Partida Rol por web

Cuando el camarero se fue a seguir haciendo cosas de barman lisiado como buenamente pudo Thomas miró a Rick enarcando una ceja.

-Pues ya sabes lo que toca...-miró de reojo al bolsillo donde guardaba el teléfono- yo tengo otra pista que seguir y no tardaré en tirar para allá. Si acaba pronto volveré a ver si has tenido suerte. Sino nos tocará volver otro día a este maravilloso lugar con su maravillosa plantilla para intentar evitar que siga pasando...- tuvo la decencia de mantener la voz baja y esperó a ver qué le parecía a su compañero, o si éste tenía otra idea mejor.

-Bien, perfecto, ve a ello. Yo me quedare aquí a ver qué saco. – Rick le tendió la mano a Thomas. –Ten cuidado viejo.-

La noche pasó y por el Lúmiere no pasó nadie que encajase con la descripción de Harry. Aquella noche fue muy poco fructífera, por suerte Rick solo tuvo que pagar la primera ronda de cervezas. Harry se había encargado de tener contento a su viejo amigo ante la ausencia de la misteriosa mujer.

Llego la hora de cierre, y Harry se acercó a Rick. Te juro que no sé lo que ha pasado. Siempre viene por aquí. Mañana es mi día libre, pero te juro que el martes se acercará a verme. Quizás fuese el tono de voz, o quizás las 6 cervezas que el policía llevaba encima, pero algo le decía que Harry estaba diciendo la verdad. 

Harry seguía con cara de malos amigos, pero eso ya era así desde antes de todo lo sucedido. Al ver a entrar al detective tomo un vaso y se acercó al tirador de cerveza, pero antes de servir el trago miró al detective. ¿Te la pongo o hoy también tomarás café? Ayer te eche de menos por aquí, casi pensé que habías dejado la bebida.

El bar estaba bastante tranquilo. Solo un par de clientes jugando a los dardos mientras tomaban un par de cervezas. ¿Hoy no viene tu compañero? Dijo aun con el vaso vacío en la mano.

-Algo más fuerte que una cerveza…- dijo haciendo una ademan a las botellas detrás del caramero. –No pude venir, ya sabes, trabajo… Y Thommy tampoco ha venido por lo mismo.-

Rick ando tranquilamente por el bar saludando a algún conocido que hubiera allí, cogió un taburete y se sentó frente a Harry, espero a que este le sirviera sin decir nada más. Cuando lo tuvo delante dijo en voz baja. – ¿Sabes? Me han contado una historia interesantísima sobre tu accidente…- miro a los ojos a su interlocutor.

El camarero miró a Rick hasta que terminó de hablar, despues con la mano buena cogió un vaso ancho lo lleno de hielo y golpeó la barra con él haciendo que todo el mundo guardase silencio.Llenó el vaso, siendo bastante generoso con el alcohol. yuna vez que el bar había vuelto a su ruido habitual se dirigió al detective.

Esta muy feo meterse en los problemas de otro sin que le inviten sabes Rick. Si vienes a mi bar solo para tocarme los cojones bébete este vaso, invita la casa por tu maravilloso ingenio, pero después coge la puta puerta y no aparezcas más. Bastante líos tengo ya... tras terminar de hablar se apoyó en la barra como esperando la contestación, sin duda no era la mejor época del camarero.

Rick subió y bajo las manos lentamente. “Relax Harry…”

-No vengo a traerte líos, pero me preocupo de mis amigos. Puedes tranquilizarte…- Rick tomo el vaso y bebió tranquilamente. “Harry debe estar asustado, es lógico.” Suspiro lentamente. –No he llegado a donde he llegado por ser un inútil, deberías aprender a confiar en mí. –

Con el vaso aun en la mano se lo bebió –Tengo que esperar a la bella mujer que me indicaste el otro día, así que puedes relajarte y contarme lo que quieras, de todas formas, por ahora ve poniéndome otra más.- Rick mantuvo el semblante tranquilo, quería transmitirle lo mismo a Harry, si no se tranquilizaba la cosa podría salirse de madre, y no quería que este estuviera enfadado con él.

Acompañado por el frío y un sol que empezaba a desaparecer temprano, el escritor caminaó hasta el Lúmiere. El local del momento. Al menos en lo que a sordidez y misterio se refería. Y no lo decía por el interés del policía, no.
Era el último lugar conocido donde estuvo su hija, con un cabrón desconocido. Si eso no era sórdido, que bajara ese Dios que tanto les odiaba y lo viera.

Apenas habían abierto la puerta del local cuando el olor a bar antiguo, a alcohol barato y tabaco a escondías golpeó hasta casi dejar K.O. al un bebedor más que veterano. Al parecer la intoxicación etílica había comenzado a pasar, pero las arcadas al oler alcohol durarían un tiempo. Secuelas a pagar tras pasar la noche en una bañera.

Si los famosos locales del cine negro podían trasladarse al siglo XXI, el Lúmiere sería uno de ellos. Tan familiar y tan extraño como una prostituta habitual, como un cigarrillo prestado.

Y es que un martes por la tarde no es un buen sitio para un bar: al menos si no es un bar familiar. Dentro solo había un par de parroquianos habituales, pues los jovencitos en busca de alcohol barato sin que les pidieran el carnet y habían disfrutado de su fin de semana salvaje, con vomitona en el callejón de al lado incluida. Lo normal.

El camarero tenía aspecto de haber tenido mejores días, muy a juego con el local. Lucía lo que David, ojo experto, puedo reconocer como marcas de haber recibido una buena paliza, hacía ya unos cuantos días.  Un moratón en el ojo empezaba a decolorarse a un desgradable color verdoso, y bajo ojo crítico una de sus mejilla estaba algo más hinchada que la otra. Para culminar, llevaba una mal puesta venda en la mano, sirviendo las pocas bebidas que le pedían como si allí no hubiese pasado nada, mientras claramente chanchulleaba con un tipo que parecía sacado de los años 30.  El resto de la gente estaba callada en el silencio del bebedor solitario y se giraron al ver entrar al escritor, extraño en su tierra.

Joder, vaya panorama.

Harry resopló ante las insistencia de Rick, pero aún así le sirvió otro vaso de whisky. Mientras cogía la botella un tipo entró en el bar. Los ojos de Rick se entrecerraron como los de un perro de caza. Estaba claro que ese no era la "hermosa mujer" por motivos más que obvios, pero su cara le sonaba.

¿No era el escritor este que ahora tenía una serie en la tele?

Colocando el vaso delante suyo y como si se lo hubiera pensado mejor, Harry se acercó a Rick en confidencia por un momento.

- Ya sabes que paso mierda. Pasaba. Admitió, sin reservas. Pero no quería que tu poli se enterase. Una cosa es que lo sepas tu y otra...dejó la frase en el aire y, viendo al nuevo cliente, aceleró la explicación. Alguien nuevo ha llegado a la ciudad y no le gusta que pasemos sin autorización. Y luego está la mujer...

Su tono sonó mucho más asustado y, con un carraspeo, se alzó de nuevo para recibir al recién llegado.

Levantándose de donde había estado, cuchicheado con Rick, Harry se levantó y se dirigió a David con esa voz seca y hastiada de los camareros de baretos de carretera.

- ¿Que te pongo?

- Joder- masculló David con su habitual falta de parsimonia-. A este sitio tenéis que ponerle hilo musical. Entre otras cosas...

Se sentó en una de las banquetas, crítico, arremangándose. David era el arquetipo de cuasi cincuentón que negaba a envejecer. Con un par de botones de la camisa negra abiertos y un paquete de tabaco asomando por el pantalón. Sacó un cigarrillo y el mechero, poniéndolos sobre la mesa.

- ¿Puedo?- preguntó, casi retóricamente y por mera formalidad dado el estado del local y su ambiente tóxico cual Chernóbil-. Una cerveza- añadió. Y se la tomaría, pese a todo. Sabía de sobra que tarde o temprano tendría que hacerlo, así que lo único que pudo hacer fue no pedir whisky.

Sin muchos miramientos, se señaló su propia cara, dando vueltas al dedo índice.

- Sé que es una indiscreción, pero, Dios mío, ¿qué ha pasado ahí?

El tono de David era su habitual. Un hombre despreocupado, centrado en lo que tenía delante y con un exceso de confianza y extroversión, sin reparos a la hora de hablar con quien fuese. Sus objetivos eran, pese a todo, muy distintos y no por ello menos claros.

La pregunta de David pilló con la guardia completamente baja al camarero. Si aquello hubiera sido un bar del oeste, el pianista se hubiera callado de golpe y todo le mundo hubiera mirado amenazadoramente al nuevo. Las miradas asesinas allí estaban, pero por desgracia, en el local no había un pianista con el que amenizar el asunto.

- Me caí por las escaleras...respondió el camarero aún sorprendido pero con clarísimo cinismo, dejando la cerveza frente al escritor antes de largarse con el resto de los parroquianos. Ahora Rick estaba al lado de David, con el camarero prestando atención al resto de la clientela...o fingiéndolo. De vez en cuando lanzaba miradas de reojo al escritor, valorando si tenía huevos o si, sencillamente era subnormal.

La puerta volvió a abrirse y esta vez la visión agradó más al resto de hombres sentados en la barra. Sasha, que había estado fuera acabando un cigarrillo, entró con su cuerpo explosivo en el local atrayendo todas las miradas y atenciones. Fingiendo no haberse dado cuenta, o más bien demostrando que aquello le resbalaba absolutamente, se acercó hasta David y pegó un trago a su cerveza.