Partida Rol por web

Como cada noche, los más jóvenes del lugar se reunían en El Refugio del Montañero para charlar y beber. A Ulrik los jóvenes le alegraban dado que esa etapa de su vida le quedaba muy lejos. Les conocía a todos, conocía a sus padres e incluso a alguno de sus abuelos. Y esta estima también era compartida por los mozos... siempre y cuando pagasen.

-¿Invitar? ¿A otra ronda? Creo que dos son suficientes. Me quedan un par de barriles de cerveza enana para aguantar la semana y no pienso pasarme el resto de los días diciéndoles a los clientes que solo me quedan nabos y vino aguado del Sur.

Tras abrir las puertas de la taberna se encontró con que era el primero en llegar a ella. Por si ese no hubiera sido el caso se acercó hasta la barra para preguntar al viejo Ulrick si alguno de ellos había pasado ya por allí. Quizá hubieran marchado a jugar por el bosque, aunque con el frío que hacía en el exterior lo dudaba. Aún faltaban unos días para la llegada de la primera y el comienzo de la fundición de la nieve. Y entonces sería el momento que habían estado esperando, el momento de su primer gran viaje. Un viaje en busca de conocimiento y aventuras. Todos estaban versados en diferentes artes y cada uno de ellos quería encontrar el lugar adecuada para desarrollarlas.

Para cuando llegó a la barra, Cecil había salido acalorado por el cuello de la chaqueta y se acomodó alrededor de su cuello. - Aquí se está mejor, ¿verdad pequeño? le susurró a su leal compañera mientras esperaba a que Ulrick acabara de atender a uno de los parroquianos. - Buenos días Señor Barbasucia, ¿Han pasado por aquí ya mis compañeros? ante la negativa y un gruñido del apacible anciano buscó una mesa cercana a la hoguera de la taberna y comenzó a jugar con Cecil en la mesa mientras sus compañeros iban llegando. Cuando el enano estuvo de algo mejor humor le pidió un vaso de leche caliente para ir entrando en calor mientras el resto llegaba.

-¡Pero si es el joven aprendiz de mago y su ratita! No, eres el primero. -dijo Ulrik mientras abría una botella y vaciaba su contenido en un vaso. -Leche de vaca mediana. ¡La mitad de tamaño pero el doble de sabor! Mientras te la caliento te recuerdo que será una moneda de cobre, por favor. -le informó mientras ponía el vaso sobre una rejilla que había en el fuego.

-No, Hardem, tus amigos aun no han venido. Deben estar tramando alguna cosa para fastidiarnos la tranquilidad -espetó uno de los bebedores que había en la barra.

- Aquí tiene, señor. Aunque deba corrigieron, no es una rata señor, es una comadreja. Son bastante diferente

Le dijo con una sonrisa. Le agradeció al hombre la información que le había dado respondiendole que lo que trataban pronto sería revelado para darle más intriga al parroquiano.  Para cuándo Ulrick le trajo el vaso de leche caliente ya tenía la moneda preparada. Le pago y agradeció la leche y buscó una mesa cerca de la hoguera para esperar a su amigos mientras jugaba con cecil.

Tume terminó sus ejercicios antes de tiempo y recibió permiso de su padre para ir en busca de sus amigos. Sabía que en invierno y a esas horas lo más seguro es que les podría encontrar en la taberna del viejo Ulrik y hacia allí se dirigió. Al salir de casa un viento gélido le recibió como una maza de hielo, haciendo que el muchacho instintivamente ajustara con la mano derecha el manto de piel que llevaba puesto en torno al cuello, buscando proteger así aún más la delicada zona. Agachando la cabeza para dar al incomodo viento la menor superficie posible, avanzó paso a paso hasta el Refugio del Montañero.

Cuando abrió la puerta del local, las miradas de los parroquianos se giraron hacia él, mezcla de curiosidad y de fastidio. De curiosidad por querer saber quien venía a sumarse a ellos y de fastidió por permitir que entre el frio en el cómodo y caluroso interior de la taberna. Tume se dio prisa en cerrar la puerta y acabar así con la molestia creada a sus convecinos, y miro a su alrededor en busca de sus amigos. En la barra no pudo distinguirlos, así que continuó su búsqueda barriendo con la mirada el local hasta que descubrió a Hardem en una mesa cercana a la hoguera. Parecía estar solo y, sin embargo, hablaba con alguien. Tume forzó la mirada hasta que descubrió a Cecil, la comadreja del aprendiz de mago, y no pudo contener una sonrisa. Aquellos dos tenían una unión especial y el elfo disfrutaba viendo el cariño con el que el humano se dirigía hacia su mascota.

Caminó a donde se encontraba su amigo y de paso hizo una inclinación de cabeza para saludar al tabernero y hacer su pedido.

– Hej Ulrik ¿Cómo va todo? – Dejó una moneda de cobre sobre el mostrador mientras seguía su camino –. Ponme un Grog de arándanos azules^*. Y no te entretengas. Que llegue caliente a la mesa, anda. – Guiñó un ojo al tabernero, sabiendo que no tardaría en refunfuñar y quejarse, pero que igualmente no se tomaría la broma a malas.

Cuando llegó a la mesa donde estaba Harlem se quitó el manto de pieles y lo dejo caer en el asiento antes de dejarse caer él mismo en el sillón.

– Hej Harlem. Hej Cecil. – Saludó a ambos llevándose los dedos índice y corazón a la sien y separándolos de esta con un movimiento rápido hacia adelante. – ¿Qué tal tus conjuros? ¿Cuando aprenderás a transformar a Cecil en una bella damisela? Así por fin podrás tener la novia que quieres. – Continuó bromeando.

-Hola, pensaba que a estas alturas estaríamos todos ya aquí. le saludo con alegría. - ¡JA! se carcajeo Hardem al oír lo que le acababa de decir de Cecil. - Muestras más abiertamente tus deseos de lo que te gustaría amigo. La magia de transmutación a esos niveles es muy poderosa, lejos de mi alcance y no, no te voy a crear una novia. Tendrás que buscártela tu solito. acabo diciendo antes de volver a soltar carcajadas.

–  Jajajaja. Deja. Deja. Mejor no me hechices una novia o me veo saliendo con una goblin bigotuda.  – continuó la broma de su amigo, riendo con gusto.

Cuando dejaron de reír miro a su alrededor y se puso un poco más serio.

– Es cierto. Que raro que aún no hayan llegado los demás. Pero no creo que tengamos que preocuparnos. No creo que tarden. ¿Qué se puede hacer en Laderafría en invierno, si no es venir a beber donde Ulrik. – Trató de tranquilizar a Hardem –. Y hablando del viejo cascarrabias, ¿para cuando esa bebida? – dijo girandose hacia la barra donde se encontraba el tabernero.

Ulrik se acerca muy enfadado a la mesa donde están el elfo y el humano. Dando un golpe en la mesa deja las monedas que Hardem y Tume le habían dado anteriormente.

-Muy bien chicos. Explícadme cómo habéis hecho para que estas piedras luzcan como una maldita moneda de cobre. Hacedlo antes de que saque el hacha y os persiga por todo el pueblo.

Había estado entrenando, como parte de la guarnición de la ciudad tenía trabajos que hacer y también entrenamiento. No era una vida dura para Therk porque destacaba fácil por su fuerza. Sin embargo Therk sabía que si no entrenaba duro no se mantendría, porque no tenía que compararse con cualquiera sino con otros semi-orcos como él. Caminé dentro de la taberna algo cansado, no estaba sucio ni maloliento porque no iba a ir así, aunque tenía la cabeza algo despeinada. Me dejé caer en un asiento. 

-Muero por una cerveza- dije con la voz gruesa que me caracterizaba.

- Venimos a diario y todos los días el mismo cuento Ulrick. Parece que no te gusta tenernos aquí. Nuestro dinero lo ganamos con las tareas que hacemos, quizá no sea tanto como el que consigues en la taberna pero menos es nada. Danos una tregua, que sepa realizar magia no significa que no sea honesto. le dijo casi medio enfadado. Primero les servía y luego se quejaba de sus monedas, cualquier motivo con tal de gruñir.

Ok oír aquel vozarrón giro la cabeza, Therk había llegado. Alzó el brazo y le saludo. - Therk, estamos aquí

-Mmmmmm... sí, si parece un pato, camina como un pato y habla como un pato... ¿no es así el proverbio humano? -su cara cambió y esbozó una sonrisa. -Cobre será. Disculpad las molestias. A cambio os invito a la siguiente ronda y a lo que pidan vuestros amigos. 

Se cruzó con el medio-orco y sin mirarle gritó:

-¡Una cerveza y un grog de arándanos azules, raudo!

Escuchó medio entretenido, medio disgustado las amenazas de Ulrik y la respuesta de su compañero. Hardem siempre había sido alguien con la cabeza bien puesta, además de ser alguien honesto y sincero, así que la explicación que le dio al tabernero fue aceptada por éste sin dudar.

–  Pero Ulrik, ¿cómo íbamos a querer engañarte nosotros, mi buen enano? Es más seguro caminar desarmado en un campamento de ogros rabiosos que tratar de timarte a tí. Anda, ve y tráenos algo de beber que tengo la garganta seca. –  Fue la respuesta de Tume al enano.

Entonces escuchó a Therk llamando la atención del tabernero desde otra mesa y se sumó a la llamada de Hardem para que su amigo semi orco les acompañará.

–  ¡Hej, Therk! Vente aquí, gigantón, que tampoco olemos tan mal.

Y girándose en dirección al humano aprendiz de mago y acercándose a él, le dijo bajando la voz hasta convertirla en poco más que un susurro.

–  ¿Has tratado de colarle una piedra al viejo cascarrabias? Jajajaja. Al final va a servir de algo eso de la magia. 

- Muy agradecidos con la siguiente ronda Ulrick. le dijo con una gran sonrisa, en el fondo era un bonachón de enano aunque a ratos fuera algo cascarrabias. Ante las risas de su compañero no pudo más que unirse y acabar contestándole.

- Ojala pero no conozco esa clase de conjuros, pero visto de esta manera serían bien útiles. Y no pudo sino seguir riendo junto a Tume.

Ulrik se acercó de nuevo con el Grog y la cerveza. Junto a las bebidas, trajo un plato de calabaza endulzada.

-¿Sabéis por qué estoy tan así con la magia? ¿Os podéis creer que en el pequeño huerto que tengo a las afueras del pueblo, han empezado a salir calabazas? ¡Calabazas! ¡A las puertas de primavera! Alguien está jugando a ser druida en Laderafría. La magia nunca ha traído buenas cosas al pueblo y esto... no sé... es raro.

Cogió un trozo y se lo metió en la boca.

-Por suerte están buenas. Y con azúcar de Cormanthor aún más.

Cuando recibí mi cerveza la pagué y me levanté hacia donde estaban los otros, lo hice con un gesto cansado. Hoy ya no estaba para andar haciendo mucho ejercicio porque el día había sido agotador. 

-Soy yo el que huele mal, les estaba haciendo un favor ja ja- dije riendome un poco y apoyando la cerveza en la mesa luego de sentarme. Ahí me quedé callado y la tomé para dar un largo trago y disfrutar de su sabor. Estaba sediento y algo cansado, este tiempo en la taberna era lo mejor del día. 

Al llegar a las afueras de la taberna del viejo ulrick, entré sin mas. 

Necesitaba algo que me calentara rápido.Habia pasado mucho frio allá fuera.

Paso por la barra y lo veo a Ulrik y le digo

-Necesito el trago mas fuerte que tenga por favor.

Busco a mis compañeros con la mirada. No los encuentro. Pero si encuentro a Harlem, tume y therk. Y me dirijo hacia su mesa para saludarlos.

-¿Lo más fuerte? Bien, aquí tienes vino del Este. Muy fuerte para un halfling.

Acercó la pequeña copa de vino negro al mediano.

- ¿Calabazas? Repitió Hardem sorprendido. - Sin duda es rarísimo, nunca antes había ocurrido nada así, ¿verdad? Se quedó tan pensativo que ni se dió cuenta de que Boff entraba por la puerta. Ya estaban casi todos juntos aunque el tema de discusión que había traído Ulrick a la mesa le había dejado descolocado. - Sin duda podría ser magia de la naturaleza, un druida como bien habéis indicado, un hechicero o mago no haría alardes de poder de esa forma.