Partida Rol por web

Subes por la escalera, desesperada por encontrar a la chica pero también con ansias de saber a dónde te lleva.

Al llegar, no ves más que niebla a tu alrededor. Incluso las escaleras que te llevaron hasta allí las has perdido de vista. Gritas para encontrar una respuesta pero ella no llega. Pareces haber perdido a la joven para siempre, pero entonces contemplas la decoración del lugar. La cabeza de Anubis se encuentra por todas partes. En ese momento lo entiendes. Era el reino de la muerte y tú eras su cabeza. Tienes el poder de controlarla y aquellos que estén allí, te servirán en vida y morirán por ti.

NIGROMANTE...

Eres la señora de la muerte y tus súbditos te rendirán pleitesía mientras se encuentren bajo tu manto.

Dos veces por partida, puedes traer a dos muertos a la vida. Ellos te servirán incondicionalmente y de caer, te seguirán en la muerte. Sabrán que eres su ama y respetarán tu voluntad. Únicamente, tendrás dos oportunidades, así que aprovéchalas bien.

Subió corriendo y desesperadamente la escaleras, buscando a la joven

-¿Dónde estás! -Gritó - ¡Sal de donde te hayas escondido!

Al llegar arriba siguió gritando buscándola, pero no halló respuesta. ¿Qué lugar es este? Se giró y vagamente vislumbró una figura a su lado. Vio una pequeña figura de Anubis. Se acercó a ella y la tocó con la mano. No entiendo nada... Empezó a mirar a su al rededor y vio que el lugar estaba lleno de figuras de Anubis. 

-Yo... Creo que empiezo a entenderlo... - Asiente para si misma. - La Reina de la muerte...

Se giró y se dirigió hacia la escalera.

-Perséfone.

Tu alma era llevada a un lugar desconocido por aquella mano cadavérica. No sabías a dónde te dirigías pero tampoco podías impedirlo. Llegas a un lugar lleno de neblina y no puedes distinguir nada en primera estancia, aunque tus ojos aún estaban cubiertos por el manto de la muerte.

Miras cómo desde tus pies a tu cabeza, un esqueleto aparece. Mueves una de tus extremidades y ves los huesos de tu antebrazo, luego, como trepadoras, los músculos los cubrían de a poco, generando en ti una terrible asfixia. Tu cuerpo había olvidado lo que era respirar. Tendones, articulaciones, todo se iba formando despacio mientras recuperabas conciencia de tu propio cuerpo, hasta que de los poros se forma una capa de piel. Vas recuperando tu forma original aunque tu visión sigue siendo distorsionada y oscura. Tu piel aún tiene un tono grisáceo y tus pulmones luchan por respirar, tu corazón por latir, tu piel por sentir... Toda la creación en un corto instante.

Tu alma toma poder de ese nuevo cuerpo y la piel recupera su tonalidad normal. Caes al suelo de rodillas después de la primera bocanada de aire y allí, empiezas a reconocer tu entorno. Un lugar lleno de nubes, donde no se sabía si era de día o de noche, pero parecía ser una azotea del hotel que estaba en el exterior.

Frente a ti, te topas con una figura rodeada de un aura de poder. Tus ojos se aclaran y puedes ver a Lisseth, pero con un aura diferente. Al verla, te sorprendes en primer lugar. La mitad de su cuerpo era normal pero la otra mitad estaba completamente muerta. Reconeces la mano esquelética que te sacó de tu encierro en aquel lugar de muerte y al ver sus ojos, su fulgor hace que lo comprendas. Su poder te ha llevado de vuelta y ahora, eres su siervo. No has conocido poder más allá que el de ella. Su dominio sobre la muerte es incuestionable.

Te incas de rodillas para reconocerla como tu ama. Sabes que le debes la vida y estarás a su servicio hasta el final de tu existencia.

Me arrodillo ante la mujer, extrañado y a la vez maravillado. Esto es en parte lo que llevo ansiando toda mi vida: saber si estas cosas son reales y entenderlas; y además me ha salvado de la muerte.

—Señora... no sé tu nombre, pero gracias. Estaré agradecido por siempre... —digo, y sorbo con un sonido algo desagradable los mocos que se me mezclan con las lágrimas en la nariz. Al ver que estamos en una azotea, me giro y escupo por encima de la veranda—. Perdón, ma'am.

Muevo mis extremidades, desentumeciéndolas después de haber pasado todo ese tiempo sintiéndome de plástico, agarrotado y viejo.
 

-Agradécemelo ayudándome a sobrevivir - inclina vagamente la cabeza. -Te necesito para resolver este misterio, ya que yo sola no le encuentro la lógica.

—Haré lo que pueda, pero... —chasqueo la lengua y me levanto—. Mi título es inventado. Sé de parapsicología, eso sí; pero no soy ningún científico.

-Kenneth - Susurró Lisseth- Me gustaría que me mantuvieras informada de lo que te cuenta Andy, por favor. Creo que tiene algún tipo de poder que hace que pueda hablar con los del otro lado. Si tiene razón y Keelin es inocente, puede que su voto doble nos sirva para algo. Pero aún no podemos asegurar que sea inocente....

—Está preguntándome si tengo algún tipo de capacidad especial... y contándome que él puede hablar con los muertos. Eso es lo que yo podía hacer antes de morir... pero me lo robaron. Él, supongo —comento, las últimas palabras suenan despectivas.

-Ajam... Bueno, que él confíe en ti, esta bien eso. Mientras sepamos que puede ayudarnos... Quizás a través de él podamos hablar con algún muerto, y que nos cuenten si por allí han descubierto algo. -se quedó callada por un momento- Y sobretodo, intenta sacarle porque desconfía de Hikari, la japonesa. Quizás sepa algo que nosotros no sabemos.

—Al parecer la chiquita ésta que murió anoche, la pelirroja... Keelin, ¿no? Pues parece que la vio justo antes de morir, como preparada para robarle su poder al matarla, sea lo que sea eso... También sospecha del niño, Alec, y de la otra niña. Yo también sospecho de la muñequita esa de Michelle.

-La verdad es que es difícil sospechar de dos niños... Pero a mi la niña no me gusta nada... Habrá que vigilarles... Y si.. la verdad es que Michelle no me gusta mucho a mi. 

-Kenneth, ¿que piensas de esas alas? No entiendo que pueden ser... ¿De verdad puede ser un ángel? Yo no creo en los ángeles, pero visto todo lo que ha pasado estos días....

—No lo sé... —digo—. ¿Un ángel? ¿No puede ser cualquier otro tipo de estratagema de los asesinos de la madre del chino? ¿O cosa de él mismo? Sea como sea, usted no se preocupe, señora —añado bajando la cabeza—. No pienso permitir que le hagan daño.

Mi semblante se atormenta automáticamente entre las nubes de la azotea mientras me acerco a Lisseth.

—Por favor... señora... ayúdeme. No quiero morir de nuevo, no después de que usted me trajera de vuelta. Quiero protegerla, quiero seguir pudiendo protegerla. Ahora solo soy su protector, usted lo sabe mejor que nadie, ¿no? Tiene que decírselo a esa gente, o al menos defenderme de alguna manera, o volveré a ser una de esas muñecas... y no podré cumplir mi promesa con usted.

-He hecho lo que he podido, y de momento en la votación no vas a morir, creo que Nathaniel va a tener más votos. Y si de verdad Alec puede resucitar a los muertos, quizás lo traiga en seguida para que nos ayude.