Instituto J.F. Kenedy

Un par de líneas de metro, una buena caminata y una parada en boxers del bueno de Rick (que se excuso un momento antes de entrar al banco), estaban delante del instituto. Algo más bajo que los edificios de la zona y realizado en ladrillo rojo, llamaba bastante la atención. Era un edificio bastante antigüo y algo descuidado, que parecía haber pasado por varias manos y funciones antes de acabar como colegio de barrio. Al menos en la entrada carecía del casi omnipresente cesped de los intitutos de película, quizás porque no dejaba de estar en una de las ciudades más grises del mundo...Al menos hasta que llegaba la noche.

Por los ventanales se veía alumnos sentados, unos atendiendo a clase, otros mirando por la ventana, aburridos por el profesor de turno. Por suerte para ellos (y para Rick y Thomas) no tardaría mucho en empezar alguno de los turnos de almuerzo. Cientos de niños serían liberados y correrían como energumenos a coger sitio con sus amigos y poblar el comedor para poder ingerir comida basura a una velocidad preocupante.

Eso o el delicioso almuerzo de mama, que no es plan de generalizar. Seguro que alguno hablaría solo por poder cambiar su sandwich por un perrito. Sin embargo sería recomendable contar con el permiso del director en todo eso...

Como si de dos estudiantes haciendo pellas se tratase Rick y Thomas entraron al instituto a una hora poco habitual. Eso sí, sin mostrar un ápice de culpabilidad, aunque ahora los puñeteros críos tampoco sabían esa palabra... más de cuatro sílabas.

-Bueno, ¿y ahora qué? -comentó mirando de reojo a su compañero-¿conoces a alguien o vamos directamente a informar al director?- hizo caso omiso de las miradas de los funcionarios del centro- Porque ya que vamos a estar meando un rato en su esquina, qué menos que avisarle. ¿qué me dices?-

Thomas se fijó que aquel instituto no difería demasiado de aquel al que él había ido -Y de eso ya ha llovido...- desde luego que el país sabía cómo cuidar a sus futuros talentos. -Y luego que por qué pasa lo que pasa-

-Habrá que ir al director, preguntarle a sus profesores, amigos…  lo típico, aunque te recuerdo que yo no soy policía- Sintió una pequeña punzada en el estomago al recordarlo. –Oficialmente no puedo hacer ninguna pregunta ni pedir nada…-

No le resulto muy dificil a los detectives llegar al despacho del director. Policia y ex-policia habían sufrido durante años los horrores de los laberintos burocrátios, y un instituto era poca cosa comparado con lo que podía ser una comisaria de policia lo bastante grande como para albergar tres pisos.

Quitando las miradas curiosas de algunos profesores que se cruzaron por las escaleras nadie les hizo el menor comentario sobre su presencia, y no les llevó más de quince minutos llegar hasta su destino. El olor a tiza y sudor de adolescente invadía el ambiente, y de vez en cuando las taquillas y los carteles para motivar al alumnado cubrían las paredes, pintadas de un verde ascéptico que recordaba demasiado a un hospital.

El olor de la nostálgia. Que buenos y que malos recuerdos. Que puta es la adolescencia, pero que reputa es la vida luego. Miles de sueños perdidos y machacados por el camino...

Allí, frente a ellos, había una puerta de madera bastante antigua con un pomo dorado que había perdido ya su brillo. Clavada a media altura brillaba una chapa de latón que decía:

Reginald Bahauss, Headmaster.

Una voz de hombre mayor les respondió a su llamada a la puerta, concediendoles el pase. Allí, tras un mesa bastante grande donde estaba armando una maqueta de barco, había un hombre que parecía sacado de algún comic. Pelo blanco peinado a lo cortinilla sobre una calvicie más que evidente a unos 60 años muy avanzados. Llevaba una camisa blanca y una pajarita roja a lunares, a juego con un chaleco de punto granate.

Una pequeñas gafas redondeadas, claramente necesarias para aquella minuciosa labor que estaba desempeñando, se le resbalaron lentamente por la nariz al contemplar incrédulo el aspecto de los dos agentes. Alzando una poblada y canosa ceja, preguntó algo preocupado:

- ¿En que tengo el placer de ayudarles?

Antes de entrar Thomas miró a su compañero con una sonrisa torcida y le comentó en voz baja antes de llamar a la puerta

-Ya, pero ellos no saben que no lo eres, yo no se lo voy a decir, y vas con uno. Dejémosles suponer. -miró de reojo y mientras llamaba añadió- además, eras de los mejores en ésto, así que si piensas que vas a estar calladito en un rincón sin echarme una mano estás muy, pero que muy equivocado-

Cuando les permitieron el paso entró al despacho, echando un vistazo rápido al lugar se percató que aquello era otro agujero infecto más del infame sistema educativo. -Another brick in the wall- le vino a la mente la canción de unos melenudos que estuvo de moda al poco de salir su promoción de la academia.

-Buenos días señor Bahauss-supuso que el nombre de la puerta sería el del actual inquilino- soy el detective Jackson- gesto manido a fuerza de costumbre de enseñar la placa- y me acompaña el señor Rogers. Hemos venido a solicitar su colaboración en una pequeña investigación-aquello era cierto, pero más que nada había que marear un poco la perdiz. El director no podría poner pegas, si se ponía bravo podría estorbar, pero seguramente no habría que llegar a pedir órdenes judiciales. De todos modos nunca estaba de más prevenir esas situaciones incómodas.

-Estamos investigando unos sucesos y nos gustaría realizar algunas cuestiones a algunos de sus alumnos- sonrió con su mejor empatía policial- por supuesto en el rato de descanso- su mirada dejaba a las claras que se hacía cargo de lo necesaria que era la educación de los jóvenes y que no sería él quien impidiera que trabajaran para labrarse un futuro brillante en la "Tierra de las Oportunidades"- ¿le supone algún inconveniente?-

- Eh...el hombre miro nervioso a ambos "agentes", pasando la vista atorado de uno a otro, antes de levantarse y colocarse las gafas con nerviosismo. No, por supuesto. ¡Pasen, pasen! Con la mano señaló un par de sillas, donde habituarían a sentarse los padres, y esperó a que Rick y Thomas se sentasen mientras apartaba la maqueta a un lateral sin muchos miramientos. Desde luego se asustaba ante los policias como solo se asustan los ingenuos... o los que tienen algo que ocultar.

- Verá...comentó el hombre, una vez vió que la puerta estaba cerrada, mirando de reojo a un par de papeles sobre la mesa. Sin embargo decidió callarse y sus ojos verdes se enfrentaron a los de Thomas con la primera muestra de valor del hombre. ¿Podría decirme que sucesos son esos?

- Bueno, estamos investigando unos sucesos acaecidos a Sarah y Connor, nada grave, es posible que un hombre tan ocupado como usted  tenga otras cosas mas importantes en las que pensar.- dijo Rick mirando con desden la maqueta.

- Por eso necesitamos su cooperación, poca cosa, hablar con algunos de sus profesores, preguntarle a algunos de sus alumnos.- Rick poso la mirada directamente en los ojos del director. Y se la mantuvo durante unos cuantos segundos sin decir nada. Evaluándolo... -Ya sabe, cualquier cosa que nos ayude a aclarar el incidente para que podamos irnos y dejarle tranquilo.-

Sorprendentemente, el hombre mantuvo la descriptiva mirada de Rick sin espantarse. O aquel nerviosismo era parkinson, o el director tenía una manera muy extraña de clasificar el peligro. Eso si, esperó muy educadamente a que Rick acabase de hablar, y dirigió una breve mirada a Thomas antes de responder, por si el policía deseaba añadir algo.

- Verán agentes...el caso es que para no causar miedo innecesarios en el instituto los alumnos no está al tanto de esta situación. El anciano agachó levemente la cabeza, negando con ella como si hasta a él le resultase surrealista aquello. Los padres nos avisaron del asunto, pero no consideramos adecuado propagar la noticia dentro de la institución. Nos pidieron privacidad, y solo los compañeros más cercanos de los chicos son conscientes de lo ocurrido.

Con la mano se retiró las gafas con sus manos temblorosas, dejándolas de lado junto con la maqueta. Su voz, sin embargo, era lo bastante firme como para dejar claro que creía en lo que estaba haciendo y no admitiría cambios al respecto.

- Por supuesto soy el primero preocupado por el bienestar y la integridad de mis alumnos, así que siéntanse libres de preguntar lo que quieran. Pero se lo ruego,-el tono de voz del hombre se redujo a casi un susurró y gesticuló con delicadeza con las manos- sean discretos.

Thomas asintió ante la petición del director. Miró de reojo a Rick, por si su compañero tenía alguna de sus brillantes ocurrencias para comentar al director pero parecía ausente, pendiente de otras cosas.

-Me parece muy sensato, evitaremos cualquier referencia a desapariciones y únicamente nos centraremos en obtener información sobre estos chicos, sus hábitos, gustos, etcétera- nuevamente asintió para tranquilizarlo- Así que si nos pudiera facilitar una lista de los profesores y alumnos que compartían clases con los desaparecidos le estaremos muy agradecidos. Sin embargo, antes de que empecemos con los alumnos y profesores... ¿qué puede decirnos usted sobre ellos?-

La imagen de esos informes sobre la mesa y la forma en que los miró no había sido pasada por alto por Thomas, y si el director quería establecer unas normas, qué menos que pagar un precio por ellas...

El director suspiró con alivio al oir la confirmación de Thomas y volvió a tomar asiento.

- Comparten clase, y son dos alumnos bastante buenos del instituto. No tienen los mejores expedientes académicos de la clase, pero se esfuerzan y participan en varias actividades del centro. Creo que son vecinos, o al menos viven bastante cerca. comentó el hombre. Sarah es tutora de alumnos de primer año, y Connor está en el club de atletismo.

Con preocupación se llevó las manos a la cara, pasando una para eliminar el sudor de la frente. Desde luego el hombre parecía afectado por aquello. Aunque claro...¿a que director le gusta que desaparezcan alumnos de su instituto?

- No se que ha podido pasarle a esos chicos, si le soy sincero. Nunca han estado en ninguna pelea ni en ningún asunto peliagudo. Confío en que todo quede en un susto pero ya saben lo que dicen de estas cosas. El tiempo corre en contra...

Thomas enarcó una ceja ante la referencia del director.

-Sí bueno, es lo que dice la prensa de estas cosas... - el tono era lo bastante seco para dejar claro que le hacía muy, pero que muy poca gracia que le dijeran cómo tenía que enfocar su trabajo- Si le parece adecuado podríamos dejar por el momento a los alumnos tranquilos y, si fuera tan amable, hacer llamar a la señora Sarah y al señor Connor. Creo que preferiría hacerles unas preguntas a ellos antes.-

Acompañó sus palabras con una amable sonrisa que tenía la calidez de Siberia en Año Nuevo

-Por supuesto, si usted tiene otros asuntos que atender, lo entendería perfectamente y nos valdría con poder disponer de una pequeña sala para realizar unos cuestionarios rutinarios sin llamar la atención- ladeó un poco la cabeza antes de añadir-porque no queremos alarmar a nadie.-

En el fondo Thomas tenía intención de hacer eso bien, pero si podía hacer sudar un poco a ese marisabidillo de director de tres al cuarto tampoco le importaría.

El hombre se quedó mirando a Thomas con la expresividad de una tortuga. Una tortuga muerta. Lo cierto es que la metáfora era bastante acertada cuando uno se fijaba bastante, y es que el arrugado cuello de hombre y aquel caparazón de lana que tenía por chaleco ayudaban aún más a resaltar el parecido.

El silencio del director duró un par de segundos. Parecía que la ironía era un hueso duro de roer para el encargado de un centro educativo, lo que no dejaba de ser una ironía en si misma. Por un momento dio la sensación de aquello iba a ser eterno hasta que, al fin y cogiendo una bocanada de aire, añadió.

- Tienen a su entera disposición la sala de profesores. Avisaré a los profesores una vez acaben las clases para que puedan tener acceso libre durante el descanso.

Las últimas reacciones del director hacían dudar a Thomas si se encontraba ante un auténtico genio riéndose de él o un pobre director de barrio que estaba, siguiendo una norma no escrita, por encima del puesto para el que era competente. Meneando la cabeza algo confuso respondió.

-Muchas gracias, iremos yendo para esa sala. Tan pronto como estén disponibles los profesores envíelos a ella por favor.- se levantó para darle la mano y salir del despacho pero a medio camino se giró interrogante nuevamente-Por cierto ¿no tendrán una máquina de café por aquí?-

El efecto de los mañaneros se le estaba empezando a pasar y sospechaba que iba a ser un día terriblemente largo. Una vez fuera se giró hacia Rick y le preguntó su opinión.

-¿A ti qué te parece? ¿Se está quedando con nosotros o simplemente no sabe de qué va el asunto?- tal vez su compañero lo tuviera más claro

Rick se despidió haciendo un ligero movimiento de cabeza al director, y se levanto tranquilamente mientras seguía mirando a los ojos al director, dio la vuelta y salió tras su compañero.

-Creo que oculta algo, cuando nos ha visto se le han puesto de corbata, pero al poco ya estaba intentando subírsenos a la chepa.- Respondió cuando estuvieron más tranquilos en la sala que les habían “concedido”.

Saco un cigarro y se lo metió en la boca, ofreciéndole a Thommas el paquete por si quería otro, lo encendió, se acerco a una ventana, la abrió para que fuese saliendo el humo y se quedo mirando por ella. –¿Hacemos de poli bueno, poli malo?-

Thomas dejó pasar el ofrecimiento del cigarro y se contentó con esperar mirando la "inmensidad" del cuarto vacío.

-No sé si funcionará...- de haber estado en la calle posiblemente habría expulsado una flema para dar más énfasis a la afirmación- demasiadas películas. Aunque podemos intentarlo a ver qué obtenemos preferiría dejarlo como segunda opción y contar con una colaboración más directa, menos coaccionada...-nada nuevo bajo el sol, cada uno tenía sus métodos y por eso trabajaban tan bien juntos.

- Esto va a ser una puta pérdida de tiempo...- se sorprendió pensando, pero bueno, ya que estaba allí habría que ir hasta el final.

La sala de profesores no era gran cosa. Una mesa gigantesca, con sillas algo más cómodas que las de los alumnos, estaba rodeada de algunas estanterías llenas de libros de todas las asignaturas juntos y revueltos. La pantalla de algún portatil brillaba con la luz mortecina de Noviembre, que entraba filtrada por unas cortinas claras.

Cuando entraron allí los profesores estaban charlando nerviosos, y callaron repentinamente para salir uno a uno sin apenas esperar a las aclaraciones de Thomas. Al parecer, ya estaban sobre aviso como había comentado el director. Un par de ellos les dedicaron miradas entre preocupación y rabia a los detectives al salir, pero ninguno puso objeción alguna.

Cuando el último cerró la puerta, dentro quedaba un hombre de unos cuarenta años, con una mueca torcida. Thomas había visto esa mueca demasiadas veces: la del tipo que atropella al perro del vecino y se confiesa culpable. La de aquel que pega un puñetazo a un quinqui vacilón con razón y ganas. Una persona con un expediente limpio que se ve, por primera vez, con la ley en su contra.

Con algo de inquietud el hombre se acercó serio pero amable hasta los agentes, antes de tenderles la mano y apretarla con fuerza. 

- Yo soy Svenson, el profesor de Sarah y Connor. Estaba nervioso. Se veía a la lengua. Sin embargo parecía dispuesto a colaborar, y ese era un punto importante a su favor. El Sr. Bahauss me comentó que querían hablar conmigo para aclarar algunas cosas sobre los chicos. Señaló la mesa de profesores, antes de apartar parte de los papeles que había por ahí. Pueden sentarse si quieren. Les ofrecería algo de beber, pero me temo que la maquina de cafés se ha estropeado.

Una vez se sentó y los detectives le explicaron la situación, el profesor pareció calmarse un poco. No mucho, y la seriedad de su rostro no desapareció ni un ápice, pero al parecer se había imaginado un interrogatorio mucho más monstruoso que aquel.

- En lo que a mis clases se refiere, no noté ninguna cosa rara.- respondió sin dudar.- Los chicos estaban algo nerviosos por los exámenes trimestrales, pero en las tutorías no me comentaron que tuviesen ningún problema más allá de alguna asignatura...

Aquello parecía desconcertar a Svenson, como si fuese habitual que los chicos le comentasen ese tipo de cosas. Parecía ser un hombre muy volcado en sus alumnos, y el resto de la charla les dio a los detectives la confirmación. Conocía bastante bien a los chicos y había intercedido en su nombre alguna vez.

- Verán, Sarah de por si es una joven bastante peculiar. comentó, con un suspiro. La mayoría de las chicas la ignoraban. Pasaba bastante de vestidos, chicos y el resto de conversaciones femeninas de la clase. Tuve una tutoria con ella cuando llegué al instituto y vi la situación, pero me di cuenta de que ella estaba cómoda así y tenía bastantes amigos. Chicos de otras clases y algunas chicas más mayores. Entre ellos estaba Connor.

- Connor es bastante popular en el centro, y no tardó en hacerse amigo de Sarah después de que hiciesen un par de trabajos juntos. El hombre esbozó una sonrisa, como si estuviese particularmente orgulloso de ese hecho, pero desapareció con rapidez. ¿Que importancia tenía ahora cuando ni siquiera sabían que podía haberles sucedido a los chicos? La gente empezó a tratar bastante mejor a Sarah a raíz de eso, pero en general Connor y ella son un grupo aparte al que se unen de vez en cuando otros amigos de Connor. Geniecillos y corredores que se salen del canon de quaterback rey del baile. Se sorprenderían de lo que se cumplen los estereotipos de la televisión...

El hombre usaba el presente de manera convencida cuando hablaba de sus alumnos. Inconsciente o no, parecía que se negaba a creer lo que estaba pasando. Lo cierto es que parecía haberse preocupado por los chicos durante toda su estancia en el instituto...¿como no preocuparse por su desaparición?

- Francis, Cecil y James. enumeró el tutor, seguramente el nombre de los chicos mencionados anteriormente. Están bastante afectados por lo que está ocurriendo... Entiendo que quieran hablar con ellos, y todos queremos que así sea si ayuda lo más mínimo a encontrar a Sarah y Connor, pero no se tomen muy en serio si les dan alguna contestación fuera de sitio...Es mala edad y mal momento...Se llevó la mano a la sien, como si él mismo hubiese sufrido aquello en sus propias carnes. El hombre hizo un ademán de levantarse de la silla, antes de pensárselo mejor y señalar la puerta. La autoridad era la autoridad, y en aquel momento estaba en manos de Thomas y Rick. Si quieren puedo ir a buscarles yo mismo. Si no tienen nada más que preguntarme, claro está.

-Dice que estaban algo aparatados del grupo, pero ¿tuvieron alguna vez algún encontronazo con otro alumno?.-Rick miro al profesor tranquilamente, el hombre estaba cooperando y no había razón para no ser educado. -Y... ¿conoce usted un lugar llamado Le Lumiere?-

El hombre negó con la cabeza, aunque se notaba que había algo que no era del todo verdad. Pero no hizo falta que preguntasen, porque Svenson respondió por si solo aclarando el asunto.

- Encontronazos no, pero...bueno, Sarah era objeto de burlas entre el resto de las chicas y estas tendían a hacerle el vacío, pero la cosa se calmó mucho cuando empezó a pasar el rato con el grupo de Connor. Siguen sin llevarse bien, pero al menos le dejan tranquila. Y Connor es un chico muy tranquilo. El resto de sus amigos si han tenido algún ataque verbal de otros chicos, pero son una piña que saben defenderse muy bien de abusones. Nada fuera de lo normal, vaya...

Clark pareció arrepentirse rápido de esa última frase, a jugar por su gesto. Era el trabajo de los policías decidir aquello, no suyo. Él no quería interferir, pero la verdad es que retirar una frase tan insulsa como esa sería ridículo. Como profesor sabía que los chicos con gustos distintos solían ser atacados continuamente por otros alumnos con más poderío social, y por desagradable que fuese, todos mediaban para que la cosa no pasase de aquello.

Esperaba que no fuera el caso.

- Ah, el Lumiere. Su voz era puro disgusto concentrado, y se llevó la mano a la nuca incómodo. Otro quebradero de cabeza más del hombre sacado a relucir. Si, lo he oído, sobretodo a los mayores. Al parecer les ponen alcohol sin pedirles su pase de identidad. Quedaba claro que aquello no era de su agrado, pero no se había limitado a quedarse de brazos cruzados. Fui a hablar con el camarero pero me respondió de muy malas formas que me metiera mi opinión por lugares anatómicamente abruptos y me amenazo si acudía a la policía. Resopló, clavando la vista en la pared por un momento mientras recordaba la situación. Así que intenté concienciar a los chicos. Seguramente siga habiendo alguno de mis alumnos por ahí los fines de semana, pero poco más puedo hacer...Creo que todos hemos pasado por esa fase. sonrió un poco forzado, casi a modo de disculpa. Quizás debería haberle echado valor y acercarse a denunciar de todas formas...