Partida Rol por web

La fábrica de cerveza es un edificio abandonado, extrañamente fuera de lugar en un barrio bastante bien cuidado del centro de la ciudad. De tres pisos de alto, hecho de ladrillos y muy estropeado. Todas las ventanas y puertas están tapiadas con muros de ladrillos o planchas de metal. La única entrada, explica James, es por el techo de la misma. Para acceder a la trampilla del tejado hay que subir por la escalera de incendios de un edificio del edificio de al lado, un restaurante llamado Daley's, y entonces saltar desde ese tejado al tejado de la fábrica de cerveza.

Subir por las escaleras de incendios del Daley's no tiene mayores dificultades, y saltar de un edificio a otro tampoco, solo supone el salo de un callejón de no más de 2 metros de ancho. La trampilla del techo conduce a una zona de oficinas, todo el conjunto de muebles y equipos está cubierto por una gruesa capa de polvo, pero en el pasillo se ve un sendero de huellas que conduce a una puerta. Al atravesar la puerta encontráis una gran sala formada por el primer y segundo piso, esta sala está llena de vigas de metal, maquinaria, depósitos y cajas. La sala esta solo iluminad por la luz que entra procedente de una farola de la calle. Sentados sobre las vigas, cajas y depósitos se pueden ver varias sombras que cuchichean entre ellas.

En el centro de la sala hay un chico de 14 años con una guitarra eléctrica, la luz procedente del exterior le ilumina claramente. Conecta la guitarra a un amplificador y comienza a tocar un impresionante solo de guitarra, las sobras del almacén se callan y prestan atención a las notas que el chico saca del instrumento.

De momento, James decidió no abrir la boca y escuchar el solo de guitarra de manera impaciente. No habían recibido invitación formal así que prefirió esperar a que alguno de los presentes se percatara de su presencia y preguntara. Se apoyó en la pared cruzado de brazos, moviendo la cabeza rítmicamente intentando aparentar sin éxito que el solo de guitarra le gustaba.

Reese contempla al muchacho de la guitarra. Mierda no sabía su nombre. Su querido sire le había contado cosas sobre él pero no su nombre. Además el muchacho era algo petulante y descarado. Había insinuado que Reese era una mascota de Juggler. Lo triste es que no tenía muy claro que porcentaje de verdad o mentira había en esa afirmación. Desde luego interrumpir su solo no era una buena forma de entrar en la reunión. Espera a que termine  antes de dar tres golpes en uno de los tubos metálicos cercanos y preguntar con un volumen adecuado a la amplitud del lugar -¿Se puede?

Evidentemente si alguien escribia una novela sobre esta noche reese diría algo más tipo “somos bienvenidos entre nuestros hermanos de la noche” o alguna otra mierda pretenciosa. Pero la triste verdad es que Reese era como un paleto llamando a la puerta de mosquitera de la casa de otro paleto al que quería visitar. Llamando para asegurarse de que el anfitrión estaba al tanto de que era él y no comerse un disparo de recortada.

Decido mirar alrededor y ver las auras de los que me rodean

No sabes que es pero no consigues concéntrate lo suficiente para poder canalizar todo el poder, puede que sea la música, el edificio o la adrenalina; pero solo consigues visualizar el color principal de las auras. Todas son pálidas, estas en mitad de una “jodida” reunión de vampiro y deben de ser como mínimo quince o veinte.

El chico finaliza el solo de guitarra y desde las sombras, sale un niño que recoge la guitarra y comienza a guardarla en una funda  rígida.

El otro chico se atusa el pelo y se ajusta la chupa de cuero, mientras se dirige hacia vuestro corrillo. El chico no debe de tener más de 14 años pero se mueve con paso firme y decidido. ¡Claro que se puede pasar! Luego chasquea los dedos y apunta hacia Resse con ellos. ¿Cómo tu por aquí? Te han dejado salir de paseo el “Rubiales vigoréxico”. Luego mira al resto del grupo con curiosidad y gesto de disgusto. Que desilusión, te traes a tres maromos y a ninguna tía. ¿Cómo vamos a montar una buena fiesta sin churris?

El otro chico, una vez a terminado de guardar la guitarra se sitúa detrás del “guitarrista”, el chico parece cohibido por vuestra presencia y no para de mirar sus botas desgastadas. Tras el solo de guitarra las sombras comienzan a murmurar de nuevo.

 ¡Claro que se puede pasar!

¿Cómo tu por aquí? Te han dejado salir de paseo el “Rubiales vigoréxico

-Gracias por vuestra hospitalidad.- Sonríe ante el comentario - Ha soltado unos metros de correa y he podido venir hasta aquí.

Que desilusión, te traes a tres maromos y a ninguna tía. ¿Cómo vamos a montar una buena fiesta sin churris?

Es la historia de mi vida: me cuentan sus penas, me follan, las muerdo, pero ninguna se hace amiga mía. Y menos para venir a visitar fabricas abandonadas. -Se encoge de hombros como quitando drama a su fingida soledad.- Al menos tenéis buena música. 

Los maromos son James, Markus y Thomas. (Luego dirigiendo a las sombras añade:) Yo me llamo Reese. 

Superada

Em... Hola. Un amigo vuestro, Gengis dijo que podíamos pasarnos por aquí. Dijo James con mirada distraída. Con disimulo se acercó a Resse y le susurró entre dientes: ¿Y cómo cojones nos van a ayudar unos putos críos a encotrar al principito? James se encontraba algo despistado ante la extraña situación. Nunca antes se había encontrado con vampiros de cuerpo "joven" y no estaba acostumbrado a ello. En el fondo los veía como personas de la edad que aparentaban, no tenía en cuenta que podían haber vivido durante décadas o incluso siglos.

Preguntando- Le responde a James. Si esperaba un plan elaborado en tres fases que implicara ganar confianzas, traicionarlas después y manipular el precio de los cereales mediante fondos de inversión, el rubio no era su tipo.

-Oye, ¿alguien sabe como llegar a pedir audiencia ante el príncipe de esta ciudad?

El chico se ríe con el chiste de Resse, aunque no era un chiste era el verdadero drama que vivía el vampiro desde que había pasado al otro lado. ¡Veo que Juggler sabe escoger bien! Al menos tienes sentido del humor.

Mi nombre es Damien, y estoy aquí para comprobar que ningún extraño presencie nuestro espectáculo. Pero como venís de parte de ese punki loco llamado Gengis, vosotros no lo sois. Luego señala a Resse. Además venís con el hijo bastardo del gran jefe.

¿Alguien sabe como llegar a pedir audiencia ante el príncipe de esta ciudad?

El chico te mira con curiosidad, incluso hace alguna mueca con la cara para realzar su “curiosidad” por la pregunta. ¿Para qué quieres saber donde esta ese estúpido? Es que quieres cargártelo tú y tu pandilla de amigotes. ¿Vas a “pedir audiencia”? eso suena muy pijotero y de sangre-azul. Todo confirmaba que Damian, no era el típico vampiro de las novelas de Anne Rice: educado, culto y con un exquisito protocolo.

Es que quieres cargártelo tú y tu pandilla de amigotes. 

-No que va. De momento no me ha dado ningún problema y esperemos que la cosa siga siendo así. También es verdad que no nos conocemos y que no vivo en esta ciudad, que supongo que él tendrá la loca pretensión de considerar de su propiedad. Venimos de parte de otro pijotero de sangre azul, que también considera suya otra ciudad, a entregarle un mensaje. La parte divertida es que no creo que le haga ni puta gracia oírlo, la parte mala es que igual nos monta una pataleta… Somos como el equipo A, haciendo el trabajo difícil y peligroso.

Se acerca hacia el grupo, bajando por las escaleras a la planta baja -Por cierto… ¿así que aquí Juggler es un gran jefe? No me cuenta nunca nada de qué es lo que hace durante sus desapariciones... ni me deja la cena en el horno

Varios gritos salen de encima de un depósito de cerveza.

¿Quiénes son esos Nuevos? Grita una voz de hombre.

Seguro que son espías del Sheriff, empálemelos y dejemos que tomen el sol. Grita una voz de chica.

Damian se gira hacia el depósito con cara de pocos amigos. ¡SILENCIO EVELYN! Si sigues hablando, el que te va a empale seré yo. Son de fiar, vienen de parte de Gengis. Los gritos de Damian son contestados con risas y comentarios soeces sobre la “estaca” que lleva el vástago guitarrista escondida en los pantalones, pero el habiente se vuelve a calmar y las sombras de encima del depósito continúan con sus conversaciones.

***

Volviendo a la conversación. Apunta el vástago después de la pequeña interrupción. ¡Menudo marro! Yo que vosotros prendería fuego a ese vejestorio de Gary y huiría. Pero no tenéis pinta ir prendiendo fuegos. Damian  suspira, parece que le habéis defraudado. No tengo ni idea de donde podéis encontrar al príncipe, y dudo mucho que alguien aquí sepa algo. Dice señalando las sombras dispersas por el almacén. Puede que Juggler  sepa algo. Si, tu papaíto es importante aquí, dentro de un rato lo veras en acción y puede que con un poco de suerte el os haga cambiar de opinión y decidáis no seguir haciendo caso a esos antiguos.

Poneros cómodos la función va a empezar.

James, al oir el comentario amenazador de Evelyn sacó pecho y puso una mirada torcida, típica postura de gallo de pelea perfeccionada tras años de vida en la calle. Aunque el ambiente se calmó rápidamente, James no dejó de estar alerta con su mirada torcida como máscara.

Poneros cómodos la función va a empezar.

Genial dijo con un tono confuso. No se podía apreciar a ciencia cierta si lo decía con sorna o de verdad. Ante la impotencia de no poder averiguar nada decidió moverse por entre los demás presentes para hablar y conocer gente.

James se acercó a las sombras de donde antes había surgido la amenaza, supuestamente proferida por una tal Evelyn. Para romper el hielo dijo de manera chulesca: Bueno, ¿y qué hacéis por aquí para pasar el rato?

Reese aprovecha que la gente se calma y que va a comenzar algún tipo de espectáculo para acercarse a Damien y comentarle algo a título personal.

Juggler no me dijo tu nombre, pero te llamo diamante y dijo que tenías talento y que había que ser gilipollas para dejarte marchar. Sé que no suele tener palabras amables a menudo, al menos no conmigo, pero tampoco dice nada por compromiso o por bienquedar... Creo que deberías tener mi número y mi dirección, por si algún día dice algo bueno de mí que me lo chives… o por si alguna vez necesitas acudir a Gary por cualquier motivo.

Le había caído como una patada el día que se conocieron y le llamo mascota, pero si lo pensabas bien era algo parecido a un hermano adoptado y Reese siempre se había sentido necesitado de integración y afecto, y más desde que dejó el pueblo y a su familia y se vino a la ciudad. Ahora veía que era altivo de palabras, pero acogedor y amable, a saber que pasado arrastraba. En cualquier caso su mensaje era claro: cuenta conmigo.

Los diversos comentarios hechos por los inquilinos del lugar comienzan a ponerme nervioso. Que cojones pasa en esta ciudad, no hay respeto, no hay ley pero bueno sigámosles el juego. y me preparo para el espectaculo sea cual sea.

La conversación que se estaba dando lugar aquí dentro me extrañaba sobre manera. Para qué nos íbamos a engañar a estas alturas de la no-vida... No me impresionaba que saliera un vástago de ningún sitio rodeado de sus amiguitos amenazando con estacar. Tampoco era la primera vez que me lo decían, aunque estaba seguro de que en un uno a uno se le bajarían los humos como a un Lasombra a punto de amanecer. Si la situación no era absurda, se iba a poner bien pronto. Reconozco que el solo de guitarra del tal Damien me gustaba, lo que más me gustaba era que se podía controlar para no destrozar la guitarra contra el suelo o tocar las cuerdas de tal forma que estallasen a la primera rasgada, pero esta fábrica estaba llena de "muchachos" que se sentían libres y confundían la libertad con el poder. Tarde o temprano se darían de bruces.
No me notaba cómodo, sabía que en cualquier momento o con una frase mal interpretada y tendríamos que abrirnos paso entre un montón de Brujah enaltecidos por la compañía de otros tantos que habrían malinterpretado las palabras de la misma manera a base de espada y pistola. Seamos sinceros, estas reuniones sólo servían para juntarse alrededor de otro "príncipe" autoproclamado, alguien que no se hubiera reído de ti o te hubiera hecho sentir inferior en algún momento de tu vida, o simplemente alguien que no ninguneaba tus ideas de quemar casas o asaltarlas por la puerta principal sin ningún tipo de cobertura. Aquí se reunía ese tipo de gente. Si exudásemos testosterona aquí olería como la parte del zoo en la que se encuentran los leones. Pero con menos cerebro. Sin duda alguna de esta última disertación, porque hace falta tener poca cabeza para que el tal Juggler, que me pareció un bonachón, todo hay que decirlo, sea alguien importante entre toda esta turba.
Bueno, no se podía decir que no a la invitación de la función... así que, con cara de circunstancia me propuse tratar de disfrutar al máximo lo que fuera a pasar. Miré a todos los presentes, pidiendo algo de clemencia... creo que hemos cometido un error al venir aquí. Al menos si estuviera Juggler hubiera servido para juntar al vástago con su Sire... pero ni eso... Aquí sólo se juntaban chiquillos rebotados con la historia de la noche por pasar sin hacerles ni caso. Y lo peor es que no se dan cuenta de que es una bendición...