Min Oturna levantó el dedo como pidiendo permiso. Se puso la capucha de nuevo y se asomó por la cortina – Tabernero, otro baso de vino y otra media pinta para el mediano – Dicho esto volvió a su asiento y a quitarse la capucha.

- Si, tengo a tres voluntarios y me vendría bien un cuarto miembro con dotes de exploración, parecen buena gente, espero que te acojan bien.

Entró el tabernero y a parte de las bebidas os quejó un un plato con finas lonchas de carne seca. Sin interrumpir más se marchó.

- En cuanto a los honorarios, para ti había pensado en una moneda de oro ahora y otras cuatro si tenéis éxito – Dio un trago a su vaso – más aparte las cosas que podáis conseguir en el bosque, me parece un trato justo.

Cuando el anciano revisó el brazo de Angainor, puede que fuese por empatía, pero hasta yo mismo creí sentir dolor. Lo que estaría soportando el bravo enano sin rechistar.. ¡Teníamos que hacer lo posible por curarle!

-Como bien decís, el dinero no nos sobra, y sobre el trabajo, hemos de hablarlo, pero por mi parte estoy decidido a emprender la misión encomendada. Nuestro amigo merece que su brazo se restablezca del mejor modo, y vos sois el único que puede lograrlo. Aunque.. ¿no resultará sospechoso un jornalero con un brazo inservible?

No parecía una misión de riesgo, aunque había dicho muchas cosas que daban qué pensar.. Por la noche el bosque se llenaba de peligros. ¿Qué habría pasado?

Cuando aquel anciano ofreció la forma de pago, Eadar asintió. Sin embargo había algo que creía no cuadraba bien:

-Disculpe, señor Oturna, pero...¿de verdad esperáis que nuestro amigo pueda investigar las desapariciones con el brazo completamente inutilizado?

Eadar miró a los ojos a aquel hombre:

-¿No podría sanar su brazo con anterioridad? Si las cosas se complican, nuestro compañero va a necesitar de su brazo para poder esgrimir su arma. Entiendo lo que arriesgaría haciendo esto con anterioridad, pero podríamos dejar algún objeto como fianza. Entenderá que sería como mandar a un cojo a una carrera de obstáculos. Dijo con una sonrisa de complicidad a su compañero, esperando picarle.

Valoro la moneda de oro y las cuatro del final. Cinco monedas de oro más una parte del botín en el caso de encontrar algo. Parece un trato justo y además dentro de poco estaré en una situación más preocupante sin visos de poder regresar al norte, por lo que las monedas me vendrían bien.

- Me parece justo el trato, así que cuente conmigo - digo sonriendo - ya me tarda conocer a mis compañeros, la verdad es que no conozco a mucha gente y no me vendría mal ampliar mi círculo de amistades.

Si formo parte de un grupo estable de aventureros (por no decir espadas de alquiler) podré ganar dinero y recorrer mundo. Además el grupo proporciona cierta seguridad y eso no viene mal ya que por ser hobbit no suelen tomarme muy en serio en muchas ocasiones.

Grata es mi sorpresa al ver que es el hombre que buscamos y mejor aún cuando se acerca a ver mi brazo. Y al instante mis ojos se abren de par en par, me muerdo el labio e incluso creo sentir como si fuese humedad la que escapa de uno de mis ojos. Quién diría que en el fragor de la batalla siquiera sentí el dolor de igual manera a como la acabo de sentir ahora.

Escucho las palabras del hombre y la historia que cuenta me resulta bastante extraña, sobretodo porque si bien menciona este bosque de las lágrimas, no aclara a que refiere con peligros. Y si algo nos ha enseñado la experiencia es que cuando alguien no habla de la parte mala...

Y entonces mis compañeros llaman mi atención con sus palabras; incluso me percato de la sonrisa que Eadar hace. Sin embargo, habiendo acompañado cuando más joven a mi padre como comerciante, intuyo la respuesta esperable en lo que a esta transacción respecta y trato de anticiparme: "- Mire, me ayudaría sobremanera tan sólo evitando que el brazo moleste, no digo que lo cure por completo. El que llevemos los pertrechos estos, las armas, le dará una idea del oficio que tenemos y lo necesario de poderse mover uno con soltura- le digo y agrego-. Estoy totalmente dispuesto a realizar el trabajo, pues no creo llegar al dinero que pide y no es realmente dinero lo que usted quiere en este momento... en cualquier caso, necesitaríamos se sincere respecto a lo que podamos encontrar en el bosque, tanto lo que hace a los riesgos asumibles como a lo que podría deparar la noche".

Hicisteis meditar al hombre, primero Lorgan con las posibles sospechas, Eadar con que estaríais dispuestos a dejar algo en prenda y por último las palabras modestas del enano. Estaba claro que se trataba de un tema de confianza.

Tras un largo silencio que se podía cortar con un cuchillo exclamó – No se puede curar parcialmente, pero está bien, accedo a curar ese brazo con antelación, pero más os vale no largaros sin más u os perseguiré por toda la tierra media. De todos modos… como la misión exige del máximo interés… - Se rascó la barbilla - ¿Qué tal si me dejáis todas las monedas de oro que lleváis encima? Os las devolveré si tenéis éxito – Al menos a él le parecía una salida razonable y bien era cierto que una cosa era huir y otra poner el máximo empeño en solucionar el entuerto.

Con respecto a las cuestiones que comentó el enano… - Por las noches salen insectos del tamaño de un caldero, también hay animales salvajes, todos aquellos que puedan habitar un bosque salvaje – Los ojos del hombre brillaron de una extraña forma, como si se humedecieran y llevó su mano al pecho. Quizás algún recuerdo por el que sería poco apropiado preguntar