Partida Rol por web

Dolorido pero gratificado al ver los trozos de los alemanes que se han comido un par de piñas, me incorporo con la ayuda de Pepe y nos acercamos al marco de la ventana, al observer lo que esta pasando con Caparso y sus nuevos amigos, descolgamos otro par de granadas del cito y realizando el mismo proceso que antes, esperando unos segundos para que las granadas no puedan ser devueltas, las lanzamos en direccion a los nazis que lo tienen encañodado.

Tras lanzarlas las granadas nos ponemos a cubierto y le digo a mi compañero:

Arggg tio, esto parece que no pero jode que te cagas, ayudame a buscar un lugar seguro en el que hacer una cura de emergencia tio... mmm... No me fio que aparezcan otros dos que nos rematen.

Apuntando a la ventana por si se asoma otro germano y prevenido y listo para devolver una granada si entra volando por la ventana.

Mirando fijamente al boche que se dirige a mí en un inglés bastante lamentable, le respondo:

Soy solo yo, pero me muevo muy deprisa, jajaja.

Justo al terminar de pronunciar mis palabras me preparo para recibir los golpes que probablemente me caerán por pasarme de listo.

-Qué coño habrá sido eso - dice Carrick. Lo de hablar solo ya era síntoma de que tenía que salir de allí. Además allí seguía sin hacer una mierda.

Intenta abrir la puerta que le separa del pasillo y procura echar un vistazo.

Larkin, ignorando el dolor, descuelga una nueva granada del cinto y la lanza por la ventana hacia los alemanes que custodian a Caparso. La nueva explosión unida a la muerte de los anteriores compañeros es demasiado para los alemanes que huyen en dirección al puesto de carretera dejando a Caparso abandonado en el suelo. Carrick se acerca hasta la puerta y comprueba que el pasillo está vacío. Escucha otro estallido y las voces de los alemanes alejándose.

En el piso de arriba, Miller, herido, saca su cuchillo e intenta derribar al alemán del la ventana. El germano detiene la acometida del oficial con un brazo y, metiéndose en la habitación, se enzarza en una lucha cuerpo a cuerpo intentando hacerse con el cuchillo. El otro enemigo abre la puerta y apunta con su subfusil a los dos combatientes gritando "ríndete" en un tosco inglés.

Los alemanes cruzan de un edificio a otro y logran alcanzar el puesto de carretar sin problemas llevando a su oficial herido. Un minuto después, un jeep enemigo sale a toda prisa del puesto en dirección a las montañas por el camino oeste del pueblo. En cuanto a la lucha en el cuartel general, los disparos y las explosiones han cesado y tres soldados cruzan delante de tu mira telescópica, huyendo de tus compañeros.

Bueno, ahora era el momento de ponerse nervioso por la herida de bala en la espalda. No podía ver lo grave que era la herida, así que con mi mano intento tocarla para ver si estoy desangrándome, y cómo de grande es el agujero en mi espalda. Como no puedo hacer nada para curarme, saco uno de mis cigarrillos y me lo fumo apoyado contra la fachada de la casa, a la espera de que alguno de mis compañeros venga a prestarme algo de ayuda.

Carrick da una patada a la puerta para abrirla y con la pistola en alza, se asegura de que no hay amenazas en el pasillo.

Esos cabrones están gritando. La estáis liando buena y me lo estoy perdiendo. Joder! Piensa para sí mismo.

Avanza por el pasillo hasta encontrar a alguien, asegurando cada tramo e intersección que encuentra (que tampoco es que sean muchas)

Carrick comprueba las habitaciones de la casa hasta que da con el lugar donde Pepe y Larkin permanecen atrincherados. La habitación está destrozada por los múltiples impactos de bala y Larkin está sentado con la espalda apoyada en la pared. Está bastante pálido y le duelen las heridas. Fuera, Caparso comprueba que la hemorragia ha cesado. La guerrera de su uniforme ha servido como venda improvisada. Aún así le duele horrores al moverse y necesita un cirujano para que le extraigan la bala.

En el piso de arriba, Miller forcejea con el alemán intentado situarle entre él y el otro enemigo. Pero el dolor de las heridas, el cansancio y la sensación de derrota pueden más que él y comprende que la resistencia es inútil. Así que ante las amenazas del boche con el subfusil, opta por levantar las manos y rendirse, con gesto abatido.