Partida Rol por web

- Vaya, vaya... Peter Fitzgerald, no serás familia de JFK, ¿no?. ¿A quién se le ocurre ir identificado en este tipo de trabajos?...

La enmascarada recoge las llaves del coche y el walkie del sicario y deja su documentación a la vista. Luego busca una barra de metal (una bandera, una polea, una viga en voladizo...) y le deja atado a ella y colgando.

- Desde aquí seguro que tienes buena vista..., dice la Llama y abandona la azotea de la misma forma que llegó, para acabar en otro de los edificios cercanos desde donde pueda ver al pobre matón colgado.

Desde esa posición presiona el botón del walkie.

*TSSSKKK*

- Hola, ¿con quien tengo el placer de hablar?

Tras dejar al caballero en una situación un tanto ridícula atado boca abajo de una de las vigas del contenedor de agua la Llama se aleja un par de edificios antes de activar el walkie.

Una voz masculina, neutra, calmada contesta su llamada:

- ¿Quien habla? - pregunta simplemente.

- Yo he preguntado primero. Pero para que veas que tengo mejor educación que tú, te responderé: soy quien acaba de acabar con los dos matones que has enviado al piso de Corbitt y con el ridículo sicario del walkie. Y ahora, ¿me dirás quién eres?

- Claro. Soy tu peor pesadilla y el que va a limpiar esta ciudad de mierda como tú. Encantado de hablar contigo. ¿Con qué payasa enmascarada tengo el placer de hablar?

- Pues no sé si serás el mismo que iba a limpiar la ciudad de gente como yo que anoche tuvo que salir por patas de su casita... supongo que no, porque no creo que pudieras hablar conmigo sin que te temblase la voz. En fin, no importa, el caso es que dos de tus tres sicarios están muertos y el tercero está en una situación un tanto complicada. Además, tengo el contestador de Corbitt, osea que tu pequeña misión de limpieza creo que no puede considerarse exitosa que digamos. , dice la Llama.

- Vamos a hacer una cosa, tú dejas de jodernos y yo dejaré de buscarte para despellejarte vivo. ¿Qué te parece?

- No tardaréis en caer todos mi querida amiga.- dice la voz con la misma neutralidad que antes - Todos y cada uno de vosotros... Os acorralaremos como las ratas que sois y pese a quien le pese os ejecutaremos uno a uno...- su deje neutral empieza a perderse, se ve que disfruta escuchando su propia voz - Y ningún mierdecilla de traje va a poder impedirlo. No necesitamos pedir permiso a nadie para apretar el gatillo... Tendréis vuestro.. *

La emisión se interrumpe bruscamente. La Llama mira con curiosidad el walkie. Daba la sensación de que alguien le había quitado el comunicador a su interlocutor bruscamente, porque la última frase sonó como si se alejase del micro. ¿Qué demonios significaba eso?

Precioso, todo muy instructivo...

La llama decide abandonar allí arriba al pobre sicario y bajar de nuevo a las calles de la ciudad, dejando las alturas para los gatos y las palomas.

Como ya ha tenido que hacer en alguna ocasión anterior, la Llama roba algo de ropa de los tendederos más cercanos y se viste de la manera menos llamativa que puede. Luego, rápidamente, baja a la calle, busca una cabina y marca el número de la policía. Si tuviera suerte quizás podría dar con el inspector...

Tras haberse agenciado alguna ropa casual la Llama se dirige a la cabina más cercana. Allí teclea el número y la extensión de Henry Lane, su antiguo confidente en la policía.

La voz de Lane descuelga tras unos cuantos tonos:

- Teniente Lane de narcóticos al habla.

Suena malhumorado, como siempre. La Llama está segura de que su llamada no contribuirá a mejorar su humor.

- Encantada de hablar contigo de nuevo, Henry. Soy yo, la Llama Negra. ¿Cómo va todo?, ya sé que me dijiste que no querías saber nada más de mi, pero tengo algo para ti. Tengo a un tipo colgado de un mástil en la azotea del edificio [....] y con ganas de confesar que el incendio en el edificio de al lado es cosa suya y de sus amiguitos. Pasad a recogerle antes de que se quede helado de frío allí arriba el pobre...

- Vaya, un regalito como en los viejos tiempos...- el tono de Lane se apacigua un poco - Espero que estés bien. Últimamente la ciudad está que arde con vosotros. Hazte un favor Llama: déjalo antes de que te pase algo malo.

- Gracias por preocuparte, Henry, la verdad es que las cosas están poniéndose jodidas estos últimos días, pero sabemos cuidarnos. Escucha, ¿sabes algo del incidente de anoche en la granja de [...]?

- Ya sabía yo que esto no me saldría gratis.- la voz de Henry suena irónica, pero amable. Su tono baja a un susurro - Escucha, no sé que coño pasó por allí, pero lo que sí sé es que hace dos días alguien me comentó que el FBI estaba investigando al dueño de esa cabaña. Era de un tal Robert Towers, un descerebrado racista del que sabemos que tiene contactos con el Kuklux Kan. Hasta hace un par de años no era más que un pandillero de segundo orden que molestaba a los negociantes judíos y negros de la ciudad, pero ahora parece que ha subido de rangos. Pero ese no es mi área. Yo solo investigué a su grupo porque algunos de sus chicos jugueteaban con el tráfico a pequeña escala de cocaína... Pero un día Towers parece que dio una orden y dejaron de plano el tráfico de drogas. Los que no la acataron los encontramos flotando en el Hudson.

- Tenía de todo allí, el muy cabrón. Estuvimos a punto de cogerle, pero se nos escapó de entre los dedos. Es muy posible que esté detrás de lo del incendio también, Henry. Ese tipo es peligroso, id a por él y encerradle antes de que sea demasiado tarde. Gracias, Henry, un placer como siempre. , dice la Llama a modo de despedida.

- Cuídate nena, cuídate.- es lo último que dice Henry antes de colgar.

La Llama, contenta por haber vuelto a hablar con Henry, cuelga el teléfono e intenta concentrarse en los siguientes pasos a seguir. Vuelve al callejón por donde entró al edificio de Corbitt y se para a comprobar cómo van las cosas con la extinción del incendio. Además, aprovecha para echar un vistazo a ver si ve por allí la furgoneta de la que se hablaba en el contestador.

La Llama se acerca, con el aspecto habitual de Sarah, a la zona del incendio. Al igual que otros curiosos comprueba la eficacia de los bomberos de NY, que ya están apagando el incendio. Mira en cada callejón con la esperanza de encontrar en uno de ellos una furgoneta, pero no hay suerte. Algo contrariada Sarah revisa las llaves del tipejo de la azotea. Una es de un Ford. Sus ojos recorren los vehículos aparcados. Hay uno cerca del lugar: un Ford Maverick deportivo, aparcado en la zona de parking de una cafetería.

Como quien no quiere la cosa, Sarah, con su nueva vestimenta recién conseguida, se acerca al vehículo e introduce la llave en la cerradura, para comprobar si se trata del coche del sicario o del de cualquier otro ciudadano de Nueva York.

La llave encaja perfectamente.

La Llama abre primero el maletero y registra todo lo que pudiera haber en su interior interesante. Luego, repite la operación con la guantera y bajo los asientos. Todo con la mayor tranquilidad que le es posible, como si fuese su coche y estuviese buscando algo que no encuentra.