Partida Rol por web

Después de la sena y las brutales revelasiones, la pausa publisitaria. Y después de la pausa publisitaria, unos cuantos letreritos de "varias horas más tarde", que en realidad eran mentira porque era imposible que hubiera pasado el mismo tiempo para todo el mundo. Pero daba igual.

Carlos Antonio se había marchado a las cuadras a charlar con su amigo caballo. Bellita estaba siguiendo las instrucsiones de esa vos interior que quería convertirla en un caballero jedi. Víctor Alfredo tenía planes aseitados, sí, y su aseitada intensionaliad nesesitaba preparasión. Ana Victoria, Ricardito y Perseo Alberto estaban aprovechando para terminarse unos culines de licor, llevaban ya como treinta litros de pacharán y sesenta botellas de Fray Xenet. La abuelita se había ido a su cuarto no más... Y Lupita se había marchado a pasear por el cafetal a la lus de la luna.

Carlos Antonio vagaba, entre las cuadras, pensando en los aseitados pechotes pechíviris que había visto hoy... la luna llena brillaba bien grandota en el sielo, como un pechote enorme. De pronto, escuchó un relincho salvaje saliendo de la cuadra de Tornado.

- IHHHHHHHNNNN!!!! -aulló el caballo en la noche. 

Se abrió de pronto la puertesica de la cuadra de Tornado, no más, y salió el animal, enfuresido y con las crines prendidas del fuego purificador del infierno.

- IHHHHNNNNN!! -repitió tornado, furiosote, y clavó sus colmilludas fauses en el braso de Carlos Antonio.

Ana Victoria, Ricardito y Perseo Alberto estaban aprovechando para terminarse unos culines de licor, llevaban ya como treinta litros de pacharán. Ricardito estaba ya más allá que para allá, y había llegado ya a la fase de Eresh mi mejor amigo. A medida que Perseo iba bebiendo, cada vez le paresía que Ana Victoria tenía la naris de su abuela, o las cejas de su abuelo, o cosas así. Y que Ricardito estaba más sensualoso. Ana Victoria, por su parte, pensaba que probablemente este cotilla caballeriso tendría acseso a mucha, mucha informasión... ¿acaso no tenía oídos en todas partes?

Isabelita se había dispuesto a darse un bañote de bellesa, que implica quedarse en coma en el jacuzzi con la cara tan llena de pepinos que parese un puticlub. Esto dejaba tiempo libre a Victor para que se aseitara bien aseitadote.... y decidiera haser lo que fuera. Vamos: salir a la lus de la luna llena a rescatar donsellas apuradas. Y si podía conseguir que dejaran de ser donsellas, y apuradas, mejor que mejor.

Bella había salido de la sala, acompañada en su interior por Diosnobi, como ella lo llamaba. Paresía una vos viejuna, viejuna.

- Vamos... vete pues pallá... apacá... -le guiaba, hasiéndola tropesar una y otra ves-. Te contaré un oshcuro shecreto, Luke... este Bella. 

>> En las profundidades profundas de las bodega, entre escaleras afiladas y botellas puntiagudas y cosas muy peligrosas para una siega casualmente, hay una puerta que contiene una cripta secreta donde la Antigua Orden Muy Respetada y Molona Jedi guarda su tesoro más preciado: el sable de luz de Gabriel Kerrigan. Consíguelo y yo te adiestraré como caballero jedi.

La aparisión de Juancho había puesto nerviosa a la Abuelita, pero sólo la abuelita sabía porqué. Sí, era probable que sus tejemanejes como capo de la droga colombiana por fin hubieran sido destapadas... Ah, Abuelita, ¡¿Porqué no te dedicarías a haser calseta como cualquier otra octogenaria?! No, tenía que gustarte el riesgo...

¿Quisá era posible que hubieran descubierto que el Cafetal Norte 3-F no era un cafetal, sino un Coca-fetal? ¡Sería buena idea ir a comprobarlo? ¿O no? Tal ves llamara la atensión con su silla de ruedas brillando a la lus de la luna...

Oh Cafetal Mi Cafetal!

Bajo la lus de la luna,  el Cafetal Norte te llenaba de recuerdos... las marcas de culo salpicaban todo el terreno, cuánto amor había en el aire -y en la tierra, alguien debería poner una papelera cerca- y cuántos recuerdos en el corasón y el alma! Pero esa perra fecunda había aparesido de pronto y se había agarrado bien a su macho aseitado... Maldita sea!!

Lupita debía tomar una decisión. ¿Qué hacer? Tirar por las escaleras a esa sorra tetuda podía no servir, las tetas le harían de air-bag y salvarían su feto maldito... tenía que pensar algo.

Oh Diosnobi, ¿pretendes que haga como mi primito? ¡Que mollejas! Si estoy sieguita...más seguiré su vos y le obedeseré.

Bellita fue toqueteando las cosas y milagrosamente no tocó ninguna de aquellas trampas mortales para siegos. Su mano pasó del pomo de punta afilada a acarisiar al gatito, que gustoso abrió la puerta. Fue a pisar el resbaloso y aseitado escalón afilado (los maromos de la casa sudaban aseite cuando subian y bajaban las escaleras) y justo cuando iba a poner su superresbalosa sapatilla ensima de él avansó un pasito mas y pisó en la seca puntita de la losa. La mano se levantaba del balaustre cuando se asercaba a un clavo pinchoso que estaba en medio. Finalmente llegó escaleras abajo y caminó entre las botellas de la abuelita y los fardos de droja que volverían loco a su perro sin respirar ninguno de los peligrosismos vapores, pues es bien sabido que las niñitas buenas que aspiran droja caen en coma. De la nada surgió un tenista que lasó una pelota de squas contra ella y la pobresita siega se tropesó, justo para esquivar el proyectil. La fuersa era muy poderosa en ella, pues esquivaba los peligros con gran habilidad e incluso sin darse cuenta... 

Finalmente, palpando Bellita dio con la puerta del baño del sótano; pues en aquella hasienda había baños donde darse unos toquesitos o engendrar un hijo en todas las habitasiones de la casa. ¿Es esta la puerta esa? preguntó. ¿Y donde esta Leonsio?

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En una esssena aparte, pudo verse como el perro guía de la sieguita atacaba a un cámara preso de la locura por tanta droja en el cuerpo y tenían que sacrificarlo ¡¡pobresito él!! y sustituirlo por otro totalmente diferente en color, tamaño y rasa, pero que igual daba puesto que si la sieguita no se daba cuenta el espectador tampoco.
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En una esssena aparte, pudo verse como el perro guía de la sieguita atacaba a un cámara preso de la locura por tanta droja en el cuerpo y tenían que sacrificarlo ¡¡pobresito él!! y sustituirlo por otro totalmente diferente en color, tamaño y rasa, pero que igual daba puesto que si la sieguita no se daba cuenta el espectador tampoco.

El nuevo Leoncio de pronto apareció al lado de Bellita, ladrando con una vos completamente diferente. Bellita abrió la puerta del baño y Leonsio se asercó corriendo al bidet, venga a ladrad venga a ladrada. Bellita, al ir tras él, notó un vientesico en los tobillos, que es la señal internasional de que es una puerta secreta.

Entonses Leonsio abrió el botiquín tras el espejo del baño y sacó un montón de anfetaminas que usaban las señoritas de la Hasienda para estar delgadas y de clembuteroles que usaban los machos aseitados para estar bien fuertotes, y viagras para compensar el efecto de los clembuteroles. 

El joven caballeriso (aunque el actor se acercaba a los 40, pero la sirujia y mucho gimnasio lo mantenían como un muñeco Kent más moreno, velludo y fuertote) volvía pensando en sus tribulasiones. Tenía que ponerse a estudiar para ser lisensiado no más, daba gracias a que la coca que flotaba en el ambiente de la Hasienda lo mantenía a uno bien despierto. También le inquietaban los turbios misterios de los impostores en la Hasienda, pero se prometió a si mismos que desentuertaría los entuertos.

Bueno realmente todo lo anterior lo pensaba durante el uno por siento del tiempo en el que no asaltaban imagenes de pechotes...especialmente los de la enfermera y la sieguita. Cuanta pechonalidad había en aquel lugar, en aquella tierra de portentosos machos y primorosas (y pechugonas) hembras.

Se estaba distrayendo Carlos Antonio Javier Sanegunio Veracruz con la luna cuando oyó relinchar a Tornado.

(suum a la mirada sorprendida de Carlos Antonio Javier)

(plano de Tornado encabritado)

(suum en la inflamada mirada de Tornado)

Se ve como el caballo muerde a el espesialista que sustituye al normal Carlos Antonio Javier, y luego se ve a este en el suelo sujetandose el braso.

-¡No mames!.- El aseitado macho se sujetaba el braso con un gesto de dolor indiscriptible que solo se entienden cuando estás viendo una telenovela. No podía creer lo que veía. Tornado estaba poseso, no más. Pero él era caballeriso, algo tendría que haser para detenerlo, que ese caballosote valía más que varios como él. Se levantó de nuevo y encaró al animal mientras se encomendaba a la virgen.-Virgensita de vida, a la que llevo siempre en mi aseitado pecho, ausiliame ante esta aparisión. 

Tornado mordió fieramente a Carlos Antonio en el brasote aseitado, primero al espesialista y luego al espesialito -o sea, al actor normal-. Carlos Antonio sintió la maldisión de la equinotropía, que era como licantropía pero de caballos. Su cuerpo aseitadote, bajo la lus de la luna llena, se transformó en un semental bien lustrosote, retorsiéndose y gritando y enseñando sus pectoralotes brillando a la lus de la luna.

Cuando todo pàsó, Carlos Antonio era un caballo. Tornado habló y Carlos Antonio le entendió: el semental Tornado hablaba con asento ruso.

- Das vidaña, camarrada. Disculpen que te haya muerrdido, camarrada.

Por una de las puertas aparese el Jinete Cristiano con una amplia sonrisa beatífica. Se sienta junto a Ricardito, coge de las manos a todo el mundo con gesto amoroso (sí, son tres personas, pues da igual, la cámara enfoca como les coge de la mano a los tres) y dise:

- Voy a regalaros el amor divino: “Si alguno comete adulterio con la mujer de su prójimo, morirán los dos, el adúltero y la adúltera” Levítico 20:10. Espero que esta valiosa lecsión os haya enseñado la importansia importante del amor del Señor. Y ahora, coged todos una piedra.

Aquello la inquieto, los servisios de inteligensia, siempre tan metomentodo. Aquella vez que esa nave alienígena se estrello contra el cafetal Este S-2, había pasado lo mismo. El gobierno se metió donde no le llamaban. Menos mal que pudieron venderle los cadáveres verdes a los chinos y la chapa de la nave por kilos al chatarrero local  antes de que llegara esa gentusa uniformada. Se habían sacado una pasta con el cobre y el adamantium de ese cacharro. Pero volviendo al presente, tenia asuntos serios entre manos. No fue difísil desirle a la vieja lupita, mientras señalaba con el dedo a la ventana: ¡mira un asno volador! Y, mientras la muy imbecila miraba como el animal emigraba a climas mas cálidos a construir su nido, darle el cambiaso para que las pastillas de dormir estuvieran en su vaso. 20 minutos despies la abuelita estaba  rodando en direcsión al cocatal. Antes de salir agarró un mechero, que junto a su bote de laca y la mina antipersonal seria sus armas contra el gobierno. Esto le recuerda su época de guerrillera, que tiempos…

Por algún motivo que sólo podía definirse como requerimientos del guión Ana Victoria estaba selebrando el embaraso como si fuera la mejor notisia que le hubieran dado nunca: bañándose en alcohol por dentro. Tanto le daba estar en compañía de uno de los amitos o estar coqueteando descaradamente con alguien que tenía más pluma que un pavo real. No hay más siego que quien no quiere ver (exsepto Bellita, la pobresita estaba demasiado siega), y aunque se había resbalado ya una ves con todo el aseite que perdía el caballeriso ella no paresía desfalleser en su intento de lucir pechotes.

- Cómo echo de menos el pecho aseitado - murmuró ebria en el momento en el que aparesió el jinete cristiano para propagar su fe -. Nada de bollerismo, entendido - asintió con seriedad la enfermera a la vez que soltaba algún que otro hipido -. ¿Para qué la piedra, señorito? ¿No vale con coger otra cogorza, digo, copa?

En cuanto Isabelita se metió en la bañera, Víctor Alfredo se dirigió al armario de su recámara, apartó su ropa y apretó en una esquina, desvelando un pasadiso oculto en la pared. - Mi amol, voy a dar un paseo a ver si me libro de este terrible dolor de cabesa. - Dijo hasia el baño, antes de meterse en lo más profundo del armario -sin perder ni por un instante su hombría, por contradictorio que pueda sonar-. Serró la puerta tras de sí y colocó la ropa antes de serrar la puerta del pasadiso.

Caminó por el estrecho camino de piedra que nadie comprendía cómo podía existir entre las paredes de una hasienda de cafetales, pero que a nadie le importaba porque quedaba chevere con esas antorchas y esos bárbaros escalones labrados en piedra viva. Y por ahí pasaba Víctor Alfredo con el seño frunsido para demostrar su consentrasión.

- Embarasada... Pero qué me estás disiendo... ¿Y qué voy a haser ahora para librarme de la hasiendita? - Iba pensando la voz en off mientras un fundido a negro se llevaba la imagen.

Al segundo siguiente, se podía ver al Hombre Aseitado salir entre los árboles sercanos a la hasienda, montado en un caballo negro que nadie sabe de dónde salía ni a dónde se iba después, pero que tampoco importaba porque era tan chevere como el pasadiso.

El Hombre Aseitado no se preocupaba por los problemas que un herederito daría al pobre Víctor Alfredo. Tan sólo se preocupaba por salvar donsellas. Si no había donsellas que salvar, quisá podría preocuparse de detener maleantes, pero eso era secundario, claro. Empesó a deslisarse aseitosamente por los cafetales, agusando su vista y olfateando en busca de alguien en apuros. Quisá, con un poco de suerte, podría ver a Lupita y seguirla sin que ella se diese cuenta.

Leonsio, ¿te has resfriado, cariño? Como te ha cambiado el ladrido. Bellita hasiendo caso omiso del cambio de rasa del perro se asercó a la corrientilla de aire que golpeaba sus tobillos. El tenista volvió a haser su aparisión pero bellita se había agashado para poner la oreja en la puerta, con lo cual volvió a esquivar la pelota.  El pomo comenso a girar lentamente, como solo puede hacer en las telenovelas. La puerta se abría poco a poco....

[PAUSA PUBLISITARIA]

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[Fin de la pausa publisitaria.]

La puerta se seguía abriendo lentamente. ¿Es aquí, Diosnobi? preuntó una tímida Bellita

- Tus ojos...tu nariz...tus labios... - Perseo Alberto Jairo Uribe miraba a Ana Victoria Yolanda cada vez más cerca apoyando su carita sobre las palmas de las manos como si fuera una flor. - Tu pechote peludote... - se desvió de sus pensamientos al ver a Ricardito sin salir de sus embiagados pensamientos.

Sé -pausa expectante- su secreto Anita... - balbucea antes de la llegada del caballero cristiano pero después de necesario chan, solo uno puesto que no iba a haber confesión por culpa de ese caballero cristiano quien llega para cortar la suodicha confesión y despejándole casi por completo se abalanza sobre él - ¿Y este masote mochachote? Bienvenido seas. ¿y dime cual de tus piedras quieras que coja primero?

Música de ambiente para recuerdos y momentos tórridos

Entre los cafetales, Lupita recordaba su vida allí recogiendo esas mismas semillas y su encuentro tórrido con Víctor Alfredo, que fue uno, nomás, pero duró mucho tiempo (dos capítulos y treinta cortes publisitarios de veinte minutos cada uno) y fue muy intenso, aseitado y sudoroso, con muchos primeros planos e imágenes fundidas y superpuestas para enseñar pero no demasiado, que esta es una serie desente. 

Lupita caminaba en la quietús de la noche, reflecsionando en todo lo ocurrido en la sena. Hasta que llegó a la que era su casita, donde vivía con su mamita. Entre los cafetales pudo ver la marca del trasero de Víctor, aún permanesía ahí como grabada a fuego. La muchachita se agachó y acarisió esa marca mientras un flashback de ella con Víctor ocupaba la essena, revolcándose y declarándose amor eterno.

- Ay, mi amor, ¿me amarás siempre entre estos amados cafetales dónde nos declaramos nuestro amoroso amor amado e hasemos el amor amorosamente?-preguntaba ella con ojos de vaca (imagen de la ternura húmeda)*

El flashback llegó a su fin, con Lupita mirando al horisonte de manera muy intensa. Víctor Alfredo había amado a otra mujer, la había hecho suya y la había henvarasado... y volvería a haserla suya estando henvarasada, entonses, una duda asaltó a Lupita... ¿si le hasía el amor estando henvarasada, dejaría al bebito henvarasado? Aprovechó la pausa de publisidad para escribir esa pregunta en Yahoo Respuestas, fuente de sabiduría y conosimiento, y siguió sumida en sus pensamientos.

Ándale el maldito Víctor Alfredo... le hiso el amor como me lo hiso a mí, y yo como una tonta esperando al matrimonio con Ricardo Toribio para haser el amor porque la Virgensita así lo quiere... No debí dejarme poseer como una potra por Víctor, pensé que era amor verdadero, pero me equivoqué... Lo siento, Virgensita de Guadalupe-sacó su medallita y la besó antes de ponerse a resar al lado de la marca del culo de Víctor-. Ahora debo hallar la manera de que no se casen, ese niño no puede ser de Víctor y la muy sorra le va a haser creer que sí. Debo hundirla en la misera que se merese... y demostrarle a Víctor Alfredo que su mujersita no lo ama tanto como yo... Ninguna mujer lo hará y por lo tanto, no debe estar con nadie. 

Súm a su cara mientras miraba al sielo, arrodillada y resando.

- Juro por la Virgensita que la guarra de Isabelita me las pagará...-murmuró con los ojos sentelleantes de rabia sureña. 

A medida que la abuelita se acercaba a la zona de interés, se veía al Hombre de Negro y al Negro de negro asomándose entre los matorrales, saliendo verticalmente y encogiéndose verticalmente, y de pronto asomando de la misma manera de un matorral situado diez metros más allá. Siguieron a la abuelita mientras esta se dirigía al cocafetal... Era un experimento, un intento de crear café con sabor a coca y relleno de coca. La abuelita era una mente preclara, un genio adelantado a su tiempo, y el RedBull y esas mierdas les habían quitado mucho mercado a los productores de café. Si era capaz de producir un café que diera "energíiiiia" con más intensidad que el RedBull, recuperaría el terreno perdido en la economía mundial.

Cuando la abuelita llegó al centro del cocafetal todo estaba muy en silensio... demasiado en silensio.

El rostro beatíficamente beatífico del Jinete Cristiano se contrajo en una expresión desconcertada. Perseo estaba más salido que la proa del Ejecutor y se había salido del guión, y el Jinete no sabía que decir.  Por otra parte, Ana Victoria parecía llevar encima una turcia de narices. Quizá, Perseo, es ahora el momento apropiado para confesarle tus sospechas...

- Este... “Si un hombre hiere a su esclavo en un ojo dejándolo tuerto, le dará la libertad a cambio del ojo que le sacó”. Éxodo 21:26. -contestó, como si tuviera a algún sentido o algo. En realidad se había perdido, así que contestó lo único que sabía más o menos.