Partida Rol por web

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La habitación olía a incienso, que maquillaba el hedor de la fiebre y el sudor. Tú estabas sentada a su lado, como siempre que las labores directas de la casa no te lo impedían. Aún en esos momentos, solías pensar demasiado en ellas, porque siempre quedaba algo que hacer.

No aquella tarde. Aquella tarde, lenta, inexorablemente, se posó sobre ti la posibilidad real de la muerte de tu marido. Y de repente pensaste en él no como en el inútil del barón de Alós, sino como aquel joven que no sabía ni siquiera ponerse la armadura y al que tú espoleaste a derrocar al tirano de su hermano. Aquel niño al que le temblaban las manos y la voz cuando te dijo que volvería barón, o no volvería.

En mitad de tus meditaciones, tocaron suavemente a la puerta. Era Rodrigo. Cuando le diste permiso, entró con una ligera reverencia y se sentó al lado del enfermo, que dormía.

Claro Pep, dos bebidas de esas que tu ya sabes, le digo guiñando un ojo al tabernero.

Siéntate y relájate sobrino, debemos esperar un rato a que se relaje el ambiente.

Los recuerdos del pasado y las perspectivas del futuro se entremezclaban en mi mente en una agitada danza. Todo era incertidumbre. ¿Habían sido correctas mis acciones? ¿Lo serían aquellas que debía tomar? ¿Sería lo suficientemente fuerte como para seguir adelante cuando me faltara mi barón? Lo había sido. Y debía serlo. Oí el suave golpe a la puerta:

-Adelante. Pasad. -ordené. De nuevo, la señora tomaba el lugar de la mujer. Me tomé unos instantes en examinar a aquel desconocido con el ahora iba a convivir entre aquellos muros. El hombre al que en teoría debía confesar todos mis demonios y mis culpas. ¿Qué clase de hombre sería? ¿Podía confiar en él? -Queríais conocer al barón. Aquí le tenéis. -Tomé sus manos entre las mías y susurré a mi esposo, aunque no estaba segura de si me escucharía y mucho menos si reaccionaría: -Mi señor, incorporaos. Me gustaría presentaros al padre Rodrigo.

Ya es un poco tarde, si mi señor se encuentra mejor mañana a medio día debe ir a preguntar lo que paso o más bien lo que se ocultó.

- Quizás sea mejor preguntar a alguien en el castillo... Después de todo, el Maestro Pèire parecía saber algo... 

Miro hacia Caterina

- Cuando gustes volvemos... 

A la vuelta, Clara fue a buscar a Pèire que, habiendo comprobado que el barón se encontraba todo lo bien que podía encontrarse, descansaba en el jardín, observando cómo el sol empezaba a menguar. Tenía los ojos cerrados, dejando que la débil pero reconfortante luz del astro rey besase su cara agrietada por el tiempo.

-- No os preocupéis, mi señora. Dejadle descansar. Después de todo, sólo aquellos que duermen no cometen ningún pecado.

Aquel hombre hablaba bien, de manera académica, aquella lengua que no era la suya. Su origen noble era evidente por sus formas y su educación: el porte, el leve desprecio aristocrático con el que se paseaba por la fortaleza, te hicieron pensar que quizá provenía de una familia rica que se había deshecho de él por alguna razón, y que ahora trataba de encajar su nueva vida como confesor de familias nobles.

No pudiste evitar pensar en Damià, el desventurado hijo legítimo de Gerard, al que enviasteis al convento en cuanto tuvo edad suficiente para atarse correctamente los zapatos. Todas las familias desdichadas se parecen, pensaste.

-- Contadme, mi señora. ¿Qué males afligen el espíritu de este valle?

Me acerqué tranquilamente al anciano Pèire, haciendo el ruido suficiente para que supiera que había alguien pero sin llegar a asustarlo

- Saludos Maestro Péire... ¿Cómo se encuentra padre? ¿Y vos? - Me siento junto a él, en el lado que menos sol de, después de todo no es bueno perder la tonalidad blanquecina que caracteriza a los nobles... 

Oigo y veo acercarse a Clara, cuando me saluda y me hace unas preguntas.

Saludos Señorita Clara.

Parece que hoy tiene un buen día, tanto el como yo.

Hago una pequeña pausa.

Tenía que hablar con él, de un asunto, pero se le ve tan alegre, que la verdad da pena molestarle, así que decidí descansar estos viejos huevos un rato antes de interrumpirle.

Pero más importante, como os va a vos.

- Me alegra que ya se encuentre algo mejor... La verdad, estaba un poco preocupada... 

Sonrío amablemente. Después de todo las conversaciones con Pèire solían ser agradables... Siempre que tuviera un buen día... Y tampoco podía negar que de él había prendido mucho... Más incluso que en algunos libros... 

- Vera... Tenía una pequeña duda... ¿Recuerda aquel viejo y pequeño cementerio que vimos al ir hacia el torreón derruido? Pues no se me quitó de la cabeza el hecho de que hubieran flores en él... Ni tampoco que las tubas hubieran sido profanadas al ser borrados los nombres de quienes descansaban en ellas... ¿Por qué creéis que alguien haría algo así? ¿Y, por qué? 

Hago una pequeña sonrisa.

Mi niña, en esta vida hay infinidad de prácticas y artes; pero hay algunos artes que se tildan de prohibidos o de heréticos.

La verdad es que estoy de acuerdo con la prohibición de algunas artes, ya que solo acarrean más mal, que bien. Pero hay otras que son beneficiosas.

Creo que no soy el más apropiado para hablarte de esto; y la verdad querida niña, creo que, si te contase cosas que se de algunas de esas artes con las que me he encontrado o escuchado rumores, no podrías dormir en mucho tiempo.

Si quieres que te hable de ellas, no me parece mal, pero me gustaría que tus padres me lo autorizasen, estoy casi seguro que tu padre acepte, pero tu madre no estoy tan seguro, y la verdad me asusta pensar lo molesta que se puede poner.

- ¿Artes prohibidas? ¿Cómo la brujería o hechicería? ¿Qué tendría que ver una práctica así con borrar el nombre de unas tumbas? - Su tono es de curiosidad - ¿Qué artes son beneficiosas según vos, Maestro Pèire? ¿Algo que ver con los cátaros o algo así? 

Suspira.

Era muy frustrante el tener que depender siempre de autorización y aceptación por parte de padre y madre, especialmente por parte de madre... Padre solía ser más permisivo y abierto, mientras que madre resultaba mucho más herética... A veces, deseaba poder ser libre y poder conocer todo cuanto deseaba conocer... 

Para poneros un ejemplo claro, que se pueda entender, existen ciertas plantas que son consideradas malas hierbas y no se deben usar, ni en la medicina o en la cocina. Sin su debido tratamiento.

Por ejemplo, usted comería dientes de león, planta de los ciegos o musgo. No verdad, pero estas plantas por si solas tienen grandes cualidades, pero se ha de saber usar, porque son igual de buenas que de dañinas. Aunque la correcta mezcla, ayudo a vuestro abuelo en un momento de necesidad hace ya muchos años.

Se me ve mirar hacia el cielo, con un semblante un poco nostálgico y triste.

Fue en ese tiempo, cuando entre al servicio de Joan, que gran hombre que el señor le tenga a su vera. Recuerdo que, durante mucho tiempo, se me llamo brujo, por alguno de los otros miembros de la corte y sirvientes. Por mis métodos irregulares, pero sus dudas acababan una vez que veían, los resultados y mi devoción por la familia Mormont.

- Nunca entenderé el prohibir cosas que puedan ser beneficiosas para las personas... Creencias prohibidas, pensamientos prohibidos, conductas prohibidas, amores prohibidos, hierbas prohibidas... Aún así, sigo sin entender qué razón y relación hay entre lo que me contáis y lo de borrar nombres y destruir tumbas... ¿Venganza? ¿Ira? ¿Silencio?

Levanta la mirada y mira al cielo

- Todos merecen ser recordados... 

Y también el que no tuvieran cruces, como si fueran... infieles, o algo así.

- Además... Si no tenían cruces... ¿Por qué así? ¿Acaso era un cementerio de infieles? ¿de suicidas? ¿De bebés nacidos al morir y sin bautizar? - Se queda pensativa. 

Mi niña ten en cuenta que hay muchísima gente, ignorante o con pocos conocimientos. Y los únicos conocimientos que pueden obtener son los que les trasmite sus padres o maestros de oficio, o los provenientes de las escrituras.

Por lo que, para ellos, esa ley divina se ha convertido en una terrenal y si no la cumplen ellos o los de alrededor, pueden ir al infierno. Créeme cuando te digo que mucha gente muere a diario fuera de estos muros y no por ladrones o soldados; sino por enfermedades y la falta de saber sobre las cosas.

Solo te pondré un ejemplo, muy trágico que vi pasar hace mucho durante el gobierno de vuestro abuelo. Se asentó una pareja de jóvenes, a las afueras cerca de los cultivos que hay ahora al este, antes hay solo había un campo pedregoso, que nadie trabajaba por lo difícil que era.

Se pusieron hay y nadie, dijo nada. Pero todo el mundo los echaba y rechaza, porque se notaba que no eran de la comunidad. Trabajaron el campo y lo dejaron como está ahora pero un día sin más desaparecieron.

Aunque vuestro abuelo lo investigo nadie dijo ni sabía nada, yo creo que se libraron de ellos.

Y esas tumbas sin cruces... ¿y si realmente eran tumbas de infieles? Después de todo, el mismo castillo fue construido por ellos... Si el cementerio era lo suficientemente viejo...

- Sé perfectamente que mucha gente muere fuera de estos muros... Y sé que no a consecuencia de asesinos... Sé que mueren porque no tienen la suerte que hemos tenido mis hermanos y yo, sé que mueren porque sus paredes no son de dura piedra como las nuestras, sé que mueren porque no tienen nada que llevarse a la boca, sé que mueren porque no pueden acceder a remedios adecuados, sé que pierden a sus bebés, sus casas, sus trabajos, sus esposas, maridos, hijos, hijas... Sé que la muerte es una hermosa dama que viene a buscarnos a todos cuando llega nuestra hora... Ya sea más temprana o tardía... 

Me levanto

- Aún así, no me gusta que realicen tales actos en lugares tan tranquilos y hermosos... No es justo... 

Limpio mis ropas y miro a Pèire

- Gracias... Por todo... Y siga cuidando de padre...