Partida Rol por web

Resoplé cuando Haziel empezó a hablar.

-¿Ocultarte? Nadie te está ocultando nada, chaval, al menos no yo -pensé.

Y era cierto, yo no le estaba ocultando nada, si no le conté en lo de la iglesia fue porque había que irse y no iba a perder tiempo contándole. Si no dije nada después fue porque no volvió a preguntar y no iba a ser yo el que sacara el tema, pero si Haziel quería pensar que me lo estaba callando adrede, cosa suya, las cosas no iban a cambiar en nada así que me daba igual.

Como sea, de todo lo que dijo, hubo algo con lo que no pude más que estar de acuerdo. Dios tiene un retorcido sentido del humor, peor que el mío.

-Sí me gusta, sí, sí, sí!!!

Dijo Alex pegando unos pequeños saltitos. El semi ángel, semi demonio, se preparó para hacer un truco cuando su celular sonó. Era un mensaje de texto de Angela.

"He conseguido las provisiones. En cuarenta minutos llego"

Breve, conciso. La detective sabía que cuanta menos información sería menor el peligro de que los descubrieran. Pero, al mismo tiempo, avisar hacía saber que ella se encontraba bien y que todo había salido de buen modo.

A menos que el mensaje no fuese de Angela...

Siguieron conduciendo el tramo faltante y el edificio apareció ante sus ojos. Ya el sol comenzaba a amanecer.

Constantine habló recién en ese momento.

-Bien... llegamos. Luego os deberé la vida, y me siento orgulloso de vosotros, pero esto aun no termina. Todos sabemos eso.

Estaba comunicando la necesidad de ser precavidos, de que Lilith evidentemente no iba a rendirse fácilmente e intentaría encontrar al niño como fuera.

Todos salieron del coche y comenzaron a avanzar entre los altos pastos hasta llegar a la puerta principal del edificio. Era una puerta doble, con hechura de madera y una parte de vidrio, la cual estaba rota y por la que se podía ver un corredor cubierto por azulejos blancos y negros.

Mi paciencia ya estaba al límite y estaba más que harto de toda la situación y la falta de licor lo empeoraba todo. Me saqué la petaca del bolsillo y di cuenta del último sorbo, en realidad era menos que eso, que me quedaba. Había hecho que me durara más de lo que me hubiese gustado, conformándome con fútiles sorbos en lugar de un buen trago, que es lo que realmente necesitaba.

Pero no era sólo eso lo que me tenía molesto. También estaba el hecho de saberme invadido por Lilith. ¿Qué sucedería si ella era capaz de controlar mis visiones, de ver lo que yo había visto... de leer mis pensamientos?

Preocupado, molesto y en gran medida frustrado, puse mi mano sobre el hombro de Constantine, obligándolo a quedarnos atrás, y lo hice partícipe de mis temores.

-Creo que no podemos quedarnos aquí, hay que ir por ellos y marcharnos... además de ahora en adelante quizás fuera mejor que yo vaya con los ojos vendados, que no sepa nada de nuestro destino y tenga, en lo posible, el mínimo de detalles de lo que nos rodea. Vi a Lilith en una de mis visiones, cuando estaba intentado buscar este lugar, cuando lo había encontrado, la visión fue reemplazada por otra en la que estaba ella... ella me vio, fue como si me estuviera esperando y me habló. Me preocupa que se meta otra vez en mi cabeza y vea las cosas que yo. 

-Pri... mero que nada, gracias. No he tenido la chance de agradeceros y aunque os he buscado para el equipo, vosotros habéis sido más de lo que esperaba.

John asiente a las palabras de Gérard.

-Entonces mejor nos marchamos incluso antes de que noten nuestra presencia. Podemos hacer dos cosas desde como lo veo.

John levantó su índice -una, escondernos también pero en otro sitio- luego el dedo mayor -dos, usar lo que sabes de Lilith, eso que ve a través de ti, para tenderle una trampa a la perra.

Constantine sonrió como si la idea sonara mejor que lo que sonaba en la cabeza del resto.

-No sé... puede funcionar, pero somos un equipo así que espero vuestra decisión.

-Tenderle una trampa, obvio. Ella se ha hartado jodiéndonos a nosotros en estos días, ya está bueno que seamos nosotros quienes la jodamos a ella. Pero ya les digo, creo que mientras menos sepa yo al respecto, mejor. No sé hasta qué punto puedo controlar lo que ella vea, vamos que ni siquiera sé si puedo controlarlo.

Gérard no estaba equivocado. Al no saber los planes vedaba a Lilith de verlos a través de su persona. Entonces, aunque aceptaba formar parte de esto, prefería no involucrarse directamente. Constantine aceptó el reto.

-Pasa al fondo, -le dijo y él se puso a conducir. Todos sabían que no iba a ser fácil pero el niño lo valía y el mundo también. Condujo durante horas en las cuales muchos aprovecharon para dormir. A eso de las doce del mediodía, llegaron a una vieja casa de campo.

- Vamos, comeremos algo antes de nada. No sé vosotros pero mi estomago ruge de hambre.

— Sí, por favor, que ya parece que tengo a la Orquesta Sinfónica en el estómago... además necesito un trago.

Había conseguido dormir un poco, bastante poco en realidad, las pesadillas no es que me dieran mucho espacio a descanso, pero al menos la sensación de haber sido apaleado ya no era tan latente. Como fuera mi cansancio más que físico era mental, no lograba quitarme de la cabeza la imagen de Lilith, me atormentaba a la par que preocupaba. 

Era mediodía y aunque hubiese preferido ir mirando el exterior, opté por mantener la mirada baja para que así mis ojos no captaran nada del exterior que sirviera a Lilith para reconocer el lugar en el que estaba, aunque no iba a poder hacer lo mismo con el lugar al que fuésemos a comer.

— ¿No crees que sería mejor que me vendase los ojos? -pregunté a Constantine. Si no fuera porque temo experimentar algún grado de claustrofobia, casi que le ofrezco que me metan en el maletero del coche.

Constantine hizo lo que Gérard pidió. Mientras entraban a la casa, el hombre estuvo con los ojos cerrados todo el tiempo, bajo el velo de un pañuelo que los cubría. Luego el detective le indicó dónde se encontraba una silla, lo ayudó a sentarse y abrió una botella de vino.

-No tengo más que vinos, lo siento. Te daría algo más fuerte si estuviera en mis manos, creo que te lo has ganado.

El brebaje etílico era suficiente para mitigar los deseos de Gérard, de hecho parecía una buena cosecha. Constantine se alejó unos pasos para preparar algo de comer con la ayuda de Haziel.

-No creo que Lilith pueda verte siempre- dijo Henry que se quedó al lado del muchacho -supongo que lo que puede hacer ella es meterse cuando usas tus poderes de visión, pero no creo que pueda verte normalmente.

En ese momento, sin razón aparente Gérard comenzó a tener un fuerte dolor de cabeza.

Methos se sentó sobre una mesa junto con Alex, ambos tenían los pies sobre las sillas mientras el silencio invadió el lugar el hibrido comenzó a pensar como podía hacer – Eres importante Alex eso creo que ya lo sabes y haz demostrado una valentía que pocos podrían considerarla de un Niño pequeño – Aseguro mirando al frente luego de leer el mensaje.
Finalmente se levanto colocando ambos pies en el suelo y cerrando aquel ojo infernal manteniendo abierto el ojo celeste que ahora miraba al joven, coloco una mano sobre la cabeza de Alex y recito unas palabras en latín, tras ellas hablo en un idioma entendible – Un rezo que despertara tu poder cuando más lo necesites, recuerda a tus seres queridos y veras que podrás hacer cosas extraordinarias – Sonrió de una forma nunca antes vista.

El dolor fue tan fuerte que creí iba a perder el conocimiento. Decir que era como si la cabeza se me estuviera partiendo es poco.

— ¡Mi cabeza! -exclamé lastimeramente-... duele -me cogía la testa a dos manos y cerré fuertemente los ojos-... Lilith, es ella , está tratando de meterse en mi cabeza...

Viernes 6 de la tarde

Hospital

Angella había retornado con las provisiones. Preparó un exquisito guiso que Alex y sus guardianes comieron en paz. Las palabras de Methos habían tranquilizado al pequeño al punto que Lilith no fue un tema de conversación. Se habló de juegos, de los días, y hasta de las formas de las nubes. Aunque el ambiente del hospital era bastante lúgubre se podía sentir un clima de felicidad.

Nadie nombró a los otros, de los cuales no sabían nada. Para el semi ángel, semi demonio, eso era lo mejor para la seguridad del pequeño. Sin embargo se veía en los ojos de la detective que pensaba en John. Mientras Methos meditaba sobre muchas cosas, sintió un fuerte dolor de cabeza.

Viernes 6 de la tarde

Casa de campo

Gérard había tenido ese terrible dolor de cabeza pero luego se sintió mejor. Comieron algo y bebieron un poco más de vino. La tarde traía un cielo rosado, bastante bonito a decir verdad. Pero ellos no tenían la chance de descansar demasiado, había que atraer a Lilith. Constantine e había asegurado a Gérard que la mujer no podía entrara su mente siempre que llevara al cuello ese amuleto que le entregó cuando llegó al grupo por primera vez.

- Usadlo todos- dijo el detective - he reforzado su hechizo de protección. Vale, ahora el plan: básicamente tenemos que tener un traidor en nuestras filas, alguien que pueda hacerle creer al enemigo que se ha pasado al bando contrario.

John se pasea por el cuarto mirando atentamente a Henry, Haziel y el propio Gérard.

- ¿Quién de vosotros podéis interpretar el papel de un traidor dispuesto a entregar al crío y cuál sería vuestra motivación?

— Me ofrecería, pero cuando estábamos en el bar de Methos, cuando todavía tenía bar, ya intentaron tentarme, hacer que me cambiara de bando, que me uniera a ellos. Sus argumentos fueron muy buenos, la tentación fue enorme, pero la rechacé... No se me ocurre nada que pueda decir, o inventar, para hacer que Lilith me crea un traidor. Pero si a ustedes se les ocurre algo y están seguros, mejor dicho me convencen de que se lo va a creer, entonces vale, yo lo hago.

Methos se llevo la mano a la frente al sentir aquel dolor de cabeza, cerro ambos ojos con fuerza mientras cerraba el puño de la otra mano volviendolo casi blanco por la presion aplicada en el - Mier... - fue la unica palabra que salio desde sus labios. Agito su cabeza para sacar esa sensacion que le habia abordado.

Se levanto del lugar y camino unos pasos hacia Angella.

-Yo puedo hacerlo... si tú no te sientes cómodo con ello.

Constantine y Henry miraron al chico casi al unísono.

-Digo... puedo usar parte de la verdad, que es una putada haber perdido a Ingrid; que siento que el mal tiene más poder. 

El joven se sienta en una silla, pone la cabeza entre sus manos y luego vuelve a mirar a los presentes.

-En parte siento que es una putada, pero no creo que el mal tenga más poder. Solo que... bueno, pareciera que lo bueno tarda más en hacer efecto. No sé, creo que tengo motivos para "pasarme al otro bando"- enfatiza esas palabras, como en sentido irónico -si no, puedes hacerlo tú Gérard. Pero debemos ser convincentes. Si tú crees que tienes mejores razones para que ellos te crean, realmente lo que importa, lo único, es que nos crean. ¿No?

Viendo que Henry no toma parte, no se siente apto para la tarea, John pregunta.

-¿Qué prefieres Gérard, lo haces tú o lo hace Haziel?

Mientras el joven piensa en la respuesta, otro dolor repentino de cabeza lo asalta.

La detective notó algo raro en el hombre. -Methos, ¿qué te sucede? ¿Es Lilith?- La chica lo sostiene puesto que Methos, poderoso y todo como es, se siente un poco débil. Pero antes de poder responderle a la joven volvió a sentir otro golpe en la cabeza, una especie de inyección paranormal.

Nuevamente otra sensacion esta vez fue un golpe duro en la cabeza - Estoy bien... otros dos se fueron - Fue lo que dijo mientras mantenia los ojos cerrados y una mano sobre la frente. Respiro un par de veces hondo y miro a Angella, Methos observo sus manos por un momento y luego volvio a mirar a Angella.

- Tranquila, estoy bien - volvio a comunicar mientras se ponia de pie.