Partida Rol por web

Con el pelo empapado pero manteniéndose caliente a base de tragos de vino, Lord Swann aguantó en el sitio disfrutando del espectáculo para reír y aplaudir al final. Disfrutaba de las historias con buena moral y Sloth era todo un intérprete.

Tras esto miró a Lord Oberyn, a quien sonrió, alzó la copa y preguntó con un gesto de su mano ocupada si podía acercársele, temeroso de ofender a la poderosa realieza sureña y perder un contacto tan grato como el suyo. Quizás más cosas le preocupasen de súbito pues miraba alrededor comprobando quienes estaban presentes con aquellos ojos escondidos tras infladas mejillas.

Oberyn asistió en silencio a la actuación de Sloth. Una vez que esta terminó y, viendo que la mayoría de los presentes decidían dirigirse a sus respectivas dependencias, el dorniense se aproximó a a Swann Grizzly, esbozando una sonrisa.

-¿Qué os ha parecido el banquete, lord Grizzly? -le preguntó la Víbora Roja de Dorne, con cortesía-. Es una auténtica pena que las inclemencias del tiempo no nos hayan permitido permanecer más tiempo en los jardines. Las vistas eran sin duda muy hermosas.

Con una gran sonrisa Lord Grizzly recibió al príncipe al acercarse, asintió ante su comentario, tomó otro sorbo de vino y pareció perder parte de su alegría al proceder a hablar con el noble en tono bajo.

De pronto, la peste que había estado por el Gran Comedor y por la que habían decidido dirigirse a los jardines, volvió, pero esta vez se extendió a gran velocidad por todo el Recibidor.

Lenia bajaba de las escaleras que llevaban a las habitaciones de las muchachas, al llegar al gran recibidor, iba tirando de su hermana Tabitha, tiraba de su mano con prisa, pero al llegar al gran recibidor, observó al grupo allí presente.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, su nariz enrojecida indicaba que ya había estado llorando, soltó al mano de su hermana Tabitha y echó a correr hacia el grupo allí presente.

Ante la mirada de Marvin, Oberyn, Bernard, Mordred, Tyler, Sloth y Swann, Lenia corrió hasta Galbart y sin dar explicación alguna, se abrazó al caballero, ocultando su apenado llanto contra el pecho de este.

Le buscó como si fuera la protección que necesitara en ese instante y pareció que no existía nadie más que Ser Galbart Glover.

Rompió a llorar con fuerza, un llanto ronco pues debido al estado de su garganta, tampoco podía llorar con normalidad, abrazó fuerte al caballero y se deshizo en lágrimas de pena, que puede que preocuparan al resto, pero la muchacha se mostró tal y como era en realidad, una joven de apenas 14 años que acababa de ver posiblemente, la peor de las escenas de su vida.

Galbart siguió el mismo camino que el resto de caballeros llegando al Recibidor y nada más entrar en la estancia se percató de que la peste que había inundado previamente el comedor se había extendido hasta el propio recibidor, cosa que provocó que el norteño arrugase la nariz con gesto de asco.

-Señores, parece que esta peste no quiere abandonar el castillo-dijo con desagrado mirando alternativamente a los caballeros cercanos, pero de repente todo se detuvo.

Lenia apareció por una de las entradas con su rostro desencajado, lloroso y pálido como la cera, sus mejillas congestionadas por la impresión hacían un alarmante contraste con su piel clara y el norteño la miró con alta preocupación ¿Qué había ocurrido para que estuviese en ese estado? La muchacha corrió hacia el norteño sin mirar a nadie y el norteño sin querer evitarlo la recibió con un cálido abrazo.

La joven lloraba desconsoladamente, con su cara apretada contra el pecho del corpulento norteño. Éste, acarició su sedoso cabello intentando consolarla, sabía que la imagen del Señor de Bosquespeso podía quedar en entredicho, pero le daba igual, la joven Vaelys había sufrido algún tipo de trauma y eso al norteño le enfurecía. Lo que debía ser un día de festejo y dicha se tornaba en total tristeza y complicaciones sin fin. Mientras mi cabeza bullía de actividad abstraído de todo cuanto me rodeada, me centre en Lenia, la seguí acariciando y le susurré al oído.

Cuando apareció Lenia con esa cara llorosa y triste hasta el extremo casi se le rompe el corazón de lástima al norteño. Recibió a la joven y la acogió con un fuerte y cálido abrazo. Lloraba desconsolada, las lágrimas corrían por sus mejillas sin parar y sus roncos sollozos le mataban de pena y rabia.

-Mi querida Lenia, ¿Qué ha ocurrido?por los Antiguos, no sabes cuánto te he echado de menos-dijo acariciándola el cabello, suave y perfumado, la habría besado allí mismo, pero era algo inconcebible en ese momento-No llores más por favor que me estás matando, ya estoy aquí, contigo y no tienes de qué temer. Vamos, mírame-dijo cálido mientras esperaba encontrarse de nuevo con sus preciosos ojos y poder transmitirle toda la tranquilidad posible, estaba hecha un manojo de nervios y tenía que tranquilizarla como fuese.

Lenia sollozó y descargó todo su llanto contra el pecho del norteño, cuando se sintió preparada, levantó la mirada para que sus ojos grises, ahora enrojecidos, se volvieran a encontrar con los del hombre que estaba empezando a amar.

Como decirle ... como explicarle la horrible escena que había visto, se había dejado la pizarra en la habitación de Alyra. Se secó la lagrimas con el dorso de la mano y sintió vergüenza de estar llorando, sabia que los invitados se preguntarían qué sucedía pero a ella ahora mismo, no le importaban los invitados, solo sentirse protegida.

Miro a su alrrededor y noto como nuevas lagrimas brotaban al mirar la puerta por la que habían entrado. Hizo acopio de valor, sabía que iba a dolerle la garganta pero necesitaba poder decir al menos unas palabras.

- Todos ... capilla - murmuró haciendo un gesto de dolor, intento respirar por la nariz pero está, ya se le había taponado. Tomo a Galbart de la mano a pesar de salirse del protocolo para sentir su calor, aunque lo hizo con cierto disimulo. - Diles - susurró sintiendo un nuevo latigazo de dolor, pidiéndole como pudo que indicara al resto que debían ir a la capilla. 

Rogó que Astrid pudiera volver pronto y se hiciera cargo de la situación.

Lenia volvió a apoyarse contra el pecho de Galbart, pues sentía que sus piernas temblaban y estaba apunto de caerse.

La muchacha se abrazó al norteño y lloró, tardó unos minutos en calmarse, susurró algo al norteño con gran esfuerzo y dolor y se apoyó en el, su cara se volvió aún más pálida, pareciera que estaba apunto de desmayarse.

Mordred entró en el recibidor con una copa vacía en la mano. Caminaba distraido, sumido en sus pensamientos. Al entrar, sin embargo, la expresió le cambió por completo. Frunció el ceño y movió la mano frente a su cara, intentando apartar aquel olor.

- ¡Uff, ya casi me había olvidado de esta peste! Castellano Marvin, ¿no hay nadie en este castillo capaz de hacer algo por...

Mordred no terminó su frase. La entrada de las dos hermanas ahogó cualquier otro sonido, y en el silencio solo se percibía el sollozo de Lenia. Se acercó con sorpresa, aunque no por verla hundirse en los brazos del norteño. Algo muy grave debía haber ocurrido para que una Vaelys se mostrara de aquel modo frente a invitados. Dejó la copa vacía en una mesa y se acercó a Tabitha para comprobar si estaba bien.

- ¿Mi señora...? -preguntó, alargando las manos por si necesitaba sujetarse. Se giró hacia Lenia. - Mi señora Lenia, ¿qué sucede?

Lenia giró el rostro lentamente para mirar a Ser Mordred, quien se había acercado a ella y Galbart.

- ¿Mi señora...? -preguntó, alargando las manos por si necesitaba sujetarse. Se giró hacia Lenia. - Mi señora Lenia, ¿qué sucede?

Lenia le miró con una gran tristeza en la mirada, se secó nuevamente las lágrimas con el dorso de las manos y trató, pese a la fragilidad que demostraba su rostro, intentó ser fuerte. Llevó su mano a la garganta para indicarle que no podía hablar, ya no solo por el dolor de garganta que cada vez iba a más, si no por el propio llanto que intentaba sofocar.

De pronto, aunque intentaba estar calmada, debió recordar algo que hizo que su cara se crispara nuevamente y cubrió su rostro con sus pequeñas manos, agachando la cabeza y ocultando su cara con una cascada de rizos oscuros, trató de respirar profundamente para contener el llanto antes de volver a alzar el rostro.

Sus ojos estaban empezando a hincharse y buscó un pañuelo entre sus mangas para limpiar sus lágrimas y su nariz de forma recatada.

Miró a Ser Galbart para que trasmitiera el mensaje que acababa de darle como había podido, esperando que el pudiera comunicarle al resto lo que necesitaba en aquellos instantes.

Cuando el norteño escuchó las pocas palabras que pudo emitir Lenia, sus ojos se abrieron como platos, alarmado por lo que podían implicar. Sujetó a la joven por la cintura para evitar que se cayera al suelo y miró al caballero con gravedad.-Ser Mordred, señores-dijo mirándolos con mirada seria y grave-algo terrible acaba de suceder, Lady Lenia ha logrado comunicar que acudamos con urgencia a la capilla y viendo su estado,
no es buena señal-se mantuvo en silencio y miró a la joven Vaelys, medio desvanecida-¿Estáis bien?-preguntó alarmado, con lo que para evitar su desplome, de un ligero movimiento la elevó en brazos-Lady Lenia no se encuentra nada bien, será mejor llevarla a su dormitorio- miró al grupo de hombres ante él.

-Señores os pido que vayáis allí, yo en cuanto deje a Lady Lenia en su alcoba, acudiré con presteza a la capilla, temo que haya ocurrido algo terrible.- apostilló oscurecimiento la mirada y una mirada turbada que le trajo viejos y malos recuerdos.

-Si me disculpan...-dijo inclinando la cabeza respetuosamente para luego mirar a la joven-Lady Lenia, indicadme el camino, ya encontraremos algún sirviente que nos pueda ayudar- observé su estado, preocupado.

Primero, ese nauseabundo olor, los percances con las hijas, sus indisposiciones y ahora esto. La casa Vaelys corría peligro y las sospechas de un atentado, comenzaban a tornarse en realidad.

Sloth recibió a más caballeros que llegaban, sin una sonrisa, pero intentando entretenerlos de la mejor forma posible. Aunque no todos ellos fueran de su agrado, era el deber de Sloth. Siguió haciendo malabares, esta vez con unas velas gruesas y cortas que encontró en uno de los cajones. Y, para amenizar más el espectáculo, las velas estaban encendidas.

Pero entonces Sloth vio llegar a Lenia y a Tabitha y ya no tuvo ánimo de seguir con el entretenimiento. Sloth ya no sentía el olor a bosta, su mente y sus sentidos estaba fijos en otro lado. Sloth sabía a qué se debía la cara de la dulce Lenia, Sloth padecía el mismo dolor, Sloth por dentro estaba como la joven por fuera. Vio cómo se refugiaba en los brazos de uno de los caballeros.

Y, sin que Sloth esperara nada, ese caballero, norteño por su aspecto, dio la noticia. O parte de ella, al menos. Sloth creía que su señora quería mantenerlo en secreto, para no alarmar a los invitados. ¿Por qué habían decidido mandar a todo el mundo a la cripta?

Sloth ya no podía controlarse más y las lágrimas surcaban su feo rostro en silencio. Se acercó a Lady Lenia y al caballero, quienes tenían intención de ir a los aposentos de la dama.

- Sloth es un sirviente, Ser, Sloth puede ayudar. Sloth acompañará a Lady Lenia a sus aposentos. Si vos queréis venir también, sois bienvenido –dijo Sloth, en vista de que la damita estaba a gusto con la compañía del caballero.

Afuera la lluvia comenzaba a caer y decidieron entrar a la fortaleza. Sin embargo pronto descubriría que quizás era peor el remedio que la enfermedad. Aquel hedor inundó con rapidez todo el recibidor, ¿Era el mismo? Parecía serlo, pero resultaba mucho más intenso que las otras veces. Por esta razón y por no esperarlo de primeras, Tyler no pudo contener una arcada. Pronto retomó su compostura cubriendo su nariz con su pañuelo. Normalmente su olfato tan agudo era una bendición, pero sin duda ahora mismo provocaba que el pestazo le afectase más que a la mayoría de caballeros.
No tardó en darse cuenta de que las dos chicas hacían su aparición en las estancias, les sonrió como buenamente pudo, pero esa sonrisa quedó congelada al ver que Lenia emprendía una carrera con su rostro empañado en lágrimas para abrazarse intensamente a Ser Galbart. ¿Qué había ocurrido? La preocupación afloró en el semblante del caballero, su mirada contemplaba con tristeza la escena de Lenia y el señor de Bosquespeso mientras sentía que algo se rompía en su interior. Bajó un momento la mirada tratando de disimular aquella herida, pero aún cuando se atrevió a volver a mirarles podría verse cierta tristeza en él.

Ser Galbart : Lady Lenia no se encuentra nada bien, será mejor llevarla a su dormitorio-

Lenia abrió los ojos de par en par y negó con fuerza, se agarró al brazo de Galbart y negó con súplica en sus ojos, pero sus piernas fallaron y Ser Galbart la tomó en brazos antes de que pudiera caer.

Ser Galbart -Señores os pido que vayáis allí, yo en cuanto deje a Lady Lenia en su alcoba, acudiré con presteza a la capilla, temo que haya ocurrido algo terrible.-

La muchacha apenas podía respirar pro el disgusto, por la nariz taponada y por el mareo que tenía, respiraba de modo acelerado por su boca y todo empezaba a darle vueltas, quería quejarse y negar, no quería ir a su habitación, pero no tenía fuerzas para ello. 

Ser Galbart : Lady Lenia, indicadme el camino, ya encontraremos algún sirviente que nos pueda ayudar-

La muchacha entreabrió los ojos para mirar a Ser Galbart y negar suavemente, no quería volver a entrar por esa puerta, giró el rostro al escuchar la voz de Sloth y no muy lejos vio a Ser Tyler, alzó la mano para que se acercara, tenía que hablar con el también, pero notó como perdía la fuerza en su brazo y un ligero pitido sonaba en sus oidos.

 Sloth : - Sloth es un sirviente, Ser, Sloth puede ayudar. Sloth acompañará a Lady Lenia a sus aposentos. Si vos queréis venir también, sois bienvenido

¿A la capilla? ¿Pero qué habría sucedido?
Observó a Lenia y a Tabitha. Al ver como Lenia le hacía un gesto con la mano para que se acercarse no dudó ni un segundo en acudir a su lado.
-¿Estáis bien mi señora?-preguntó claramente preocupado. La pregunta quizás era un poco absurda, pues estaba claro que no estaba bien, sin embargo Tyler esperaba que ella comprendiesen que su preocupación era por si había empeorado o si había ocurrido algo que fuese tan grave como parecía.-Estaré a vuestro lado, no os dejaremos sola a no ser que ese fuese vuestro deseo- le dijo cuando ya estaba a su lado. Incluyó a Galbart en su afirmación, pues daba por hecho que entre la dama y el caballero había una relación importante.

Los ojos de Lenia estaban prácticamente cerrados, cuando notó la presencia de Tyler cerca de ella preguntándole por su estado.

-¿Estáis bien mi señora?-Estaré a vuestro lado, no os dejaremos sola a no ser que ese fuese vuestro deseo-

La muchacha volvió a alzar el brazo, hasta que su mano tocó el rostro de Tyler. Volviendo a hacer acopio de toda su fuerza de voluntad y sabiendo que volvería a abrasarle la garganta, susurró - Astrid - su rostro se crispo de dolor - Os necesita - tragó saliva y abrió sus enrojecidos ojos para mirar a los de Tyler - Protegerla - le pidió casi en un ruego.

Llevó su mano a su garganta y soltó un quejido de dolor parecido a un pequeño grito, le miró a los ojos con una mezcla extraña de sensaciones, había empezado el día deseando que Ser Tyler la eligiera a ella como esposa, de hecho, Lenia incluso había fantaseado muchas veces con serlo, pero todo había cambiado tan rápido ... - Me dijo que - la muchacha apretó los dientes, ya no eran ni susurros lo que salían de sus labios, si no gruñidos, casi podía notar el sabor a sangre de su garganta en carne viva - La elegisteis - le miró nuevamente a los ojos y trató de sonreir sin mucho éxito, su corazón latía fuerte, su garganta sabía a sangre y el mareo era cada vez mas fuerte.

Tosió y notó como el sabor a sangre dejaba de ser una ilusión, le dio tanto asco que sintió una arcada, por suerte, tenía la nariz taponada del llanto y no podía apreciar el asqueroso olor que el resto si, de hacerlo, hubiera vomitado sin duda.

Lenia se repuso y le dedicó otra amarga mirada a Tyler para después girar el rostro para esconder su poca energía contra Galbart. Su cuerpo se relajó hasta el punto en que ni ella misma sabía si seguía consciente.

Lenia, apenas consciente, alargó su mano para encontrar el rostro de Ser Tyler, le dedicó unas palabras que hicieron rabiar de dolor a la muchacha y tosió, una ligera gota de sangre se escurrió por sus labios, después, giró su rostro queriendo ocultar su malestar contra el pecho del norteño, quien la sostenía sin mucho esfuerzo, la muchacha pareció perder la consciencia.

Al tacto de su mano y sus palabras referente a él y Astrid no pudo evitar entrecerrar los ojos y, antes de que ella retirase su brazo le tomó la mano entre las suyas tras besarle el dorso.

-Sabed que podéis contar conmigo incondicionalmente. Nos una la relación que nos una nada quita que os admire-
y ciertamente Lenia había hecho mella en él, era una mujer excepcional.


Al oír que Astrid le necesitaba sus ojos se abrieron de par en par. ¿Estaría bien?

-¿Donde está?- preguntó sintiendo como todo su cuerpo se tensaba. Entonces Lenia tosió y a sus lábios afloró una gota carmesí. Sangre se percató Tyler. Miró muy preocupado a la dama que estaba en brazos del norteño.

-Protegedla con vuestra vida si es necesario. No la dejéis sola. Respetadla,
ni se os ocurra mancillar su cuerpo. Si algo le ocurriese a vos os haré responsable- Dijo a Galbart. Entendería que las palabras de Tyler no eran ninguna afrenta, de hecho le estaba confiando la seguridad de Lenia, así que de algún modo le tenía por un hombre de bastante más honor que muchos de los presentes. Se conocían desde hacía bien poco pero las sensaciones habían sido buenas. A pesar de todo, si el norteño resultaba no ser lo que parecía Tyler le haría pagar su falta.