Cuenta la leyenda que antes del tiempo y de la guerra, tres mundos convivían en una galaxia distante y aunque sus batallas eran constantes, sus historias seguían su curso. Esta es la historia antes de la Gran Guerra, la historia de quienes la hicieron realidad...

Los rumores del retorno de la Reina Oscura se acrecentaban, al igual que las reuniones entre los dos ejércitos, pero había algo más que reunía a estos dos guerreros. Algo más allá de la guerra.

Nereida estaba emocionada. Era su primer día en la escuela de guerreros.

Me dieron una beca! A mí, me eligieron a mí! Acaso estaré soñando? Tendré clases de canto, entrenamiento militar, tal vez hasta pueda conocer a la reina... Estoy tan contenta...

Salió de su casa y se encaminó hacia la escuela con mucho entusiasmo.

-Prepárense porque ahí voy!

Animae había estado nerviosa cuando llegó con sus compañeras por primera vez a Hardak. Había ido con sus padres debido a la profesión que tenían y siempre de esa misma naturaleza, no como guerrera junto a sus compañeras para cuidar a la Reina. Siempre admiró ese sitio y aunque lo miraba con otros ojos, la emoción de conocer cosas nuevas siempre la acompañaba.

Al término de la reunión se dio por interesada en conocer a los guardianes de la Sacerdotisa, siendo guiada por su querer de llevarse bien con todos y, como no, iniciar una amistad como la tenía con Scarlet. Sin embargo, cuando se topó con el guerrero que parecía ser el más reservado del trío le saludó con una sonrisa educada y afable un tanto más reluciente que cuando lo hizo con Platinum y Cursed Dawn; mas sintió un pequeño impulso en el que confió y se acercó al guerrero dragón hasta una distancia considerable entre los dos.

-Hola, Ile.. Ilify. ¿Puedo llamarte así? No se si deba referirme a ti de otra manera.

Sus mejillas adquirieron un tono rosado saludable que combinaba con su traje del mismo color, incluso sus ropas parecían brillar y moverse con gracia debido a las alas de Isis que adornaban con propósito su habitual vestimenta de guerrera.

-Disculpa, es que me cuesta pronuncias palabras que no sean propias de Andelivian.

Se sentía nerviosa, pero lo atribuyó al hecho de estar en Hardak en una misión que no fuera el de comerciante como lo había hecho toda su vida. Quería socializar y sintió algo en su corazón que con Ilify podría hacerlo. No se consideraba una antisocial, pero no era lo mismo hablarle a alguien de su mismo planeta que a otro.

-Soy Animae, un placer.

El dragón parecía sereno, algo distante y frío, pero al ver a alguien aparecer, no pudo evitar dar un paso atrás rompiendo su firme pose. La chica que había logrado romper su mente por un momento era una de esas guerreras mágicas que llegaban a Hardak. Pero logró derruir su concentración de nuevo cuando se acercó a hablar con el.

Instintivamente antes de que ella hablara, le salió una palabra, seguramente irreconocible para ella - ¿Zmiy? - a penas un susurro roto por la presentación de la muchacha.

- Ilify está bien, es mi nombre después de todo - dijo procurando mantener una apariencia firme, pero su próxima frase diciendo que le costaba pronunciar su idioma, le arrancó una leve sonrisa, que no tardó en detectar y congelar - no te preocupes, hay veces que es mejor una mirada que cualquier palabra - y es que si las miradas hablaran, la del dragón clamaba por saber quien era esa chica.

Cuando se presentó, algo de desilusión se dibujo en el mortecino brillo helado de sus ojos, no pareciendo ser la respuesta que esperaba, pero de algún modo, ese mismo brillo semicuajado, pareció cobrar un poco de vitalidad, como si algo dentro de él cobrara vida.

- Animae ¿eh? Es un nombre con fuerza, estoy seguro de que pronto te sentirás como en casa,... - cogió una cajita que colgaba de su cuello y la apretó ligeramente [i]- ¿que está pasando? ¿es alguna broma del destino? -[/b] su mano tembló un instante antes de mirarle de nuevo, su vestido resplandecía, pero no era eso lo que llamaba su atención. Casi sin poder evitarlo dijo algo, tal vez demasiado precipitado pero que su pecho no logró contener.

- No dejemos que ese cielo que luce en tus ojos se cubra de nubes - dijo eso mirándole directamente, con un tono tal vez de miedo, tal vez triste, pero sin duda sincero. Si esa frase pudiera ser precipitada, tuvo que hacer un esfuerzo increíble por no acariciar su melena negra, y cuando un impulso le llevó a rozar su pelo, se giró con presura con la respiración alterada - disculpa, a veces los dragones somos un poco agresivos.

Con esa mala excusa, dio un par de pasos y se colocó con firmeza viendo a quienes llegaban, intentando aguantar la respiración, para que no se notara su alterado interior. Más de no ser dragón y tener una buena capacidad para aguantar el aliento, posiblemente se hubiera asfixiado en pocos minutos.

Llegaban a Hardak las guerreras mágicas y los dragones firmes les daban su bienvenida, el orgulloso dragón negro no hizo ni un gesto a parte de los leves saludos de cortesía. De hecho se mantuvo impecablemente firme hasta que una de las chicas mágicas apareció y rompió toda su fortaleza. La tal Animae estuvo hablando un momento con el, y toda la fuerza y orgullo del dragón se parecieron desmoronar en un instante.

Animae no se mostró a la defensiva ni extrañada ante el “gesto extraño” hecho por Ilify, pues creyó que habría sido un acto reflejo que hizo el guerrero dragón. Sin embargo, cuando él había dicho que las nubes no cubrieran el cielo de sus ojos, las mejillas de la chica se sonrojaron aún más y no pudo evitar bajar la mirada.

Aunque al levantar su rostro para ver al chico éste poseía un gesto radiante, como si aquello le hubiese iluminado por completo su día y su forma de ser. En ese momento el viento remolinó con fuerza su cabello y Animae frunció su gesto apenada.

-Lo siento. Creo que lo del viento fue mi culpa…-se percató que la única vez que se había puesto así de nerviosa fue cuando entró a la Academia para ser una guerrera, más que nada por intentar cumplir su sueño con sus propias manos; era una sensación embriagadora que disfrutaba bastante-… Podrías visitar Andelivian alguna vez, espero que te guste…. Y no es la primera vez que vengo a Hardak, mis padres son comerciantes y los acompañaba cuando hacían viajes. Me gusta mucho tu hogar…. Y espero poder sentirme en casa.

Le gustaría pensar lo mismo de  Kal'Ahd, pero a como está la situación entre los mundos aquello no sería posible de momento. Su mirada se entristeció por menos de un segundo, pero lo suficiente para que el azul de sus ojos se apagara. No obstante, al retomar la atención a Ilify si brillo volvió y sonrió.

-Tienes una bonita sonrisa. Deberías sonreír más seguido... ¿Y cómo es la vida aquí?-lo primero lo dijo sin pensar, simplemente salió de sus labios aquello. Pero fue evidente que la pregunta la hizo para desviar el tema.

Animae, luego de saludar a los presentes por haber asistido a una reunión entre la Reina de Andelivian y la Sacerdortisa de Hardak, se dispuso a conocer a los dragones presentes. Había saludado ya a Platinum y a Cursed Dawn, pero con el que se acercó hablar fue con Ilify. Para sus compañeras, Animae hacía lo suyo: convivir con otros, pues ella siempre buscaba que existiese buen compañerismo y camadería.

Se le podía ver con una sonrisa afable sin rastro de timidez, gustando de estar dialogando con el guerrero dragón. 

Llevándose la mano a la nuca, volvió a esbozar una tenue sonrisa, - ¿una sonrisa bonita? - procurando no mostrarla la retiró girándose hacia ella de nuevo.

- ¿viento? - el no se había percatado de aquel aire que la guerrera mencionaba, tal vez por ser hielo y oscuridad su principal existencia - visitar Andelivian, me temo que dependerá de si la visita la sacerdotisa, sería irrespetuoso e ilógico ir si no es para cubrir sus espaldas,... ah, esto,... no - no quiero decir que deba pasarle nada en vuestro mundo eh,... ah, esto,... - a veces no se espresaba como debía, y solventar sus frases que podían malinterpretarse era para si mismo un poco molesto - cuando dejas de pensar fríamente dices cosas raras,... céntrate - masajeando su nuca logró aclarar sus palabras - quiero decir, que soy uno de los guardianes de la sacerdotisa, y mi misión me lleva hasta donde vaya ella,...

No le apareció la mejor respuesta y pronto cambió de tema - en cuanto a este lugar, puedes hacer lo que desees, hay varios lagos hermosos y algunos pequeños bosques, a veces paseo por algunos lagos en los que el viento hielaa de manera agradable y se respira la calma.

Animae río por lo bajo sin intención de burlarse con el pequeño balbuceo de Ilify, pues la pareció un poco divertido verlo sin ese aire frío que mostró desde que ella llegó y concluyó que a lo mejor estaba logrando una especie de avance para iniciar una amistad y le agradó pensar en eso. 

-No te preocupes, entiendo tu honor hacia la Sacerdotisa. Ella es alguien muy... -se quedó sin palabras, pensando cómo explicarse mejor-... te sientes bien al verla y quieres protegerla a pesar de todo. Te comprendo.

Ella percibía lo mismo hacia su Reina, pero no solo era ella: sus padres, su hermano, sus amigos, sus compañeras de equipo, los habitantes de Andelivian.. Buscaba protegerlos a todos y que hubiese un equilibrio. Sabía que la oscuridad era parte crucial de la luz y viceversa, pero por lo mismo deben ser en partes iguales y que uno no predomine al otro. En eso se distinguía de muchos de sus conocidos de su mundo: la luz no debía ser lo que dominara por completo, sino un conjunto en paz con su contraparte. La luz en exceso puede cegar, la oscuridad en mayoría no te permite ver.

-La luz no puede vivir sin la oscuridad y la oscuridad no puede vivir sin la luz, ¿no?-susurró más para sí misma sintiendo la brisa del viento que acariciaba su rostro-. Me gustan los bosques. Cuando era más pequeña iba a  visitarlos para quedarme a escucharlo... el susurro de las hojas en las copas de los árboles, las ramas dejándose llevar por el viento, los hálitos que acariciaban el pasto, el olor de la madera... ¿Qué dirán los bosques de Hardak?

Se quedó mirando hacia un punto perdido sintiendo aún más el aire a su alrededor. Cerró los ojos por un momento y sintió cómo la invadía la presencia y el olor de Ilify, cosa que provocó que abriese los párpados de súbito y suspirara.

-Debe ser agradable caminar mientras el viento fresco te acompaña-expresó con seriedad. No era un aire sombrío o triste, más bien una sensación de madurez que acompañó a la frase. Disfrutaba saber que alguien más gustaba de esas experiencias.

Era extraño, era tan fácil decir algo, incluso le resultaba fácil tratar con ella - no solo es luz u oscuridad - dijo tras el comentario de ella - Hardak es para mi un juego de sombras encargado de mostrar a cada mundo lo mejor del otro, incluso a pesar de que a veces parece que las sombras bajo el foco no logran tener la apariencia esperada.

Con una sensación de calma a pesar e estar nervioso a su lado, siguió respondiendo a lo mencionado sobre los bosques - en cuanto al sonido de nuestros bosques,... "¿¡GROARGHHH!?" son bosques dragón después de todo - su absurda broma le hizo mostrar uno de sus colmillos asomando a una fugaz sonrisa. Miró un momento en dirección a la sacerdotisa, y le pidió permiso mentalmente para dar un paseo, y puesto que no hubo objeción, estiró su mano hacia Animae.

- hay un pequeño lago cerca en el centro de un diminuto bosque, ¿te gustaría verlo?

[TRAS LA CAIDA DE ZMIY]

Un grito desgarrador sonó en el lugar e Ilify solo alcanzó a ver como el filo de las lanzas de aquellos entes atravesaban el cuerpo de la persona a la que más apreciaba, su pecho se sentía saturado de algo que no reconocía y que destruía su calma y paciencia. Un aura que hasta entonces no había invadido su cuerpo despertó como si fuera extirpado de su corazón.

Lágrimas negras en sus ojos le llevaron por un instante a controlar a una de esas aberrantes criaturas que no dudaron en robarle algo que nunca llegó a tener por suficiente tiempo. Su oscuridad se hizo ma intensa de lo que nunca hubiese llegado a imaginar, y a pesar de lograr aceptarla con relativa facilidad, era como mantener un agujero en el centro del bombeante músculo impregnado en sangre herida y negruzca. Por un momento su corazón cuajó en un esfuerzo de la sacerdotisa por calmar la desmesurada ira del dragón.

Le costó sentir que debía aceptar a esos seres que le arrebataban a su familia, y ahora a su amada. Volver a pensar que Hardak era el manto en el que proyectar las sombras de la luz, no le fue fácil. A veces lo comentaba intentándose auto convencer, pero en el fondo luchar por aceptar a los titanes era de algún modo tan "complejo", que era como un difunto en vida.

Como justo guerrero y protector de Hardak y su sacerdotisa, lo aceptaba a pesar de que ello descuartizaba su corazón en pedazos autodestructivos.

Pensó en, de que modo ir personalmente a ver a la abuela de Zmiy, con que fuerzas mirar a sus ojos y decir "que no había hecho nada por salvar a su nieta", para Ilify, esa muerte era culpa suya, era él quien debía haber salvado a esa niña, de ese modo, solo de tal manera, ella todavía viviría.

[TRAS LA CAIDA DE ZMIY 2:]

Con unas heridas imposibles de sanar ya fuera con vendajes o magia alguna, Ilify caminó sin prisa, y tampoco con demasiada lentitud, hacia el hogar que su amor perdido había dejado por tal de no ser una molestia hacia su abuela. Caminó durante días sin descansar, ni preguntarse si faltaba mucho para llegar, solo camino por si mismo, al parecer el duro golpe que había despertado un nuevo poder, también le había quitado su capacidad para volar, o su cabeza había perdido su capacidad de sentir el viento sus plumas. Casi como un castigo personal.

Al llegar al jardín del hogar de la abuela de Zmiy, como si la mujer le esperara una voz bastante más joven de lo que pudiera aparentar, le recibió. Una canción hermosa con un tono triste pero gentil, viajaba por el aire del lugar como un consuelo destinado a calmar un dolor arraigado en el alma.

Cuando la vio, entendió que la mujer lo sabía, casi como si por visiones hubiera visto todo miró con una sonrisa al dragón que era incapaz de perdonarse a si mismo. No podía comprender que todos a su alrededor fueran tan fuertes, y que él que aparentaba y poseía un gran poder interior fuera tan débil. Arrodillado ante la anciana derramó lágrimas que pensaba que no le quedaban.

Nunca entendería por que motivo, él era el único enfadado consigo mismo, y como podía ser la mujer quien le consolara y no al revés. Aquella canción parecía ir dirigida a él, y él solo logró envidiar a quienes podían "ver" mas de lo habitual, y su enorme capacidad de recuperación emocional.

Nereida estaba preocupada. Las charlas diplomáticas no estaban saliendo nada bien. Entonces vio a Animae conversando con Lilify.

Ánimo, todavía nos llevamos bien! Aun hay esperanza. No tenemos porqué ir a la guerra. Pero debo hacer todo lo posible por reforzar esos vínculos. Me pregunto si podre acercarme a conversar con ellos. Mmm... tal vez los este interrumpiendo... bueno, haré la prueba. Si veo que son muy reservados me retiro.

-Hola amigos, como están? -les dijo saludándolos con la mano mientras caminaba hacia ellos. Luego se dirigió a Lilify- Es la primera vez que vengo a tu planeta. Es bellísimo!

Ilify estiró su mano hacia Animae,...

- hay un pequeño lago cerca en el centro de un diminuto bosque, ¿te gustaría verlo?

Giró su rostro un poco enrojeciéndose su rostro, algo paralizado sin saber muy bien que contestar, como paralizado.

mmm... parece que ya tienen planes... bueno, mejor. Dejaré que Animae se encargue de esto. Intentaré con los demás dragones. Sí, eso haré!

Animae había reído con el chiste de Ilify y su sonrisa sincera le hacía sentir más placer de estar con el dragón. Disfrutaba la compañía de las demás chicas, pero el conocer a otras personas y que hubiese una conexión así de pronto le agradaba en demasía. Cuando el chico le había tendido la mano para ir con él la tomó sintiendo por primera vez su tacto, mas la llegada de Nereida la puso nerviosa sin saber por qué exactamente.

-Hola. Nereida-expresó con su tono habitual, aunque se podía percibir cierto nerviosismo-. Estamos bien, y espero que tu igual-trataba de hablar formal, era su compañera y estaban en ese sitio para acompañar a la Reina-. Hay que darnos la oportunidad de conocer este planeta, es una oportunidad que no se puede desaprovechar-su tono se volvió más resuelto y amable, indicando que ella igual deseaba eso-. Cuando se pueda hay que ir todas juntas.

Se despidió de Nereida cuando ella se fue con los demás*, esperando que todas sus amigas tuviesen el mismo deseo de pasarla bien.

Anime no se había dado cuenta que cuando tomó la mano de Ilify no la había soltado, ni siquiera cuando Nereida llegó con buenas intenciones a saludar. No fue hasta que ella los dejó solos que, al centrar de nuevo su atención en el chico, se percató de que aún seguía en contacto con él y sus mejillas se tornaron de un rojo muy intenso.

-Y-Yo...-soltó su mano, pero lo hizo lento porque una parte de ella no quería soltarlo-... lo siento... -¿Por qué se disculpaba? La guerrera no lo sabía con exactitud-... podemos ir aún si quieres... me gustaría conocer ese sitio que dijiste. Sé que la Reina no tendrá inconveniente con ello.

Su corazón estaba acelerado, pero Animae no daba crédito a ello y aunque rebuscaba en su mente no daba con el motivo.

Con la retirada de la mano de Animae, Ilify solo se dio la vuelta con cierta lentitud, podría parecer molesto pero no frenó. En vez de eso aparentó ir a dar un paso alejándose de ella, cuando de repente su ala izquierda pareció rodear con el giro a la chica, sujetándola con suavidad de la espalda y provocando un leve apoyo en su propia dirección, o como dirían los dragones "rodear accidentalmente a alguien".

Tras unos pasos soltó su ala de la espalda de la muchacha, después de haberle sostenido por un par de metros, plegando el ala con disimulo, mirando al cielo "inocentemente", siguió caminando, sin atreverse a mirar atrás, o simplemente, no era su estilo. Caminaba hacia una arcada que daba acceso a lo que podría parecer un bosque, con una señal que prohibía el paso, pues era aquel bosque parte de las zonas custodiadas para el uso de la sacerdotisa y sus guardianes.

A pesar de que la chica no era una guardiana, creyó que siendo invitados especiales, no pasaría nada por permitirles el paso, después de todo, ellas acompañaban a su reina, y supuso que por tanto su rango sería el equivalente al de él mismo. Ayudar a que se sintieran como en casa por tanto, para él era también tratarlas como iguales.

Yo caminaba tranquilamente junto con mi gente entre los ciudadanos de Andelivian, mezclandome entre la gente... observando, escuchando, y participando... todo aquello con la misión especifica de aprender de ellos... conocerlos... ver sus costumbres... averiguar sus puntos fuertes, y sus puntos flacos de su nación, y los puntos de acceso de sus urbes y su principal capital... para hacer llegar toda esa información a mi Gran Reyna Oscura, para que ella hundiera este planeta hasta noveno piso de infierno, para luego ver arder el mundo de Andelivian ahí... -((Tan indefensos... tan vulnerables...))- me decía en mascullos... -((Siento pena por estas personas... todos ellos son inocentes que solo pagaran por los pecados y equivocaciones de su Reyna de Cristal, que igual que el cristal es tan fragil, y se rompe tan fácil y tan sencillo... ¿Como evitarán el destino tan triste que les espera?... ¿A donde se llevará su Reina de Cristal a sus hijos y hijas de Andelivian para poder salvarles de un sino tan cruel, cuando ya no quede nada aqui?...))-

Pero todo era... tan... tan... tranquilo aquí... mucha paz... animales parlantes... paisajes de belleza escenica y de cuentos de hadas que no hay en mi mundo apocaliptico...