Partida Rol por web

Caminas por las decrepitas y maltratadas calles de Gary, en dirección hacia la herrería, una gran nave industrial abandonada. Carilla comento que era un lugar interesante donde plasmar tu arte cuando te aburrieras, un lugar que según ella solo era visitado por los miembros de la estirpe. Era un día frio y sin nada interesante que hacer, aun faltaba una semana para la fiesta de Mordius y la idea de pintar una de las grandes paredes de la nave industrial fue lo único que te dio fuerzas para levantarte esa noche.

El viento aullaba con fuerza en el interior de la nave industrial, el aire arrastraba algunas hojas de periódico pero en el gélido aire había algo mas, recocías el olor a espray recién usado también de recocinas la marca, era la usada por los niños pijos en sus actos de delincuencia. Con cuidado avanzas por la gran nave hasta dar con el espray a casi lleno. En la pared hay un grafiti de principiante, solo una frase escrita, aunque el diseño es muy sencillo en la distribución de las palabras y en la formas de la letras hay algo de belleza. El mensaje dice.

La antorcha ya no puede ser mía por más tiempo, si la deseas, ven a mí. Allicia.

Justo una semana antes de fin de año, recibes un aviso la emisora escupe las palabras de la centralita “…..hombre bajo, rubio…. “Las interferencia cortan parte de la emisión. “Agresión a un grupo de mendigos, unidas 8 acuda a la intersección de las calles…..”

Al llegar a la zona descrita por la emisora un reguero de sangre te guía hacia un pequeño y oscuro callejos, maldices a Michel por ser hoy otro de esos días en los que se escaquea del curro. Bajas del coche y con la pistola desenfundada en una mano y la linterna en la otra empiezas a recorrer el estrecho y oscuro callejón atestado de basura. Cuando has andado unos diez metros por él, el foco de la linterna se posa sobre una espalda musculosa.

Juger se levanta y te saluda con una amplia sonrisa, en la comisura de los labios aun hay algo de sangre. Bien, te esperaba dice con tono jocos, pero pensaba que la policía era más rápida, imagínate que yo fuera un tipo malo y hubiera querido matar a este pobre indigente dice mientras da un par de golpecitos a un cuerpo inerte que descasa a sus pies. No temas sobrevivirá.

Pero vayamos al grano, dice mientras se limpia los restos de sangre con la manga. Tengo un regalo para ti, pero tendrás que ganártelo.  O pensabas que tu papi nunca te iba a dar un regalo. Sus carcajadas recorren todo el callejón. La cosa es la siguiente, la señorita estrecha a la que tú seguramente conozcas como Allicia, ha decidido traspasar su zona de caza. No me pregunte el porqué, no lo sé. Niega en rotundo. Solo sé que mañana celebrara una subasta en “La Antorcha”, un club de estriptis que usa como zona de caza. Me gustaría que consiguieras esa zona de caza.

El timbre de la casa suena una y otra vez, con dificultad consigues ponerte en pie. Algo te dice que apenas han pasado unos minutos desde que se apuesto el sol. A tientas recoges los pantalones del suelo y te diriges a la entra. Tu nuevo refugio no es gran cosa, un pequeño apartamento de soltero de segunda mano en el centro de Gary, era lo mejor que pudiste conseguir después de abandonar la casa de Mordius, un piso barato con un casero que no hizo ninguna pregunta. Cuando por fin alcanzas la puerta, abres, en el pasillo este vacio. Pero en el suelo hay una carta en papel de buena calidad, igual que el que se utiliza para las invitaciones de las bodas. Con las manos torpes, aun afectadas por el letargo del día, abres la delicada carta en el interior hay una nota escrita con pulcra caligrafía.

Querido Sebastian:

Estoy aburrida de las luces ardientes de mi hogar. Si deseáis una zona de caza y diversión, vendrás a La Antorcha hoy, dos horas después de la campanada de medianoche.

Allicia.

¿Pero qué mierda es esta? Dijo James entre murmullos mientras intentaba buscarle significado a esas palabras. Estos niños pijos... Y pensó que el autor de esto no andaría lejos. Se puso a merodear por la zona con todo el sigilo que pudo, buscando a alguien en los alrdededores.

Sebastian se levantó a malas pues tenía muchos motivos para ello, el piso tan sórdido que había usado de refugio, la marcha de marianne, o incluso el mero hecho de despertarse, cuando vió la carta se metió a la habitación una vez mas y se sentó en la cama mientras la releia una y otra vez

-....pensaba que Alicia se escribía con una "L"....

la verdad era que por lo visto en la carta se mostraba mucho mas abierta que en persona...mas aún le daba una fuerza de la que carecia, el vastago llego a sentirse un poco intimidado al leerla, así que la examinó para determinar el caracter de la persona que la había escrito.

la cogió con los dedos y la golpeo con la otra mano de forma distraida mientras se dejaba llevar por sus pensamientos

en esta maldita ciudad no tengo nada mejor que hacer...de momento ¿y si esa "chica" es algo mas de lo que aparenta...abrazar es un acto muy meditado...

en su fuero interno se dijo que era mejor no asistir a la "antorcha" pero siendo la chiquilla del príncipe, declinar su "encantadora oferta estaba fuera de cuestión"

ya con la resolución de sus futuros actos en mente, Sebastian se levantó de la cama cogió las llaves la cartera y el móvil y salio de su apartamento, mientras bajaba hacía su coche por las escaleras, marco el numero de su ghoul, para pedirle algunas explicaciones.

¿Una subasta? ¿Al viejo estilo de dinero? Menudo negocio, reclamar una zona y luego venderla.

Busco dúrate un buen rato el resto de los “niños pijos” pero no encontró nada. Poco a poco todo comenzó a tomar sentido “la antorcha” era un club de estriptis de la zona de Gary un sitio mediocre pero de buen ver, y la tal “Allicia” puede que fuera la chiquilla de Mordius, la mujer que vestía desfasada y de mal genio.

Juggler rio, no chico, el dinero no vale para nada cuando tienes la inmortalidad por delante. El dinero solo compra caprichos. Seguro que la chiquilla del príncipe busca algo mas.. el hombretón se traba buscando la palabra adecuada. …mas provechoso. Como algún tipo de favor o algo por el estilo. Aunque tratándose de la discípula de Mordius te puedes esperar cualquier cosa.

El timbre de almacén suena una y otra vez, con dificultad consigues ponerte en pie. Algo te dice que apenas han pasado unos minutos desde que se apuesto el sol. A tientas recoges los pantalones del suelo y te diriges a la entra. El almacén no es gran cosa, una pequeña nave con un par de oficinas, una de ellas adaptada como refugio con las ventanas tapadas y la puerta reforzada. Cuando por fin alcanzas la puerta, abres, la calle esta vacía. Pero en el suelo hay una carta en papel de buena calidad, igual que el que se utiliza para las invitaciones de las bodas. Con las manos torpes, aun afectadas por el letargo del día, abres la delicada carta en el interior hay una nota escrita con pulcra caligrafía.

Querido Marcus:

Estoy aburrida de las luces ardientes de mi hogar. Si deseáis una zona de caza y diversión, vendrás a La Antorcha hoy, dos horas después de la campanada de medianoche.

Allicia.

Me quedo pensativo pero ante tal invitación decido que es mejor ir a La antorcha a ver que puedo encontrar por alli, busco información sobre el lugar por internet para saber que tipo de ambiente hay alli y de como ir vestido

James se quedó pensando durante largo rato. Luego se dijo para sí mismo:

Bueno, aunque sea lo que soy no me vendrá nada mal alegrarme un poco la vista.

Se fue del lugar y se dirigió a "La Antorcha", quería saber si se cocía algo por ahí.

Vamos que me lo page yo… menudo regalo. Está bien, es bueno saber de la subasta.  A ver que pide la princesita por su feudo. ¿Por cierto el dueño del lugar, ya sabes el humano con las escrituras, está al tanto de la transacción y de lo que se cuece en su garito?

Resse mira al mendigo con pena. Posiblemente se lo lleve a la comisaria. No se presentaran cargos contra él y mañana estará en la calle. Y al menos si pasa la noche en la celda tendrá una manta y algo de calor y podrá pasarle un café y algo de bollería de la máquina expendedora. Es diciembre y pasar la noche inconsciente en la calle con una buena parte de tu sangre perdida posiblemente sea mortal.

Creo que el hombre al cargo del negocio un tal, Víctor. Dice con desdén, debe de ser el ghoul de la señorita estrecha. Creo que la chica no es tan estúpida como para no tener controlado su local.

Bueno, chico, tanta charla me está aburriendo, me abro. Te dejo con el infeliz este. Dice volviendo a señalar al medio. Seguro que te cuenta algo interesante. Las risas de Juggler recorren el callejón mientras este avanza hacia la salida, a los pocos segundos solo quedas tu, y el mendigo incosciente.

La antorcha se sitúa en la zona conocida como el “Suburbio”, esta zona se ha mantenido viva gracias a los peores elementos de la vida nocturna de Chicago, que vienen a Gary con el fin evitan la estricta policía de Chicago. Cualquier noche de sábado o viernes, el Suburbio se encuentra atestado de gente que bebe, fanfarronea y pelea bajo el pálido resplandor de las luces de la calle y el destello de los letreros de neón. Sin embargo, alrededor de las dos de la madrugada, lentamente se van a sus casas, dejando las calles abandonadas y silenciosas.

La antorcha es el típico club de estriptis con la fachada atestada de neones rojos, aunque mas de la mitad están ya fundidos o rotos; la farola que hay frente al local parpadea al igual que los neones y en la puerta un hombre alto con gafas de sol te mira como si fueras un delincuente. El interior del local no mejora mucho mas, está decorado al estilo de un antiguo palacio arabe con molduras de yeso, arcos, columnas y sedas, sin embargo, está considerablemente estropeado, la pintura está desconchada, el suelo de madera profundamente arañado y bastante sucio, y las pocos espacios que en su momento fueron ventanas ahora están enladrillados. Hay barra donde se sirve la bebida, y mesas y sillas rodean las cinco pasarelas del escenario.

Un hombre alto con el pelo largo con brillantina, y traje barato se acerca con aires de grandes. Bienvenido a la antorcha, el mejor club de todo Gary. Dice con un marcado acento neoyorkino, mientras te palmea el hombro. Mi nombre es Víctor, estoy aquí para servirle. Espero que lo pases en grande. En unos momentos empezara a la actuación. Dice como si no se hubiera dado cuenta de que dos esplendidas mujeres vestidas con sensuales ropas árabes interpretan en el escenario la danza del vientre.

El hombre te coge por el hombro y te atrae hacia él, aunque lo interesante empieza después, dice en voz baja. Cuando cierre el bar empezara la subasta, hasta entonces disfruta como el resto de la chusma.

La antorcha se sitúa en la zona conocida como el “Suburbio”, esta zona se ha mantenido viva gracias a los peores elementos de la vida nocturna de Chicago, que vienen a Gary con el fin evitan la estricta policía de Chicago. Cualquier noche de sábado o viernes, el Suburbio se encuentra atestado de gente que bebe, fanfarronea y pelea bajo el pálido resplandor de las luces de la calle y el destello de los letreros de neón. Sin embargo, alrededor de las dos de la madrugada, lentamente se van a sus casas, dejando las calles abandonadas y silenciosas.

La antorcha es el típico club de estriptis con la fachada atestada de neones rojos, aunque mas de la mitad están ya fundidos o rotos; la farola que hay frente al local parpadea al igual que los neones y en la puerta un hombre alto con gafas de sol te mira como si fueras un delincuente. El interior del local no mejora mucho mas, está decorado al estilo de un antiguo palacio arabe con molduras de yeso, arcos, columnas y sedas, sin embargo, está considerablemente estropeado, la pintura está desconchada, el suelo de madera profundamente arañado y bastante sucio, y las pocos espacios que en su momento fueron ventanas ahora están enladrillados. Hay barra donde se sirve la bebida, y mesas y sillas rodean las cinco pasarelas del escenario.

Un hombre alto con el pelo largo con brillantina, y traje barato se acerca con aires de grandes. Bienvenido a la antorcha, el mejor club de todo Gary. Dice con un marcado acento neoyorkino, mientras te palmea el hombro. Mi nombre es Víctor, estoy aquí para servirle. Espero que lo pases en grande. En unos momentos empezara a la actuación. Dice como si no se hubiera dado cuenta de que dos esplendidas mujeres vestidas con sensuales ropas árabes interpretan en el escenario la danza del vientre.

El hombre te coge por el hombro y te atrae hacia él, aunque lo interesante empieza después, dice en voz baja. Cuando cierre el bar empezara la subasta, hasta entonces disfruta como el resto de la chusma.

La voz de la secretaria suena lejana por el móvil. Si, Sebastián. Dice con voz firme y descansada. Llevas varios días sin aparecer por la oficina, ni por tu apartamento, ¿ha pasado algo?. La calle desierta y el viento sopla arrastrando varios periódicos viejos; en la acera de enfrente un coche tiene la luna hundida y todos los cristales rotos, gracias que el apartamento venia con un garaje.