Partida Rol por web

-¿Mascotas? No, no. No tengo tiempo para cuidar animales.- responde Henar, sin duda extrañada ante la pregunta, pero tan educada como puede. Tras dejar la puerta de la casa cerrada, aunque no con llave, os acompaña alrededor de la misma para enseñaros el jardín.

Os movéis hacia la derecha, entre los arbustos y pasáis delante de la caseta, la cual Henar ni siquiera menciona. Luego avanzáis por el lateral, los bastante amplio para que pasen tres personas corriendo a la vez y allí veis la puerta abierta y oscura de lo que debe ser el sótano de la casa. La luz exterior y la absoluta oscuridad interior os impide ver nada. Las ventanas de la casa están cerradas con contraventanas de madera bastante recia, podéis observar.

La parte posterior del jardín es más amplia que la delantera o esa es la impresión que da, al haber menos plantas. Veis algunos objetos de jardinería y botes usados de pintura plástica, además de un cuartucho pegado a la pared de la casa, cerrado por una puerta negra metálica. -Esa es la caldera, la que les he dicho que no se puede tocar.- Veis que a la casa se puede acceder por la terraza trasera y auqneu las puertas están cerradas, está claro que unos ladrones no tendría problemas para abrirlas, habida cuenta de que son casi por completo de cristal.

Al retiraros hacia atrás para ver la casa en perspectiva, veis la ventana del ático o desván que sosprechábais podría haber. Luego, Henar os permite subir hasta la terraza, auqnue primero veis una leñera bajo la escalera, señal de que la salida de chimenea que habéis visto es funcional. Desde la terraza no lográis sacar imagen alguna del interior, ya que las puertas están tapadas con pesadas cortinas. -Después del concierto arriba en la plaza del pueblo, creo que a lo mejor tocan un poco más desde la terraza. Me han pedido que sirva la comida allí abajo.- y señala una parte amplia del jardín posterior.

Bajáis y os hace volver por el otro lateral, donde veis algunas sillas y una mesa de plástico que Henar os indica están ahí para ser usadas en la fiesta en el jardín. Por allí, llegáis en un momento a la parte delantera de nuevo.

-Pues ahí lo tienen, es esto nada más. Bueno, es un buen jardín y la casa tiene tres dormitorios, con posibilidad de un cuarto en el despacho y sofá cama. Pueden quedarse a pasar la noche hasta nueve personas. Se lo digo por si otro día que vengan ustedes quieren alquilarla- y suelta una risa nerviosa de vendedora novata.

Facundo observa con cuidado los alrededores de la casa y toma nota mental de los accesos. La puerta principal, el sótano, la terraza trasera. La vivienda no le causa ninguna sensación en particular, aunque no termina de entender para que puede servir la casilla del jardín.

Curioso, al terminar de dar la vuelta, pregunta, como sin darle importancia - De curioso... y esa caseta? Supongo que allí guardarán las latas de pintura cuando empiece la fiesta, no? - le da una opción

Tras hacer un gesto a su equipo, sobre todo a Diego y František, Ernesto sigue a la mujer, obediente de sus pasos e instrucciones. Observa con atención cada paso de aquel camino, como si lo estuviera filmando con la mirada. Al final, saca un pequeño anotador del bolso y, con la lapicera del bolsillo de su camisa, empieza a hacer lo que parece que son anotaciones. Sólo los que están muy cerca de él pueden apreciar que, más que anotar, está haciendo un plano improvisado de lo que están recorriendo. Eso sí, también llenando al plano con comentarios en clave, al margen y sobre las líneas. El trazo ondula sobre el papel por la marcha a la que está siendo sometido.

Al final, cuando Henar se detiene y les habla, Ernesto asiente. Baja la lapicera y el anotador, apoyándolos como sin importancia sobre la correa de su bolso, para mirarla. Ante su risita nerviosa, le dedica una media sonrisa que trasmite una fuerte seguridad. Espera a que responda a Facundo, y luego, habla él:

- Esto está muy bien. En realidad, yo pensaba que sería mucho más pequeño - mira a la casa - De hecho, me preguntaba cuánta gente iba a poder entrar. No tiene sótano el lugar, ¿no?

Caminando delante de todo el grupo aun filmando un poco de todo de lugar, aprovecho la "distracción" de Ernesto, Facundo y Henar, y miro a Dvorak, y le hago un gesto con la cabeza apuntando hacia la puerta del sótano, mientras camino como si no quisiera la cosa asía ella

Frantisek examinaba los alrededores. Al ver el gesto que realiza Diego, se dirije al sótano trás él, esperando encontrar algo interesante.

Frantisek era consciente de la inmadurez del acto.

Henar camina a vuestro lado respondiendo a sus preguntas, mientras por el rabillo del ojo no deja de mirar cómo Frantisek y Diego parecen alejarse del resto del grupo para mirar la casa con más detenimiento.

-En la caseta tengo todo lo de limpiar y lo de cuidar el jardín. Luego lo.. se guarda todo allí, sí. Y sí hay sótano, la puerta esa abierta que hemos visto antes..- Henar observa cómo Diego y Frantisek desaparecen de vuestra vista doblando la esquina.

Mientras os deslizáis tras de la esquina de la casa, escucháis a Henar hablar un par de veces, para aclarar que la caseta es para las cosas del jardín y la limpieza y algo más que ya no oís.

El sótano está bastante oscuro, incluso para la luz de la cámara y hay que caminar ligeramente agachado. Allí veis una sala que tendrá la mitad de la casa de amplitud, con unas tuberías que salen del techo y van hacia la pared que da a la parte trasera de la casa, suponéis que a la caldera.

Acumulados a vuestra derecha hay multitud de objetos: una manguera, cuerdas, tejas, macetas, un par de azadas, una pala y algunas maderas. También hay una larga escalera de metal de unos cuatro o cinco metros de largo.Hacia el fondo se ve una puerta pequeña, abierta, que debe dar a otra sala del sótano, pero para ir hasta ella habría que ir a cuatro patas, pues por allí el terreno se eleva suavemente.

- Muchas gracias - la sonrisa de Facundo es sincera. Años de estar frente a la cámara le han dado la suficiente práctica como para que sus gestes parezcan sumamente corteses.

Tras una pausa y como sin darle importancia al tema pregunta - Entre nosotros... realmente alguien espera que puedan... eh... averiguar algo de lo que pasó hace tiempo - en voz baja y como haciéndola partícipe de un gran secreto, el locutor intenta averiguar lo que pueda - Nadie nos supo explicar bien que fue lo que pasó... quizás... - Facundo se interrumpe, observando el rostro de Henar y tratando de detectar los sentimientos de la mujer respecto a los hechos.

-Muy bien viejo, usa tus superpoderes de la liga de la justicia y dime donde sientes presencia paranormal así la filmo y así vemos llegar nuestro aumento de sueldo
Mientras me arrodillo frente a la puerta de la otra parte del sótano y trato de alumbrar con la antorcha de la cámara

Frantisek observa con detención el oscuro lugar, intentando encontrar alguna energía ajena de la que pudiera sacar información. Cierra sus hojos y se concentra para detectar las energías, sabía que su cordura estaba en riesgo al abusar de este tipo de habilidades, pero debía hacerlo.

El breve episodio de hipotermia y los restos de Rivotril que aún rondaban por el torrente sanguíneo de Camestres le habían otorgado una apertura mental a la que estaba desacostumbrado. Sin embargo, estaba menos acostumbrado aún a la vegetación y al aire libre, pues siempre había vivido encerrado entre murallas de cemento.

Así, deambular entre tanta paz y tanto verde en aquel singular estado espiritual, se transformó para Camestres en una experiencia novedosa y excitante, casi metafísica.

Acompañó en silencio a la señora y a los demás en su recorrido guiado, deteniéndose contínuamente a apreciar el suave roce de las plantas y a disfrutar de sus fragancias. A cada paso se alejaba del grupo, fascinado con algún extraño prodigio de la naturaleza.

Sin embargo, aunque nuestro héroe jamás lo hubiera reconocido (pues era en gran medida inconciente de ello), aquella parte estrictamente racional de su cerebro, que aun estaba libre de cualquier efecto psicotrópico, imprimía cierta lógica a sus acciones. Aunque pasaran desapercibidos para cualquier testigo ocasional, los objetivos de Camestres eran claros:

1.- Observar con detenimiento todas las cerraduras de la casa, todas la ventanas y aberturas en busca de cualquier resquicio por donde poder entrar. Gran parte de este interés estuvo centrado en la caldera “prohibida”.

2.- Indagar en el extraño montículo que se encontraba en el patio trasero.

3.- Por sobre todas las cosas, revolver exhaustivamente cada centímetro de follaje, intentando dar con más de aquellas moras de la entrada o, llegado el caso, cualquier otro tipo de fruto silvestre que pareciera comestible. La novedad de los sabores junto a la atracción por lo prohibido (y por lo gratuito) eran una combinación que Camestres no podía resistir.

Inmerso en estas y otras cuestiones, poca noción tenía de lo que ocurría a su alrededor, hasta que su agudizada percepción disparó la alarma. En tono suave pero ineludible susurró:

- Perdón, señora... dijo barbacoa...

Ernesto nota, al mismo tiempo que se desvía la mirada de la mujer, que el camarógrafo y el parapsicólogo han desaparecido del campo visual. Incoherentemente, aquello le relaja la expresión. Tal es así que, en vez de acotar nada a lo que intenta Facundo, lo único que hace es mantener su sonrisa hacia la mujer. De lo que se trataba, como siempre, era de tener cómodo al entrevistado, y generarle confianza o suficiente impresión para que hable, incluso de lo que no quiere hablar. Si Facundo era el que había empezado con las preguntas incisivas, cuando a Ernesto todavía no le parecía momento para insistir, era porque los roles habían empezado a cambiar. No tenía más que apoyarle 'moralmente'. Si la había cagado apurándose, al fin de cuentas, ya la había cagado.

Y entonces, en la cabeza de Ernesto se forma una única frase.

Maten al asistente.

Tras ese segundo que le cuesta volver en sí, ante la acotación totalmente fuera de lugar de Camestres, Ernesto observa a la mujer en búsqueda de su reacción. Si le daba la impresión de Henar era que ellos eran un grupo raro que encima llevaba a un tarado a cuestas o a un drogadicto en rehabilitación, la iban a tener complicada. Si por el contrario encontraba buena la intervención para destensarse y hasta le hacía gracia, quizás se la habría ganado. Con las mujeres nunca se sabía, sobre todo, según la época del año en la que les hablara uno.

- Sí, barbacoa - agrega, con tanta tranquilidad como puede, aunque le parece que está repitiendo una estupidez - Es un buen detalle de la casa.

Se queda a la expectativa de que la cosa funcione o no, para ver si puede arreglara con algo aunque no le parece, por el momento, que tengan mucho éxito; y si no, poder darse una vuelta y registrar, él mismo, los alrededores.

-En realidad..- La mujer parece durante un momento preocupada por la desaparición de vuestros dos compañeros, pero una vez estáis en la parte delantera de la casa y mira la puerta aún cerrada, parece relajarse un poco- ..en realidad la barbacoa la pidieron los del grupo de música. Quieren que esté todo lo más parecido a como estaba.. bueno, cuando pasó aquello. Estaban haciendo una barbacoa. Me han dicho que comprase comida para mucha gente, que los periodistas también estaban invitados. ¿Sabe si van a ser más de siete? Porque los de televisión española han dicho que al final se quedan a la cena.-

Recorréis la sala despacio, mientras Frantisek avanza a pasos cortos, con una mano delante de la cara y los ojos cerrados. Pasados unos segundos, el parapsicólogo parece haber encontrado algo. Siente un tirón energético en la punta de los dedos que le lleva hacia la entrada a la sala contigua. Debéis agacharos casi dolorosamente para acercaros a ella y enfocar a través de la abertura con la cámara.

La sala contigua parece tener poco más que tuberías provenientes del piso superior y para entrar en ella habría que arrastrarse prácticamente. Sin embargo, las sensaciones que recibe Frantisek parecen provenir del fondo de la sala, en concreto de un objeto blanco, similar a una piedra pero indistinguible ni con la luz de la cámara a esta distancia.

Aunque nadie se percató de ello, el rostro de Camestres se contrajo en un extraña mueca, que él consideraba exactamente igual a la que esbozaba el personaje de “Anibal” (George Peppard) en la conocida serie de televisión “Brigada A”, cuando al final del capítulo encendía un gran cigarro con una media sonrisa cargada de confianza y seguridad, a la vez que decía “Me encanta cuando un plan se realiza…”

- Soy una amenaza…

De más está decir, en Camestres el efecto era completamente distinto. En su caso particular, parecía estar a punto de sufrir un ataque de epilepsia.

- Pues... seguramente seremos más de siete - confirma Facundo - De hecho solo nosotros somos cinco, aunque no creo que comamos mucho, estaremos trabajando - agrega con una sonrisa, dándose cuenta que la mujer ha encontrado la forma de no contestarle.

- Cuando pasó aquello... - repite tras una pausa - Si, era una barbacoa - agrega - aunque realmente quien sabe que fue lo que realmente pasó? - se encoge de hombros buscando en la mujer alguna señal de que ella pueda tener algún dato adicional y dándole pie a que se explaye.

Repentinamente, interrumpiéndo su propio silencio la mira fijamente y pregunta - Prefeririais que no se replicaran esos hechos, no? - sin perder la formalidad ni la educación, pero demostrando que puede ser incisivo en sus preguntas continúa preguntando - Creeis que es peligroso? Porque? -

Aun arrodillado sobre el suelo miro al parasicologo
-Podrás arrastrarte y no morir en el intento, no??
Mientra se tira cuerpo a tierra y con la cámara al frente de el comienza a avanzar por el pasadizo

Se agacha y comienza a deslizarse hacia la sala contigua.

-Por supuesto, puedo ser viejo pero en juventud fui un activo esgrimista, incluso, aún practico esgrima de vez en cuando.