Thomas descolgó ya bien sentado en un aparte, seguro de que nadie podría oírle.

-¿Sí?-dijo cautamente- Al habla, ¿quién es?- el número no le sonaba ni le tenía en agenda. Aquello no quería decir mucho a decir verdad, no es que fuera un gran usuario del teléfono personal ni tuviera en mente toda la, poca, gente que le llamaba.

Su olfato le decía que aquello no era casual pero tampoco sería descabellado que ahora se pusieran a venderle un seguro, un cambio de compañía telefónica o cualquier chorrada que se le ocurriera al comercial de turno.

-Buenos días, señor Jackson. - Dijo con voz calmada mientras jugueteaba entre sus dedos con uno de los bolígrafos de su escritorio. - Mi nombre es Katherine Aldridge, soy amiga de Derek Avner, de hecho él me ha dado su número.

Kate dejó que el hombre asimilara sus palabras y relacionara el nombre que acababa de darle. -Verá... hay un asunto del que me gustaría hablar con usted. - La muchacha hablaba con voz suave y dulce. -Derek me dijo que usted sería la persona indicada. 

Thomas no pudo evitar enarcar una ceja ante el nombre, por lo que parecía aquella misteriosa voz venía de parte del bueno de Derek

-Qué será de él, hace unas semanas que no le veo- pensó rápidamente antes de responder.

-Dígame pues señorita Aldridge, no seré yo quien haga quedar mal a Derek, no me lo perdonaría- no pudo evitar un amago de sonrisa al decirlo- entiendo que es un asunto urgente, así que tiene usted toda mi atención-

De hecho aquello tenía pinta de ser algo gordo para que el bueno de Avner lo redirigiera y no se hiciera cargo extraoficialmente él mismo.

La joven sonrió ante el comentario.

-Todo son palabras de halago por parte de Derek hacía su persona. Yo confío en él, así que espero que no le haga quedar mal. -Bromeó. En ese momento Kate carraspeó la garganta para ponerse seria.

-Verá, no me gustaría hablar por teléfono de un tema tan delicado. ¿Podemos vernos en algún sitio?. Cuándo usted vea, no pretendo meterle prisa, aunque si que es cierto que el tema es urgente.  

Thomas volvió a destapar el auricular para responder.

-Oh, no habrá ningún problema, entiendo sus reticencias señorita Aldridge. En estos mismos momentos estoy finalizando unas gestiones. Si le parece adecuado hoy mismo indíqueme un lugar y allí nos reuniremos-

Total, ya de perdidos al río. Lo que estaba haciendo ahora debería quedar resuelto en cuestión de minutos

-Por la cuenta que le trae-

Y después tendría todo lo que quedaba de tarde para incluir esta nueva reunión en su apretada agenda

-¿No querías diversión Thomas? Pues toma cuatro tazas.-

Kate se sintió satisfecha por haber logrado convencer con poco esfuerzo a Thomas Jackson de que quedara con ella. No las tenía todas consigo antes de realizar la llamada y había temido que le costaría mayor esfuerzo lograr que el agente accediera.

-¿Conoce una pequeña cafetería al estilo francés que hay en la Sexta Avenida, Le Moulin?. Tiene la puerta roja, una terraza fuera y un molino dibujado en el toldo. ¿Lo conoce?. - A Kate le encantaba aquel lugar. -Si quiere podemos quedar allí a la hora que le venga bien

El policía lo único que tenía en mente era finalizar cuanto antes pudiera todo aquel jaleo en el que estaba metido, así que respondió rápido a la cuestión planteada.

-Creo que no conozco el sitio, ¿Le Moulin dice? pero sabré llegar con esas indicaciones descuide-hizo una pausa sopesando sus opciones-Creo que en una hora y media podría estar allí. Agradecería que me indicara cómo podré saber que es usted señorita Aldridge- por instinto siempre salían a relucir los problemas a solventar rápidamente los primeros.

Después de todo, aquello parecía relevante y venía con buenas referencias. Llevaba unos días de lo más movido y su olfato le chillaba que no era pura casualidad.

-Así que de cabeza y hasta el final-

-Sí claro, llevaré un abrigo rojo para que le sea más fácil reconocerme. Usted busque una chica rubia, alta y delgada. -Con esa descripción bastaría para que el agente Jackson supiera reconocerla, casi parecía más una cita que una reunión de trabajo. -Ay, si mi madre me escuchara ahora...

-Entonces le espero allí dentro de una hora y media. Que tenga un buen día y muchísimas gracias. 

Fin de la llamada

Lumiere

Rick torció el gesto frente a la cara que le puso Harry, cuando fue a hablar el sonido del teléfono de Thomas le corto. Una vez este se fue a atender la llamada, Rick tomo aire y volvió a intentarlo.

-Estamos buscando a unos chavales, solían venir aquí, ya sabes, menores...- dijo como si fuese la cosa mas normal del mundo. - Ambos modélicos y tal, de los que estudian y se divierten leyendo. El problema es que la ultima vez que los vieron dijeron que iban a venir aquí. Y desde entonces estan desaparecidos.-

- Aquí vienen muchos críos los fines de semana, Rick. respondió Harry con tranquilidad, como si el hecho de que vender alcohol a menores de veintiuno años no fuera delito. O como si no le importase, que era lo más probable. Me suena esa descripción, pero bien podía ser de cualquier otro parejita.

Pero a Thomas no se la daban con queso. Aunque la falsa tranquilidad del camarero fuese válida para el detective privado, el viejo policía había captado la mentira a la legua pese a tener el teléfono pegado a la oreja. Y lo peor de todo: había captado ese tipo de miedo avergonzado que te hace mirar debajo de la cama antes de acostarte. Incluso con cuarenta años.

Harry no solo había visto a sus chicos: también sabía algo más. Algo que estaba quitando el sueño al más duro de los camareros, trabajando hasta con un brazo roto. Algo que ni siquiera se podía confesar ante un amigo con licencia de armas.

Y no hacía falta ser muy listo para saber que ese algo era precisamente lo que estaban buscando.

Estaba medio distraído con el teléfono pero meneó la cabeza con desaprobación. Nunca había sido el fuerte de Rick la psicología de la gente, pero este camarero no era precisamente un diplomático ruso en la época del muro...

-Oye Rick, ¿no te parece que tu amigo el camarero debería ir a ver a un doctor?-comentó al descuido tapando el auricular del teléfono- Sino lo mismo se le pone peor esa herida y sería una putada para alguien que necesita los brazos... para trabajar- si había que amenazar veladamente se hacía, no era plan de sacar la placa y armar un pandemonium ahí en el bar.

Lo bueno era que al no sacarla podía hacer esas cosas habitualmente reservadas al cuarto de interrogatorios en el que fallaban las cámaras a menudo. Y todavía le quedaba café, desde luego que al final iba a ser una tarde de domingo la mar de entretenida...

Reforzó su actitud con una sonrisa terriblemente amable al camarero, pero que no se vio reflejada en sus ojos. El mensaje estaba claro: "sé que lo sabes, así que empieza a cantar pipiolo"

No soy idiota amigo.. dijo el camarero con voz bastante seria. Había pillado de sobra la amenaza de Thomas, y no parecía haberse achantado. Para ti- sus ojos se posaron en Rick por un momento, antes de devolver su fiera atención a Thomas- es muy fácil, tu sacas la información, te largas y encima cobras, pero al final quien se juega el cuello es el tío que habla. Los ojos de Harry no paraban de recorrer el bar con la vista.

Además, tampoco es que sepa demasiado, la gente viene un día y al siguiente desaparece... puede que haya una persona en común en todos los casos, y escuchame bien, he dicho puede. Ni puedo ni quiero decir que ella sea la culpable.

Por un momento Harry tragó saliva al oír que se abría la puerta. Ya he dicho demasiado continuó al ver que solo eran un vendedor extranjero buscandose unos pavos.

-Harry, puede que haya vidas en juego, sabes que puedes confiar en mí, no vamos a ir contándole nada a nadie. Pero tenemos que encontrar a esas personas. Además…- hizo un ligero ademan señalándole el brazo. -Tengo ganas de presentarle mis respetos al que te hizo eso. -

Harry miró su brazo por un momento y dibujo una sonrisa. Mi brazo poco tiene que ver con eso, y sinceramente no estoy seguro de cual de las dos situaciones es peor. Despues miró a Rick fijamente a los ojos. Me temo que os he dicho todo lo que puedo... si os diese más datos sería mi vida la que correría peligro. Hubo una pausa de unos segundos y siguió aunque con un tono más ligero. Ojala fuera tan fácil como venir esta noche y esperar sentados tomando algo en una mesa esperando a que esa mujer aparezca como suele hacer.... Pero no es tan fácil ¿no?

Tras esta ultima frase el camarero se alejo del par de investigadores, había más clientes en el bar y algunos empezaban a pedir que se les atendiera. Harry trató de tirar un par de cañas de manera bastante torpe y después se quedó hablando con otro hombre mientras miraban una repetición de un partido en la tele.

-Bien, perfecto, ve a ello. Yo me quedare aquí a ver qué saco. – Rick le tendió la mano a Thomas. –Ten cuidado viejo.-

Le Moulin

Incomoda, se agitaba en el abrigo rojo. No era un abrigo muy cómodo, de hecho se pasaba la mayoría del tiempo olvidado en su armario. Ya no recordaba la última vez que lo había usado, ni tampoco sabía porqué lo había comprado, pero era el único abrigo de un color llamativo que tenía y por lo tanto muy indicado para que una persona que no le había visto en la vida, la reconociera. Allí apoyada junto a la puerta roja de Le Moulin, con su abrigo rojo, y bajo el toldo rojo con el molino rojo dibujado, se sentía casi más parte del decorado que clienta.

Lanzaba largas bocanadas de humo al aire que se mezclaban con el vaho de su respiración y ascendían hacía el cielo iluminado de la ciudad, su cigarro iba consumiéndose lentamente en su mano enguantada y en breves intervalos lo llevaba hasta su boca para darle una calada y volver a soltar el humo.

A parte del abrigo rojo, llevaba unos pantalones vaqueros de color clásico y unas botas marrones que le llegaban por encima del tobillo. Kate era una chica alta ya de por si, por lo que no necesitaba llevar mucho tacón. Era espigada y según su madre estaba demasiado delgada, aunque el abrigo le hacía abultar mucho más de lo que era. -Al menos abriga un montón... -Pensó para si misma.

Su pelo rubio caía en bucles ondulados hasta sus hombros, y su flequillo formaba una especie de uve invertida que caía a ambos lados de su cara. La cual era más bien ovalada, con un mentón ligeramente marcado y una nariz respingona. Se podía decir que Kate era una chica guapa, aunque ella no se considerara muy atractiva.

Terminó el cigarro y lo lanzó a sus pies para apagarlo de un pisotón. Luego pasó los dedos por el flequillo para peinarlo bien y miró a ambos lados. No debería tardar mucho ya.