Partida Rol por web

Ulysses no se quedó del todo tranquilo viendo que la única ayuda que había podido prestar era la de servir de oyente y quizá un poco de paño de lágrimas para Blanca. Vino a su mente el día en que ayudó a la policía a encontrar a aquella niña perdida. Había sentido un pálpito, algo especial dentro de su cabeza que lo empujó a involucrarse en el caso, y ahora sentía algo similar. Decidido, pensó que su nieto aún podría esperar un par de minutos más y se dirigió hacia donde se encontraba Blanca con aire resuelto.

-Veras, Blanca, no pretendo inmiscuirme más de la cuenta, pero conozco a tu familia desde hace años, imagino cómo lo estáis pasando y no puedo quedarme de brazos cruzados ante esta situación. Quizá si me cuentas qué fue lo último que te comentó Tona, si iba hacia algún sitio cuando desapareció, si había quedado con alguien... Incluso qué solía hacer a diario después del jogging... podría darnos alguna pista para intentar encontrarla...

- Solía pasar por una restaurante 24h de la zona a tomar un café, a esas horas el resto de cosas están cerradas...comentó la mujer alicaída y con la mirada gacha a Jules. Pero los camareros del lugar dicen que ese día no llegó a pasar por ahí. No había quedado con nadie, solo a correr, pero no se mucho más de la ruta por la que solía ir... Muchas gracias Jules, pero no se que más decirte...una triste sonrisa, eso era lo único que le quedaba a Blanca. La mujer era consciente de la bondad del anciano y sabía que nunca sería capaz de devolverle todo ese apoyo.

Con tan poca información Ulysses no era capaz de encontrar una forma de seguir la pista de Tona. Salió de la iglesia dando vueltas a la cabeza y a cómo podría ayudar a la pobre familia. Su nieto seguía insistiéndole y pensó que quizá lo mejor sería dedicarle un poco de tiempo y así despejar la mente. El pequeño quería jugar un rato por el parque y además, su abuelo le había prometido que pasarían por el kiosko a recoger unos cuentos nuevos...!!!! Cogió al pequeño de una mano y le tendió el brazo a Maggie, y juntos se dirigieron al parque a visitar al kioskero

Me temblaba tanto el pulso, y hacía tanto frio, que el cajero no hacía ni puto caso. Aunque se solucionó arreandole unas pocas patadas amigables. Je... es gracioso que el dinero siempre le tenga que obtener pateando algo...

Con mi bonita cartera llena iba encogido por la calle. Otros días habían sido más frios, aunque este no desmerecía. Ya entraba en la quinta por la 66. Calle derecha... segundo banco. Segun me acercaba me quité algún botón del abrigo a la altura del pecho, para que pudiera acceder fácilmente al bolsillo interior donde se hallaba el revolver en caso de necesidad. Nunca me fiaré de los contactos de Jon

El camello estaba sentado en el banco del parque mirando el reloj impaciente, aunque Nathan llegaba algo antes de la hora. En cuanto lo vio acercarse se levanto dando unos pasos para atrás. Ey, ¿eres tu el amigo de J.C.? No te acerques más, estos días son peligrosos y es mejor mantener las distancias. Mientras hablaba trazaba una especie de linea con el brazo en el suelo indicando a su nuevo cliente que no pasara de ahi. La otra mano la tenía metida en la cazadora, como si estuviera sujetando algo. He traido lo que me has pedido, ¿tienes mi pasta? 580 pavos, quiero verlos antes de dejar que te acerques.

El tipo miraba en todas las direcciones, era difícil saber si esto lo causaba el nerviosismo o que el tío se había metido un buen chute de su propia mierda.

El kioskero recibió a la familia Brown con una sonrisa, regalando una piruleta al nieto de Ulysses. Escuchó con paciencia las palabras del afroamericano, al menos hasta que Maggie se llevó al crío a unos columpios más cercanos. La presencia de algo tan inocente había cortado la afilada lengua del hombre que, ahora sin cortapisas, se acercó a su amigo con dolorosa sinceridad.

- Mira, Ulysses, no te ofendas, pero Tona era una petarda. comenta el kiosquero, asintiendo con vehemencia. Es un comentario poco habitual en él, siempre amable y agradable en sus palabras, así que seguramente tenga motivos. Una pesada y bastante desagradecida. Al parecer tenía bastantes problemas con los vecinos antes de venir a vivir con Blanca. Y los de ahora no estaban muy contentos...lanzó una mirada de soslayo, como si con eso dijera todo, antes de darse cuenta de lo que podía parecer que insinuaba. Cambiando el gesto al de absoluta vergüenza, gesticuló con las manos. No digo que hayan sido sus vecinos ni mucho menos...lo que quiero decir es que nadie se llevaría a esa mujer. Ni aunque le pagaran con ello. Se rascó la frente, pensativo y algo confuso. No se, normalmente los tarados atacan a jovencitas guapas. No se muy bien en que estarían pensando...

A decir verdad, el hombre tenía algo de razón. La familia de Tona no era lo bastante rica como para pedir secuestro, y nadie había solicitado ninguna cantidad de dinero hasta ahora, ni la mujer encajaba en ningún perfil de los habituales secuestradores, pedófilos o violadores. El único criterio en su selección parecía, precisamente, la falta de criterio.

El resto de la mañana de domingo continuó en el parque, aunque la cabeza de Ulysses deambulaba de un lado para otro. No dejaba de pensar en la observación que le había hecho su amigo: "Nadie se llevaría a esa mujer ni aunque le pagaran por ello..." Pero tenía que haber un motivo, siempre había un motivo. Quizá Tona no encajase en el vecindario, pero a alguien debería resultarle agradable, algún conocido tendría en el barrio...

La mañana fue transcurriendo entre los juegos y carreras del pequeño y otros niños y la charla animada de Maggie, que saludaba a los parroquianos que paseaban por allí. Las interrupciones eran continuas -Abuelo, agua! -Abuelo, mira lo que hago!, -Abuelo, cógeme en alto! y Ulysses no podía concentrarse y pensar nada en claro. La siguiente interrupción de su nieto le abrió un poco la mente:

-Abuelo, tengo hambre, cómprame un perrito!

El viejo Joe! Cómo no se le había ocurrido antes?!!Seguro que Joe conocía a Tona de verla pasar, quizá ella era clienta habitual de su carrito de comida... Además, a su nieto le encantaba juguetear con Fifi, el yorshire de Joe, lo que le proporcionaría un buen rato de charla tranquilo mientras jugaba... Sin dudarlo, se levantó de su banco tomando al pequeño de la mano.

-Vamos, es hora de reponer fuerzas, y nada mejor que un perrito de los del viejo Joe!

Hechándome un poco para atrás entresaqué un fajo de billetes de la cartera de forma que pudiera verlos... Al guardarlos, le dije...

¿Has traido también heroína? Si me dejaras probar una raya... puede que te compre algunos gramos...

Yo siempre estaba intentando asegurarme de que nadie reparaba demasiado en nuestra conversación.

Venga, sentémonos un momento, y ahora cuando decida si quiero heroína, nos intercambiamos las cosas a la vez ¿Si?

Si, jugándolo, jaja ^^ ¿Tu también?

Por cierto, la respuesta pasala al Off, que aquí queda muy feo luego :P

El viejo Joe agradeció la presencia de Ulysses, aunque Fifi no tanto la de su nieto. No es que fuese un mal chico, pero el animal ya estaba algo mayor para esos trotes. Pese a todo, el perro se puso a jugar con Maggie, el crío y una pelota hasta que decidió que había tenido bastante. Y aún así, aguantó con paciencia casi infinita las perrerías (nunca mejor dicho) del más joven de los Brown, que se dedicaba a jugar con sus orejas ahora que la pobre mascota había dejado de hacerle caso.

Joe contemplaba la escena con una sonrisa casi beata y algo triste. Ah, la familia. Eso que él apenas tenía ya.

- ¿Y que te trae a mi humilde puesto de perritos, Ul? preguntó, tendiéndole una cerveza sin alcohol a su amigo, sin coste. Su sonrisa no había desaparecido, pero había un brillo de complicidad familiar en sus ojos. Conocía bien a Ulyses, y sabía bien que algo le tenía pensativo y preocupado. ¿Que te está comiendo la cabeza?

Pues claro que he traído la heroína, ¿tu te crees que soy gilipollas? ni de coña voy a esperar a que te metas una puta raya aquí en medio del parque para venderte después unos putos gramos. No quiero que por tu culpa me partan las piernas. Comenzó a decir el tipo. Trae la pasta la pruebas en tu puta casa. Y si te gusta ya me compararas otro día. El tipo estaba cada vez más nervioso y comenzó a mirar a todos lados, había gente paseando por los pasillos cercanos.

El sentido común de Nathan le decía que estaban demasiado lejos como para representar una amenaza, entonces por que demonios notaba como si algo fuese mal. Sentía una mirada clavada en su nuca, como unos ojos que lo miraban fijamente listos para saltar sobre él y comérselo. Tal vez hubiese una amenaza real, o tal vez el mono le estuviese jugando una nueva mala pasada.

Decídete rápido, o el precio de esta mierda comenzará a subir si me haces perder el tiempo.

Mmmm algo me daba mala espina... ya debía estar hasta delirando...

De acuerdo. Aquí lo tienes. ... A la vez.

De cara a la pared, saqué el fajo bien doblado. Agarrandolo bien fuerte dejé asomar una esquina para que el la agarrara; y le tendí la mano a la altura de la cintura (para que pasara desapercibido), esperando que me tendiera una pequeña bolsa. 

La cara del camello era la típica que decía Llevo mas negocios que tu en esto, por supuesto que a la vez... El tipo se acercó sin siquiera sacar la mano del bolsillo, totalmente natural pese al nerviosismo. Cuando estaba a un paso de Nathan, sacó con la mano visible  una bolsa de plástico grande, dentro de la cual había bolsitas más pequeñas. Para Nathan, que estaba acostumbrado a ese mundo, fue fácil calcular los gramos a ojo. Estaban todos. Por su parte el tipo había hecho un calculo similar con los billetes y parecía estar satisfecho. El cambio fue rápido y limpió. Nadie en su sano juicio tendría cojones a intentar nada extraño en un intercambio así.

Pero no todo salió bien. Apenas Nathan tuvo la droga en la mano una sombra salió de detrás de él. ¡Era imposible, no había oído los pasos!...y por supuesto, su proveedor tampoco. Simultáneamente otra sombra apareció detrás del camello, también surgida de la nada. Por un momento Nathan dudó de si todo aquello era real o una alucinación, pero la cara de miedo de su acompañante le decía que era muy real... eso y un olor un tanto desagradable que salía de los pantalones de este...

El puto camello se había cagado encima literalmente.

¡Eh tu, cabrón! dijo el maromo salido de la nada con muy mala ostia. Que coño haces pasando mierda en esta ciudad. Creí que había quedado claro al partirles las piernas a varios de tus colegas. Un crujido salio de sus nudillos al mover los dedos. Esta ciudad es nuestro territorio ahora y la basura como tu va a desaparecer.

El otro tipo movió el puño como si de un rayo se tratase y el pobre camello acabó empotrado contra el suelo. Nathan había visto esto antes, en las vegas era prácticamente natural las palizas a la competencia y muchas se realizaban a plena luz del día incluso en zonas abarrotadas. Pero esto era distinto, esta no era la ciudad de las mafias...

El tipo que había hablado al principio se giró... te creesss que tu no vasss a recibir. Aquí la droga sssolo se nos compra a nosotrosss y los que como tu no lo hacen corren la misssma sssuerte que este capullo que esta en el sssuelo.

- Le diré que os veréis en el segundo banco del primer camino a la derecha que sale cuando entras por la 5ª con la 66, es un lugar tranquilo y bien cubierto.

El camello estaba sentado en el banco del parque mirando el reloj impaciente, aunque Nathan llegaba algo antes de la hora.

Apenas Nathan tuvo la droga en la mano una sombra salió de detrás de él. ¡Era imposible, no había oído los pasos!...y por supuesto, su proveedor tampoco. Simultáneamente otra sombra apareció detrás del camello, también surgida de la nada. (...)El otro tipo movió el puño como si de un rayo se tratase y el pobre camello acabó empotrado contra el suelo.

El camello ahora estaba en el suelo con uno de los matones vigilando bien que no se levantase, cosa poco probable tras el guantazo que le acababa de dar. El tipo que le había golpeado tenía la cara ligeramente girada, echando un vistazo de reojo también a su compañero. De todas formas el banco le cortaría el avance si quisiese lanzarse contra Nathan. No parecía que Nathan fuera a darles problemas, pero al parecer les gustaba el trabajo bien hecho por brutos que fueran.

El otro de los matones estaba detrás de Nathan. Esos cabrones le habían sabido cortar muy bien la escapatoria: con uno de ellos delante y otro detrás, el único sitio por el que huir era correr sin saber muy bien donde esperando despistarles. Ya había vivido situaciones similares en las Vegas y, si esos tipos eran la mitad de profesionales de lo que debían, le sería muy difícil librarse de aquello solo por salir por patas.

Estaban en el inicio de un parque bien caída la noche, por lo que probablemente nadie prestase mucha atención a lo que allí ocurría. Gritar no era una opción: sufriría las represalias bastante antes de que pudieran socorrerlo. Sin embargo las casas no estaban muy lejos, por lo que la "zona franca" acababa no muy lejos de la zona del intercambio.

Curiosamente, los matones no parecían llevar armas de fuego. Al menos no a mano. Uno de ellos gastaba un puño americano, pero por lo demás parecían confiar lo suficiente en su fuerza bruta y su forma física. Por supuesto Nathan sabía bien que un revolver podía esconderse en prácticamente cualquier parte...

Oh mierda. Que problemático. Realmente me inquietan los sucesos que últimamente se dejan ver por NY. Está pasando algo bastante gordo. Je.

Esta situación de peligro le resultaba muy familiar a Nathaniel. En el fondo, se agradecía esa situación. En cierto modo la adrenalina que le subía en ese momento era rejuvenecedora. Aún estando cabreado y con un mono de la ostia a Nathaniel inevitablemente le empezaba a salir esa sonrisilla. Hace tiempo esto no hubiera sido más que un trabajo rutinario del día a día... ¿seguiría estando en forma?

Pero Nat evitó esa sonrisa. Bajó la cabeza y con el índice y el pulgar se frotó los parpados en señal de molestia.  Sin vacilación alguna y con propiedad les escupió lo siguiente.

¿¿Es que sois gilipollas?? y antes de ver siquiera su reacción: ¿Es que no veis que estaba yo con el?

No se quien os habrá mandado, o si pasabais por aquí casualmente. Pero tenía ordenes directas de encargarme de él. Aquí teneis...

Se palpó los bolsillos de la cazadora. De un bolsillo hizo asomar la cartera... y vaciló un momento en sacarla pero siguió buscando.

Joder, en esta no es...

Teniendo la colt bien agarrada y esperando haberles hecho bajar minimamente la guardia, rápidamente encañonó al matón que tenía más cerca y le metió dos tiros a bocajarro en todo el pecho. La expresión de malhumor, pasó a convertirse en una sonrisa grotesca justo en ese momento. Acto seguido apuntó al matón al otro lado del banco.

¿Te vale este pase vip, hijo de puta?

Ulysses no se anduvo con rodeos...

-Verás, Joe, imagino que recuerdas aquella anécdota de la niña que encontré en el metro hace años...

-Sí, y? Qué sucede con ella?

-No, con ella nada, con Tona, la mujer que desapareció misteriosamente hace unos días...

-Ah, sí, la hermana de Blanca...

-Sí, ella, la conocías? Verás, quiero decir,... mmmm... Tengo el mismo pálpito que en aquel entonces, cuando lo de la niña... No sé por qué, pero algo me empuja interiormente a buscarla, creo que si tuviese alguna pista quizá podría encontrarla...pero me encuentro perdido...

Ulysses interrogaba con la mirada a Joe, esperando que le pudiese arrojar algo de luz sobre el tema 

Oh, si, Joe conocía a Tona. Joe conocía a todo el mundo. Sin embargo no tenía nada verdaderamente importante que decir a Ulysses. Salvo su ruta de correr. Entre un montón de chismorreos más propios de las mujeres ancianas y aburridas, Joe le señaló con bastante exactitud la rota que llevaba su vecina cuando salía a hacer jogging.

- Podrías probar a hacerla. Comentó, encogiéndose de hombros. Aunque no lo digo por tu forma física, no te ofendas. Añadió, con una breve risa.

Pero la tarde iba cayendo y su pequeño nieto se estaba cansando. No dejaba de ser un niño, al fin y al cabo. Dejaron a Joe recogiendo el tenderete y Maggie y Ulysses volvieron a casa, a acostar el pequeño y disfrutar de la tranquilidad de la noche viendo la tele.

Ay, se hacían mayores...