Partida Rol por web

Pues infórmenos Manel, estamos deseosos de saber las medidas a tomar, Porque estamos entre la espada y la espada.

Me quedo mirando de forma reflexiva a Manel, esperando a ver que va a decir.

El padre Rodrigo estaba meditabundo.

-- Quizá se trata de algún cementerio infiel, mahometano o judío. Pero por la ausencia de símbolos de ningún tipo... Parece el cementerio de los suicidas y los apóstatas, los excomulgados, aquellos sin Dios ni madre.

Se acercó a una tumba en la que, brillante y roja, había una rosa fresca posada. 

La lápida, ganada por el musgo, era casi ilegible. El caso es que no era tan vieja, el problema no era ese: era como si alguien hubiera intentado volver ilegible el nombre, estaba rascada, atacada, medio rota. 

- Damnatio memoriae --subvocalizó el padre Rodrigo, mirando seriamente la lápida.

Lo que podías ver eran sencillamente dos iniciales y alguna letra más: Ge [...] M [...] t.

Me sorprendió no haberme fijado en esa inscripción, y sobretodo, y teniendo en cuenta que en el valle habia, relativamente, pocas familias, me llamó mucho la atención que alguien tuviera un apellido que coincidía con los Mormont en letras. 

Quizá alguien de la familia estaba enterrado allí y ellos no conocían su existencia? Y sobretodo, quien llevaba esas rosas? Si estaba en lo cierto y tomaba un poco de atención, igual podría descubrir quien era la persona que hacia llegar esas flores frescas a la tumba...

-Padre, si os parece, vamos a reanudar el camino. Nos queda, todavía, un buen trecho. 

-Ambos hombres son merecedores de ser recibidos con todos los honores y dignidad posibles, mas ¿cómo personarse en dos lugares diferentes a la vez? Tal cosa es, evidentemente imposible, así pues debemos escoger. Al señor d'Empúries le debemos algo más que cortesía, somos sus vasallos y sería una deslealtad terrible que no acudiera la cabeza de esta familia a recibirle. -dije, refiriéndome a mí misma. Sonreí dulcemente un breve instante, se me había ocurrido una sencilla idea que no tan solo nos sacaría de aquel aprieto sino que me permitiría poner a prueba a mi familia. -Por supuesto, si yo no puedo acudir, deberá hacerlo el heredero del Barón, Joan. Clara, Manel, me gustaría pediros que le acompañaseis, confío en que vuestra mesura y vuestro buen juicio sirvan para contrarrestar la impulsividad de la que suele hacer gala mi hijo. Maese Pèire, vos vendréis conmigo, al igual que tú, Vicenç. -terminé de exponer aquel simple plan.

Bajé de mis aposentos para escuchar las palabras que se estaban intercambiando en la improvisada reunión. 

Hice una reverencia a madre

- Será todo un placer y un honor acompañar a mi hermano y a tío Manel... 

Como mande, mi señora. Esperemos que esta pequeña crisis pueda ser evitada sin ningún problema diplomático.

Me giro hacia Clara y me acerco, con un tono un poco bajo pero que se oye.

Se lo suplico, señorita clara, mantenga un poco a raya a vuestro hermano.

Ahora me acerco a Vicenç.

Vicenç, lo que vas a aprontar ahora es una prueba mayor, que cualquier batalla y de ella, puede depender la seguridad de toda la gente que vive aquí. Por lo que más quieras se comedido y guarda ese gran espíritu que tienes. Sé paciente y cortes. Y, sobre todo, confía en tu hermana y tío.

Me giro y miro a Manel.

Se lo suplico, sea la voz de la razón en esa conversación y honra esta casa, y sobre todo impide que hagan alguna de las suyas.

Hecho una pequeña risita y me vuelvo a acercar a Maria.

Master como son el conde de Empúries y conde Nunyo Sanç.

O me invento algo. Como me decias que conocia a todos xD

El conde de Empúries es un hombre pomposo y altivo, con un ego enorme y al que le gusta mandar y obviamente disfruta de su poder. Es fácil ofenderle.

El conde del Rosellón es un hombre sobre todo pragmático y calculador, al que le gustan más los hechos que las palabras y que no duda en hacer lo mejor para su casa.

Al acercarme a Maria, hablo bajo al para que no se me oiga.

Espero que todo salga bien, mi señora. Esto puede ser una crisis mayor que cuando lo de Gerard. Si esto sale mal, es muy probable que acabemos en guerra.

Y la verdad es que Vicenç, se altera con facilidad y puede acabar mal. Espero que Manel y Clara puedan contenerle.

Al menos, el Conde Nunyo Sanç, es algo más razonable que Conde de Empúries, para el trato con vuestro hijo.

No se preocupe maese Peire, haremos alarde de todo lo que representa esta nuestra casa. Partamos cuanto antes sobrinos. 

Miro a Clara y luego a Joan. Me siento incómodo con la triste conversación que tuvimos con Vincenç la noche de hacía unas semanas.

Ahora resulta que partimos con Joan a recibir a un noble. Parece que todo sale a pedir de boca del hijo menor. Sin duda es una prueba de fuego para Joan, si la falla será crucial.

- Estoy a vuestra entera disposición tío... Vuestra y de mi hermano... No podría sentirme más segura... 

Sonreí cortésmente

Me acerqué a Pèire amablemente

- No os preocupéis, me encargaré que cumpla con su cometido... 

Después miré a madre

- Gracias por la confianza, madre. No os defraudaré.

Después me acerqué a mi hermano Vicenç y le di un familiar abrazo

- Tened cuidado hermano... Madre es más inteligente de lo que podáis creer... Tío Manel y yo nos encargaremos de vigilar los actos de Joan y te comunicaremos nuestras impresiones... Suerte. 

Sonrío amablemente a tío Manel, haciéndole ver que no pasa nada. 

La sonrisa de clara me ayuda a poner las cosas en su sitio, sin embargo esta sería una oportunidad perfecta para Vincenç de eliminar a su hermano y teniendo en cuenta que solo estaremos los tres no podremos hacer gran cosa, sobre todo porque Clara había acordado quedar al margen de todo aquello y yo había prometido ayudar a Vincenç a cambio de inmunidad para clara.

Estaba preocupado y se podía notar en mi cara perfectamente.

En ese momento se abrieron las puertas del salón de golpe, y entró un mensajero agitado.

-- Mi señora, señores. Ya viene, está llegando. Han visto sus estandartes cuatribarrados ondear por el camino real.

Ante la primera cara de incomprensión (¿el conde? ¡ya lo sabe todo el mundo!) el mensajero coge aire, y replica.

-- El rey, mi señora.

Llegasteis al Torreón antes del mediodía. La ceniza en el hogar volvía a estar marcada, siempre con la misma espiral. Si mirabais abajo en el risco, podíais ver cómo las malas hierbas crecían entre los cadáveres de las ovejas despeñadas.

El padre Rodrigo estaba pensativo:

-- Es ciertamente una obra de brujería, como la describes. Las brujas abundan en esta zona del reino de Aragón, escondidas en las viejas ruinas y las viejas montañas. Me pregunto qué es lo que pasaría aquí...

>> Tengo que escribir a un colega que conoce más de estos asuntos que ningún hombre vivo. Deberíamos volver, con suerte podré enviarla en...

>> ¿No son esos los estandartes de vuestro rey?

El padre Rodrigo señala al horizonte, en el camino real. Detrás, mucho detrás del cortejo del conde de Empúries veis otros estandartes, rojos y amarillos con barras dispuestas en vertical (a diferencia de las de Empúries, que son en horizontal).

Estoy tan sorprendido por la reaparición de la espiral que, ni por asomo, me doy cuenta de lo que está pasando a mi alrededor. Apenas oigo la voz de Rodrigo. 

-¿Eh? ¿Qué estandartes?