Partida Rol por web

- Maldito cabrón - piensa para sí. Es la primera vez que falla un tiro a esa distancia en mucho tiempo. Sus músculos se tensan, vuelve a coger aire, apunta de nuevo y justo en el instante en el que el corazón hace una pausa entre latido y latido desliza el dedo sobre el gatillo.

Blam!

Carrick ajusta la mira sobre el soldado herido que se arrastra intentando huir. La sitúa sobre la cabeza del soldado y aprieta el gatillo para comprobar con satisfacción el surtidor de sangre que emerge de la herida. Después recarga el fusil y sigue a sus compañeros.

En la zona oeste del pueblo, Caparso ya había encontrado un vehículo apropiado en el puesto de carretera alemán. Dicho puesto había sido abandonado, seguramente los nazis de su interior habían ido a buscar ayuda tras las montañas. El soldado situó un camión al lado del edificio aparcándolo con normalidad y se dispuso a trabajar en él.

-Si lo colocamos bloqueando la carretera podrían sospechar y no se acercarían -se excusa.

La casa de enfrente se encuentra cerrada y atrancada. Larkin se asegura que está vacía mirando por las ventanas antes de echar la puerta abajo. Un registro minucioso de la planta baja y la superior no da resultado.

-Deben estar en el sótano -sugiere el oficial británico.

Siguiendo su consejo, encontráis una trampilla oculta bajo una alfombra. La abrís y descubrís una bodega construida en piedra. Desde abajo, una docena de hombres vestidos de marineros os observan con temor. Aunque sus caras se alegran cuando ven vuestras facciones y uniformes y se dan cuenta de que no sois alemanes.

Regristran la casa de arriba a abajo pero no encuentran a los británicos, al final el oficial inglés les sugiere mirar en el sótano. Y ahí encuentran a los prisioneros.

Pepe mira con mala cara a los pobres desgraciados que hay allí abajo.

Banda de maricones vestidos de primera comunión...

- Venga nenazas, salid de ahí antes de que venga el coco a comeros.- les increpa mientras les hace un gesto con la mano.

Cuanto antes nos larguemos, mejor. Seguro que los alemanes están al caer.

Acercandome al grupo de asustados soldados, les indico:

Muchachos, esto ha acabado para vosotros, ¿Veis esa colina? Alli tenemos a un hombre apostado de francotirador, el os cubrirá hasta que llegueis a su posicion, pero ante todo, mucho ojo con hacer tonterias, id corriendo y con las manos en alto, pero tampoco vayais como conejitos, no vaya a haber mas alemanes escondidos por el pueblo, nosotros hos seguiremos, para ofrecer cobertura en caso de que se lie la cosa, ¿Vale? ¿¿Quereis volver a casa?? Pues andando que es gerundio...

Fuera de la casa nos desplegamos dispuestos a cubrirles. Les hago un movimiento de que se muevan. Y pregunto al oficial britanico:

¿Estos son todos sus chicos o hay mas? De ser todos, dirijase hacia la posicion indicada con sus hombres, corra.

Por fin encontramos a los marineros y mientras Larkin les alienta con su peculiar tono me acerco al español.

-Pepe. Diríjase al puesto de carretera y localice la radio. Tenemos que avisar al submarino para que nos saque de aquí antes de que lleguen refuerzos. Los alemanes han huído como gallinas pero volverán de nuevo. Luego reúnase con nosotros en las colinas a las afueras del pueblo.

-¡Larkin! Busque a Angus. Este silencio me preocupa.

Si señor.

Si perder un minuto, voy cubriendo al grupo de soldados recien rescatados, para acompañarlos hasta la posicion donde por ultima vez, esperaba Angus a cubierto y apuntando con su rifle de francotirador. Por el camino recojo unos cuantos sub-fusiles y munición, y cuando llegamos a la zona a cubierto donde se encuentra Angus, le digo al que parece ser el oficial que en primer lugar rescatamos:

¿Sabe diferenciar un aleman de uno de nosotros no? Es importante, contesteme de verdad, porque aqui nos jugamos el pellejo tanto ustedes como nosotros, si los alemanes les encuentran vivos, tras haber matado sus compañeros... los ejecutaran en el acto, asi que sea sincero.

Con movimientos habiles reviso las armas capturadas, parece que estan en perfectas condiciones, listas y engrasadas para escupir muerte.

Ante las órdenes del teniente decido intervenir:

Señor, la radio está inutilizada, yo mismo me encargué de ello. Larkin necesitará que le eche una mano para restablecer las comunicaciones. La carga explosiva ya está preparada, pero alguien deberá ocuparse de hacerla detonar, porque no creo que nos sirva utilizar temporizadores. Aquí dejo el detonador de la carga. Yo iré con Larkin a arreglar ese maldito cableado. ¿Dónde nos reunimos? ¿Dónde dejamos el bote o en el embarcadero del pueblo?

Carrick cubre el terreno agudizando todos sus sentidos para tener una huida limpia y lo más ágil posible. Su respiración se acelera, aún no saben nada de Angus y están a escasos minutos de proceder a la evacuación. Sólo esperaba que no hubieran llamado demasiado la atención.

Carrick mira al oficial para que delimite un punto de reunión. No le gustaría marcharse de allí sin Angus. Nunca se deja a un compañero atrás.

- A sus ordenes mi teniente.- dice Márquez tras escuchar las indicaciones del oficial. Le tocaba a él pedir que vinieran a sacarles de allí.

El ex-republicano español se acercó a la puerta, allí se tomó un instante para echar una ojeada al exterior y comprobar que no había alemanes cerca. Tras eso, se encaminó hacia el lugar en el que estaba la radio. Desde allí daría la señal al submarino y vendrían a buscarlos.

Espero que los ingleses no la caguen en el último instante, sería típico de esos desgraciados.

-Somos demasiados. Iremos al embarcadero del pueblo a conseguir lanchas suficientes. Lléve a todos hasta allí Larkin. Caparso se encargará de restablecer las comunicaciones -coje el detonador mientras habla-. Yo me ocuparé de esto.

El grupo de marineros se dirige a la carerra hasta el embarcadero mientras Caparso regresa al cuartel general para volver a dar vida a la radio. El soldado empalma los cables cortados sin problemas y Pepe, que se encuentra en el puesto de carretera abandonado, escucha como la radio vuelve a cobrar vida inundada por voces alemanas haciendo preguntas furiosas.

Carrick y Larkin se acercan hasta la casa donde se apostaba Angus. Junto a ella está el cadáver del soldado que abatió Carrick. Una escalera de madera junto a la pared lleva a la azotea y por ella suben los dos compañeros. Arriba la escena es desoladora: el cadáver de Angus se encuentra allí, en un charco de sangre debido a múltiples heridas de arma blanca. Su atacante yace junto a él, también muerto, y con el cuchillo sobresaliendo de un lado de la garganta. La batalla tuvo que ser feroz.

Mi sorpresa es maxima cuando me encuentro el cuerpo de mi compañero... Una rapida idea pasa por mi mente:

Si nuestro otro tirador se hubiera quedado junto a el... Quizas hubiera sido diferente. Igual estarian los 2 vivos... o los 2 muertos...

Miro a Carrick y le digo en voz baja:

Joder.... puede que tengamos un problema de ratas todavía en este pueblo... Mierda... Hay que largarse de aquí cuanto antes.

Carrick se sorprende al ver el cuerpo de Angus destrozado a cuchilladas.

- Nooo. Malditos hijos de puta - dice mientras infla a patadas el cuerpo del nazi que se encuentra al lado. - ¡Cabrones de mierda!

Carrick coge el cuerpo de su compañero.

- No pienso dejar que a su familia les llegue sólo una jodida bandera plegada. Este hombre merecía mucho más.

Cargar con un cuerpo no era precisamente su ideal de huída rápida pero no podía dejar allí el cuerpo de su compadre.

Se asoma desde la azotea donde se encontraba apostado el escocés. - Asegura esto aquí arriba - le dice a Larkin. James suelta el cuerpo de McCann e hinca la rodilla. Colocal el ojo en la mirilla y desde ese punto alto busca el camino al embarcadero. Piensa dejarlo bien limpito.

- Joder.- suelta Pepe cuando escucha las voces en alemán por la radio. Según parecía Caparso había reestablecido las comunicaciones.

Era el momento de ponerse en contacto con el submarino y solicitar que les sacaran de aquel maldito lío.

Márquez sintoniza la frecuencia del sumergible y dice: - Aquí comando aliado, misión cumplida, vengan a buscarnos cuanto antes. Corto. -

Tras esperar la contestación de sus salvadores, Márquez se larga de allí lo más rápido que puede y se reagrupa con sus compañeros.

En la radio resuena la respuesta del submarino aliado.

-Recibido, nos dirigimos a la entrada de los fiordos. Procedan con el plan previsto.

Pepe sale del puesto de carretera y corre hacia el embarcadero. Caparso se une a él y juntos llegan hasta donde los marineros británicos están esperando haciendo guardia con las armas capturadas. Hay varias barcas que servirán para la huida aunque ninguna es a motor, así que tendréis que remar nuevamente.

En la zona oeste del pueblo, Miller escucha un zumbido de motores trás las montañas. Ve aparecer una columna de vehículos por la carretera. No queda tiempo para tender una emboscada así que prefiere bloquear la carretera. El teniente coloca el camión cruzado en la calzada y se aleja hacia el embarcadero mientras acciona el detonador. La explosión retumbó como un trueno y la carretera quedó bloqueada por un amasijo de hierros ardientes.

-¡Vamos, vamos, están encima de nosotros! -Miller saltó a una de las barcas llenas de hombres.

Echando mano a los remos, los tres botes abandonaron el muelle paleando con fuerza. Al poco rato Tysnes quedó atrás y sólo se veían las luces de los vehículos alemanes y las llamas del incendio. El cuerpo de Angus descansaba en la última de las barcas.

Una hora más tarde la salida de los fiordos estaba ya a la vista. El submarino se encontraba aproximadamente a un kilómetro de distancia, con su silueta negra recortada a la luz de la luna. Los marinos británicos ya estaban felicitándose cuando se escuchó un ruido que venía de las alturas.

Dos aviones Messermicht-109 cruzaron por encima de vuestras cabezas. Hicieron un giro sobre las montañas y regresaron hacia vuestra posición. Las ametralladoras de los aparatos empezaron a escupir plomo y los surtidores de las balas trazaron unas líneas paralelas entre las barcas primera y segunda.

Viendo esos dos pajaros picar sobre nosotros pienso para mis adentros:

AIIII DIOSSSS !!! Me van a coser a tiros con un fiambre en una patera.... !!! Que final tan cabron !!!

La fuerza de la desesperacion me ayuda a remar mas y mas fuerte mientras aliento a mis compañeros:

!! Benga muchacos, a casa solo se va en una direccion, y recto y remando !! Demosle fuerte que ya casi estamossss !!

En rapidos movimientos me quito parte del equipo y lo dejo en la barca, por si le da por hacer vistas al fondo marino y toca nadar. Retomando los remos, vuelvo a remar con renovadas energias y menos carga.

La última jugada de los boches, sin duda, era antológica.

¡Joder, que cabrones! Nos van a acribillar a todos. ¡Remad, coño, remad!

Suelto mi remo y disparo con mi fusil contra el fuselaje de alguno de esos aparatos, con la estúpida intención de alcanzar algún punto vital del aparato y provocar alguna avería que le obligue a retirarse.

Siguió el ejemplo de Caparso y comenzó a disparar con la ametralladora. Jodidos nazis, preferían hundirnos a todos allí a tener que dar cuenta de su derrota.

¡Hijos de putaaaa! - gritó todavía colérico por la muerte de Angus.

No faltaba mucho para llegar al punto de encuentro.

Miró a Miller, quien debía estar remando como si el demonio les persiguiera. Ya que lo de las comunicaciones estaban jodidas era imposible pedir apoyo aéreo para joder a los cazas.

Pepe ve llegar a los Messermicht-109 desde las alturas y escucha el tableteo de las ametralladoras cuando éstas escupen balas a mansalva. No les queda otra que apretar los dientes y remar lo más rápido posible.

-¡Venga nenazas, seguid remando!.- increpa a los marinos ingleses.

Ya solo faltaría que nos jodiesen en el último momento, cundo estamos a tiro de piedra del submarino.

La barca de Caparso y Carrick empezó a ganar velocidad mientras los aliados disparaban contra los cazas sin mucho éxito. Los remeros británicos adelantaron a la embarcación de Miller y se pusieron en cabeza. De la escotilla del submarino salieron varios marineros que prepararon la pequeña arma antiaérea de que disponía el buque. Las balas trazadoras, de mayor calibre que las personales, surcaron el cielo hacia los aviones.

Más problemas tenía la última barca donde viajaba Larkin. Se comenzó a despegar del grupo al no poder seguir el ritmo y los alemanes los eligieron como blanco. Realizaron una pasada baja con las ametralladoras escupiendo fuego. Los dos marineros británicos cayeron acribillados y la barca se llenó de agujeros.

-¡Joder, nos vamos a pique! -gritó el oficial británico.