Thomas torció el gesto cuando le dieron la noticia de que la máquina de café estaba rota. Eso no iba a ir por buen camino. -Peor acaba lo que mal empieza-pensó fatalistamente mientras el tutor de los alumnos tomaba asiento y respondía a sus preguntas.

Tomó nota mental de los nombres de los alumnos con los que más se relacionaban los desaparecidos, no le hacía especial gracia andar interrogando niños, pero tampoco es que tuviera mucho más margen de maniobra para intentar hincar el diente al caso. Ahora bien que estuvieran dispuestos a colaborar sería harina de otro costal.

-De todas maneras ambos eran alumnos no convencionales, habría que revisar los otros desaparecidos por si resulta ser un patrón...-Eso sí que era una idea a ciegas, pero tan buena como cualquiera de las que habían tenido hasta ahora.

También parecía que los chicos conocían el maldito Lumiere, no era muy extraño pues estaba al lado pero por alguna extraña razón eso le incomodaba. Sería que le apetecía más bien poco ir allí por la tarde. Una vez el tutor finalizó Thomas de le dio las gracias y le solicitó amablemente que les dejara unos momentos antes de recuperar su querida sala de profesores. Cuando salió le transmitió sus sospechas a Rick, a ver qué le parecían, dentro del absurdo.

Ahora ya "sólo" tenían que hacer llamar a unos adolescentes hormonados a que respondieran unas preguntas sobre unos compañeros ante unos "cerdos" de la ley. Maravillosa perspectiva.

- No me den las gracias. Mientras valga para encontrar a esos chicos, testificaré las veces que haga falta.Svenson se despidió de los policías con un cordial apretón de manos y abandonó la sala de profesores.

Rick y Thomas estuvieron casi un cuarto de hora solos, en la tranquilidad y el silencio solo roto por el ventilador zumbante de uno de los ordenadores en funcionamiento. No era mucho lo que tenían, pero al menos la relación de los muchachos con el Lúmiere empezaba a ser un hecho contrastado.

Con un par de golpes en la puerta, Svenson volvió a entrar. O más bien a asomarse, pues se limitó a abrir la puerta.

- Les traigo a Francis, Cecil y James. el hombre echó una mirada hacia atrás e hizo un gesto de la cabeza a alguien hasta entonces invisible para los investigadores, que pronto tomaron forma.

De detrás de Svenson salieron tres adolescentes, entre los dieciseis y dieciocho. Los tres chicos, con cara bastante malhumorada, proclamaban a gritos el estereotipo de nerd, empollón y genio incomprendido. Pese a la poca disposición que parecían tener, no hicieron ningún comentario de queja ante la orden muda de su tutor, y se limitaron a pasar al interior de la sala y dejarse caer con mas o menos buenos modales ante los agente. Clark se despidió con un gesto, al que los chicos asintieron, y se marchó cerrando la puerta.

En aquellos momentos, Thomas y Rick agradecieron profundamente no haber tenido hijos. Uno de ellos, el nerd, miraba a la pared situada al lado de los investigadores con los brazos cruzados, evitando su mirada. El empollónmantenía la mirada perdida, más evitando el contacto visual por miedo que por desafío. El más "normal" de aquellos era el genio, que tenía la vista clavada en ambos detectives de una manera poco agradable. Por que aquella mirada solía ser la que ponían ellos a la gente que interrogaban, y no al revés.

Francis, Cecil y James. La creme de la creme intelectual del instituto, y unos frikazos en pura regla.

La cosa no mejoró mucho con las preguntas. La situación se hizo aún más tensa cuando Thomas apenas había acabado de plantear la primera pregunta. Francis no tardó en soltar un exageradamente largo resoplido, antes de poner la vista de una puñetera vez en sus interlocutores.

A una hostia le arreglaban todos los males.

- ¿Que pasa, que no saben leer? Cualquiera diría que para ser las fuerzas de la ley y el orden uno tendría que tener un CI superior al de un chimpan...

- Cállate, Francis. soltó, cortante, James. Lo más sorprendente es que su amigo se limitó a mirarle...y obedecer. Cecil solo agachó aún más la mirada, apunto de esconder la cabeza en su propia traquea. Con un par de segundos de incómodo silencio, el chico tomó los mandos de la conversación. Su voz sonaba increíblemente autoritaria para ser un chaval tan joven, y más en la situación en la que estaba. Oiga, si quiere que declaremos de nuevo, lo haremos. Pero nos hicieron estas mismas preguntas la primera vez que nos interrogó uno de sus compañeros del cuerpo. Deberían tenerlas en su informe. Que intuyo no tienen, o no estarían aquí perdiendo el tiempo con tres críos que ya han dicho todo lo que saben.

- Lo que me lleva a pensar que  o no son policias o este caso no es suyo. Sorprendentemente, una pequeña sonrisa apareció en su cara. No pienso quejarme si alguien más que la policía se pone a buscar a Connor y Sarah, y más si hace algo más que esta última, que se limitó a cruzarse de brazos. Para algo son nuestros amigos.

Por primera vez en toda la conversación, los otros dos chicos se quedaron mirando a James y asintieron, mirando con seriedad a la pareja de investigadores. Francis tenía un brillo de pura curiosidad en sus ojos y aunque Cecil parecía más nervioso incluso que antes ante la perspectiva de estar bajo unos falsos agentes de la ley, había un intento de valentía en sus ojos bastante loable.

- Pero no nos trate como si fuéramos imbéciles o nosotros haremos lo mismo. ¿Quienes son, quién les manda y por qué están aquí?

El detective enarcó una ceja ante el comentario del deslenguado adolescente. Pero según iba terminando de hablar el gesto del policía fue cambiando a una sonrisa lobuna, depredadora.

-Muy bien genio- dejó su placa encima de la mesa- ¿se os ha ocurrido pensar que los que no eran policías fueran los primeros?-

-Putos críos y su puta cabezonería- pensó torvamente. 

-Así que vamos a llevarnos bien y antes de que os lleve a los tres por desacato a la autoridad, a la de verdad-fue reforzando el personaje de poli malo. Rick se encargaría de reforzar la idea del poli bueno y de una forma u otra colaborarían-vais a ir respondiendo a las preguntas que os hemos hecho. Además vais a contarnos todo sobre esta otra entrevista para saber qué habéis contado... y a quién.- así como al descuido añadió-Ah sí, y nada de mandarse callar los unos a los otros o miraditas o vendréis a la central sentaditos en el asiento de atrás por obstrucción.-

Una cosa si que reconocía, aquello se estaba complicando más y más por momentos. ¿Interrogatorios paralelos? ¿Quién estaba ahí metido y con qué intenciones?

- Faltar al respeto a un adolescente es un poco lamentable siendo un hombre hecho y derecho, ¿no cree?-respondió el genio. Francis pareció disfrutar de la puya, pero tras la mirada asesina de Rick su sonrisa desapareció en un instante. 

James, sin embargo, era un hueso más duro de roer. Ya no sonreía, y su cabecita parecía estar uniendo hilos a una velocidad digna de un maquina textil. Jackson y él compartían ahora, a su manera, la misma preocupación. Interrogatorios paralelos. ¿Quién estaba metido ahí y con que intenciones? ¿Por qué dos hombres distintos de la policía venían a interrogarles sin saber el uno del otro?

- El Capitán nos enseñó bien su placa, y yo mismo comprobé más tarde que efectivamente era él. Además, nos trajo dulces. El resto de chicos echó una pequeña risa. No sabían si era otra puya o ahora se reían de la ingenuidad del otro policía. El Capitán Black. Acabó de añadir, antes de iniciar un rápido resumen, retahíla de preguntas y respuestas habilmente construidas con sus buenas pausas. Él nos preguntó si Sarah y Connor se habían metido en líos. No. Si conocíamos el Lumiere. Yo personalmente no soy santo de eso, pero se que la gente de clase va de vez en cuando.

El chico lanzó una rápida mirada a sus compañeros, por si alguien quería hablar, pero parecía ser el único portavoz del grupo.

- La última vez que les vimos fue en clase, y nos dijeron que nos apuntásemos. Pero Cecil dirigía una partida de rol...con un suspiro, como si fuese una aclaración lamentable pero obligatoria y no, no matamos gente con katanas. Pueden preguntarle a mi madre, estuvimos toda la tarde en el salón de casa.

Hubo otro tenso momento de silencio, pero James no había acabado aún.

- Y se lo digo a usted porque sea policía o no, va a buscar a mis amigos. Pero me gustaría saber también quienes son ustedes, Agente. La última palabra iba cargado de algo dificilmente identificable entre el sarcamos y el retintín. Nos menosprecian porque no tenemos veinteaños, pero podemos ayudarles.

-Faltar al respeto a dos desconocidos es una imprudencia bastante gorda…- dijo Rick, que no había abierto la boca en todo el rato, no le gustaban nada los críos, y más cuando no eran suyos y ya estaban criados.

-Aunque está claro que si os traemos chucherías os pondríais a bailar para nosotros claramente…- escruto con la mirada a los 3 chavales.

-Buscaremos a vuestros amigos, mejor dicho, los encontraremos.- Entrecerró los ojos y los fijo en el “genio” -No menosprecio vuestra ayuda porque no tengáis veintitantos años, sino porque si os metéis en un lio, no vais a saber salir de él. Y en este caso, el lío puede ser bastante gordo…-

Thomas enarcó nuevamente una ceja. Estaban colaborando y todo... eso sí con la arrogancia suficiente para que pareciera que le estaban haciendo un favor.

-Muy bien... creo que ya os he dicho quiénes éramos.- apoyó los brazos en la mesa con calma, dándose tiempo para no mandarles a freír espárragos- Soy el detective Thomas Jackson, éste es mi compañero Rick Rogers. Y cualquier intento por vuestra parte de meteros en donde nadie os llama no saldrá bien.- sutilmente les dejó caer que no rebuscaran nombres- sin embargo sí podéis ayudar en la investigación para localizar a vuestros amigos.-les pasó una tarjeta con su número- si les veis o... "recordáis" algo más llamadme. Eso sí, si os veo por la calle jugando a los investigadores del crimen vais derechos al correccional. ¿He sido lo suficientemente claro?-

Ya estaba hasta la coronilla de críos. Lo último que le apetecía en ese momento era que se metieran donde nadie les llamaba y se ampliara la lista de desaparecidos. Hizo ademán de levantarse para marchar, allí ya no les quedaba nada más por preguntar y cuanto antes se alejase de esos listillos tanto más feliz sería.

Calles de la ciudad

¡25 de Noviembre, Fun Fun Fun~~!

¡Te veo muy cantarín y eso que todavía falta un mes para navidad, Mike!

Siempre es navidad si lo llevas en el corazón.

Jaja, que poético. Y es que hoy es ¡Domingo 25 de Noviembre! Santa Claus está ya preparando los juguetes de este año, que New York tiene muchos niños buenos. ¿Y vosotros, queridos oyentes? ¿Estáis preparando la navidad como unos buenos chicos?

Rick encendió un cigarro mientras se recostaba en una pared, era domingo por la tarde. Y no había apenas nadie en la calle. Cuando termino de encenderlo se levanto los cuellos de su gabardina y volvió a meter las manos en los bolsillos.

“Maldito frio Dios… A ver cuando aparece este hombre”

Saco la mano del bolsillo y miro su reloj, acto seguido volvió a meterla para no congelársela.

Thomas se había levantado tarde, a fin de cuentas era un puñetero domingo, y no fue hasta después de comer que recordó que había quedado con Rick para ir a echar un vistazo al Lumière.

-En qué cojones estaría yo pensando para ir a un bar de salir un jodido y condenado domingo... ayer habría sido el día, pero no...a todo esto, ¿qué fue de mi sábado?- el policía no recordaba haber pasado por ese día de la semana, su único respiro de lo que, en su opinión, era una rutina de mierda.

Se aseó un poco por encima y se vistió como buenamente creía para pasar sin llamar la atención. Sólo parecía otro tipo de cuarentaitantos que iba a tomar algo. Ahora sólo tenía que acordarse de dónde demonios había quedado con Rick... hacía veinte minutos.

-Mierdamierdamierda...- iba murmurando entre dientes, ¿o sólo lo pensaba y lo articulaba en silencio?, a lo largo del camino hasta el lugar donde, a lo lejos, atisbó la inconfundible figura de su compañero -seguro que el muy puta llegó a la hora y lleva casi tres cuartos pasando frío...-aquello iba a suponer una buena ración de quejas a aguantar, pero en fin, se lo había buscado.

Saludó con la mano con poco entusiasmo sin molestarse en disculparse, ya llevaban mucho tiempo conociéndose para andarse con chorradas -Entonces, ¿vamos?- preguntó, esperando que Rick no hubiera decidido que era una buena idea ir armado a un garito de "moda"

Lumiere

Acompañados por el frío y un sol que empezaba a desaparecer temprano, ambos policías caminaron hasta el Lúmiere. El local del momento. Al menos en lo que a sordidez y misterio se refería.

Rick era un habitual del lugar o al menos lo fue en su momento, y Jackson pudo darse cuenta de por qué. Apenas habían abierto la puerta del local cuando el olor a bar antiguo, a alcohol barato y tabaco a escondías golpeó hasta casi dejar K.O. al veterano policía. Si los famosos locales del cine negro podían trasladarse al siglo XXI, el Lúmiere sería uno de ellos. Tan familiar y tan extraño como una prostituta habitual, como un cigarrillo prestado.

Rick Rogers, detective privado, estaba hecho a medida para aquellos sitios. O esos sitios estaban hechos a medida para él, pero lo cierto es que el hombre pasó a ser casi una parte más de la escasa decoración del lugar, perfectamente camuflado como el perfecto predador. En su salsa.

Y eso que un domingo por la tarde no es un buen sitio para un bar: al menos si no es un bar familiar. Dentro solo había un par de parroquianos habituales, pues los jovencitos en busca de alcohol barato sin que les pidieran el carnet se habían marchado ayer por la noche. Lo normal.

Si no fuese porque Harry tenía un aspecto bastante deplorable. Para acabar de rematar la decadencia del local, el hombre estaba luciendo un moratón en un ojo y una mejilla hinchada, aunque parecía haber visto días peores. El camarero estaba sirviendo torpemente una caña con una venda en la mano, como si allí no hubiese pasado nada. El resto de la gente estaba callada con cierta tensión, aunque la llegada de Rick parecía haberla calmado levente, haciendo que los parroquianos saludasen con una muda inclinación de cabeza.

Vaya fiestón.

- Rick. dijo el camarero, con una tenue sonrisa, quizás fría por el tiempo desde la última visita del hombre, quizás por el dolor de la mejilla. Y compañía. Añadió, echando un vistazo a Jackson, antes de decidir que encajaba lo bastante bien en aquel sitio. Y el instinto policial de Thomas le decía que otro gallo hubiese cantado si supiese su número de placa. ¿Que os trae por aquí?

“Que le ha ocurrido” pensó Rick

Cuando entro al bar devolvió el saludo a los tertulianos, cogió un taburete y se sentó frente a Harry. Le tendió la mano para apretársela  -Te presento a Thomas Jackson, es un viejo amigo.- dijo haciendo aspavientos con la mano.
-Ponme algo para calentar el cuerpo, hace bastante frio ahí fuera, aunque antes dime, ¿Qué demonios te ha pasado?-

Harry se agarró la mano vendada tratando de controlar el que parecía un dolor agudo. ¿Que hay Thomas? Después miró a Rick con una cara de ¿seguro que no quieres una cerveza? Pero se acercó a la cafetera. Tuve un accidente Rick. Ya sabes que a veces puedo ser muy torpe. Dijo mientras con la mano buena cogía torpemente el café y se le caían al suelo un par de tazas. Al segundo intentó lo logró hacer sin tirar nada.

El café comenzó a gotear al tiempo que el camarero volvía a situarse delante de los clientes. ¿Que es de tu vida? ¿Sigues durmiéndote en ese cuchitril de mierda que llamas despacho? Soltó como intentando romper el hielo y cambiar de tema.

Thomas saludó educadamente, no exento de reservas, al camarero de aquel tugurio aceptando el apretón de manos -con cuidado no fuera a terminar de arreglarle la mano- y el café con un gruñido.

-Gracias, hacía falta- dejó que fuera Rick el que llevara el peso de la conversación allí, estaba en su ambiente y le conocían. Su placa iba a ser un estorbo más que una ayuda, así que era un simple ciudadano una aburrida tarde de domingo que dejaba vagar la vista por un local en el que no había estado nunca con un amigo que era habitual del sitio. Lo normal vamos.

De todas formas Thomas ya tenía una idea muy aproximada del tipo de sitio que era aquel visto lo visto, y tenía el oído alerta; no le sonaba muy creíble la versión del camarero y su "accidente". La mañana siguiente miraría las noticias de sucesos de todo periódico local que pudiera echar el guante, tal vez le dieran más luz al asunto -Y buena falta que hace- pensó que se aplicaba tanto al local como al caso.

De vez en cuando le daba sorbos al café para calentarse el cuerpo. No era nada del otro mundo, pero desde luego que era mejor que aquella bazofia alquitranada de la comisaría...

Cuando Harry le puso el café delante le dio un par de vueltas con las manos para calentárselas y se lo llevo a la boca, tras un sorbo largo, miro a su amigo a los ojos, y le dijo. –Para estas cosas los irlandeses fueron muy listos, ¿podrías…?- dijo haciendo un ademan hacia donde estaban las botellas de whiskie.

Mientras Harry se alejaba le siguió hablando. – Si, sigo en mi despacho, como siempre, últimamente he estado algo más ocupado, lo siento si me has echado de menos.-

Una vez estuvo servido volvió a beber otro trago de su “café” y noto como le calentaba la garganta y el cuerpo “esto esta muuucho mejor” pensó.

Entonces se centro de nuevo en Harry, le miro la mano, y fue pasando la vista por todas sus heridas hasta que la poso en sus ojos y se quedo mirándolo fijamente, lo hizo lentamente y sin decir ni una sola palabra. Estuvo así un rato.
-Y dime Harry, ¿ese accidente tiene nombre?- dijo tranquilamente en un susurro.

El viejo Harry tomo una botella de whisky de las del fondo, las que no utilizaba para emborrachar a niñatos imberbes sino para los viejos clientes bastante mas exigentes. Ni se su nombre, ni espero saberlo nunca... dijo en voz baja al tiempo que echaba un chorrito en la taza de Rick Solo se que esto era un segundo aviso... y prefiero no saber como es el tercero.

Después volvió a dejar la botella en su sitio y se colocó frente a ellos. Harry no era tonto, y que Rick estuviese allí en compañía y tomando café solo significaba una cosa, estaba en un caso y el Lumiere estaba relacionado. Su cara era la típica de Por lo menos ten cojones a decirmelo a la cara, que no soy un puto desconocido

El teléfono de Thomas comenzó a sonar, provocando la mirada curiosa de los parroquianos durante un par de segundos, antes de que decidieran que sus vasos llenos de alcohol eran mucho más interesantes.

El insistente pitido arrancó un mascullido a medio camino entre el taco y el gruñido de Thomas, que miró encongiéndose de hombros a Rick y al camarero. El mensaje para su compañero era claro "Esto tengo que responderlo"; el dirigido al camarero era uno de esos gestos de complicidad universales que van asociados a la profesión

-Os dejo un momento, creo que ésta es importante-dijo como escueta explicación antes de retirarse unos pasos hacia un rincón poco transitado del bar buscando algo de privacidad; gesto común empleado por todos para hablar por teléfono...

-¿Thomas Jackson?.- Preguntó cuando descolgaron al otro lado.