Partida Rol por web

Carrick se levanta y se dirige a preparar su equipaje. Esta vez hay que ir bien provisto de fuegos artificiales, aunque no faltará munición en su mochila. Todavía tenían un rato antes de partir, de modo que con paso decidido se acerca al recién ascendido teniente y con un cigarro en la boca sugiere algo.

- Venga, una última ronda antes de salir, a ver si con una cerveza más se nos ocurre un puto nombre decente para este atajo de paletos al que llamamos unidad - dice con no poca sorna mientras saca un par de billetes - adelante, pago yo.

Tranquilamente se dirige hacia la salida y allí se apoya en el borde de la puerta dando una larga y profunda calada, sintiendo ese hormigueo incómodo en el estómago, que le recuerda que una vez más, se enfrentaran a la muerte... y a ser posible esta vez, regresando todos enteros.

-  Lo mejor será que no perdamos tiempo entonces. Señor... - Respondió Jean Baptiste antes de saludar al oficial y retirarse en silencio junto al grupo. No pensaba en divertirse antes de partir, para él no había consuelo en tales cosas. Afuera se libraba una guerra y su país se caía a pedazos como consecuencia de ello. El unico camino que valía para restablecer el orden eran las armas, y se juró a si mismo que moriría peleando antes de admitir el tiránico yugo nazi sobre su patria.

El grupo se reunió a la mañana siguiente aún sin saber qué nombre le pondrían a la unidad. Todo el equipo necesario para la vital misión estaba ya embalado y preparado. Un camión conducido por dos infantes de marina llegó a la base. Después de cargar el material, el comando subió a la parte de atrás rumbo al puerto. El cielo estaba encapotado a pesar de ser julio pero no amenazaba lluvia. Sí había, sin embargo, un fuerte viento.

En el puerto ya estaba la flota preparada para zarpar. El portaaviones de clase Ark Royal se erguía orgulloso en la bahía. Después de abordarlo, la imponente nave salió a alta mar donde pronto se le unió el resto de la flota: tres acorazados, dos cruceros y nueve destructores que se colocaron en perímetro para impedir que los submarinos alemanes hiciesen estragos.

La flota viajó a buen ritmo por el canal de la Mancha bordeando la costa española. Pepe fumaba acodado en la barandilla mientras contemplaba el paisaje de su tierra natal.

La flota británica deja el oceano atlántico para internarse en el Mar Mediterráneo. El tiempo durante todo el día ha ido mejorando y ahora que está oscureciendo pueden verse las primeras estrellas en la noche diáfana. Los técnicos de pista están sacando vuestro planeador, preparándolo para vuestra misión. Larkin y el resto del comando aparecen en cubierta una hora después cuando está todo listo. El caza que va a remolcar a vuestro planeador ya está preparado, el equipo está cargado y los hombres esperan alineados a que el teniente Larkin les hable.

- Teniente Larkin, solicito pilotar el planeador que nos llevará a destino. Habiendo volado los cazas más veloces de la fuerza aérea esto será para mi un juego de niños... - Comentó con seguridad el francés que no veía la hora de estar sobre las cabezas de los alemanes llevando el caos y la destrucción contra los enemigos de la libertad.

Vale....ejem... lo del frances me ha dejado un poco como: ¿Comorrrrr?. Supongo que el planeador incluye su tripulación, ¿No? Porque si no, ya tenemos voluntario, pero antes de decir nada quiero saber eso, si lleba tripulacion o lo tenemos que manejar nosotros.

Te copio las instrucciones que os dio el general:

Cita:

Desde la cubierta me encuentro mirando el mar, mis pensamientos recorren velozmente lo sucedido la última vez que tomamos un transporte marítimo, los proyectiles trazadores de los aparatos alemanes, los hombres a quienes fuimos a rescatar muriendo por doquier... La pregunta de Jean se infiltró en mis pensamientos y me hizo volver a la realidad.

Si, correcto, manejaras este aparato, confió plenamente en que nos lleves a todos a nuestro destino. He oído que sus habilidades como piloto no conocen rival entre su gente, o eso se comenta en la cantina, jejeje.

Con el equipo listo y preparado, me calo mi gorra comenzando por la parte delantera, tras lo cual me dirijo al grupo que componen mis camaradas:

Muchachos, los que me conocéis sabéis que no soy ni de los que sueltan grandes discursos ni de los que se quedan callados, así que seré breve. La mayoría de los presentes hemos pasado por mucho juntos, un duro camino en el que compañeros han quedado atrás, ha sido un honor llegar hasta aquí con tal valeroso grupo, ahora tenemos nuevos compañeros, y acaban de convertirse en tan miembros de este grupo como cualquiera de nosotros, así que cuidemos los unos de los otros y volvamos todos a casa de una pieza. En breve subiremos al aparato. ¿Alguna cuestión antes de partir?

a por ellos!!!!!!!

Me uno a Pepé. Demos caña!

Arthur se queda mirando a sus compañeros era su primera misión y el vuelo del aparato no ayudaba a relajarlo. Tras sopesarlo un momento se da un puñetazo en el vientre para asentarlo y exclama:

- No veo que llegue el momento de volar por los aires a esos krauts- dice enfatizando la frase con un pisotón al suelo.

Momentos después y para tranquilizarse empieza a pasar inventario mentalmente de las cosas que llevan.

Me fumo un último cigarrillo antes de subir a ese cacharro mientras, con cierta sensación de angustia, empiezo a recordar las anteriores misiones y cómo conocimos al que ahora es nuestro teniente.

No sé por qué, pero tengo la extraña sensación de que esta va a ser una operación muy jodida.

Una vez que estais todos a bordo del planeador, os parece una cosa muy frágil comparada con el robusto caza al que va enganchado. Sin embargo Jean toma los mandos con familiaridad mientras el avión que os remolca se coloca al principio de la pista. Con un rugido de motores empezais a moveros.

El viaje en la oscuridad sobre la costa argelina es corto. Empezais a echar de menos una misión que sea a la luz del día en lugar de ir a escondidas por todas partes. En cierto momento la radio del planeador crepita.

-Voy a soltaros...buena suerte.

Se oye un chasquido y el planeador empieza a descender abruptamente. El estómago se os sube a la garganta mientras la sensación de vértigo aumenta. Jean sigue tranquilo mientras silba una tonadilla y dirige el descenso con mano firme. Bajo vuestros pies, Argelia es un manto de oscuridad y no parece que se distinga nada del paisaje.

- La idea es descender con sutileza, solo vean como lo hago. Ni siquiera nos escucharan llegar... - Comentó confiado el francés mientras maniobraba con pericia el planeador en sostenido descenso hacia el lugar objetivo.

Tal y como afirmaba, el planeador se fue acercando a tierra con suavidad y las expertas manos del francés lo depositaron en tierra sin apenas demasiadas sacudidas. El aparato había aterrizado en una explanada árida en donde no crecía nada. A unos tres kilómetros se divisaba la costa y las tenues luces del pueblo. El comando descendió del aparato bajando el equipo también.