Partida Rol por web

John se habia despreocupado de Richard suponiendo que le segiria pero lo habia perdido la vista. Despues de que los soldados le dejaran en paz (*) se dio cuenta de que el grandullon habia vuelto a aparecer. Viendole en problemas con los guardias se quedo cercan esperando a que terminaran de cachear a Richard.

Este tipo puede ser util si se avecinan problemas. En todo comando necesitamos un M-A Barracus.

Le hizo una seña para que se acercara a el mientras decia al soldado

Este esta aqui conmigo, no hay problema

Sonrío al señor Blind, entiendo por sus palabras que él no es un activista que buscase atentar contra el experimento, por mucho que no le gustase nada lo que van a hacer. ¡Qué diablos! A mí tampoco me hace gracia lo-que-sea que hacen aquí. Cuando el 'show' comienza, me concentro en observar a los demás con la clara intención de vislumbrar a cualquiera que quisiera tocarme las narices. Busco también con la mirada a John Carter para ver qué es lo que hace y, cuando me doy cuenta, de nuevo a los invitados.

Al morir la rata, pierdo la concentración y dejo de mirar al público. Se hace el silencio y yo me quedo expectante, mirando a la rata que se convulsiona y... ¡se levanta!

- ¡Eh! -Protesto, cuando los de las filas delanteras se levantan impidiendo que pudiésemos ver. - ¡Agachaos, que todos queremos ver! -Me levanto también, pero sigo sin poder ver nada, así que comienzo a salir de mi fila de asientos para poder ver desde fuera de las gradas hasta que, de repente, llegan los disparos. Inmediatamente, saco mi pistola y le ordeno a Blind que se quede ahí.

Rodean las gradas de manera muy sincronizada (¿cuánto han estado entrenando?) y en un visto y no visto nos tienen como a ratas en una jaula. Incapaces de irnos por ningún otro sitio y sin muchas posibilidades en un enfrentamiento armado. ¿Hola? ¿Os lo hemos puesto en bandeja o me lo parece a mí?

- ¿Qué coñ...? -Murmuro por lo bajo. Cuando les veo señalándome, siento un escalofrío que recorre toda mi columna vertebral. Algo me dice que ser una trabajadora de la seguridad del complejo les va a importar más bien poco. Vuelvo a buscar a John Carter con la mirada y, sin esperar mucho más, voy hacia él antes de que uno de los guardias se le acerque a él o a mí. Le cojo de la manga para llamar su atención, acercándome mucho para susurrarle: - ¿Sabes qué coño están haciendo? ¿Desde cuando tenemos permitido abrir fuego contra...? - Me callo. Joder, ¿qué importa? Nos van a matar-. No sé qué hacer, ¿qué hacemos?

Le escucho atentamente. Si alguien de los presentes tiene una respuesta, es él.

Turno 5.

La gente, asustada y agitada, comienza a bajar de las gradas rodeadas por los guardias, y se forma una barahunda importante de gritos de miedo, rostros tensos y susurros nerviosos. Mazzaro, que se encontraba junto a Raquel en el patio de butacas, intenta salir inadvertidamente con su nueva amiga corriendo entre la gente hacia las vías. Sus palabras a la joven causan su efecto, y ella, tan arrojada e impulsiva como el italiano, le sigue de buen grado.

(Sigue...)

"Vamos ragazza. Esto esta complicato, mejor será que nos larguemos de aquí..."

"Corre, hacia las cajas... joder, cuando estas fotografías salgan a la luz...", exclama la joven apretando la cámara contra su enjuto cuerpo y corriendo hacia el material amontonado junto a las gradas.

(Sigue...)

Sin embargo, aunque salieron corriendo en la dirección contraria a la que salen los guardias, (que corren desde todas las puertas de la pared norte), dos de ellos, los primeros en rodear el hemiciclo por delante, los descubren saliendo del gentío y corriendo hacia las cajas, un lugar en el que posiblemente pudieran encontrar refugio.

"¡Alto!", grita uno de ellos con su voz metálica, atenuada por la máscara biológica. "¡Alto o disparo!". Sin pensarlo dos veces, alza un arma pesada de repetición y la descarga sobre la persona que va detrás, (Raquel, cogida de la mano de Mazzaro).

El joven que corre delante nota cómo se sacude el cuerpo de su compañera cuando una docena de balazos atraviesan su espalda y emergen como cráteres a través de la camiseta beis, estrellándose finalmente contra la pared y las cajas de material y dejando un horripilante reguero de líquido rojo pulverizado, parte del cual mancha la ropa del italiano.

Impulsada por los terribles impactos, la joven da algunos pasos más soltándose de la mano de Mazzaro, y cae asesinada por la panda de psicópatas uniformados, con la cara contra el suelo, un brazo bajo el cuerpo y otro en un extraño ángulo.

Un charco comienza a formarse rápidamente bajo ella, mientras los dos gorilas se acercan con las armas en ristre a Mazzaro. "¡Vuelva al grupo, por favor!", exigen con absurda educación.

(Sigue...)

Richard no llega a alejarse tanto de las gradas, e intenta dejar su móvil escondido en algún sitio, (bajo la estructura de los asientos, por ejemplo). Sin embargo no consigue llegar a ellos, y es testigo de la horrible muerte de Raquel. Otros dos guardias salen de la formación, y se acercan a él con las armas en ristre. "¡Vuelva al grupo!, ¡vuelva al grupo, por favor!", exclaman. Sin embargo, el Sr. Bel se planta frente a ellos con actitud desafiante.

"Más te vale que me lleves de inmediato con el Sr. Sunshade....debí hacerle caso cuando me recomendó sentarme junto a él en el balcón..."

Los dos guardias, mientras sus compañeros encañonan a Mazzaro, giran sus máscaras para mirarse incrédulos. Sin duda las habilidades para mentir de Richard son muy buenas, pero para una mentira de ese calibre no son suficientes. El hispano es más alto que sus dos captores, pero éstos están armados; uno de ellos, como respuesta, lanza un culatazo contra la mandíbula cuadrada del bigotudo. El golpe es tan brutal que lo hace caer hacia atrás, pero Richard es un tipo duro, y se levanta a pesar del dolor. (4 daños), con la boca ensangrentada y el labio partido.

"¡Vamos!, ¡Vuelva al grupo!", le gritan los guardias con sus voces metálicas. Al fondo, Jonh, que no ha salido del gentío, le hace un gesto;

Este esta aqui conmigo, no hay problema

Los dos guardias se tranquilizan cuando Richard vuelve al redil, (escribe si prefieres no hacerlo, pero como Dj te aviso de que por muy fuerte que seas, nadie puede enfrentarse con un batallón de guardias armados hasta los dientes).

(Sigue...)

Una vez se reúnen, el Sr. Freeman, protegido por toda la gente a su alrededor, hace un par de driblajes, esquiva al primer guardia que le iba a cachear, y consigue convencer al segundo de que el primero ya lo ha hecho. Como resultado, es el único que consigue conservar lo que trajo en los bolsillos.

(Sigue...)

Lisa, por otra parte, baja corriendo hasta encontrarse con Carter, y algo desesperada le pide ayuda.

- ¿Sabes qué coño están haciendo? ¿Desde cuando tenemos permitido abrir fuego contra...?. No sé qué hacer, ¿qué hacemos? -

Su compañero se gira, y ella se sorprende un tanto al ver la pistola en su mano, apuntándola directamente. Carter tiene una expresión que resulta entre culpable, resignada y triste. "Desde que el Sr. Sunshade estableció este protocolo. Era improbable, pero tenemos que asegurar a los testigos. No podemos permitir que toda esta mierda salga a la luz", exclama mientras desarma a Lisa, quitándole su equipo.

"Siento que estés entre los testigos, pero el departamento de inteligencia te consideró demasiado moral para este tipo de actuaciones", dice encogiéndose de hombros y bajando junto a los demás miembros de seguridad. Su rostro duro contrasta con las máscaras de los guardias de Sunshade.

(Sigue...)

Una mano temblorosa coge a la joven por el antebrazo. Se trata de su compañero, el periodista mayor que se encontraba a su lado. "Acabo de ver morir a una chica estupenda... y no quiero ver morir a otra. Vamos, no hay más salida que obedecer", exclama con seguridad, pero con los ojos brillando debido a las lágrimas contenidas. Abrazándola, la dirige hacia los rudos guardias que están cacheando a todo el mundo.

(Sigue...)

Los disciplinados guardias crean un cinturón de seguridad, y conducen a los tres centenares de testigos hasta las puertas grandes, para entrada de camiones, que se encuentran en el lado este de la sala. En vuestro recorrido todos podéis ver el cuerpo roto y aplastado de Raquel, tirado como un despojo y con la espalda llena de agujeros humeantes. Algunos de los presentes lloran, otros están a punto de hacerlo, y muchos están pálidos y en estado de shock.

Las puertas se alzan lentamente, y véis que van a dar a un túnel de cemento, iluminado por luces halógenas en su techo, a unos seis metros de distancia. En el túnel hay dos carriles anchos, y cada uno de ellos desemboca en cada una de las dos puertas de la sala en la que os encontrabais. Al fondo el túnel está sellado, con una enorme puerta mecánica parecida a las dos que acabais de atravesar para llegar aquí. Cuando la última persona ha cruzado las puertas, los guardias las cierran, dejándoos a todos atrapados en esa porción de carretera.

(Sigue...)

Encerrada en el túnel y sin ninguna amenaza a la vista, la gente comienza a hablar atropelladamente entre sí.

Por fortuna, Richard, Jonh, Lisa, Blind y Mazzaro han terminado juntos. El túnel está separado por una mediana de cemento de un metro de altura, y los límites de las dos calzadas, (seguramente destinadas al tráfico en distinto sentido), están pintados con líneas gruesas y amarillas. No hay ninguna salida a la vista, exceptuando las puertas cerradas que dan paso a la sala de la que venís, y la enorme puerta que comunica con el resto del túnel subterráneo.

Hay gente tirada en el suelo, hiperventilando o llorando, y un tumulto comienza a formarse lejos de donde os encontrais vosotros. Podéis rolear lo que comentais durante estos diez o quince minutos de calma, en los que hacéis piña. Al cabo de ese tiempo, véis cómo el tumulto que se había formado lejos de vosotros se acerca; voces airadas y gritos de ira.

Dos grupos de personas, el primero formado por seis y el segundo por una veintena, se acercan a vosotros. Podéis ver en cabeza a un hombre gordo, sudado y que parece haber perdido el control de su vejiga en algún momento, a tenor de la mancha que hay en sus pantalones.

(Sigue...)

El hombre que encabeza a los alborotadores parece ser Tales. Está señalando furibundo a Lisa, y gritando para que lo escuche todo el mundo. Su voz aguda y chillona rebota en las paredes del túnel, mientras se dirige a vosotros envalentonado, escupiendo saliva mientras mira a la guardia con ojos desencajados.

"¡Ésa es!, ¡ésa es!, ¡estaba con el guardia, es una espía de esos putos psicópatas!". El hombre parece totalmente fuera de control, y está enfermovizando a los dos grupos que le siguen. "¡Zorra!, ¡Perra!", insulta a la chica. "Acabemos con ella, espía, asesinaaaAAHH".

(Sigue...)

Los dos grupos se acercan a vosotros con evidentes intenciones hostiles; están formados por hombres asustados, nerviosos y violentos, y está claro que Tales los está encendiendo. El grupo pequeño, (de seis personas), que le sigue, se acerca mucho a vosotros, mientras algunos de sus miembros preguntan con tono violento; "¿Es cierto éso?", "¿Es una guardia?", "¡Es culpable!".

El grupo más numeroso, que va un poco detrás, es frenado de repente por un hombre negro que se planta valientemente delante de la turba.

(Sigue...)

El hombre, alto y con aspecto atlético, comienza a hablarles con la persuasión necesaria como para que frenen. "Soy el agente Smile, C.I.A...", podéis escuchar entre los gritos de la gente. Parece que el grupo grande se para, y comienza a entrar en razón...

(Sigue...)

Sin embargo, los seis hombres, encabezados por Tales, siguen caminando hacia vosotros bastante enfadados. ¿Qué haréis?. ¿entregaréis a Lisa para que le hagan de todo?. ¿La protegeréis?. ¿La defenderéis físicamente?. ¿Intentaréis asustarlos?. ¿Caerles graciosos?. Es vuestro turno ;)

Hace un rato, Richard consiguió leer los labios del doctor; que no hace más que musitar: "Magnífico... glorioso... también es efectivo en seres humanos... es el organismo perfecto...".

Mazzaro es técnico, y sabe que en la parte de arriba del túnel hay una serie de conductos de ventilación a los que se puede acceder por una escalera de mano situada en una esquina del túnel. Sin embargo, hay enormes aspas dando vueltas allí, capaces de convertir en salami a cualquiera que intente meterse dentro. ¿Habrá alguna forma de detener las aspas y colarse para escapar?.

Miro a Carter con incredulidad, abriendo la boca para proferir una protesta que muere en mis labios al escuchar de nuevo disparos y ver cómo la periodista mulata muere acribillada. Horrorizada, vuelvo a mirar a Carter y desenfundo mi pistola, para acto seguido ponérsela en la mano y ver cómo baja hacia los demás guardias. Me quedo ahí plantada, casi paralizada, hasta que Blind me saca de mi estupor cogiéndome del brazo. Al verle la cara, giro la cabeza para reprimir las primeras lágrimas de impotencia que comienzan a amenazar con salir.

Mientras camino al lado del reportero, no puedo evitar buscar a Carter con la mirada, esperando que de un momento a otro se girase y me dijese que no era más que una broma de mal gusto. Claro que... ¿en qué broma de mal gusto se acribilla a tres personas? Suelto un gemido al notar las primeras lágrimas caer, realmente frustrada. Me siento utilizada, traicionada y tirada a la basura como cualquier objeto inservible.

"¿Demasiada moral?" pienso con cinismo, sin dejar de mirar la espalda de Carter entre el gentío de guardias. "No voy a tener ningún tipo de remordimientos cuando os lo haga -hagamos- pagar". Me dejo llevar dócilmente por Blind, sin siquiera protestar cuando los guardias me cachean de nuevo, quitándome las pocas cosas que llevaba encima. Miro mis pies durante todo el trayecto, hasta que nos encierran, momento en el cual doy un tirón para que el reportero me suelte. Noto mi pecho temblar, sin duda producto de las ganas de llorar, gritar y pegar. ¿Moral? ¿¡Moral!? No tendría ningún problema en meter a toda la guardia de Sunshade junto a éste y a Carter en una incineradora, todos vivos, y oírles gritar hasta que mueran.

Me quedo al margen de todos, yendo y viniendo sin ningún rumbo fijo, mientras intento calmarme y me muerdo las uñas de la mano izquierda. Cuando, al fondo, se levanta el griterío y el tumulto de gente se comienza a acercar, abandono mis idas y venidas hasta situarme en cabeza para ver qué coño estaba pasando. ¿Qué otra sorpresa nos vamos a llevar ahora?

Tales. El gordo inútil y sudoroso de Tales. No puedo evitar reírme al verle meado, aunque cuando le oigo gritar me pongo pálida al instante. Doy unos pasos atrás, hasta que un hombre se interpone y comienza a hablar con ellos. Sin embargo, no puedo evitarlo y noto una rabia creciente que debe liberarse por algún lado, así que comienzo a acercarme al grupo de seis que siguen viniendo a mí sin pararme.

- ¡Yo no soy ninguna asesina! -Grito- No tengo nada que ver con lo que han hecho, ¡¿si no por qué coño iba a estar aquí, gilipollas?!

Cojo impulso en el brazo para pegarle un puñetazo en la nariz a Tales. Porque se lo merece. Porque con alguien tengo que descargar mi rabia. Porque a mí nadie me llama perra, ¡y menos ese gordo!

Estaba seguro que no lo verían, entre tanta gente, pasarían desapercibidos. Las cajas estaban a solo unos metros, aunque Vince hubiera optado por meterse entre los asientos, para luego deslizarse hasta salir completamente del rango de visión de los uniformados. Pero no, fue directamente hasta las cajas porque ella lo dijo. Un segundo mas tarde, el sonido traqueteante de las armas, la calida lluvia de sangre que caía sobre el, los ojos lleno de horror de Raquel mientras se apagaban, el charco carmesí que crecía bajo ella. No escucho las palabras del soldado, menos mal, pues habría atacado sin pensarlo. Solo cuando soltó la mano de su "protegida" dijo con tono frío y ojos furiosos.

-Figlio di puttana, Lo farò vendetta*- fue revisado, aunque no se dio cuenta. No podía dejar de pensar en los ojos de la morena, muriendo mientras le sostenía la mano. Incluso aun sentía el calor de dicha mano en la suya. Estaba furioso, muy furioso.

Con el rostro ceniciento y la mirada torva se encontró en una estancia cerrada. Rodeado de gente temerosa e histérica. Suspiro cerrando los ojos, tenia que tranquilizarse, pensar fríamente. Buscar llegar a un razonamiento coherente para salir de allí. Observo el techo, dándose golpecitos con el dedo pulgar en el mentón.

-Hay una forma....- en ese instante una turba furiosa se acerco, pensó que tener un traje de obrero de esa empresa no era muy buena idea y que estaban allí por el. Pero no, era para atacar a una joven de aspecto inocente pero boca de camionero. Suspiro. Esperaba que no se repitiera la misma historia.

Vio como la chica levanta su puño para estrellarlo sobre la nariz del sujeto gordo y meado. Pero Vince toma su mano en el aire, evitando que golpeara.

-Debería dejar que le rompiera la nariz- le dijo al tipo gordo-. ¿Acaso vez a alguien de la compañía? Porque yo solo veo gente en un matadero- mostró su ropa ensangrentada-. ¿Que merda crees que es esto?- escupió para el lado en el que el gordo meado se encontraba-. ¿Por que en vez de decir idioteces no haces algo por nosotros y dejas de respirar por unos minutos?