Partida Rol por web

Todo estaba oscuro... calma...o dolor?... la sensación era intermitente... probablemente, ambas sensaciones fueran simultaneas en planos distintos, pero tu aun no sabes lo que es un plano... ni siquiera crees estar seguro de que es calma y que es dolor, que es luz y oscuridad... ni siquiera sabes ni que eres, o quien.... llevas una eternidad así... o quizás solo unos segundos? de donde.... y una luz cegadora te rodea para después dejarte solo en medio de la infinidad del espacio...

lo sientes, el acaba de desaparecer... "el"?... quien es "el"....? dudas unos momentos, pues realmente no as visto a nadie desde tu nacimiento, que es lo que acaba de ocurrir hace escasos segundos, todo te da vueltas como si un torrente de conocimiento entrase de golpe en tu cabeza, y entonces estas seguro de tu pregunta, "el" es padre, el ser que te acaba de crear, el ser que acaba de apagarse en la realidad... te habia dejado solo en medio de aquella gran mancha morada, una nube asfixiante que te rodeaba poco a poco...

podrías llorar, pero entonces perderías los detalles que te rodean, es todo tan perfecto... miles de estrellas, soles y astros rodean todo lo que existe, hasta la densa oscuridad de la nada, es todo tan perfecto que dudas por un momento que un solo ser lo pudiese crear... inconscientemente alargas el brazo hacia la creación... y te das cuenta de que no solo eres una mente en el espacio, estas dotado de un cuerpo, puedes moverte... pero, realmente...¿quien eres? porque has sido creado?.... el vació de padre volvía a ti, dejándote indefenso y sensible ante cualquier idea o pensamiento sobre el o sobre tu existencia... te sentías inferior ante la abrumadora nube morada que te rodeaba... era la nube lo que te hacia sentir así?... un sopor empezó a apoderarse de ti, como si estuvieras a punto de volver al inicio de todo... cada vez te sentías mas inferior allí, lo mejor seria volver a casa... y meditar allí sobre lo ocurrido pensaste y empezaste a moverte, una casa... ¿tengo un hogar? en mi reciente memoria, algo me dice que si... Asul-Adal, la casa del Infinito...

Alli, en medio de aquella nube no ibas a conseguir nada mas que desaparecer quizas... lo mejor seria ponerse en camino a la morada del infinito e intentar responder las preguntas alli....

Aquella sensación era algo horrible, ¿pero que era ser algo horrible? No entendía que sentimientos eran uno u otros, como si un bucle se cerniera sobre mi mezclandolos y haciendo una macabra danza para mi confusión. Confusión...¿era aquello que ahora sentía?

Padre...era lo único seguro en el corazón de aquel ente que ahora, podía saber que tenía un nombre. Slanya.

Slanya, un eco que susurraba en la esencia. 

- Yo soy Slanya

Se dijo para sí para cerciorarse de tal cosa. Y entonces otra idea mas se forjó en su conocimiento, como un recuerdo lejano, un hogar, un lugar donde resguardarse....Asul-Adal.

Caminó hacia ese lugar que tanta seguridad le otorgaba. Buscaba respuestas. ¿Qué era?¿Quién era? Pero esas preguntas ya fueron respondidas por Padre. Ella era Slanya, la diosa de la Luz y la guerra, Guardiana de sus conocimientos, de sus leyes, ella era la mano de Padre, la espada de Padre. Llevaría su palabra a los demás y otorgaría de un Guardián al gran Cosmos, el equilibrio se mantendría mientras ella existiera.

A lo lejos vio Asul-Adal, no sabía como, pero sabía que era allí donde se tenía que dirigir.

Padre, El Creador, Divinidad Superior. La Chispa. Creación. Dioses. Luvisi. Así fue como había decidido Padre que fuese, y así fue, el proceso para dar lugar a la Creación y a los Dioses. Fogosa luz de intensidad infinita envuelve la visión de un Dios que intenta despertar. Sus “ojos” comienzan a abrirse, éstos contemplan en sí mismos la Creación, aquello que su Padre le ha dejado, y la luz… que poco a poco desaparece. En la mente de Luvisi una silueta, no sabe de dónde, aparece. La adopta para él mismo, pero solamente poseía una silueta. La imagen que su cuerpo desprendería sería el Cosmos, todo el Universo, aquello que él quiera mostrar del efecto de la Chispa. Por su “piel” siente un poder, divinidad, una sensación recorre también el resto de su “cuerpo”, debilidad. Le rodea una inmensidad morada, polvorienta, energía extraña que le debilita. Pero moviéndose por el instinto de su propio ser, como había hecho en el Principio de Él mismo, se quedó observando aquel maravillosamente peligroso, divino, mágico y bello espectáculo de violeta brillar. En unos instantes, de tiempo indefinido, notó la debilidad acrecentándose. De nuevo el instinto, pero ahora el de supervivencia, le hizo que quisiera desprenderse de aquella fragilidad. Se movió entre el espacio creado con total libertad, alejándose cada vez más del punto en el que el Ente del Pensamiento y del Orden nació.

En la mente del nuevo Dios no había pasado aún nada. Esperaba a observar lo que se encontraba en su eterna travesía. Repentinamente, como la propia Chispa, unas palabras en la inmensidad de una mente divina: "¿Quién soy...? Esto... parece ser simple espacio...¿Padre...?" La soledad le embargó, le llenó del vacío más profundo, triste y doloroso. Paró, su velocidad era cero en aquel momento. Miró, ahora contemplándolo todo, incluso a sí mismo. Veía en él un poder, una energía, la divinidad de un ser Hijo del Padre. Contemplaba en las demás cosas energía, pero ésta era distinta. En la diferencia encontró una nueva pregunta: "¿Soy el único?" Miró entonces en su trasparente cuerpo, esperando una respuesta en el mismo Cosmos. Parecía que con aquellas preguntas, aunque sin tener las respuestas, evolucionaba y se conformaba sólidamente el Dios del Pensamiento y del Orden.

Una tímida conexión se abre para Luvisi. Parecía que sí había más como él. Como de una divina cuerda, infinita, arrastrada por el Padre mismo de la Creación se tratase, el Dios comenzó a desplazarse por el espacio hacia un punto de éste. Tardó un tiempo, quién sabe cuanto, hasta que se percató de una tenue visión. Se trataba de una estructura extraña a priori, pero al contemplarla más de cerca a medida que se acercaba, más y más quería acudir allí porque el sentimiento aparente de soledad se marchaba. Poco a poco el Dios se acercaba a Asul-Adal, la Casa del Infinito. La conexión se acrecentaba en la cercanía, su velocidad aumentó desmesuradamente. Dejó de moverse de forma continua por el espacio llegando a recorrer distancias divinamente infinitas en cada instante.

El Dios comenzó a notar el aumento de poder, su cuerpo parecía solidificar la energía que Padre, con la Chispa, le había dado. Un salto espacial más y llegó. Era Asul-Adal. Era Luvisi, el Observador, Dios del Pensamiento y del Orden. Era su hogar. Eran sus Hermanos.

Había buscado cualquier rastro de aquel que me había creado, nadando entre éstas brumas moradas que unicamente anunciaban algo entre el fin y el principio de algo. Nada. ¿Por qué no había nada? Con una simple señal, una mera indicación sobre qué hacer o dónde acudir, pero lo único que allí había era esa vacío violaceo que me atosigaba, me agobiada y me imperaba a escapar de allá.

Intenté resistirme a ello al máximo, pero aquella nube me abrasaba la piel sin compasión, pugnando por mantener sus secretos lejos de mi alcance... si es que aún guardaba alguno. Al final, me ví obligado a desistir y alejarme de ella con todo el cuerpo abrasado y sin recompensa alguna, y con esa retirada, sabía que bien podrían pasar eones antes de que lograra poder volver a acercarme en busca de una respuesta. También era consciente de que podría ser que jamás la consiguiera.

Cerré los ojos mientras escapaba sin rumbo. Imaginando los motivos por el que Padre había obrado de ésta manera, por qué no había dejado nada para guiar mis pasos sin su tutela. Pero el había creado todo ese cosmos que me rodeaba de una manera tan minuciosa y perfecta que me convencía de que jamás podría alcanzar sus pensamientos.

Ardí de rabia. Completamente perdido en la inmensidad y no había nada ni nadie capaz de impedírmelo. Un esfuerzo futil e innecesario con el único objetivo de porner fín a semejante giro de pensamientos, inalcanzables para alguien como yo. Y sólo después, me consideré preparado para determinar mi destino: Asul-Adal, la casa del Infinito, la casa eterna.

Allí me dirigí sin saber muy bien los motivos que me guiaban a semejante lugar. Quizás fuera que empezaba a brillar ante mis ojos como una gigantesca estrella. Quizás porque sentía que allí encontraría compañía a mi soledad.

Gargoltar despertó, flotando, en el vacío. No estaba seguro de como había llegado allí, al menos los primeros segundos. Luego, se acordó de Padre.

-¡¡Padre!!

Un brillo azul escapó entre los resquicios de su cuerpo. Y comprendió que aquello era pena. Poco después, comprendió que había hablado, que podía comunicarse. Y supo que aquello era bueno. Sin embargo, la pena por la pérdida de Padre era bastante grande, y quedó así un rato, flotando a la deriva entre las estrellas, pensando y lamentándose.

Mientras aún reflexionaba sobre todo aquello, y que debía hacer, se acordó de Asul-Adal, la casa del infinito. Y decidió que debía llegar a ella.

¿Que era aquello que se habria entre mi?Veia mas alla de todo ,un sin fin de luces ,de todo y nada.

No habia mas que infinito,un espacio interminable que marcaba la existencia o quizas no.
Era solo un punto pequeño ,pero inmenso a la vez ,en toda aquella oscuridad y luz insoportable.
El ,no sabia bien quien ,me habia creado,no conocia el motivo ,ni como ,pero tendria que haber una explicacion.

Poco a poco fui encerrandome en mi mismo en mi ser buscando respuestas donde no habian ,hasta que vi la casa ,la morada y como una explosion de energia me desplace hacia alli esperando respuestas ,o mas bien un objetivo para existir o volevr al vacio o la nada.

Nota Para el DM: si se puede elegir, mi personaje no ha asumido una forma concreta aun, y de hecho pasara tiempo antes de que lo haga.
 

Asul – Adal.
Ese es el nombre de mi hogar, o por lo menos el que asocio con un hogar.
Algo en mi interior me “empuja” a ir hacia allí, pero ¿donde esta Asul – Adal?
Medito en eso mientras “floto” en el espacio, apenas tengo conciencia de mi mismo, lo único que recuerdo es una luz como ninguna otra, y la segura sensación que era mi “Padre”, era por que se ha ido, más allá de mis sentidos, ¿a muerto? , ¿O simplemente soy un ser tan burdo que no puedo percibirlo?
Mi Padre es el Creador, no un creador cualquiera, sino el artífice mismo de todo lo que me rodea, soy su hijo, y por lo tanto, yo también soy DIOS, por que en la obra del artífice siempre mora un poco de el.
Esa primera idea me llena de gozo. ! SI ¡soy Dios, no como mi Padre claro, mas bien un retoño de lo que él es o fue, aun así, por mas que sea una pequeña porción de esa vastedad infinita de poder y sapiencia, aunque mi poder no sea mas grande que una mota de polvo en esta vastedad cósmica, ¡aun así!, eso me satisface, y por un tiempo me dejo inundar de esa nueva sensación…PLACER.
La vastedad que me rodea esta compuesta de contrastes, oscuridad y luces, frio y calor, un incontable vacío, pero también el mayor “campo” posible que pueda existir para sembrar vida…vida, yo vivo, todo lo que me rodea vive a su manera, y todo lo que vive tiene un lugar en la vastedad…
Asul – Adal.
Mi lugar en la vastedad, hacia allí voy, mi deseo será mi camino, y mientras dejo atrás el sitio en el que me encuentro, y comienzo mi viaje a casa, me invade la certeza de que encontrare, mas obras maravillosas de mi Padre allí.

Pronto, conforme tomatabais forma y sentido, y os moviais hacia el hogar del inifinito, reconocisteis cinco esencias divinas mas cerca vuestro, aunque el concepto de cerca para vosotros los dioses realmente no existia, podia estar a millones de años luz que con desearlo, podiais aparecer a su lado, el movimiento sobre el espacio hacia Ruth-adum era casi como un ritual, en el que os dejabais llevar por la esencia que os recorria para encontrar un sitio en la realidad....

La primera en llegar fue Slanya, seguida de Luvisi y despues el resto... seis fueron los dioses que llegaron al hogar.

La morada abrio sus puertas, un enorme jardin gigantesco con plantas que tan solo podian existir en la mente de un dios, una gran estructura central de colores neutros invitaba a pasar con las puertas abiertas de par en par, sin duda, era Asul-adal, era vuestro hogar...

Slanya se encontraba allí, sintió como su cuerpo ya tenia una forma definida, no importaba ni qué ni como, pero lo que más la caracterizaba eran aquellas dos enormes alas a su espalda, de plumas sin definir como un ente flotante tras de sí, pero se movían al curso que Slanya disponía.

Su cuerpo notó aquellas esencial, y las esperó sin dar a ver excitación o emoción alguna. Su rostro serio y como perfilado en mármol contemplaba la llegada de mas esencias como ella. ¿más creaciones de Padre? Hijos...hermanos.

Un viento inexistente mecía los cabellos dorados de la diosa, un calor irreal tornaba rosadas sus mejillas, dándole un aspecto saludable, sus ojos se movían lentamente, en busca del primero que llegara.

¿Un hola?¿Un adiós? Aún no había utilizado su voz. ¿la poseía?

Eran muchos los pensamientos aún no forjados, las dudas aún no mermadas que poseía la cabeza de la diosa conforme llegaban sus "hermanos". 

Su mano derecha fue a su cinto, donde curiosamente había un arma, parecía afilada...una espada. Alzó una ceja, aún quedaba mucho por descubrir incluso de ella misma. Aunque cuanto mas sabía, más se daba cuenta de que esos conocimientos ya los poseía.

Asul-Adal lugar donde los Dioses se congregaban en Hermandad y Unidad. Allí se encontraban seis entes, Hijos de Padre, y por tanto Hermanos. Sus esencias venían de Él, de aquel que parecía no ser, no estar, parecía que fuera únicamente “pasado”, “vacío”… Los Dioses, poco a poco, se convertían en verdaderos entes divinos con el trascurrir de un tiempo indefinido, descubriendo el Todo que la Chispa había generado.

En concreto, Luvisi sentía la llegada de sus Hermanos, la existencia de su Hermana cuando él consiguió llegar a la Casa del Infinito. La conexión que había sentido era ahora más  fuerte, dura, rígida, la unión de las esencias primigenias se consolidaba con la presencia de los entes divinos en su Hogar.

Su llegada comenzó en el jardín divino que gobernaba la Tierra del Hogar, poseía una gran diversidad de vegetación. Mientras Luvisi pasaba, en su propio cuerpo aparecían imágenes de las plantas que “veía”, “memorizaba” aquellos seres, “imprimía” en su ser la información que le daba la Creación.

El Gran Hogar gobernaba, con su mera presencia, Asul-Adal. Las puertas gloriosamente abiertas daban la bienvenida a aquellas divinidades que tenían el gozo de estar en aquel lugar. Allí entró el Dios del Pensamiento y del Orden, “vio” a su Hermana, se acercó a ella. La observó, y de igual forma que había ocurrido anteriormente con las plantas del exterior, su imagen fue sustituida por ella. Recorrió la imagen de cada una de sus curvas, de su cuerpo, de su ropa. Tras unos “segundos” prosiguió su camino.

Circulaba por el espacio del Hogar obteniendo visiones de la existencia del Hogar. Paredes, muros, pasillos, espacios. Todo ello era lo que había en aquel lugar. Un suelo firme, fuerte e inquebrantable como el poder mismo de un Dios. Repentinamente, un “fugaz destello”, algo, pasó por la mente de Luvisi y una puerta se creó en una de las paredes del pasillo principal desde el cuál se veía el Salón Central, donde en un futuro los Dioses se reunirían frecuentemente. La puerta, simple, rectangular, blanca, compuesta por la textura más lisa que jamás existirá. Se abrió entonces dando paso al Dios del Pensamiento y del Orden, su habitación se vislumbró tras la puerta.

Cuatro paredes horizontales, un techo, un suelo, un color: blanco. La habitación, al igual que la puerta que la protegía, era de paredes lisas, blancas. Era un simple cubo hueco. Ninguna decoración, ninguna suciedad, nada más que los componentes básicos. Luvisi entró, la puerta se cerró y quedó oculta a la mirada de los otros Dioses, no se podía saber dónde se encontraba la salida, no había diferencia, no se podría saber en qué dirección, ni sentido, se encontraba uno. Parecía que se encontrara en la nada más absoluta y solamente él existiese. Dijo, por primera vez:

Simple.-Una voz, suave, grave, firme, agradable, cálida “sonó” aún sin aire, en la nada.

Y allí, en el centro de aquel Cubo se quedó.

Gargoltar llegó poco a poco a aquella zona. Sentía las esencias de dos de sus... ¿hermanos? ya allí, y otras tres que venían en camino. En la lejanía vió su destino: Asul-Adal.

Le pareció bello, a su manera. Sin embargo, durante una milésima de segundo, echó en falta una forja y taller donde trabajar. Sólo una milésima, pues automáticamente aparecieron. Complacido, un breve destello dorado salió de los huecos de su cuerpo. Finalmente, aterrizó, a tiempo de ver como uno de sus hermanos se retiraba por los recovecos de Asul-Adal. Pero allí estaba otra.

-Saludos, hermana-su voz sonó pura como la plata refinada, potente como el martillo golpeando el yunque, e inquebrantable como el platino que configuraba su cuerpo-soy Gargoltar.

No me había equivocado, conforme me acercaba sentía que otras fuerzas ya habían llegado a aquel lugar y que con su mera presencia ya empezaban a cambiarlo, detrozarlo, a perder cualquier rastro que hubiera dejado Padre en el.

Inconscientes.

Valoré inmediatamente en cuanto llegué. Estaba directamente en el borde del jardín, agachado y contemplando lo que había sido creado antes de nuestra llegada con gran interés, dado que éstas cosas sólo podían haber sido creadas por Él al igual que había creado el resto del cosmos.

Tanta perfección, tal variedad, semejante colorido. Definitivamente es su obra.

Continúe observando cada una de ellas con minuciosidad, agachándome para poder observar las más pequeñas y elevándome para las de mayor tamaño, como si cada una fuera un pequeño tesoro que admirar por el resto de la eternidad. Sólo cuando terminé con todas dirigí mi atención a las otras voluntades del lugar. Los otros aspectos que Padre había decidido crear con su último aliento.  Ellos eran mis semejantes, no había duda, pero por más extraños que me parecieran sabía que no podía haberse equivocado al crearlos.

Quizás antes fuéramos todos partes de él. Y quizás por eso mismo ahora estamos separados.

Vuelvo a teorizar sobre sus intenciones mientras me quedo frente a Slanya perdiendo la vista en sus alas, de las cuales yo carecía, o su serio rostro tan finamente logrado, contrarrestado totalmente con el mío chamuscado... las diferencias eran enormes entre sólo dos de nosotros y bien sabía que ocurriría lo mismo con el resto.

- Soy Izkaal.

Declaré ante su presencia con una voz rasgada y gutural, pese a que tras escuchar mi propio nombre la sensación de haber dicho una completa obviedad me embargó. Como si estuviera seguro de que siempre lo hubiera sabido, no sólo ella, si no todos nosotros mientras que apenas unos instantes antes era una total incógnita.

Quizás si fuimos todos partes de Él.

Slanya divisaba la llegada de sus hermanos. Y parecía que poco a poco iban llegando. Ella como guardiana, quizás tenía el destino de llegar primero. 

Vio como Luvisi la miraba y escaneaba para recordarla, como su contorno se veía reflejado en él y éste se dirigía a un lugar apartado, creando un lugar para su soledad. No ra una mala idea, pero ella prefería esperar.

Mientras sus ojos estaban clavados en la puerta blanca que era la nueva habitación de Luvisi, una voz metálica apareció tras ella, siendo Gargoltar quien le hablaba. Una armadura bien forjada, un señor de la Forja. También lo había notado, al ser creada una no hacía demasiado tiempo.

Pero antes de conocer su propia voz, Izkaal apareció y se presentó como Gargoltar antes que él. Tan diferentes y los dos, partes de una misma cosa. 

-Mi nombre es Slanya "la Justa", guardiana de la Ley y el equilibrio de este lugar y del otro. Hija de la Luz y refugio de la Guerra.

Así se había presentado, con una voz angelical, digna de una diosa, quizás como un canto, embaucadora y suave, firme pero a la vez seductora.

Cernunnos llego a Asul – Adal al fin.
Su llegada fue precedida de un sonido agudo, muy fuerte que desgarraba el silencio reinante.
aaaaaaaaaaaaaAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAUUUUUUUUUUUOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!
Tras del aullido, venia una masa informe, ciclópea, un vaho de vapores multicolores, girando sin sentido y mezclándose entre si, del centro de la nube, una luz fuertísima comenzaba a encenderse como si de un pequeño sol se tratase, este, iba creciendo a medida de que se acercaba a Asul – Adal, y haces de luz comenzaban a horadar la nube multicolor que lo aprisionaba, escapando hacia el infinito.
Impacto ante las mismas puertas de entrada al jardín de la morada de los dioses en el crescendo máximo del sonido que como un heraldo lo anunciaba, y una columna de humo multicolor y luz tapo momentáneamente el panorama más allá de los dinteles del jardín de Asul – Adal.
Por unos breves momentos la luz lo baño todo, pero rápidamente comenzó a replegarse hacia si misma concentrándose en el mismo centro de la nube, desde donde densos tentáculos de humo se desprendían de la masa principal, arrastrándose hacia todos lados, como si de brazos fantasmales se trataran.
Todo se concentraba, se replegaba hacia si mismo, el humo, la luz y el sonido iban dejando tras de si el caótico aspecto que conservasen, para tomar formas mas nítidas.
Un ser de ciclópeo tamaño tomo forma, creándose a partir de todos los elementos que le rodeaban, estaba de cuclillas como una fiera al acecho, y ciertamente su aspecto era ese mismo, el de una fiera salvaje, y sus ojos, el brillo febril y salvaje que desprendían sus ojos, eran lo peor de su ser.

cuando Luvisi abrio las puertas del todo de la morada del infinito aparecio un largo pasillo con miles de puertas se abria ante ellos, con un par de pasos podria ser recorrido, aunque eso no podia ser medido de ninguna manera mortal, si no divina, cada habitacion podia contener casi cualquier cosa, de lo que podian estar seguros, es que al fondo del interminable pasillo, habia una habitacion que no podria ser alterada por ellos, eso lo sabian de sobra, lo sintieron nada mas entrar en aquel lugar, la habitacion del fondo, presentaba un gran salon, con cortinas de seda, una gran mesa circular con siete sillas alrededor, sillas? sillones grandes y adornados cada uno con las representaciones diferentes segun el dios que se sentara en ellas, un gran ventanal daba paso a un balcon gigantesco, desde el cual, se podia contemplar la infinidad del espacio, y la gran mancha roja se podia ver a lo lejos, como una pequeña gota, rodeando miles de puntitos diminutos a su alrededor... ademas, otros sillones mas grandes recorrian el lugar, estos elementos estarian siempre alli, mas cada dios, podia añadir lo que quisiera a este salon...

De el resto de habitaciones, infinitas ellas en el largo pasillo, podian encontrar casi cualquier cosa que imaginaran... pero habia algo que no encontrarian nunca, señales de padre, ninguna nota, ningun recuerdo les asalto, era como si por primera vez entraran alli, de eso se trataba no? eran sus primeros pasos en el infinito como seres... entonces, ¿porque el gran salon tenia 7 sillones alrededor de una mesa circular?

Al entrar en el hogar, los dioses se sintieron mejor, pero miles de dudas seguian asaltandoles...

Esa presentación rebosaba prepotencia a mis oídos. ¿Cómo podía autoproclamarse guardiana de ninguna ley si Padre no había dejado ninguna indicación al respecto? De eso estaba seguro, pues había buscado su rastro hasta acabar lacerado, y alguien tan impoluto había permanecido el tiempo suficiente en aquel lugar como para asegurarse de nada.

- Oh - respondí como si su presentación realmente me hubiera sorprendido - ¿Y cuáles son esas leyes que proteges con tanta devoción y fidelidad?

Pregunto con curiosidad y sinceridad intercaladas. Esperando ver como logra eludir una pregunta sin respuesta.

Slanya elevó el albio con rabia contenida ante su hermano cuando le hizo la pregunta.

-Si bien eres hijo de Padre, en tu conocimiento está lo que debes hacer. Igual que yo poseo en mi mente lo que debo hacer. No cuestiones lo que Padre ha dictado, Estas aqui por una razón, yo por otra muy distinta, salte de tu camino, y yo te guiaré de nuevo a él.

Sus palabras ahora no mantenian ni prepotencia, ni enfado, ni rabia. Ahora hablaba como una madre a un hijo, esperando la rectitud del comportamiento. Iba a ser dificil llevarlos y salvaguardarlos por el camino correcto, Iban 4, 5 con ella, dos neutrales, dos turbulentos, sería muy dificil.

Ese día tuve el sueño más extraño. Yo era una diosa y a mi alrededor había estrellas y todo era muy bonito y tenía un papá, pero no sabía dónde se había ido y eso me ponía algo triste, pero luego me olvidé de eso, porque mi mente no se quedaba nunca en un lugar por mucho tiempo. Una voz me hablaba, dentro de la cabeza, y me decía que todo lo que veía comenzaba y terminaba conmigo, porque yo era el principio, yo era el camino y yo era el fin de todas las cosas y todo lo que existía, existía sólo para resistir mi poder, pero yo sólo tenía que esperar, porque el tiempo era mi amante. Señora de la nada y Ama de la eternidad. ¿Qué era la vida, sino una lucha contra mi poder? Una lucha que yo ganaría al final. Algún día el mundo estaría dentro de mí y no quedaría nada, pero nada, nada. Eso me puso feliz y por eso bailé y bailé entre las estrellas, hasta que encontré una casa grande y bonita y allí me quedé y lo más extraño es que nunca desperté y todavía sigo soñando que soy una diosa.

Cernunnos avanzo hacia el interior del jardín, un sinfín de sensaciones lo inundaron mientras una miríada de delicias, olfativas, táctiles y visuales explotaban dentro de su ser.
Que bello jardín había dejado Padre, solo un ser perfecto como él podía ser artífice de este inigualable jardín.
Ahora le tocaba a Cernunnos continuar con su obra pensó, mientras se detenía a mitad de camino, cerraba los ojos y levantando los poderosos brazos, como si pudiera en ese acto abrazar todas las sensaciones que lo invadían, se dejaba “cubrir” por todo lo que lo rodeaba.
Allá adelante, algunos de sus iguales ya habían llegado, una tensa conversación se estaba dando entre dos de ellos, esto lo divirtió, ni siquiera los hijos del Creador eran perfectos si estaban enfrentados aun en cosas tan pequeñas como esta.
Acaso Padre lo quería así?, o era el, Cernunnos, que con su poderosa aura salvaje, invadía el espacio que lo rodeaba, contagiando a todo y todos, con un poco del buen caos de la vida.
Lo averiguaría se dijo a si mismo, mientras con una sonrisa socarrona en sus labios, y los ojos resplandeciendo en un débil color dorado, se acercó a la pareja que debatía sobre cuestiones triviales y carentes de la mas mínima importancia para el.

finalmente, llego Luv a el hogar de los dioses, donde ya todos estaban alli, recien llegados, presentantose unos a otros, el momento era magico, 7 dioses reunidos en la morada de su padre, algunos ya habian entrado, explorando la composicion del hogar, el cual podia cambiar para adaptarse a los deseos de los dioses, pero en esencia, era un gran jardin con plantas de todos los tipos imaginables, con un camino hacia la entrada a la morada, en la cual, un pasillo infinito con miles de puertas se abrian a los lados, tan largo, que ningun humano podria calcular su distancia, pero un dios lo podria recorrer con su mente, las habitaciones de este lugar, estaban dispuestas a los lados, y podian contener cualquier cosa que los dioses pudieran imaginar.... al fondo del todo, se encontraba el gran salon, con los 7 tronos cada uno con las caracteristicas de su dueño...