Partida Rol por web

A pesar de que su tardanza se debía a una necesidad de supervisar todo lo que acontecía en el castillo y no a una teatralidad deliberada, Lady Myriah no pudo evitar entrar en el Gran Comedor con gran solemnidad, con el gesto serio que la caracterizaba y tal como iba vestida, con aquel vestido tan elegante, las joyas y el peinado casi compuesto pelo a pelo. No disfrutaba con aquello, pero sabía que aquel día ella era más que ella misma, representaba a su casa y su familia y debería transmitir este mensaje desde que el sol se alzara hasta que volviera a amanecer.  

Aquel hedor que no había captado en las cocinas ahora le parecía que inundaba la estancia, pero no dejó que la preocupación que la atenazaba se reflejara en su rostro. Debía ser un día perfecto. Ella también tenía que serlo. Por lo menos, Lady Myriah sintió cierto alivio al ver que las ventanas estaban abiertas, el servicio era consciente del mal olor y ya se había puesto a solucionarlo. Aún así...

Recorrió la estancia y se situó al lado de su señor esposo, al que dirigió una mirada de complicidad, seguida de los correspondientes gestos de cortesía y saludos para con sus hijas y el resto de comensales. Los hermanos Risefeller, como no podía ser de otro modo, ya estaban presentes.

-Fiona, -llamó a la criada con un ligero ademán, antes de que ésta se marchara- yo también tomaré leche con el desayuno. -le comentó. Desde luego, necesitaba desayunar fuerte si quería hacer frente al largo día que tenía por delante, aunque no fuese la actitud más recomendable para una señora. Y una vez estuvo lo suficientemente cerca, le dijo en voz baja: -Espero que para cuando lleguen la mayor parte de los invitados, el Gran Comedor haya dejado de parecer el establo. Creo que el servicio es perfectamente consciente de que esta casa se está jugando su futuro hoy. Luego, le giró el rostro, pues no esperaba una respuesta y sonrió gentilmente.

Tyler se puso en pie al ver que entraba Lady Myriah. Le dedicó una reverencia a modo de saludo y no volvió a sentarse hasta que ella tomó asiento.
Estaba impresionante con ese vestido rojo digno de una reina.
Lady Myriah nada tenía que envidiar de sus preciosas hijas.
De tal palo tal astilla pensó manteniéndose firme y sin exteriorizar sus pensamientos.

Cuando volvió a sentarse regresó a su conversación con las chicas.

Sonrió divertido.

La misma peste que en la cocina. El alma se le vino abajo a Merol, al darse cuenta que el trabajo seria mas pesado de lo deseado. Habría que encontrar la causa, limpiarla, y airear todo cuanto antes. Se paso la diestra por su regordeta mejilla nerviosamente, espabilándose un tanto al hacerlo. Tal vez algo de la sangre que solía colorearlo por fin le estaba llegando al cerebro.

*Vamos. Te encomendaron esto. No lo arruines como siempre. No lo arruines como siempre. Respira... eso… aja… Asco… nono, respira… bien. Cálmate Primero encontrare a John y veré que ha pensado. Sino, haremos como siempre en el septo, revisar a fondo y trapear lo que haga falta. Puedes hacer eso.

Algo mas animado, miro a todos lados buscando al hombretón para ir en su encuentro antes de que se marchase. Seguidamente encamino sus pasos cortos y apresurados para alcanzarlo.

-Eh… señor Kalhan…+lo llamo cuando estuvo cerca, alzando la voz lo que su timidez le permitía, que no era mucho considerando a quien se dirigía… pero suficiente para ser audible.

Miró a su hermano. En una situación normal se habría metido con él por la cursilada que le dijo a Lenia. Sonrió para sí y no dijo nada ya que estaban delante Lord y Lady Vaelys y también la mayoría de las hijas. Lo respetaba lo suficiente para no ponerle en ridículo delante de tanta  gente. Se lo diría más tarde a solas.

 Lady Vaelys estaba deslumbrante y mantenía la compostura pese al olor. Lord Rhys tenía suerte de tenerla a su lado. Da la impresión de que es ella quien dirige la casa.

Su estómago rugió. Esperaría lo que hiciera falta por respeto al igual que hacían los demás, pero se moría de hambre. Miró a Merol al entrar y sonrió levemente. Chico listo por haberte llevado ya algo al estómago.

La aparición de su esposa calmó a Lord Rhys Vaelys, aunque sólo en parte. Hacía un buen rato que la gran mayoría de los presentes se habían sentado frente a la mesa del Gran Comedor, y desde entonces estaban esperando el desayuno. Un desayuno que, evidentemente, no empezaría hasta que toda su familia estuviese presente. Tabitha y Lenia habían hecho acto de presencia y finalmente Lady Myriah había aparecido, pero aún no había ni rastro de Alyra, Astrid o Mira.

Lord Rhys comenzaba a impacientarse. Hacía un rato le había dicho a su hija Tabitha que no sería de buena educación empezar a desayunar sin estar todos presentes, pero ella tenía razón en que no era nada cortés hacer esperar tanto a sus invitados. Un poco más, se dijo Lord Rhys mientras se llevaba la copa de vino a los labios. Esperaremos un poco más.

Escuchó las palabras de su esposa, pero no dijo nada al respecto. Sabía que ella tampoco esperaba una respuesta. Simplemente siguió en su sitio, bebiendo poco a poco de su copa, y observó al recién llegado, Merol.

Entró al comedor con la intención de abrir las ventanas, pero vio que ya estaban abiertas. Miró hacia la mesa donde todos estaban sentados e hizo una leve reverencia en general -Buenos días-. El olor se había propagado hasta allí. ¿Se trataba de alguno de los presentes? Quería saber cuál era la raíz. Sería mucho más fácil que airear toda la fortaleza, pero no iba a sacar el tema delante de tanta gente importante. -Si me disculpan-. Airearía la planta principal. Suponía que el recibidor sería lo primero que los invitados pisarían y no debían llevarse una mala primera impresión.

buenos días mmmmmis señores- saludó , olvidando por un instante su tartamudez.
Pensó un segundo y sencillamente hizo una reverencia y tomo asiento en la silla que le correspondía en la mesa de su padre. Tendría que lograr interacciones sociales sin hablar mucho, ya que debía mantener la dignidad de la familia.
Suspiró y busco algo de comer. No para hacerlo ahora, sino para ver que odia servirse sin pedirlo y sin quedar mal.
Va a ser una fiesta muy divertida.

Cada vez que la puerta se abría Tyler miraba esperando que fuese una de las hijas de Vaelys que faltaban. Para su desgracia la primera vez fué el regordete ayudante del septón quien cruzó el umbral. Bajó su mirada a la copa de vino para ocultar su decepción.
La puerta volvió a abrirse, pero en vez de una hermosa doncella entró Sebastián, el sirviente. Si al menos hubiese llegado con alguna bandeja Tyler se habría alegrado de verle, hubiese significado que las chicas no tardarían y anunciado el comienzo inminente del desayuno. Sin embargo se había presentado con las manos vacías y para hacer exactamente nada. Supuso que quizás comprovaba si toda la familia estaba ya a la mesa. Como no era así, aún no traerían comida.

Tyler suspiró discretamente. Tenía tanta hambre que estaba valorando realmente ir a comerse el alimento de Austin, su corcel. De todos modos el olor sería similar.

Recuerda quien y qué eres
Se dijo para sus adentros para llamarse a la cordura y sacar fuerzas para resistir la espera con elegancia.

La puerta se abrió una vez más. Tyler esperaba ahora que entrase otro sirviente, por esa razón miró con cierta desgana. Sin embargo esta vez llegó Mira. Su corazón dió un salto en su pecho, y su estómago un rugido en sus entrañas.

Tyler se puso en pié, saludó a la dama con la reverencia que le pertenecía y tomó asiento una vez la pequeña se hubo acomodado.

Ya falta menos. Ya solo deben llegar Astrid y Alyra, después.... la comida

Sonrió levemente con estos pensamientos.

- Buenos días Lady Mira- dijo por ser cortes como era y para cubrir su sonrisa, que su alegría la relacionasen con la llegada de la niña, no con su ansia por recibir alimento.

Fui sonriendo a las personas que llegaban, pero cuando llegó mi hermana Mira sonreí abiertamente y le hice un gesto para que se sentara a mi lado, quería hablar con ella. Cuando estuvo cerca sonreí aún más - Buenos días Mira - dije con cariño - Luego Tabitha y yo vamos a elegir los adornos del pelo, no termino de decidirme, ¿querrás venir? - preguntó con dulzura y sin hablar muy alto.

Lady Myriah : Creo que el servicio es perfectamente consciente de que esta casa se está jugando su futuro hoy.

Miré a mi madre cuando dijo esas palabras y me quedé pensativa ... "esta casa se está jugando su futuro hoy" no sabía si era para tanto o para tan poco, pero todos parecían ansiosos y yo quizás no llegaba a comprender del todo porqué era tan importante todo, arrugué la frente pensativa y solté un pequeño suspiro. 

Coloqué mis rizos tras una de mis orejas y miré a todos los presentes, me gustaba adivinar que estarían pensando.

Ante las palabras de Tyler no pudo evitar poner los ojos en blanco... No le extrañaba el comentario, le pareció un halago adecuado, pero a Tabitha le daban alergia los halagos. Algo que a su hermana Lenia pareció agradarle: le sonrió de medio lado, alzó ambas cejas, miró a Tyler de reojo, la miró a ella de nuevo y su sonrisa divertida se convirtió en una maliciosa. Luego carraspeó y vio llegar a su madre. ¡YA ERA HORA! Pero no lo gritó, no fuera de sus pensamientos, al menos. 

Sin presiones -susurró a sus palabras sobre el futuro de la familia, haciendo que sus dedos repicaran en la mesa rítmicamente.

Al ver entrar a Merol, entrecerró los ojos un instante, miró a John Kalhan, al chico rollizo de nuevo y luego, con cara de aburrimiento, siguió con el movimiento rítmico de sus dedos. Estaba por gritar que tenía hambre. A estas alturas solo tenía ganas de gritar y de tener un berrinche sobre la comida y el desayuno.

Por fin llegó su hermana Mira, le sonrió con cariño y la observó sentarse en su silla. Asintió a las palabras de Lenia. 

Después de desayunar, si en algún momento logramos desayunar. Lo mismo nos quedamos en ayunas hasta la fiesta... Ya sabes, así nos entran los vestidos -sorprendida por sus propias palabras, miró a sus padres-. Puede que por eso nuestras hermanas no quieran venir a desayunar... Ellas no digieren la comida tan bien como nosotras -sonrisa maliciosa, señalando a su hermana Lenia con la mano y a ella misma, claramente quería decir que tanto Astrid como Alyra (sobre todo Astrid) se ponían gordas con solo comer aire, no como ellas que su cuerpo serrano era genético.

Solté una pequeña carcajada y me llevé la mano a los labios para ocultarla, Tabitha siempre hacía que riera con facilidad pasmosa.

- Igual ese es su plan - dije confirmando las palabras de mi hermana - Aunque yo prefiero un buen desayuno - dije con voz sutil, con el tiempo había aprendido que la imagen era importante, yo no era tan "delgada" como alguna de mis hermanas, tenía un cuervo con más curvas, pero eso no parecía ser desagradable si no al contrario.

- Además, si no cogemos energía, no podremos divertirnos luego, ¿verdad? - miré a Tabitha y alcé las cejas, luego negué con la cabeza. Iba a hacer una pregunta que quizás podía malinterpretarse o ganarse el ser inapropiada así que me la guardé para mi, de momento.

La llegada de la señora de la casa suponía una buena nueva para todos los presentes. Era ella quien, bajo la " aprobación" de Lord Rhys, había generado la expectativa de casar a sus hijas con el pretexto de una fiesta. Marvin saludó, inclinando la cabeza a su señora, sintiendo gran regocijo, ya que sus pies ya no lo tendrían que mantener en estado vertical mucho más. Lady Myriah era el factor determinante para que se iniciase el desayuno. Pudiese ser que ella acelerará las cosas.

La aparición de Merol para llamar al antiguo hombre de armas y la de Sebastian nada supusieron al castellano. Ambos, un ayudante de Septon y un criado, eran gente  con la que podría hablar en cualquier momento. Aún así, manteniendo una pose de indiferencia hizo un gesto de cordialidad a los dos hombres.

" Ya con la señora, sólo restan las damas Astrid, Alyra y la pequeña..." El pensamiento no llego a acabarse, ya que la joven Mira hacía acto de presencia en el Comedor. Entraba de una forma sencilla, con un saludo simple para los presentes. Ante ella, una nueva reverencia, era lo apropiado.

-Buenos días, querida -saludó Lady Myriah a su hija pequeña con gran afecto. Ya solo faltaban la segunda mayor y la segunda menor. -Tabitha, Lenia, no seáis crueles y disculpad a vuestras hermanas. Sin duda querrán lucir espléndidas para la fiesta. -regañó a las otras dos, aunque sin poder evitar disimular una tímida sonrisa ante sus comentarios. - Y, claro, después del desayuno, no tengo inconveniente en ayudaros con el peinado.

El ayudante del septón y Sebastian cruzaron la estancia, sin duda, encaminados hacia sus obligaciones diarias. Todos los engranajes que conformaban aquella casa se iban poniendo en marcha, según comenzaba lentamente el día, como en aquellos juguetes de cuerda que había oído que frabricaban algunos maestres en Antigua. 

Asintió ante la pregunta de su hermana. Tenía un trabajo que hacer y lo haría por muy duro que le resultase. Si eso incluía ponerse un disfraz y tratar de aparentar algún interés real por lo invitados lo haría.
Aunque espero que no sea recíproco
Sonrió y esperó su desayuno, puede que su último desayuno antes de que alguien con buena posición y suficientemente ambicioso decidiera que los escrúpulos no iban con el. Aunque la pequeña esperaba que fuera un caballero valiente que se sacrificase por la causa y solo quisiera ayudar.
Tampoco es tanto pedir.

Tyler permaneció muy correcto. Escuchando la conversación entre las damas. A Tyler los peinados y adornos no le interesaban mucho, sin embargo estaba empezando a sentir curiosidad por ver cómo lucirían las damas en la fiesta. Qué decidirían ponerse.

Tyler y Bernard no discutirian sobre que adornos lucir ni se harían trenzas mutuamente. Normalmente tras el desayuno Tyler se ocupaba de algunos papeleos sencillos para después salir a cabalgar, practicar con las armas y entrenar su cuerpo. Todo esto le hizo pensar que aquella mañana no sería posible realizar su rutina. ¿Que haría entonces? Realmente no sabía en que ocuparían su tiempo.
Cuando Tabitha hizo aquel comentario sobre sus hermanas Tyler dió un sorbo al vino. No le gustó mucho que las críticase. Astrid hubiese sido su cuñada si la guerra no se hubiese llevado a su hermano mayor. Tyler sentía que el dolor por pa pérdida le unía de algún modo con Astrid.

Por suerte Lady Myriah intervino. Y aunque todo se desarrolló con buen humor Tyler agradeció que se diese el tema por terminado.

-Espero que esta noche, durante la fiesta, cada baile una pieza conmigo-
Dijo sonriendo a las doncellas.

Bernard miró a los sirvientes entrar y salir. Cuando Mira entró asintió a modo de saludo -Buenos días-. Tenía un hambre de perros. El ejercicio que había hecho por la mañana le causaba aún más hambre y el agua que le había ofrecido Tabitha le vino muy bien para calmarlo un poco. Pensó que quizá había sido descortés al beber antes que Lord y Lady Vaelys. Necesitaba tanto un sorbo de agua que ni siquiera pensó en protocolos, pero ya estaba hecho y no se iba a hacer una montaña de un grano de arena.

Miró a su hermano cuando comentó lo del baile con cada una de ellas -¿A mí también me permitirás un baile hermano?-