Partida Rol por web

¡Ark! ¡Ark, querido, sálvame! Retiro todo lo dicho sobre ti. Piensa en las enseñanzas de... de... ¿Cuál era el estúpido dios al que rezaba? ¡Selune! ¡Sí! Recuerda a Selune. Es un Dios... Diosa... que predica con ayudar al prójimo. Selune no aprobaría que dejases que me mataran. Creo. ¿Ark?

Se llevó la mano libre al estómago. Por suerte, su capa de grasa abdominal había amortiguado un golpe de por sí mortal. Por una vez se alegraba de no ser como una de esas odiosas elfas anoréxicas de los cantares con cintura de avispa y tetas firmes como rocas. Contraatacó el golpe con su látigo, pero estaba visto que así, acorralada contra una pared, no podía usar un arma más apropiada para ataques a distancia y juegos sexuales.

Ark, piensa que si me sacas de esta puedo ayudarte a cargar con los enanos. Los dejaremos en un estercolero, para que no los relacionen contigo. O lo llevaremos a la posada, para que se curen. ¡Lo que quieras! ¿Ark?

Incrédulo observo como cae las cajas mientras me aparto con un grácil movimiento de unos 3 mm de distancia. Mi oponente no es tan afortunado y cae bajo el tumulto en el que se entremezclan los tablones con un finísimo pescado podrido de primerísima calidad . ( No se si ha muerto , pero si el golpe no lo mato la infección por anisakis seguro que lo hace polvo).

En ese momento a mis oídos llega la herejía

Cita:

y esa es la gota que colma el vaso. No solo me hace la vida imposible , sino que encima blasfema insultando a mi deidad protectora (la cual estaba clarisimo que se acababa de manifestar para salvarme la vida con la caída milagrosa de esas cajas) Con un gesto de rabia me abalanzo a la carga a atacar al otro pirata presa de una furia que haría enrojecer al mismísimo Bronas , logrando golpear al enemigo que casi me esquiva por los pelos.
Me encaro con Banjeela y con un gesto frio y duro le increpo.
- No vuelvas a insultar a mi deidad o tu y yo nos veremos las caras .¡¡¿ ESTA CLARO?!!. le grito mientras de mis heridas y mis armas gotean la sangre propia y de los enemigos, dándome un aspecto de loco bastante imponente.

Acto seguido me agacho junto a Barundar , el cual para mi alivio todavía respira. Tras lanzarle un conjuro menor , compruebo que poco a poco comienza a volver en si. Sin mas tiempo para entretenerme me acerco a Rodar , y su estado si que es preocupante mayoritariamente por la gran perdida de sangre. Lanzandole el ultimo favor que me queda , cierro un poco sus heridas y me giro hacia mis otros dos compañeros.

-Hay que salir cuanto antes de las calles o Rodar no lo contará.

Ups. Me oyó.

Jijijiji. Venga... pero si no lo decía en serio... Sabía que con la motivación adecuada sacarías todo tu ímpetu. Eso fue todo, sacerdote. Eres todo un campeón, ¿eh, campeón? Sí, claro que sí...

No estaba el horno para bollos, así que no se lanzó al cuello de Ark. Tampoco le dió un beso de recompensa por haberla salvado. Como para acercársele, ahí, con la cara de loco que tenía justo ahora. Estaba claro que no sería Banjeela la que tentara a la suerte. En lugar de eso, Banjeela aprovechó el momento en que Ark jugaba a las enfermeras con los dos enanos para robaaaaaammmh... buscar pistas en los bolsillos de los piratas. Tampoco es que fuesen a sacarla de pobre, pero cobre a cobre todo cuenta.

¡¡¡Iiiiiiiiih!!! Ark, este aún está muy vivo.

Banjeela señaló con pudor a la tienda de campaña que se había formado en los pantalones bombachos de uno de aquellos hombres inconscientes. Se le quitaron las ganas de seguir buscando. Le pegó una patadita en la pierna del "intrépido" corsario, por guarro, y se quedó con su sable como compensación a los daños morales sufridos.

Bueno, no es por desalentaros, chicos... El "Lanza-proyectiles-mágicos" está bastante fondón. ¿Cómo dijiste que se llamaba? ¿Rodar? ¿Cómo lo transportamos? ¿Carga Ark con nuestras mochilas y lo llevamos entre el "Líder-nato" y yo como si fuese un borracho?

No es que quisiese ofrecerse voluntaria, válgame el cielo que no, pero Ark era demasiado alto como para que se pasase el brazo de "Rodar" por encima del hombro. Lo enfocó como una prueba de lógica en vez de una propuesta real.

De acuerdo... Amigo de Rodar, tú cógelo de los sobacos. Ark y yo cogeremos cada uno una pierna.

Pues, al parecer y de frente a lo que la probabilidad dictaba al final habían conseguido deshacerse de aquellos bribonzuelos, no se sabía muy bien si por la intervención divina de la que Ark se jactaba, torpeza del pirata o simple y llana suerte.
O quizá es que Ilmáter se había apiadado del joven enano una vez más.

Si siguiera consciente se anotaría hacer una donación o algo...

Turno 45.

Cuando la mujer mayor, todo huesos y pellejo, ve el destrozado semblante de Garius, se echa atrás algo asustada. Pero en seguida observa el mercado a su alrededor, todo lleno de gente, y en el que se pueden ver algunas espadas de la ciudad. "No creas que me das miedo, orejas picudas", le dice cerrando bien un ojo y abriendo el otro. "Aquí no vivimos en tu bosque, donde podéis hacer lo que querais. ¡Esto es una ciudad civilizada, y aquí no hay sitio para el chantaje, eso es!", exclama malhumorada.

El enfado se le pasa en cuanto recoge cuatro monedas de plata de la palma de la mano de Bronas, después de echar un vistazo incrédulo a la joven Silbido. "Ñum, ñum... ¿pero de dónde salís vosotros, eh?. ¿De una cueva?". Murmura mientras cuenta sus monedas.

"Esos a los que buscais están en las Torres de la Bondad, el templo a Tímora, junto a la puerta este de la ciudad. Los clérigos se los llevaron, estaban muy envenenados todos, sí", afirma metiéndose las monedas en un bolsillo del delantal, antes de marcharse con sus piernas zambas. De espaldas, todavía se atreve a gritar, "¡Seguramente ya estén todos muertos, ya lo creo!. ¡Los extranjeros siempre traeis problemas a nuestra ciudad!, ñum, ñum".

Ahora tenéis una dirección, y es posible que podais llegar allí antes de que caiga la noche. ¿Acudiréis a interesaros por vuestros compañeros?. ¿Decidiréis aposentaros por aquí, y presentaros por la mañana?. Ahora mismo estais en el mercado, en la punta noroeste de la ciudad.

Es vuestra decisión, y vuestro turno ;)

Silbido dejó de prestar atención a la vieja y las explicaciones de Bronas cuando el elfo se bajó la capucha. No era la primera vez que veía su rostro desfigurado. Pero sí la primera vez que lo veía tan de cerca. La macabra topografía de cicatrices que surcaba su piel parecía un estofado mal cocinado, carne prácticamente cruda y hortalizas cortadas en juliana. Hubiera sido gracioso si no hubiera sido horrible.

No le preocupaba su aspecto físico. Donde había pasado la mitad de su vida, carecía de importancia; podía pasarse días sin verse la cara. Sin embargo, lo que le hubiera pasado al elfo para dejarlo así, deseaba con todas sus fuerzas que nunca le ocurriera a ella.

Fueron las monedas que puso Bronas en la mano de la vieja las que soltaron su lengua. Ark, Banjeela y los dos enanos, si no mentía y no se equivocaba, estaban en unas torres de nombre ridículo junto al templo de alguna diosa que no reconocía. Según las palabras de la vieja, envenenados, quizás muertos —aunque era evidente incluso para Silbido que lo último era una mera especulación fruto de sus propios deseos—. Habrá que andarse con ojo dentro de la ciudad también.

—Algo les habrá pasao, pero si se los han llevao p’allí, aún estarán vivos —replicó, dándose la vuelta hasta posicionarse hacia el este—. ¿Vamos?

Turno 46.

El sacerdote, después de odiar mucho a Banjeela por sus faltas de respeto a su diosa, lanza una letanía que culmina en la canalización de la energía divina de su deidad, haciendo que Barundar abra los ojos aturdido. El combate ha terminado, y parece que todo ha salido más o menos bien.

Al menos hasta que un extraño sopor os pesa en los párpados. Banjeela, tras robaaaa... buscar pistas en los bolsillos de los piratas, lanza una patada bajo el mastil de uno de ellos, y después cae sobre sus rodillas incapaz de mantenerse en pie. Todos notais cómo vuestras extremidades flojean, aparentemente debilitadas por algún extraño influjo.

Barundar, que acababa de ser despertado, se incorpora para caer de culo y mirarse la mano aturdido. Finalmente, cae de espaldas y queda inmóvil e inconsciente.

Ark se derrumba sobre una de sus rodillas, preguntándose porqué sucede esto. Ve cómo Banjeela descansa con el culo en pompa sobre el pirata al que acaba de patear, y se da cuenta de que le queda poco tiempo de consciencia. Cuando cae de lado, con el universo dando vueltas sobre él, puede ver el sable de uno de los piratas clavado en un madero frente a sus ojos. Mientras se hunde en la oscuridad, descubre una pátina transparente, casi invisible, que como un aceite recubre los sables de los enemigos.

La voluntad abandona el cuerpo del sacerdote mientras se percata de lo sucedido. Los malditos piratas habían envenenado sus armas con un veneno ultrapotente, que mantendría al grupo en dique seco, incapaz de seguir investigando. Convenientemente, hasta la llegada de Bronas, Garius y Silbido, claro.

(Sigue...)

Turno 46.

Silbido, Garius y Bronas llegan a las Torres de la Bondad cuando sus acólitos están a punto de cerrar sus puertas. Se trata de una estructura grande, un templo dedicado a Tímora construído en piedra blanca y mármol veteado, con varias altas torres que le dan su nombre y un par de edificios anexos.

Cuando preguntais a uno de los jóvenes que están cerrando las puertas del templo, vestidos con unas túnicas simples de esparto, os señalan uno de los edificios anexos. "Si vuestros amigos están aquí, seguro que se encuentran en el sanatorium", os dicen.

Éste resulta ser un lugar menos impresionante de lo que se adivina el interior del templo, con paredes encaladas y pasillos decorados con el símbolo de la diosa de la Fortuna. Preguntando por dos enanos, una medio elfa y un hombre con el símbolo de Selune colgado al cuello, no os es difícil que os lleven hasta ellos. Un hombre mayor, aparentemente encargado del lazareto, os explica a medida que vais caminando por los blancos y tranquilos corredores, flanqueados por habitaciones cubiertas por pesados cortinajes.

"Los encontramos en el peor barrio de la ciudad", os explica. "Y fue una suerte que lo hiciéramos nosotros. Por las noches solemos vigilar esos lugares con la ayuda de los Dragones, para proteger a las almas inocentes que pudieran adentrarse en ellos". Dobla varios corredores, y sube unas amplias escaleras mientras os conduce hasta vuestros compañeros. "Cuando llegamos, una de las viejas que vigilan las calles ya había reunido a sus compinches para desplumarles. Pero llegamos a tiempo. Estaban heridos y envenenados, pero les salvamos la vida. Mañana mismo íbamos a darles de alta", os dice.

(Sigue...)

Como supuso, no hizo mucho efecto. Bueno, tampoco esperaba demasiado.

Sí, va-vamos a ver como es-están.

Quería decirle varias cosas a la mujer, pero supuso que sería perder el tiempo. De hecho habían ayudado a la ciudad, más de una vez. No quisó decirlo, pero que se los llevaran, no significa que estuvieran vivos.

Esperando que no fuera lo que se temía apretó el paso.

Ark, Barundar, Banjeela y Rordar se encuentran totalmente recuperados en la habitación, esperando pasar lo que será la última noche de descanso en el sanatorium, cuando ven aparecer por la puerta a sus tres compañeros. Respetuosamente, el anciano que les acompaña corre la cortina y les deja afrontar solos la esperada reunión.

¡Han pasado muchas cosas, y sin duda los dos grupos tienen información interesante que poner en común!. ¿Qué es lo que haréis ahora?. Los cuatro convalecientes, (ahora ya curados, apuntaos todos vuestros puntos de golpe), pueden dormir gratis en el lazareto esta noche. Bronas, Silbido y Garius tendrán que buscar una posada. ¿A dónde dirigiréis vuestros pasos al día siguiente?.

Es vuestro turno, y vuestra decisión ;)
 

Banjeela cerró su preciada bolsa de oro, tras separar diez monedas contadas. No estaba dispuesta a dar donaciones a cambio de curaciones, ¡eran clérigos! ¡Es su trabajo, recórcholis! Pero lo que sí había que agradecerles es que cuidaran sus cosas. No le faltaba nada. Da gusto la gente honrada. Eso sí que valía diez monedas, aunque no fuesen para Waukin.

Por otro lado, esos buitres con sotana deberían darse por pagados con las pertenencias que confiscaron a los difuntos piratas... No, por esta vez Banjeela se rascará el bolsillo. Diez leones de oro para este buen auspicio.

¡Oh, mira quién entra por la puerta! Bronas, Silbido y el callado. Mientras estabais de picnic en el campo, nosotros las pasábamos canutas por los barrios bajos de la ciudad, rodeados de granujas y delincuentes. Que sea la última vez que nos empaquetáis a los dos enanos. Menudo lío montaron. ¡Yo estuve al borde de la muerte!

Aaaaah... En fin... No tiene sentido hacer reproches a estas alturas-dijo tras quedarse a gusto.

Tenemos un nombre relacionado con el paradero de la niña: Capitán Rorn. Debemos volver a ponernos en marcha, a estas alturas puede que ya haya abandonado el puerto.

Se puso en pie, parándose en mitad del movimiento y doliéndose de la herida del vientre ya completamente curada, buscando generar algo de preocupación cortés por ella.

No, no... No os molestéis. Estoy bien. No es como si necesitara ayuda ni nada-capullos. Está visto que la caballerosidad ha muerto.

 El enorme ilushkano, cubierto con su gran piel de wargo, y una ancha sonrisa estudia al resto de sus compañeros, en especial a Banjeela.

- No creas que las comidas campestres por estas tierras son aburridas, jajaja.- Dice señalando al elfo y a la chiquilla.- Nos topamos con la tribu orca que organizó el asalto a la carreta, tras un desastre de incursión para obtener información, nos diseminamos por las montañas tras decapitar a un ogro y media docena de orcos, con un par de wargos pisándome los talones. Pero lo interesante es lo que descubrió Silbido, pero mejor que os lo contemos desayunando mañana. Y vemos por donde empezamos a buscar a certo navío por el puerto o calas próximas.

Ark esta en su catre recostado con pinta de estar malhumorado. No os hace mucho caso mas alla de saludaros , pasando un poco de las novedades que traéis. Esta meridianamente claro que algo de lo ocurrido estos días le ha molestado profundamente ya que muestrqa una actitud similar a la que tuvo cunado Ugdush lo abandono frente al leon de montaña.

-Bueno , lo importante es que estamos todos bien ,aunque creo que va a ser menester que hagamos una colecta para comprar soporte de curación extra , porque con vuestra habilidad para meteros en problemas aun cunado no es necesario parece que no voy a dar a basto. Ahora mejor nos vamos a la posada. No deseo permanecer mas en este hospital.

El enano no dejaba de darle vueltas al combate una y otra vez. Tenía la impresión de que todo había sido su culpa, si aquellos malnacidos no hubieran esquivado las llamas... estaba seguro de que todo habría sido muy diferente.

Apenas escuchaba a los demás, aunque realmente si le interesaba alguna opinión era la de Barundar o Garius, y ellos aún no habían abierto la boca (cosa normal en el elfo, pero el guerrero...). Sobre todo la que no quería oír era la de aquella semielfa extravagante y sabelotodo, la próxima vez no tendría tanto cuidado cuando lanzara un conjuro de área y no se fijaría en si se encontrara en medio o no...

Se dió cuenta de que tenía los ojos abiertos, pero no estaba seguro de si los demás se habían fijado en ello, así que los volvió a cerrar y fingió estar dormido y no enterarse de nada. Mañana sería otro día...

No debían estar muy heridos, o envenenados. Al menos, no Banjeela. O al menos, no en los órganos que usaba para hablar. En cuanto los vio llegar, puso en marcha la lengua y largó como si hubiera estado en silencio forzado durante una decana.

—Estáis vivos —constató, con sencillez.

Silbido escuchó el torrente de palabras en silencio, sin hacer ningún gesto ni comentario hasta que la semielfa mencionó un nombre.

—Capitán Rorn… ¿cara cortada, sonrisa despiadada, ojos claros? —preguntó.

Ark también habló, cuando Banjeela se calló un momento, y Bronas terminó de darle la réplica. Estaba enfadado por algo, y no quería quedarse allí a dormir. Ella no hubiera esperado a contarles la situación, pero si el bárbaro quería esperar al día siguiente, en la posada, por algo sería. Ella ni tenía claro qué objetivo tenían esas torres, ni qué eran esos barrios bajos que había mencionado la semielfa, aunque presumía que tendrían algo que ver con los enanos. Tenía sentido, con ese nombre, y por eso les echaba la culpa de lo que les había ocurrido.

—¿Vamos a la posada entonces? —preguntó—. ¿A la Puerta Nocturna o a una de dentro?

Al parecer no habían salido muy bien parados, tal vez si él mismo hubiera estado con ellos... no, no podía haberlo sabido, tal vez Bronas hubiera muerto sin él, o le hubiera ido mejor....

Tantos posibles solo iban a hacer que le saliera humo de la cabeza. Tragó saliba antes de hablar por el comentario de Ark.

U-una va-varita. Es-estoy seguro que a-aquí te-tendrán.

Esa sería su aportación... Ahora tenían liderato, o al menos varias voces con ideas, como siempre, el elfo seguiria segun sus preferencias, y ahora mismo estas eran callar y seguir la corriente.

 Bronas negó con la pregunta de Silbido respecto a Puerta Nocturna.

- Peloescarcha me cae bien, pero Puerta Nocturna cae lejos, y dudo que Banjeela quiera reencontrarse con su amor tan pronto.- Sonríe alegre el bárbaro, de especial buen humor.- No una posada aquí mismo nos irá bien y de paso tendremos un punto de encuentro en la ciudad por si hiciera falta tener uno improvisado a mano. Vayamos, las cosas siempre se cuentan mejor alrededor de una mesa con comida y bebida en las jarras. Este ambiente es deprimente. 

 Por lo que respecta a lo del palito que cura, no sé cuanto puede valer, pero imagino que mucho. Yo podría meter hasta ciento cincuenta oros.

 Mientras los demás comentaban, el norteño llamó la atención de uno de los novicios.

- ¿Hay por aquí cerca una posada que esté bien y no le roben a uno en precio o carteristas?

Pffff... Yo sí sé lo que vale una de esas. Vendí un par de ellas cuando formaba parte de una caravana de mercaderes, allá en el este. Olvidadlo. Hasta que consigamos la recompensa de Pieldearmiño está por encima de nuestras posibilidades.

Por no hablar de las discusiones de quién la lleva cuando volvamos a separarnos en dos grupos. La respuesta es que la llevaría yo, por supuesto, aunque sigue siendo un engorro.

Según los testimonios, la descripción del Capitán Rorn era: cara cortada, sonrisa despiadada y ojos de demonio. Pero sí, parece que coincide, Silbido. Yyyyy... me gustaría recalcar que nosotros logramos la pista en una sola tarde. ¿Cuántos días han pasado desde que os fuisteis a cazar orcos? Si hubiésemos permanecido unidos, ese grupo de piratas no sería un estorbo, no habríamos pasado en la leprosería tanto tiempo en dique seco y ya habríamos rescatado a Tania.

Pero sin reproches...-y ni menciones mi vida sentimental, simio superdesarrollado.

En lo que sí le doy la razón a Bronas es en lo de que necesitamos unas habitaciones que queden más céntricas que la posada de Peloescarcha. Ya hemos perdido demasiado tiempo en idas y venidas.

Banjeela se dirigió al mismo fraile que Bronas con una presa de monedas en las manos.

Quiero hacer una donación antes de irme. ¿Dónde está el cepillo?

Te leo la mente, cura corrupto. No pienso darte el dinero sin saber si luego acaba en la Iglesia o lo usas para visitar los prostíbulos. Lo dejaré directamente en el cepillo.