A ver a ver, calmaaa -dijo sin éxito mientras Bonnie se lanzaba a engancharse a la para entonces decelerante alfombra.
¿Has dicho la alfombra para reparar? Perfecto, ¿qué hay que repararle?
Con esta cada vez quedan menos tareas por cumplir.
Batracius ignoró completamente la voz que provenía de detrás de la puerta, mientras revisaba sus desastrado zurrón para comprobar si tenía algún utensilio que sirviese para coser o remendar la alfombra.
Tras quitarse el polvo de su costoso disfraz alquilado Zalamerd atendió las inquietudes de sus compañeros infernales. - ¡Pzzzz...eza koza no guela máz zi no ze depaga! Hay ke gemengad una punta o ze desagmada. - agrega para Mordisquitos. Al parecer la alfombra solo vuela pequeños trechos hasta que sea remendada.
- Zi, ya ez una tagea menoz pada decivig la paga. ¡Mmmm... dulze paga! - Y quien sabe si habría paga o una patada de regreso al infierno. La mente del lutin no era precisamente algo ordenado. Más bien se asemejaba a un altillo abandonado a la suerte de ratones y gatos intentando convivir.
Si no era suficiente con las locuras de sus compañeros, ahora aparecía el que estaba disfrazado de dragón subido a una alfombra mágica...Genial...
-Conmigo no contéis, yo no se coser y esa alfombra huele a gato desde aquí, no me gusta. Prefiero abrir esa puerta- dijo señalando la celda de la princesa.
-¡Oiga señora! ¿Tiene idea de como abrir la puerta o si hay alguna llave que podamos utilizar?- preguntó el lutín pegando la oreja a la puerta.
Batracius se acercó a examinar la alfombra para comprobar los remiendos que necesitaba. En efecto, una de las esquinas de la misma estaba en perdición...
¿Seguro que quieres abrir esa puerta? Ya has visto la gracia que nos ha hecho tu amiga la sombra... -dijo girándose hacia su orondo compañero.
Como ya dije antes, busco en el zurrón algo que sirva para coser aguja o hilo... Es posible que lleve para encuadernar, y podría valer.
Si tengo el material (o lo tiene algún compañero), Batracius se pone a remendar allí mismo. Máster, tira tú por mi, si hay que hacer alguna tirada, cuando actualices.
-¡Bah!- fijo agitando la mano para quitarle importancia al asunto -Sombrita sólo quería jugar un rato, tampoco ha sido para tanto. Además, si no quieren que encontremos prisioneros deberían esconderlos mejor-.
- Oh. Aburrido, odio coser. - refunfuño tras bajar de la escoba y me acerco hacia donde se encontraba Batracius para ayudarlo, aunque sea enebrando la aguja. - Te ayudo. - afirmo un tanto apesadumbrada, quería divertirme no estar como una obrera trabajando todo el día. Había cargado los sacos, marqué las zanjas de la huerta y ahora coser. Ni en sueños, no lo iba a hacer.
- Bill, compórtate. - afirmo seria. Lutín desafiante, que siempre la lía.
Ahora que todos hablan de una mujer (o podría ser un calamar espacial con sus mil tentáculos listos para devorar lutines. ¡Nunca se sabe!) en el contrato una de las tareas habla sobre preparar la cena para Rudecindus. El pergamino indica que si los lutines no saben como pueden preguntar a una princesa recluida. ¡Todo coincide!
- ¡Woila! ¡Eza ez la pginzeza Mazinga de Veztia! No dagá piztaz zovre ke cocinag a Dudezinduz. En el niwel zupegiog ezta la kocina y la zena tiene ke eztag lizta paga laz ochgo y media. -
Zala resolvía el acertijo de la voz detrás de la puerta con el indice en alto como si la afirmación tuviera mas peso de esa manera. Nada fuera de lo real aunque el lutin no tuviese la mas remota idea sobre la hora que era en ese momento.
Y de esa forma, Bonnie y Batracius se enfrentaron a la ardua tarea de coser la alfombra. El desperfecto era evidente. En una esquina de la alfombra, se había perdido el punto y varios hilos comenzaban a soltarse. Debían rematar la alfombra y afianzar los hilos sueltos. Eran una labor minuciosa y que se debía hacer con todo el cuidado del mundo pues el entramado de hilos formaba un dibujo complejo que debía preservarse al hacer el remiendo.
-¿LLave?¡Claro que hay una llave!-contestó iracunda la voz al otro lado de la puerta-Alguno de esos lutines debe tenerla. O el propio Rudesindus. Pero si no la tenéis tirad abajo la puerta o forzarla o algo ¿Es que lo tengo que hacer yo todo?
Veo algo que pueda utilizar para forzar la cerradura?
En el distribuidor central de esa planta,no ves gran cosa. En la habitación donde estaba la sombra, probablemente sí.
La alfombra ya casi estaba lista. Reparada, alisada y perfumada, solo que los tres lutines trabajaban muy lento. Por otro lado la supuesta princesa de la puerta misteriosa continuaba atosigando a los infernales trabajadores con su parloteo chillido, característico de las típicas prisioneras de un hechicero malvado.
- ¡Oztiaz el Jgefazo ez malwado! ¡Ziiii! - reacciona Zala al comprender -o adivinar - el accionar de Rudesindus. - Oija zeñoda, zi kiege zalig de ahí tendgá ke ayudag kon la zena. ¿Kual ez el plato favogito de Gudezinduz? - pregunta el lutin a lo que sea que hay detrás de la puerta. Podría ser la princesa Madina de Betia... podría ser...
¡Ah!, perdón. Hacedme una tirada, Batracius y Bonnie, a ver qué tal queda.
Ahora un poco centrada en la noble tarea de coser la alfombra, tomo asiento y coloco el trozo de tela para arreglar. De alguna forma permanezco bastante entretenida con ello y es poco lo que hablo, salvo en algunos momentos donde frunzo el ceño o suspiro, esto me costaba más de lo que había imaginado.
- Oh. Creo que ya está... - seguramente la costura era más fea que Bill, pero bueno, lo había intentado y al ser una Reina demasiado no se puede pedir. - Zala, puedes hablar más despacio y claro. ¡Cada vez te entiendo menos! - expreso un poco estupefacta, el lenguaje de aquel lutin superaba mis límites de comprensión.
Motivo: Coser alfombra
Tirada: 3d6
Resultado: 4, 3, 3 (Suma: 10)
Pufff soy fatal con la aguja. xDDD
Mientras los demás estaban entretenidos con la alfombra, Bill se rascaba la barba pensativo...
De repente cayó en la cuenta de algo y salió corriendo hacia la habitación que acababa de abandonar,
-Ahora mismo vuelvo- dijo mientras pasaba a la carrera junto a sus compañeros -O eso espero...- añadió.
Entró en la habitación, teniendo cuidado de dejar la puerta lo suficientemente abierta para ver el interior y se puso a rebuscar entre el monton de cosas que le habían caído encima, poniendo especial atención en aquella maldita caja de metal que estuvo a punto de abrirle la cabeza... ¿Donde demonios estaría?
Pues eso, que me dedico a buscar la caja metálica o en su defecto, algo que pueda utilizar para forzar la puerta de la princesa.
Aguja e hilo en mano, Batracius se sumió en el fascinante mundo de la costura junto con Bonnie y el distraído Zala.
Así zurcía, así así, así zurcía, así así... -se canturreaba a si mismo para darse ánimos.
¡Pero la verdad es que esto se le daba fatal! Vaya desastre de alfombra estaba quedando...
Motivo: Zurcir
Tirada: 3d6
Resultado: 6, 1, 2 (Suma: 9)
Pues anda que a mí...
El remiendo era bastante feo, pero funcional. Al menos os pudisteis asegurar de que no se seguiría deshilachando, aunque el dibujo había quedado un tanto estropeado.
Bil entreabrió la puerta de la habitación del fondo. Una rendija de luz se coló por la abertura iluminando el suelo de la habitación. Allí pudo observar que había todo tipo de objetos de diferentes pesos y medidas. Los más frágiles habían roto, pero había cubiertos de metal, potas, platos, etc. que habían sobrevivido y que quizá podrían servir de ganzúas. Un candelabro de pie, de aspecto bastante pesado, quizá pudiese servir de ariete.
Mientras, la voz de la mujer volvía a vociferar atraida por las palabras de Zala.
-¡¿Y yo qué sé cual es el plato favorito de ese carcamal?!-contestó la mujer desde el otro lado de la puerta-¡¡Tan solo sacadme de aquí de una vez y os haré ricos!!
Zala ante la oferta de riqueza dudó un instante. ¿Que podría ser comparado a la ira de un hechicero? Ni hablar del contrato jugoso con Rudesindus y la recompensa al final del camino. - ¡Poz mala zuegte pa´ tí! - replicó zalafafafa al oír la negativa de la Princesa.
- ¡Pffffhh...! ¿Ahoga kien kozinagá la zena del wiejo mago? - pregunta Zala a sus compañeros diminutos. Las habilidades de Zala no dan para tanto e intentar cocinar podría ser la ruina de la torre.
-¿Hacerle la cena a Rudesindus?-dice de pronto la mujer calmando su tono de voz-¿Tenéis que hacerle la cena y no sabéis cocinar? Yo podría hacerlo por vosotros. Tan solo abrid la puerta. Le prepararé un asado de chuparse los dedos.
Por increíble que parezca, la voz suena cándida y dulce. Teniendo en cuenta la de gritos que ha pegado, resulta milagroso que no esté afónica.
Bill llegó en ese mismo momento con un hatillo repleto de objetos metálicos y puntiagudos y una banqueta para alzarse hasta la cerradura.
-¿Veis cómo había que liberarla?- dijo apoyando la banqueta contra la puerta y aupandose.
Después abrió el paquete que portaba, sacó un utensilio metálico de punta fina y se puso manos a la obra.
Motivo: Forzar cerradura
Tirada: 3d6
Resultado: 13
Motivo: Forzar cerradura
Tirada: 3d6
Resultado: 4, 6, 4 (Suma: 14)
Sorry por repetir la tirada, olvidé el desglose... :/
¿Para qué negar el destino si la tarea requiere un cocinero medianamente hábil? Al fin de cuentas el lutin rellenito tiene razón. Zala cambia de opinión (si, tan rápido como lo hace el viento) sobre el asunto soltar a la Princesa aunque eso signifique correr el riesgo de que los aplaste o devore con sus tentáculos (en caso que sea un calamar espacial).
Y zaz! Hay tienez la puegta pa´ livegag a la pginceza – y sin nada que hacer Zala posa su trasero sobre la alfombra con ganas de retozar hasta que abran la dichosa puerta.