Partida Rol por web

¿No es maravilloso? Drill se queda atrás. Esto es una zona si nadie cerca, sin posibilidad de daños colaterales. La zorra es mía. Hoy no escapará. Y así probaré hasta donde puede llegar Legión. Y eso sólo si tengo mala suerte.

-Amigo-digo mientras me elevo un poco más.-Pregúntate si ha merecido la pena. ¿Bien?-entonces suelto al matón y, sin dedicarle una sola mirada más, bajo en picado, decidido a caer justo encima del camión. No me importa en absoluto nada más que esa puta. Ninguno de los otros matones será un problema. Tenerlos disparándome será como tener un montón de mosquitos dándome por el culo. No estoy acostumbrado, en Omsk no hay muchos, pero supongo que la comparación me sirve. Oh, que más da.

El tío se estrella contra el suelo con un satisfactorio crujido de huesos. Sin más dilación caes sobre el camión atravesando el techo y entrando en el interior. Son de esos camiones grandes, de dieciséis ruedas con un trailer espacioso. Bueno, o lo sería si no fuera cargado de cajas y hombres. Te miran como si el propio diablo hubiera llegado para llevarles al infierno. Inmediatamente echan mano de las armas. Al fondo del trailer puedes ver a la rusa.

-¡No! ¡No disparéis! -dice-. Él es sólo mío. Llevad el camión al barco y esperadme allí. No tardaré mucho con este desgraciado.

Después, de un ágil salto, sale por el agujero que has abierto en el techo.

-Sígueme si quieres cogerme, amor mío -te dice en ruso.

Parece que me tiene ganas. Pero no tantas como le tengo yo a ella.

Y se por qué sale del camión. Quiere llevarme fuera, donde tendría espacio para atizarme con los látigos sin cepillarse la mercancía ni el camión. Aunque ciértamente estaría muy bien salir y dispararla desde lejos, mi corta experiencia en esto me dice que mi puntería es tan buena como la de un murciélago paralítico y decapitado. Así que probaré cuerpo a cuerpo, distancias cortas. Lugar cerrado. Aquí.

Hay que hacer que vuelva. Espero que no haya caído ya al asfalto, o se quedará atrás-¡Las reglas no las pones tú, amiga!-grito según sale fuera. Entonces miro a los matones y digo.-Venga, disparadme un poco.-entonces me acerco al más cercano, con vistas a sacarle las tripas. Algo que impresione a estos maricones.

Tendría que hacerlo. Le tenían localizado y no podría salir tranquilamente de allí. Además, seguramente pudiera escapar... ahora sí podía saltar de un coche en marcha, como en las películas, y salir vivo. No es que estuviera deseándolo, pero podía ver la oportunidad.

-De acuerdo. Llévenme a donde sea necesario.

-Gracias por su cooperación -te dicen mientras te meten en el coche.

El vehículo circula por las calles de Nueva York rumbo a Wall Street. Se detienen delante de la puerta principal de un edificio grande y acristalado con el rótulo "Intranet Industries" grabado sobre el dintel de la fachada.

-El señor Smith le está esperando, señor Somerset. En la última planta -parece que no van a acompañarte.

Tu demoledor golpe casi parte al hombre por la mitad. Los otros entran en pánico y descargan sus armas sobre ti. Pero las balas te rebotan inocentes como la lluvia en la ventana. Es más, entre la confusión, se acaban disparando entre ellos. Pronto dos de los delincuentes están en el suelo acribillados.

El camión finalmente se detiene cerca del barco con un chirrido. Oyes la puerta del conductor abrirse cuando el hombre tras el volante decide presentar su dimisión y huir hacia los almacenes portuarios.

Es inevitable para mí para mí cerrar los ojos cuando siento los disparos en la cara, cuando veo las chispas tan cerca. No es algo a lo que uno se acostumbre rápidamente. Pero es sólo un acto reflejo, cuando compruebo, una vez más, que las balas no me hacen absolutamente nada, no puedo evitar sonreír. Incluso suelto una pequeña risa cuando veo como se están matando entre ellos.

En lo que desperdician balas, llegamos al puerto, y oigo que el bueno del conductor ha decidido desertar. Bueno, siempre viene bien algún superviviente para cabrear a Belmonte con balbuceos aterrorizados.

La zorra tarda. Tendré que matar el tiempo.-Eh amigo.-digo a un matón al azar.-¿Por qué no comprobamos que hay dentro de las cajas?-entonces me lanzo contra él, decidido a agarrarle del cráneo y estampárselo contra la caja más cercana, intentando transformar su cabeza en pulpa en el proceso.

El tipo no puede impedir que le sujetes aunque vacía el cargador de su arma sobre ti. Al estrellarle la cabeza contra la caja más cercana, haciendo un sonido de lo más satisfactorio, te sorprende comprobar que el interior está lleno de lingotes negros de un extraño material. Jamás lo habías visto hasta ahora. Era de un azabache brillante, que capturaban la mortecina luz y la devolvían en opacos destellos.

Intranet Industries...

Un nombre que no le transmitía nada relevante porque no era un periodista de investigación ni un investigador de plantilla, sino simplemente un detective. Qué querrían peces gordos de ese sitio con alguien como él era un misterio absoluto, pero si tenía que hacer una apuesta diría que se trataba del mismo tipo al que había estado ojeando: blanco y en botella, etcétera.

-...

Última planta. Subió por el ascensor, preguntándose que clase de encerrona sería. Por lo menos, si erauna encerrona, la vería venir... tenía un sexto sentido paraestas cosas. Y un séptimo, y un octavo, y así en racha desde hace un tiempo.

Vaya. Durante dos segundos observo le material que hay en la caja. Parece obsidiana a simple vista, pero tiene algo extraño...Tal y como pensé, me llevaré un poco para investigar por mi cuenta, cuando todo esto acabe. A ver si hago un apaño para el caso en mi apartamento.

Luego me giro hacia los matones. Creo que es buen momento para intentar mejorar mi puntería. Al fin y al cabo, es el puntito que me falta para hacer que este tipo de maniobras sean un paseo. Me gustaría probar las ametralladoras de los brazos, ya que aún no he tenido ocasión. Sonrío y levanto ambos brazos, apuntando a los matones, desplegando los cañones que llevo en los antebrazos, y esforzándome para acertar aunque sea de chiripa.

Tus supersentidos captaron todos los movimientos del edificio. Había alguien esperándote en la última planta del edificio. Las puertas del ascensor se abrieron a un corto pasillo enmoquetado con un espacio para un pequeño escritorio. Sin duda una secretaria ocupaba el asiento durante los horarios laborales, ahora estaba vacío.

El pasillo terminaba en una puerta de madera de roble cerrada. La empujas y entras en un elegante despacho, lujosamente amueblado. Un televisor de pantalla plana colgaba tras un gran escritorio. En él, había sentado un hombre rubio en un elegante traje.

-Señor Somerset -dijo el hombre levantándose y tendiéndote una mano-. Permítame que me presente: soy el señor Smith.

En un sitio tan cerrado es difícil fallar. Las ráfagas alcanzan a los criminales haciéndoles bailar como marionetas a las que les han cortado los hilos. El interior del trailer se llena con el olor de la sangre y la cordita. La rusa loca al ver que no le haces caso decide pasar a la acción.

Saltando en el aire, descarga ambos látigos de los brazos aumentándolos a la máxima potencia. Las armas de energía cortan la chapa del vehículo como si fuera mantequilla. La mitad del camión cae a un lado, cortado limpiamente, dejándote a ti con una bonita visión de la entrada del puerto y de tu enemiga.

-Так как я не хотел уезжать, я решил войти в меня*

¡Sí joder!-Вот вам!-digo, contento, aún dándome cuenta que acertar disparando con unas ametralladoras sin apenas retroceso en un lugar tan cerrado no tiene mucho mérito.

Me dispongo a seccionar al último matón cuando la rusa se cepilla medio camión. Vaya, esto cambia las cosas. La ventaja que me proporcionaría un lugar cerrado se esfuma si esta tipa puede mover los látigos tan fácilmente. Y puede, dado que el camión se parte como mantequilla.

Tengo que cambiar de estrategia. Tengo que llevar el combate a un punto más íntimo. Los látigos no la servirán de mucho si me tiene pegado a su cara. Necesito embestirla, lanzarla al suelo, como si esto fuera un combate de MMA. Ahí no podrá manejarse bien con los látigos.

Sin pararme a contestarla, me lanzo a toda potencia contra ella, listo para derribarla, dispuesto a abrir su cabeza a puñetazos cuando lo haga.

La mujer intenta esquivarte pero eres demasiado rápido. No ve venir tu embestida y chocas contra ella con fuerza. La derribas al suelo e intentas inmovilizarle los brazos para que no te azote el rostro con los látigos. Entonces ocurre algo sorprendente, sus armas de energía empiezan a menguar. Su longitud se reduce hasta el tamaño de dos espadas cortas que le brotan de las muñecas. Por si fuera poco, se quedan rígidas para poder apuñalarte con ellas.

Vaya, esos látigos hacen más cosas de lo que parecen. No se si en esta forma podrán atravesar mi armadura. Tanto da. Estoy razonablemente seguro de que tengo mucha más fuerza que ella. Así que intento agarrar sus muñecas, pero a la vez pienso "ametralladoras, hombros, ráfagas cortas", y despliego las dos ametralladoras de mis hombros y empiezo a lanzar ráfagas cortas hacia la pelirroja que tengo debajo.