Partida Rol por web

A esta escena es a la que iréis llegando todos, aquí os juntaréis, pero todos tenéis que pasar por las dos anteriores. Así que no os preocupéis, que avanzaremos de lleno en la historia de todos ya una vez hayáis llegado aquí. Pero los demás iréis terminando en las que estáis y pasando a las siguientes según podáis.

Sin embargo, aunque desde el principio ya sabéis que no es mi intención obligar a nadie a postear si no puede, tampoco me gustaría que ninguno se quedase demasiado atrás, así que os pediría un pequeño empujón para poder llegar todos aquí, luego cuando ya esteis todos juntos, la exigencia lógicamente será menor y podremos ir a un ritmo acorde a todos :)

Ángela los guió a través de unos túneles de roca, parecían antiguos, de hacía milenios. Las paredes estaban llenas de telarañas y no había absolutamente ninguna luz que los iluminara, sin embargo, por alguna razón, John se sentía a salvo ahí, en las sombras, y cuanto más profundas, mejor. 

La niña los guió hasta una aparente pared de piedra, en la que apretó fuertemente una de las más sueltas y entonces la puerta que ocultaba aquella pared se abrió. Salieron a una sala peculiar: 

Parecía un restaurante de una bodega, pero estaba vacío y las luces estaban apagadas. 

-Mi Elíseo está situado en las profundidades de Madrid Centro, tuve que esconderlo del Sabbat, por supuesto. Su ubicación es secreta y así debe seguir siendo, ¿entendido? Cuando vengáis por vuestra cuenta, aseguraos de que no os siguen. Nos encontramos en la sala subterránea del famoso Café Gijón, o como a mí me gusta llamarlo, Gran Café de Gijón, cuna de muchos ilustres escritores hispanohablantes. Como podréis comprobar, sin embargo, las entradas al Elíseo a través de él están ocultas. 

Entonces Ángela se acercó a la pared opuesta a aquella por la que habían salido y apartó una estantería de cubiertos. Pulsó un botón y entonces se abrió otra puerta, enfrentada a la anterior.

-Tengo que ocuparme de algunos asuntos -dijo mientras les cedía el paso- corredor adelante llegaréis a la sala donde está el Príncipe. 

Los hizo pasar y después cerró todo y lo dejó como estaba al principio. 

-Vamos.

Lola no se lo pensó dos veces. Estaba decidida a terminar cuanto antes, pero también parecía algo nerviosa. Seguramente, pensó John, era por su protegida, la niña, Victoria había dicho que se llamaba. 

El pasillo por el que John caminó junto con su sire era diferente al anterior. Estaba poco iluminado también pero las paredes eran de liso mármol. Al terminar éste, llegaron a una estancia amplia, de paredes de lisa piedra blanca. No estaba muy recargada, pero al entrar, una sensación de grandiosidad los invadió. A ambos lados de la habitación había puertas, la mayoría de ellas cerradas. En el lugar había varias personas aparentemente charlando de cosas banales, además, los cuatro que los habían cogido estaban al fondo, hablando con un hombre y una mujer mayores. 

-Vamos -repitió Lola; mientras caminaban, en voz sumamente baja le aconsejó-: es una Gangrel; no hay muchos príncipes Gangrel pero ésta se lo ha ganado con creces, salúdala, inclínate si hace falta, no importa si en la sociedad actual ya está desfasado y escucha; no hables al menos que ella te lo indique.

Llegaron al final de la sala, Lola erguida en toda su grandiosidad, levantando miradas y murmullos a su paso, y automáticamente el círculo se separó y Rafael, Azara y Eileen quedaron a un lado, el otro hombre de antes y el mayor al otro y la mujer mayor, imponente sobre un escalón que había allí, se quedó mirándolos fijamente. 

Lola se plantó delante, sin vacilar, debajo del escalón, y agachó ligeramente la cabeza, como en un amago de reverencia, reminiscencia de un tiempo pasado. 

-Así que tú eres la Lasombra -en su tono de voz se apreciaba cierta desconfianza, sin embargo, la Príncipe era una mujer inteligente y sabía que Ángela era capaz de calar muy bien a los cainitas que dejaba entrar en el Elíseo, así que trató de confiar y que no se le notase demasiado ese sentimiento; al fin y al cabo, la necesitaban-, bienvenida al Elíseo. Perdona que ea tan directa, pero nos estamos quedando sin tiempo para algunas cosas... Como ya te habrán puesto al corriente, Victoria está en un lugar seguro por el momento. Después, Aarón te ayudará a establecer su seguridad -dijo señalando al otro hombre que había estado con ellos en la celda-, pero ahora ve con él, cuéntale todo, demuéstrale que realmente estás de nuestro lado y entonces, sólo entonces, confiaré en ti.

Aarón se dio la vuelta y Lola, sin decir una sola palabra, lo siguió. John miró alternativamente a Lola y a la Príncipe, quería seguir a su sire, pero la advertencia de ésta lo hizo recapacitar y dudar de si eso fuese adecuado. Sin embargo, su diatriba no duró mucho.

-Tú, neonato -le dijo la Príncipe- supongo que sabes quién soy pero no cómo me llamo, mi nombre es Helena. Éste es Álex, mi mano derecha -dijo señalando al otro hombre mayor-; luego puedes ir a ayudar a tu sire a proteger a esa niña humana si te hace mucha ilusión pero ahora no te permito que la sigas. Cuando me demuestres tu valía, quizá confíe un poco más en ti, de momento eres un bebé inesperado que aún no sé si sirve para algo. 

Su expresión no se había alterado en ningún momento, no había en ella desprecio ni odio, tan sólo indiferencia. Acto seguido, se dio la vuelta y se marchó hacia una de las puertas contiguas, murmurando algo sobre muchas cosas que hacer antes de los nuevos...

-Lo que significa, no hagas nada absurdo -le dijo el otro cuando ella se había ido, a modo de presentación- encantado de conocerte, la verdad es que cuantos más mejor. Eres invitado, puedes salir y entrar de aquí aunque, de momento, limítate a no excederte y obedecer lo que te digan, por lo demás, eres libre de vagar por el Elíseo. He de preparar la llegada de los nuevos, deben estar a punto de venir, pero si tienes cualquier pregunta que le quieras hacer a ella, por favor, házmela a mí. 

Entonces se dio la vuelta y salió por la puerta por la que Helena acababa de desaparecer.

Salieron a la calle. Aún era pronto así que el metro todavía funcionaba. Linda y Zoe sabían exactamente a dónde se dirigían. Linda iba del brazo de Isaac todo el tiempo, por si aún se encontraba algo débil. Zoe pagó tres billetes y entraron en el subterráneo. Aunque era tarde, había aún gente en el metro ya que era viernes por la noche. Sin embargo, nadie pareció notar su presencia. 

Salieron en la estación de Recoletos, cruzaron la calle y caminaron un poco por el lateral del paseo. Entonces llegaron a un local, un café que ya estaba cerrado, en su letrero se veía con hermosas letras repujadas: Gran Café de Gijón. 

Zoe llamó a la puerta con un ritmillo característico y al momento una figura apareció tras ella. Se trataba de una niña, de apenas trece años, que iba vestida sin embargo de forma muy elegante. 

-Linda, Zoe y nuevo chiquillo, deduzco -sonrió la niña- bienvenidos a mi Elíseo, pasad, por favor, ya sabéis por dónde es.

Las gemelas entraron, seguidas de Isaac y la niña cerró la puerta, no sin antes mirar a ambos lados de la calle, vigilante. 

-Perdona mi rudeza -le dijo entonces a Isaac directamente, según los guiaba escaleras abajo-, mi nombre es Ángela y estás en mi Elíseo. Sigue mis normas, no llames la atención, no descubras este lugar a nadie y todo irá bien. 

"Pero si incumples alguna..." aquello sonó en la mente de Isaac, porque Ángela no estaba pronunciando palabra alguna y sonó de tal forma que daba miedo "...yo misma me encargaré de echarte a patadas a la calle a plena luz del día". 

-No sabría deciros el humor de la Príncipe ahora mismo... -les comentó mientras atravesaban el subterráneo del local, abrían una puerta secreta al fondo de éste como si nada y la volvían a cerrar tras ellos- ... ha venido Lola, la Lasombra y ha aceptado... pero resulta que tiene un nuevo chiquillo. 

El pasillo en el que entraron los llevó a una nueva habitación, amplia, iluminada. Las paredes lisas, no muy recargadas, daban paso a varias puertas, la mayoría cerradas. Ángela los condujo hasta el centro de la habitación y les pidió que esperasen. 

Ángela desapareció por una puerta y volvió a aparecer al cabo de unos minutos por otra, seguida de un hombre y una mujer mayor. Linda le dijo rápidamente en voz baja a Isaac que aquéllos eran la Príncipe, Gangrel, y su mano derecha, un Ventrue, como Zoe. 

La Príncipe se acercó a ellos tres, seguida de Álex, el hombre que era su mano derecha. La niña se quedó atrás, cerca de un hombre de pelo largo con gabardina, una muchacha pelirroja y otra claramente noreuropea, con el pelo teñido de negro y morado. 

-Linda, Zoe -saludó la Príncipe, a lo que ambas respondieron agachándose levemente- así que éste es tu nuevo chiquillo, Linda. Interesante... Me llamo Helena; no sé hasta dónde te habrán contado, pero estás aquí porque has sido elegido entre otros para llevar a cabo cierto cometido. Por supuesto, a cambio, habrá recompensas, qué sería de este mundo sin ellas... Pero, de momento, eres un chiquillo puesto a prueba. Demuéstrame lo que vales y te reconoceré como miembro de nuestra Camarilla. Hasta entonces no eres nada para mí... justo como ese de atrás -con un gesto del dedo señaló a John, el otro hombre que estaba ahí algo perdido aún. 

En ese momento se dio la vuelta, les hizo un gesto a las dos gemelas para que la siguieran y desapareció por una de las puertas laterales.*

En ese momento el hombre mayor se acercó a Isaac. Cuando Zoe pasó por su lado, lo saludó con una inclinación y éste le devolvió una sonrisa casi paternal. 

-O sea -le dijo el hombre mayor a Isaac- no hagas nada estúpido de momento. Bienvenido al Elíseo, mi nombre es Álex; todo lo que quieras preguntarle o decirle a Helena, mejor dímelo a mí ¿has entendido? -se presentó. 

Notaron que cuando la Príncipe se fue y Álex se marchó tras ella, el ambiente en la sala se relajó. Las conversaciones, que se habían detenido cuando Helena había llegado, se acababan de reanudar. El hombre de pelo largo y gabardina se acercó a Ángela y la saludó con una inclinación de cabeza. Ésta le devolvió el saludo, sonriendo.

-¿Cómo estás, abuelita? -escucharon que le decía la de pelo negro y morado a Ángela, esbozando una sonrisa sesgada.

La niña la fulminó con la mirada. Si las miradas pudieran matar (lo cual, por otro lado, no era muy difícil de imaginar en aquellos momentos) aquélla sin duda lo habría hecho... Sin emargo, la joven no se amilanó. 

-Oh, vamos, a efectos prácticos, eres nuestra abuela, ¿no?

-Azara -el de la gabardina la miraba con gesto reprobatorio-; tienes una misión, ve. 

-Sí, ya voy. No tengo muy claro qué estará haciendo ese maldito Brujah... ¡Siempre tengo que arreglar yo sus desaguisados! ¿Por qué no podré haber ido yo desde el principio?

Sin embargo, se metió en una habitación, riendo. A los cinco segundos salió de nuevo de ella, con una funda alargada colgada a la espalda y se marchó, despidiéndose con la mano, por el pasillo de entrada. 

Mientras tanto, Ángela hablaba en voz queda con el de la gabardina y la de pelo rojo. 

-Eileen -dijo entonces el hombre-, tampoco sabemos qué es de Carlos. Ve a echar un vistazo. 

-A sus órdenes, mi capitán -bromeó ésta, también sonriendo; entonces, con una gracilidad felina, dio una vuelta ompleta y se despidió, marchando también por el pasillo de entrada. 

John se dedico a seguir a Angela a través del recorrido hasta el momento que esta nos dejo de nuestra cuenta, luego escucho las palabras de Lola y tomo sus consejos, no hablar si no es necesario.

Al momento de mencionar que la príncipe era una Gangrel John pensó Que rayos es un Gangrel? más no considero prudente preguntar en ese momento, seguro era otra persona más con habilidades extrañas. 

Según la manera como nos recibió la príncipe se daba a ver que no tenía mucha confianza en los nuevos invitados, bueno es natural pensó John, no muchos son tan abiertos a los desconocidos, al ver que Lola hace una reverencia John también la hace tanto a Helena como a Alex pensando que es algo de buena educación entre los que allí estaban y una vez que la príncipe termina de hablar dice, Mi nombre es John y es un placer, gracias por recibirme.

Tras esto unos momentos después llego otro sujeto al cual Helena también le dijo cosas similares a las de John, que locura ahora pertenezco al paredon de los perdidos, después de que la príncipe vuelve a retirarse John se acerca a Alex y le pregunta Que es una Gangrel? que es una Lasombra y que es todo esto? después de todo la príncipe no estaba tan equivocada, realmente estaba perdido.

después de que la príncipe vuelve a retirarse John se acerca a Alex y le pregunta Que es una Gangrel? que es una Lasombra y que es todo esto? después de todo la príncipe no estaba tan equivocada, realmente estaba perdido.

Álex miró al neonato levantando una ceja. 

-No te han explicado mucho, ¿eh? -preguntó; entonces se volvió hacia Isaac- ¿a ti tampoco? 

Ante la mirada de Isaac, se dio cuenta de que la respuesta era negativa. Suspiró.

-¿Por qué siempre me toca hacer de maestro bibliotecario? -se quejó, pero en seguida rió y les dijo a ambos-: seguidme, hay cosas que deberíais saber. 

Tras las palabras de Alex, John se dedico a seguirlo...

Álex los llevó por una de las puertas laterales que había allí; al atravesarla (gracias, hay que matizar, a un manojo de llaves que el hombre llevaba) se encontraron en una sala casi más grande que la enterior, una biblioteca decorada al estilo antiguo.

-No toquéis nada sin mi permiso -les advirtió, haciéndoles un gesto para que lo siguieran entre estanterías y estanterías de libros nuevos y viejos, algunos recién elegidos best seller del año, otros antiguas obras de colección-, o no seré yo quien os proteja de la ira de Ángela si rompéis algo. ¿Dónde está...? veamos...

Tras un par de giros de esquinas y un par de vistazos rápidos, Álex encontró lo que buscaba. Un grueso volumen, encuadernado en cuero negro, tan grande que era necesario cogerlo con dos manos y sin título alguno por ningún lado. Álex lo sopló para quitarle el polvo y se lo llevó a una zona de lectura donde había mesas. Lo colocó en una de ellas con cuidado y les hizo a ambos un gesto para que se sentaran enfrente. 

-Hay que hacer las cosas como se deben hacer. Empecemos por el principio...

John recorrió los pasillos hasta llegar a una biblioteca muy grande, al fin un lugar un poco más natural pensó, tras visualizar los estantes sin tocar nada y siguiendo el recorrido de Alex toma asiento en la mesa...

El hombre se dedicó varios minutos a pasar páginas, buscando algo en concreto. Finalmente lo encontró, cogió aire y comenzó su narración. Fue una narración larga y extensa, casi como si les estuviese contando un cuento. Básicamente, lo que ambos hombres sacaron en claro de todo aquello fue lo siguiente:

Evidentemente los habían mordido vampiros o, como decían allí, los habían abrazado cainitas. Por lo visto, había vampiros en la tierra desde que el mundo es mundo, de hecho, se llamaban a sí mismos cainitas porque el primer vampiro fue Caín. ¿Eso de la quijada de un asno? Patrañas. Caín mató a Abel porque se lo merendó. De él surgieron los primeros cainitas, ahora catalogados como Antediluvianos, que se suponía que en estos momentos estaban durmiendo. La historia decía que cuando llegara una cosa llamada Gehena*, los Antediluvianos se levantarán y convertirán el mundo en un erial, consumiendo a vástagos -otra forma de llamar a los cainitas- y mortales por igual. Luego están los Antiguos o Ancillae, como muchos de los que estaba en la sala y con los que habían interactuado ellos hacía un rato. Además, había vampiros más jóvenes, la gran mayoría de cainitas, de hecho, y luego estaban ellos, los neonatos, que no serían reconocidos como verdaderos vástagos hata que no probaran su valía ante su Príncipe. Además les matizó que los vampiros no eran lo único que convivía con humanos como seres pensantes en el mundo, pero claro, todos estaban escondidos. 

Luego estaban los diferentes cargos, había miles y seguramente tendrían que preguntar varias veces, pero básicamente el Príncipe es alguien muy poderoso que controla una ciudad. Tiene a su lado un Senesca, su mano derecha -Álex-, un Sheriff, su mano controladora de las normas -el tal Aarón-, generalmente un Guardián del Elíseo, el refugio seguro de la ciudad -Ángela-, y luego tiene varios llamados Justicar que son la mano ejecutora del Príncipe, los que hacen cumplir sus órdenes -Rafael, el tipo de la gabardina, es uno de los mejores de Helena- y por último, si el Justicar era su mano ejecutora, los Arcontes son los dedos -las dos muchachas, Eileen la pelirroja y Azara la de la katana eran las arcontes de Rafael en este caso-. 

Por último, Álex les explicó también, de una manera bastante gráfica, que había dos facciones enfrentadas a lo largo y ancho del mundo: la Camarilla y el Sabbatt**. Al parecer, la Camarilla era donde estaban ellos, eran un grupo de vampiros que trataban de mantener lo que ellos llamaban la Mascarada, o sea, que no se supiera que existían y coexistir con los humanos para ello, con normas como por ejemplo, tratar de no matar a los humanos de los que te alimentas, etc. Por otro lado, el Sabbatt se dedicaba a hacer todo lo contrario. En aquellos momentos, Madrid era una ciudad completamente gobernada por el Sabbatt***, la Camarilla se había cansado, querían recuperar la capital, habían designado a un Príncipe con toda su tropa -Helena- y le habían encomendado recuperar la ciudad. Helena estaba reclutando neonatos para engrosar sus filas y algunos de los mencionados ya se habían puesto con algunas cosas; en concreto, Rafael, Azara, Eileen y Aarón llevaban la voz cantante en este tema. Además, había clanes, algo así como "líneas sucesorias" de cainitas. Al parecer, según el clan que los hubiese abrazado tendrían desarrolladas ciertas habilidades u otras. Álex no les explicó todas, ni mucho menos, sólo les dijo que los Lasombra, el clan de Lola y, por tanto de John, eran típicamente Sabbat, o sea que ellos acababan de convertirse en antitribu, renegados del Sabbatt ahora leales a la Camarilla; que los Tremere, el clan de Linda y, por tanto de Isaac eran Camarilla típicamente y que los Ventrue, su clan y el de Zoe (que además, comentó orgulloso, era chiquilla suya) eran el mejor clan que existía. 

-Y eso es todo. Si queréis alguna matización más, bueno... -se lo pensó un poco- como ya supondréis, vuestros sires son las personas que os han abrazado; no sólo hay una relación de obediencia o responsabilidad entre sire y chiquillo sino que también se crea algún tipo de lazo... Por otro lado, entiendo que toda esta información es un aluvión enorme y que habéis conocido a muchas personas hoy. ¿Hay algo en concreto que queráis saber de alguna de ellas? SI está en mi mano aclararos dudas, lo haré gustoso.