Partida Rol por web

Mordred escuchó con atención la explicación de Ginevra, quien había dicho mucho más de lo que él esperaba. Intentó mantener una expresión neutra en todo momento, pero sin darse cuenta sus ojos se fueron abriendo desmesuradamente ante la noticia de la muerte de Lord Rhys. Fue la mención de Edric la que pareció sacarlo de aquel estado, y la aparición de una nueva voz llamó su atención. Caminó con cautela frente a la siguiente celda, donde vió el perfil inconfundible de un Targaryen.

- ¿Vos Señor de Vaelys...? -dijo con calma, aunque su ceño fruncido mostraba que las palabras escogidas podrían haber sido otras mucho más duras.- No marché a la Guerra para ver a un Targaryen dominando estas tierras.

Mantuvo la mirada del hombre unos segundos, acallando sus propias ganas de saber qué hacía él allí encerrado. Pero asuntos más importantes ocupaban la mente de Mordred, y una sensación de prisa se acomodó en él. Volvió frente a la celda de Ginevra y habló con dulzura.

- Mi Señora, en otras circunstancias habría sido más precavido a la hora de tomar decisiones, pero hoy he sido testigo de cosas que me han dado una nueva claridad de vista. Creo en vuestra inocencia, y espero poder hacer algo por demostrarla. -se acercó hasta colocar las manos en los barrotes y habló más dulcemente aun.- Lamento que vuestra hermosura deba lidiar con esta celda por algún tiempo más. Aguardo con ansia el momento de ver como vuestra pálida piel ilumina de nuevo los salones de esta Casa.

Se separó de los barrotes y tomó a John por el brazo, alejándolo unos pasos de las celdas y hablándole en voz baja.

- Maldita la suerte que nos ha tocado, la Casa entera se nos caerá encima si no hacemos algo para detener todo esto. Pero necesito que seamos sinceros el uno con el otro, porque ya no sé en quién confiar. Para mí, no hay duda de que Lady Myriah está detrás de la muerte de Fiona, y por lo que acabamos de escuchar, también de la de Lord Rhys. ¿Coincides conmigo en esto? Lady Myriah mandó a Sloth a asesinar a Fiona y a envenenar a las Damas, por eso el jorobado reaccionó de aquella manera cuando vió aparecer a Lady Lenia en tan mal estado, por eso la Señora se sorprendió al vernos en el Septo cuando mandó a Sloth a entretenernos y que no supieramos lo que sucedía. Desconozco cuál es el plan de Lady Myriah, pero está claro que no conseguiremos detenerla así como así, ahora que cree haber tomado el control de la Casa. Y aquí es donde necesito que seas sincero conmigo, John. -hizo una pausa, pues notaba que se estaba acelerando y necesitaba mantener la calma.- Si Lord Rhys está muerto, Ser Edric Colina es el heredero legítimo. Tú y yo lo hemos visto en batalla, sabes tan bien como yo que no es un chico cualquiera. Fue capaz de ganarse el mérito de ser nombrado caballero a pesar de ser un hijo bastardo. Es un hombre de honor que no se ha rendido ante ninguno de los muchos desafíos que la vida le ha lanzado. ¿No crees que merece la recompensa final a una vida de lucha sin parangón? Y que me perdone quien deba perdonarme, pues no diré nada injusto en contra de las Damas, pero ninguna tendrá peso alguno en cuanto un caballero ajeno a esta Casa se case con alguna de ellas. -hizo otra pausa, teniendo que calmarse de nuevo.- Yo apoyaré a Ser Edric. Él como Señor de Vaelys permitirá que toda esta muerte y dolor se solucione, pero necesita a hombres de honor a su lado. ¿Estarás conmigo en esta contienda?

Llegó detrás de ser Mordred a la celda de Lady Blackwood, ya que se había quedado rezagado asegurandose que no eran seguidos.

Llegó justo a tiempo para escuchar las protestas de Ginevra, e intentar consolarla.

—Señora, por favor, hemos venido a ayudar, a ayudarla. Encontraré la forma de sacarla de aquí ahora. ¡Soldado! ¿Quién tiene la llave de la celda?

Se acercó a verle la cara al hombre, le pareció reconocerlo a través de la visera, aunque la mazmorra estaba sombría.

—¿Eres tú, Reg? Tu me acompañaste a arrestar a la sanguijuela de la celda de al lado, ¿o no? Necesito tu confianza una vez más muchacho. Se que eres fiel a la casa Valeys, y estás siguiendo órdenes, pero creeme, yo también quiero lo mejor para esta casa y sus hijas.

Mierda, aquello pintaba mal. Lord Rhys muerto, lady Myriah complotando contra su propia familia. John era un soldado, pensaba como un soldado. Lo suyo eran las espadas, y arreglar las cosas con acero. Es cierto que ser Edric era un hombre fuerte y decidido, lo había visto luchar.

—Ser Mordred, yo soy un soldado, no entiendo nada de mierdas políticas, no soy un ser Nadie. Pero ya que hablamos de ser sinceros uno con el otro, dejeme decirle esto. Ni puedo dejar a lady Ginevra aquí sola. Averiguaré primero quien tiene la llave, o arrancaré los barrotes, no importa. Si usted va ahora a avisar a ser Edric, me uniré a luego en la lucha para detener a Lady Myriah y salvar a las niñas, o sino, me ayuda a sacarla y luego lo acompaño.

Si ser Mordred se va a avisar, dandome la espalda, salto sobre el intentando inmovilizarlo, gritándole al soldado que lo pinche con la espada, esperando que me ayude a mi y no a él, a pesar de que soy el ayudante a mayordomo tal vez me respeten por lo que fui.

Si me ayuda a rescatar a lady Blackwood, espero a que esté frente a los barrotes para tomarlo de la nuca y estamparlo contra la reja con todas mis fuerzas, esperando lo mismo del soldado.

- Te entiendo, y haces lo correcto en intentar sacar a Ginevra. Pero creo que Edric necesita saber lo ocurrido cuanto antes, así que si tú te ocupas de este asunto, yo intentaré encontrarle para que me acompañe a la cripta. Si realmente Edric ha heredado la Fortaleza de Sangre, necesitará que le cubra las espaldas de todas las serpientes venenosas que recorren los pasillos impunemente. -miró al guardia de reojo y sonrió.- Y a ese le harían falta cuatro brazos diestros para suponer un problema para ti. -miró a John con satisfacción y orgullo.- Suerte. Y gracias por ser una luz en mitad de tiempos tan oscuros.

Mordred asió el brazo de John de forma amistosa y cercana. Antes de marcharse, dedico un cabeceo hacia Ginevra a modo de despedida, y se giró hacia el guardia.

- Hazle caso, muchacho. Tienes la posibilidad de ayudar a esta Casa. -no pudo evitar una sonrisa socarrona.- Y de evitar meterte en problemas con John Kalhan.

Dió una palmada a John en el hombro y salió de las mazmorras.

La estrategia de Jhon había salido tal y como esperaba, o al menos casi. Cuando Ser Mordred se dio la vuelta para salir de las mazmorras, Jhon aprovechó para abalanzarse sobre él y tirarlo al suelo. Pero el ex maestro de armas no parecía darse cuenta del estado en el que se encontraba, con un brazo menos y cojo...

Ser Mordred se dio media vuelta justo cuando Kalhan se lanzó encima de él. Ambos cayeron al suelo y rodaron por los pasillos de la mazmorra. De vez en cuando podía oírse la risa de Viserys Targaryen que parecía que estaba disfrutando con lo que estaba sucediendo.

El soldado, no pudo dejar las cosas como estaban y desenfundó su espada para apuntar al cuello del invitado. Pero en esos momentos, y gracias a la distracción que acababa de suceder, Viserys acababa de escapar de su celda. El soldado se quedó mirando a Jhon que seguía tirado en el suelo sin saber qué hacer. Quizá él pudiera darle alguna orden pero lo que estaba claro es que uno de los dos terminaría escapando, o Ser Mordred o el desagradable Targaryen.

Antes de que pudiera salir de las mazmorras, Mordred escuchó unos pasos acelerados a su espalda. Se giró, justo a tiempo de ver al enorme John Kalhan encima suyo. Su instinto y su entrenamiento rápidamente lo llevaron a defenderse frente al rastrero asalto.

- ¿Pero qué demonios haces? -espetó, aun forcejeando con John.- Pensaba que eras mi amigo, y ahora me atacas por la espalda como un cobarde. ¿Perdiste tu valor cuando te corta...

Justo cuando alzaba el puño para golpearle, notó la putna de la espada del soldado apuntando a su cuello. Se quedó quieto y relajó el brazo, pero su expresión seguía mostrando el enfado por la traición. Su silencio se rompió en cuanto vió al Targaryen salir de su celda. Por la expresión del soldado, intuyó que esperaba que John actuara.

- ¡Maldita sea, John! ¡No dejes que se escape ese lunático! No sé qué intenciones tienes en mi contra, pero podemos arreglarlo como hombres en otro momento. Si ese Targaryen sale de aquí sabiendo lo que hemos escuchado, será como haber perdido la Guerra.

—Lo siento mucho, ser. Esto no es personal, pero no puedo permitir que el bastardo Colina sepa todo esto, sería el final de la Casa Valeys, y el mío con ella.

—Reg, encierra a ser Mordred en la celda del Targaryen, ya perseguiremos a la sanguijuela. Maldita sea, eres un soldado de verdad Reg.

Con la espada del soldado aún al cuello, tomo a ser Mordred por la axila con mi brazo sano e intento obligarlo a entrar en la celda, pero me cuesta levantarlo sin poder equilibrarme con la otra.

Mordred se mostró claramente confuso. Se irguió cuando John intentó levantarlo, usando todas sus fuerzas para soltarse de su agarrón, aunque no parecía tener intención de huir. Algo había llamado su atención.

- ¿De qué estás hablando? Ser Edric sería el primero en reconocer tu verdadera valía. Él nunca te hubiese relegado a ser un simple mayordomo, aunque te faltaran ambos brazos. Él es miembro de la Casa Vaelys, ¿qué sentido tendría que hiciera algo contra ella? -miró a Ginevra un instante, recordando sus palabras, y volvió a girarse hacia John, sospechando que había algún detalle que desconocía.- ¿Qué sabéis vosotros de Edric que yo no sepa? Porque si he estado cometiendo un error o he sido engañado, quiero saber los detalles antes de que se me lance a una celda como a un simple criminal.

Tras las órdenes de Jhon, Viserys Targaryen escapó de su celda y huyó de las mazmorras. Aquello había acabado muy mal y era muy probable que la decisión que acababa de tomar el ex maestro de armas supusiera un gran acontecimiento en los eventos que estaban por suceder.

Tanto Jhon como el soldado Reg cogieron a Ser Mordred por las axilas y lo acompañaron hasta la celda. Pero antes de que lo terminaran encerrando, quiso hacer una pregunta que esperaba que Jhon le contestase.

Ahora Viserys Targaryen había escapado de su celda, sabía que Lord Rhys estaba muerto y si se chivaba a Ser Edric Colina sería la perdición de la Casa Vaelys.

- ¡Hablad! -gritó a todos los presentes, esperando que alguien diera explicación a lo que estaba sucediendo.

Mordred clavó los ojos en John, con una mezcla de expectación por su posible respuesta y decepción por lo que había hecho.

- Podríamos haber solucionado este asunto como hombres de honor. Podrías haberme explicado lo que sucedía y cuál era tu postura. Pero has preferido escupir en la confianza que tenía puesta en tí. ¿Desde cuándo es así John Kalhan? ¿Crees realmente que estás haciendo un favor a esta Casa encerrándome? Acabas de dejar al enemigo escapar, es ese Targaryen quien es libre ahora de derrocar a los Vaelys. Y será culpa tuya si no haces nada para evitarlo. Tienes que explicarme lo que sepas de Ser Edric, o la desgracia llamará por vez definitiva a las puertas de esta Casa.

Un montón de sangre se escapó por el pescuezo de Jhon Kalhan, el antiguo maestro de armas de la casa Vaelys acababa de sufrir un corte profundo en el cuello haciendo que la cara de Ser Mordred se llenase de sangre. Jhon Kalhan no había contestado a la pregunta de Ser Mordred porque no le había dado tiempo. Le habían asesinado.

Cuando el soldado fue a echar mano de su espada se dio cuenta de que ya no la tenía allí. Y cuando quiso darse media vuelta tras ver lo que le acababa de ocurrir al que había sido compañero en batalla sintió como su propia espada le atravesaba el abdomen por un punto flaco de su armadura.

Ambos, Greg y Jhon cayeron ante los pies de Ser Mordred antes de que fuera encarcelado como un vil villano.

En cuanto los cuerpos de ambos hombres cayeron, Ser Mordred pudo ver quién había sido el asesino. La melena rubia platino dejaba claro al asesino. Viserys Targaryen, el verdadero heredero del trono de Hierro acababa de matar a los hombres que estaban dispuestos a encerrar a un ser Mordred desarmado y sorprendido.

Lo siento. Dijo escupiendo sobre el cadáver del cojo. Creo que no le he dejado contestarte. Targaryen había simulado que salía y escapaba de las mazmorras, pero nada más lejos de la realidad. Había optado por esconderse entre las sombras del pasillo y aprovechar a que ambos individuos estuvieran distraídos para arrebatarle el arma y acabar con ellos.

Ser Viserys Targaryen, heredero de El Trono de Hierro y tú, si lo deseas, serás mi ayudante personal. ¿Entendido? Dijo Viserys amenazante con el arma del soldado en la mano.

Ser Mordred acababa de ver una nueva oportunidad ante él. Aunque quizá un Targaryen no fuera un verdadero señor, quizá fuera el perfecto medio para lograr su objetivo principal, acabar con la Casa Vaelys y con todos los que allí se encontraban.

Cuando menos se lo esperaba, Mordred se vió sorprendido por algo que le salpicó la cara. Rápidamente vio que había sido la sangre de John, quien caía al suelo junto al guardia. Antes de que pudiera dar un paso, el reflejo de los cabellos y el brillo del arma le obligaron a detenerse, entendiendo que estaba en desventaja. Escuchó las palabras de Viserys, y su mente comenzó a viajar de pensamiento en pensamiento.

Observó el cadáver de John, a quien había considerado todo un soldado y alguien en quien confiar. Tiempo atrás Mordred habría considerado que su muerte debería haber sido otra, en campo de batalla, pero también era cierto que John había parecido cambiar su valentía por las sucias artimañas, tal y como había demostrado al atacarle por la espalda. El destino quiso regalarle a John una última ironía, pues al querer encerrarle a él había dejado escapar a quien se convertiría en su asesino. Volvió a mirar a Viserys, erguido en su victoria, y recordó la Guerra del Usurpador. Pero al entender lo que la presencia de aquel individuo allí suponía, Mordred entendió que aquella era una nueva oportunidad.

- Ser Mordred Rowain, Señor de Rowain, derrotado dos veces por la misma espada en estas mazmorras. Pero quizás la suerte haya cambiado para ambos, si no queda nadie que nos encierre. Y puesto que no tengo espada que defienda mis palabras, me debo a lo que me pidáis. ¿Qué intenciones tenéis? Si habéis sido encerrado por orden de Lord Rhys o Lady Myriah, no necesitaréis más esa espada para convencerme de que os ayude.

Viserys tenía la cara llena de sangre tras haber matado a sangre fría al soldado que custodiaba las celdas y a Jhon Kalhan que parecía conspirar. Lo primero que tenemos que hacer es esconder el cadáver de ambos, sé que hay un pasadizo secreto en la cocina, le comentó a Ser Mordred, podemos esconderlos allí, o bien podemos meterlos en la celda para agilizar. Hay muchas cosas que hacer, y creo que lo mejor es eso.

Lo segundo, es encontrar a Lady Tabitha, ella es la madre de mi futuro hijo, el cuál es el verdadero heredero del Trono de Hierro, tenemos que preguntarle donde escondió la espada de Acero Valyrio que nos servirá para armarnos y acabar con cualquiera que se interponga en nuestro camino.

Lo tercero es dar con el cuerpo de Lord Rhys y esconderlo, si alguien lo descubre, ese bastardo de Edric Colina creerá que es el heredero de la Fortaleza de Sangre e impedirá mis planes. Por lo que me dijo Ginevra se encuentra en la capilla de Richard Risefeller, allí fue donde falleció debido a su terrible enfermedad. Pero cada uno tiene lo que se merece. Dijo sin sentir ni una pizca de pena por el lord. Después tendremos que reunirnos junto a Lady Tabitha para casarme con ella. Una vez que sea Señor de la Casa Vaelys y vuelva a tener tierras, estaré más cerca de volver a tomar el Trono de Hierro y mi hijo será el Rey de los Siete Reinos. Tú serás mi ayudante, y si lo consigo te nombraré Jefe de la Guardia Real convirtiéndote en el hombre más importante y que liderará todos mis ejércitos. Además te colmaré de mujeres y de regalos y esta fortaleza será tuya y te nombraré señor de la Casa Vaelys. ¿Estás de acuerdo conmigo? ¿Por dónde quieres empezar?

Mordred pensó durante un instante, sin que le importara demasiado parecer absorto ante Viserys. De todos las personas con las que podría estar haciendo tratos, el Targaryen era, sin lugar a dudas, el más inesperado.

- No nos repartamos aun un pastel que no tenemos en nuestras manos -contestó a los ofrecimientos-, aunque  agradeceré vuestros regalos como es debido si llega el día en que podáis ofrecerlos. Por ahora, saber que Lord Rhys ha muerto y que su Casa puede caer en la desgracia me satisface lo suficiente como para que no necesitéis convencerme con alhajas. -cogió el pesado cadáver de John por las axilas y comenzó a arrastrarlo hasta el fondo de la celda, intentando no mancharse de sangre.- Las cocinas estaban concurridas hace un momento, no podríamos movernos por allí sin llamar la atención. Me temo que estos dos deberán pasar la noche aquí. -tomó entonces al soldado del mismo modo y lo llevó junto a su antiguo compañero de armas, a quien miró unos segundos con cierta nostalgia. Se giró de nuevo hacia Viserys.- Cuando la vi por última vez, Lady Tabitha estaba siendo acompañada por Ser Lance Dayne, mal rayo le parta. Es la única de las Damas que no parece haber sido afectada por lo que creemos ha sido un envenenamiento. -frunció ligeramente el ceño al generarse de pronto una duda en su mente.- ¿Sabéis vos algo de ese asunto? Tampoco espero que sea mucha osadía si os pregunto porqué os encerraron aquí. Pero ya que vos habéis preguntado antes, os diré que tenemos la opción de ver si aun sigue el cadáver en la capilla y trasladarlo aquí o a ese pasillo secreto en las cocinas del que habláis, si hubiese opción. Sin embargo, me temo que el criado Sloth terminará usándolo antes o después, y viendo que parece ser el brazo ejecutor de los extraños planes de Lady Myriah, quizás estas mazmorras sigan siendo la mejor opción. Después, yo mismo intentaré dar con Lady Tabitha y hablar con ella. Siempre y cuando no se encuentre en sus aposentos, pues se me cerrará el paso. Salvo que... -quedó pensativo unos segundos, moviéndose después frente a la celda de Ginevra.- Mi Señora, como ama de llaves vos teníais acceso a cualquier zona de la Fortaleza, ¿no es así? Si os encerraron esta tarde puede que los soldados de la Torre del Fénix no hayan recibido noticias de ello. Vos conseguís vuestra libertad, a cambio de que me procuréis el acceso a los aposentos de la Familia. -miró a Viserys.- No me negaréis que es un trato justo, y nuestra mejor opción. ¿Abrimos su celda, pues? Si vos os encargais de Lord Rhys, yo conseguiré el favor de Lady Tabitha.

Ser Mordred había notado las prisas con las que Viserys quería moverse por toda la fortaleza. Consideraba que no había tiempo que perder y así es como se lo había contado.

Asintió ante todas sus palabras ayudando a arrastrar los cuerpos de los muertos. Cuando escuchó las palabra envenenamiento se sorprendió bastante. ¿Cómo? ¿Qué es eso de que las hijas Vaelys han sido envenenadas? ¿Pero Tabitha está bien? Preguntó preocupado. Fui encerrado y engañado, Lord Rhys me dijo que alguien estaba conspirando contra mi, y que aquí estaría seguro, después de lo que Ginevra me contó enfurecida por lo que Lady Myriah le había hecho, comprendí que estaba aquí metido para que no molestara.

Vayamos a la tumba de Risefeller y encontremos el cadáver de Lord Rhys, ahora mismo es lo más importante. Después lo llevaremos hasta aquí y los apilaremos todos juntos. Cuando Ser Mordred se acercó a la celda de Ginevra se dio cuenta de que ésta también había sido asesinada por el Targaryen. Lo siento, pero también sabía demasiado y debía matarla. Dijo fríamente. Sin duda el Targaryen no era alguien a quien tener de enemigo. ¿Vamos a la tumba?

Mordred observó el cambio en la actitud de Viserys al hablar del envenenamiento, aunque desconocía si su preocupación era por Tabitha o por ese supuesto hijo.

- Cuando vi a Lady Tabitha parecía no haber sido víctima de sabotaje alguno. Al contrario, parecía bastante ajena a todo lo que estaba sucediendo en la casa. Y en cuanto a esa conspiración... -resopló, como cansado de todo aquel asunto.- Me gustaría poder apuntar a otra persona, pero Lady Myriah parece estar detrás de todo lo que está sucediendo. En otras circunstancias ella sería el precio que pediría por ayudaros, pero ahora me temo que terminaría amaneciendo con la garganta cortada si consiguiera llevarla hasta mi cama.

Al darse cuenta que Viserys había matado también a Ginevra, Mordred no pudo evitar pensar en qué momento el Targaryen intentaría deshacerse de él también. Lamentó la muerte de una joven tan bella, pero sobretodo lamentó no haber tenido oportunidad de compartir una botella de vino y alguna otra cosa con ella. Se volvió hacia Viserys y asintió.

- Sí, vayamos a la tumba antes de que alguien aparezca por allí.

Manteniendo un ojo puesto sobre el Targaryen, especialmente en la mano que sujetaba la espada, Mordred salió de las mazmorras.