¡Huuumpffff...! - El quejido que Kalat emitió sin pretenderlo al levantar el hacha le hizo comprender tanto a él como a los demás que combatían a su alrededor que algo extraño estaba pasando. ¿QUÉ ESTÁ PASANDO? - Gritó confundido al ver cómo sus brazos temblaban debido al peso del arma mientras la sostenía sobre su cabeza. ¿Era él? ¿O ese hacha se había vuelto cien veces más pesado? Kalat descartó totalmente la idea de que él, orgulloso superviviente a años de cautiverio a manos de los drow, hubiese perdido la fuerza de la que hacía gala. Dejó caer el hacha más por agotamiento que porque hubiese deseado hacerlo pero la fortuna se alió con él y el filo impactó de lleno contra la hombrera del paladín. Aunque no revestía un daño mortal sí que era una herida a tener en cuenta, de las que dejarían un buen cardenal durante bastante tiempo. 

La cabeza del hacha resbaló por la armadura del paladín de Tyr hasta que cayó en el suelo. Una vez allí fue difícil, y ridículo, el intentar levantarla de nuevo. Tan sólo consiguió arrastrarla unas pulgadas golpeando en las grebas de Allen. El daño que realizó fue el mismo que si un conejo chocase de bruces contra el acorazado paladín. 

¡NO PUEDE SER! - Gritaba desesperado a la vez que movía su enorme cabeza. El estado de nervios del que era pánico impedía que el monstruo atinara el más mínimo golpe de manera intencionada. Allen apartó la cabeza del minotauro con desprecio y utilizando tan sólo una mano para ello cuando el monstruo arremetió contra él. 

¿¡QUE ESTÁ PASANDO!? ¡ARRGG!

Mosses se miró asombrado el agujero que aquella lanza le había dejado en el muslo; sangraba a raudales. Tras ello lanzó una fugaz mirada al cuerpo inmóvil de Ghuelbort y supuso que el suyo no acabaría siendo muy distinto al de ella si no ponía remedio a esa situación. Dio un tímido paso al frente siempre buscando salir de la trayectoria de las flechas del elfo, no quería que dos plumas pegadas a un palo asomasen de su pecho. Con la herida en el muslo ya está bien… - Pensó antes de obligarse a concentrarse. Con concentración o sin ella el resultado fue el mismo pues Davros ya conocía cómo solían luchar aquellos hombres y raro era que lo sorprendieran una vez se encontraba en caliente y sin estar presa de la furia. ¡Mierda! – Se quejó al ver como el hacha era esquivado por el bárbaro e impactaba en el casco interior de la nave. De nuevo sus ojos buscaron el cuerpo de Ghuelbort como una premonición de lo que estaba a punto de suceder.

Halper y Nolmar a duras penas consiguieron tener listas las ballestas para el segundo disparo. Como habían imaginado, sus disparos fallidos habían hecho que el mago se fijase en ellos y ahora era Halper quien se encontraba herido en el estómago por una extraña flecha verde que no cesaba de gotear un líquido verdoso.

¡Dioses esto escuece…! – Apretó los dientes y acabó de tensar el arma. ¡Dispara maldita sea, no me esperes! – Ordenó a su compañero perdiendo los nervios. Dicho y hecho; Nolmar hizo lo que su camarada le ordenaba pero al igual que su anterior disparo éste pasó lejos de la cabeza del hechicero. Tras el disparo el pirata herido disparó también pero debido al dolor el virote salió tan desviado que se clavó en el techo sin llegar a rebasar a Morwing.

Por detrás del hechicero el combate contra los dos piratas seguía su curso lógico. Una vez el enano se había interpuesto en el camino de ambos, Ogna se había desconcentrado fallando su estocada y los piratas comenzaban a perder la cabeza, y eso era en sentido literal. Las respuestas de ambos hombres contra el enano no estuvieron a la altura de las defensas de Kormack y a sus rápidos movimientos. El último de los Quebrantahuesos notaba como su escudo vibraba después de cada golpe de las inútiles armas de los piratas. Contó: uno…dos… - Era su turno. Cuando movió el escudo y mostró su rostro furioso los piratas también lo supiero; definitivamente era su turno.

Y al llegar a Ogna esta desapareció - Mejor que mejor... - No hizo falta decir nada - Vien no seas tímido... - le dijo al otro pirata que se acercaba a Kormack. Ambos lanzaron una estocada, pero el escudo de Kormack se interpuso. Un sonoro - IAAAAAAAAAH!!!! - Anticipó un seco crujido que partió la frágil vida del piratilla que estaba con el enano, pero a ese no le cayó lo peor. El pobre al lado suyo parecía llevar un tiempo gafado pues el hachazo le cayó en mitad de la cabeza. Así peinamos en mi pueblo... - Decía el enano sacando su hacha de una patada en al cara del otro pirata. Ambos piratas quedaron destrozados tras el paso huracán. Kormack se volvió y puso su ojo sobre la bestia, estaba como nueva y aún no había llegado Davros para reclamar la pieza! JA! - Se escuchó alegre.

TURNO 3

El golpe recibido por parte del minotauro no era lo que el paladín esperaba, aquella mole definitivamente estaba aquejado de alguna forma por el conjuro de Morwing, lo que dio impulso al servidor de Tyr para continuar con el combate. Él se sabía con la suficiente habilidad para derrotarlo pero hasta ahora su actuación no había estado a la altura de tamaño enemigo. Fue entonces cuando volvió a cargar sobre su costado derecho el espadón que portaba y que tan poca sangre había derramado para después lanzarlo contra la bestia y, esta vez sí, impactar de ello contra el pecho de su enorme adversario. Gracias a que el minotauro había perdido fuerza y no destreza, puedo esquivar parte del golpe convirtiendo lo que podía haber sido una herida mortal en sólo una fea herida.

Con Kormack al lado esas piltrafillas de pirata ya no eran más que carne muerta tirada en el suelo. Ogna había oído a los ballesteros disparar a Morwing y necesitaban al hechicero en plenas aptitudes, por si acaso. Dió un taconazo con sus botas y pasó junto a Morwing con una sonrisa sádica, como en los viejos tiempos, cuando asustaba a Kormack con sus funestas canciones. Se desplazó rauda hacia las cajas donde se habían parapetado los ballesteros, las rodeó lo más alejada posible del minotauro y oculta a la vista de los piratas. Cuando emergió de detrás de las casas era demasiado tarde para ellos. Allí se presentó la valiente Manos Delicadas, portando su fiel estoque en sus manos, aún manchado de la sangre de sus compañeros. Estaba tan cerca del pirata que podía sentir su fétido aliento. La tensión se palpaba entre los dos. Ogna dirigía su mirada a el gatillo de la ballesta que estaba cargada con un virote dispuesta a ensartarlo en el estoque a la más mínima ocasión.

- A mucho viento, poca vela…, pensó Morwing, quién sabe si por encontrarse en el interior de un barco, cuando vio como nuevamente un virote acariciaba su cabeza. – Ufff, por poco…  La fortuna estaba de cara del hechicero, pero no estaría dispuesto a seguir tentando a la suerte.

Así pues, Morwing sacó una bolsita de cuero y tras un breve conjuro la lanzó apresurado a uno de los ballesteros que amenazan al hechicero.  

Tras dar un paso atrás, no sin dificultad debido al espeso líquido que se mantenía adherido a su cuerpo, el guerrero debía acabar rápidamente con el pirata que se encontraba enfrente, la escalera por el cual habían bajado hace poco se encontraba justo a su espalda, se quedaba sin espacio, no podría retroceder más. Se dispuso a lanzar el ataque, echando su lanza hacia atrás, con tan mala suerte que ésta golpeo dicha escalera, avisando de sus intenciones y desestabilizando la lanzada, que su enemigo desvió con una de sus hachas sin ninguna dificultad.

Confiaba en Losse para que acabara con él antes de que se abalanzase de nuevo al ataque, pero desenfundar una daga no estaría de más... Aunque escuchaba lo que ocurría al otro lado de la pared, no sabía con seguridad si tenían todo bajo control, por no decir que el gnomo no había dado señales de vida, al menos podía saber que Ogna, con su aterciopelada voz, el enano con su típica fanfarronería y Morwing, que recitaba sus extrañas palabras, se encontraban vivos.

Tras la muerte de la duérgar, Losse contempló como Davros hería al pirata que se encontraba en la misma habitación, a pesar de no haberle podido dar muerte con un segundo ataque. El elfo lunar tenía una especial habilidad para luchar contra los humanos y, al ver su maltrecho estado, supo que caería sin mucha dificultad. Losse agarró una flecha más, la última que vería aquel humano en su vida, y, tras esperar a la acometida de Davros, vio un punto débil en su defensa, que el elfo aprovechó. El proyectil, que el explorador había tallado el día anterior en el refugio, pasó junto al bárbaro y alcanzó la oreja del pirata, hasta que la atravesó y se incrustó en su cabeza. - Venga Dav, ayudemos a los demás. Parece que hay algo grande luchando contra ellos. - Le dijo apresuradamente tras haber escuchado los movimientos de la bestia de la sala contigua.

De la semilla de la frustración y del orgullo herido surgió el fruto de la rabia. Kalat Kassot no podía consentir que un grupo de endebles aventureros le doblegase de semejante forma. Sus ojos, aún dañados por las llamas que lo habían devorado no hacía mucho, se movían de lado a lado buscando respuestas al mal que le consumía. ¿Dónde está mi fuerza? ¡No eres débil! Eres Kalat Kassot, despierta. – Se decía para infundirse fuerzas. Aquel momento de duda interior fue aprovechado por Allen para rebasar sus defensas y plasmar de forma indeleble la firma del espadón congelante que había tomado del cadáver de Tantases. Mugió de dolor como hacía mucho tiempo que no lo hacía. Aquel grito que hizo crujir los maderos del barco fue el aliciente que necesitaba para despertar de su letargo.

Con las pocas fuerzas que le quedaban asió de nuevo el mango de su hacha, apretó los dientes hasta que sus encías sangraron por la presión y, con un grito desgarrador, hizo girar el arma sobre su cabeza un par de veces. La primera pasada golpeó en un lateral del yelmo de Allen estando a punto de quitárselo. La segunda pasada estuvo cerca, muy cerca, pero el paladín de Tyr interpuso su espadón en la trayectoria y ambas armas chocaron con fuerza emitiendo un fulgor dorado.

¡MUERE! – Gritó el minotauro repitiendo la misma táctica que utilizó en su anterior acometida. Bajo la cabeza y, con un paso hacia adelante, estrelló sus cuernos contra el cuerpo del aventurero. El asta rozó la yugular pero por suerte no llegó a seccionarla. Kalat estaba poseído por el frenesí y tan sólo la muerte lo detendría ese aciago día.

¡Aguanta hijo de una vaca! - Clamó para sus adentros Nolmar al ser testigo de como su otros compañeros de tripulación caían víctimas bien del hacha del enano bien de las arteras artes del hechicero. De pronto aquella mujer había aparecido de entre las cajas y se había plantado ante ellos dispuestos a dejarlos igual de agujereados que un queso Balduriano. Nos tienen cogidos por los huevos amigo... - Susurró a Halper quien se encontraba allí clavado como un pino a merced de la mujer y su estoque. Hay que acabar con él y como sea. Esta vez no fallaré... - Y en efecto no lo hizo, aunque su eficacia dejó mucho que desear. El virote tan sólo rozó la cara de Morwing dejando una fina línea de sangre en la mejilla como recuerdo de lo que podía haber sido de haber pasado el proyectil tan sólo una pulgada más hacia la izquierda. Tras el disparo y cabreado con razón, Nolmar lanzó al suelo el arma. Trasto inútil...

Halper lo tenía mucho peor. Atrapado por aquel pegamento asqueroso, sin poder moverse y con la amenaza de la muchacha justo en frente, tan sólo pudo lanzar la ballesta a un lado y desenfundar la espada corta. Como pudo y justo antes de que Ogna estuviese lista para trincharlo, cortó algunas hebras de pegamento para intentar salir de aquella situación. ¡No tienes por qué hacer eso! ¿Lo sabes verdad? - Preguntó a la chiquilla sin poder ocultar su nerviosismo e intentando ganar tiempo.

El enano corrió hasta el minotauro. Llegar era vital, pues acababa de ver como Allen lanzaba un espadazo que hacía mugir al bicho. Además el ambiente... en aquel punto del combate algo le decía que aún estaban por llegar Losse, el remata-muertos y la cabra de Davros. Sus dos peores enemigos. ¿Cuántos cabreos y jaquecas daban esos dos a Kormack? Sin duda muchas... y con tanta presión apunto estuvo de fallar, se había encontrado corriendo sin ton ni son y cuando llegó a la bestia, le soltó un golpetazo en la pierna pero con tan mala fortuna que fue con la parte plana del hacha. JA! YA estoy!!! Tú erres mío... - Dijo antes de percatarse de que no había dejado daño alguno sobre la bestia. De pronto y sin saber de donde el enano sintió un golpe en el hombro izquierdo que casi lo lanzó al suelo.

TURNO 4

¡Uno de ellos está inmovilizado!

Le comunicaba mentalmente a Vishna que gracias a Morwing y a sus artes uno de los dos piratas ballesteros había quedado totalmente inutilizado. Media sonrisa en su rostro fue su respuesta a las palabras del pirata. Seguuuuro que ellos dejaban de violar a pobres muchachas inocentes, tratadas peor que una mierda, alejadas de sus familias a la fuerza, por el simple hecho de que ellas les suplicaran clemencia o piedad. Ogna era buena pero no era tonta y, en cuanto vio que el hombre disparaba su ballesta apuntando a Morwing, lanzó una rápida aunque débil estocada que volvió a trinchar carne.

Pero no contenta con ello y antes de que pudiera revolverse contra ella el enemigo al que se enfrentaba, sacó el filo de Vishna de la tibia carne y volvió a penetrarlo de nuevo con el estoque, aunque esta vez con mucho más tino, insertándolo en el fofo vientre del pirata, seguramente acostumbrado a no más que pasarse el día rascándose sus partes y bebiendo cerveza.

¡Qué asco! Me repugnan, Vishna, ¡oh espada de reyes y poderosos magos! Bebe de su sangre que este es nuestro, no se nos escapa.

Y todo esto esforzándose por seguir entonando la dulce melodía que desprendía la esperanza por poder llegar a tiempo a por el gnomo. El candor de su voz contrastaba tremendamente con la expresión ida de su rostro fruto de la tensión del combate y del olor metálico de la sangre que empezaba a extenderse por el ambiente.

Con el pirata abatido y el ánimo de Davros a que acabara con él, Losse, con su arco en mano y extrayendo una flecha del carcaj, avanzó con premura hacia la puerta en la que combatían sus compañeros. Allí comenzó a vislumbrar la enorme figura de un hombre con cuerpo de toro, lo que solían llamar, minotauro. Pero más allá de ese imponente enemigo, mientras daba los últimos pasos que le conducirían al dintel de la puerta, cayó en la cuenta de la última frase del bárbaro de orígenes semiorcos.

¡Bien hecho Losse! ¡Éste es tuyo!

¿Losse? ¡Le había llamado Losse y no Loose! El elfo se giró para mirar a la cara a su compañero mientras avanzaba - ¡Joder Dav! ¡Por fin dices bien mi nombr...! - Su decidido avance se vio súbitamente detenido por el marco de la puerta a la que se dirigía. En ese giro de cabeza había descuidado la trazada de su avance y salió rebotado hacia el otro marco, en el que se encontraban las visagras. En un intento desesperado por no caer al suelo, desplegó sus brazos para sujetarse. La fortuna estuvo de su lado, pues la flecha que acababa de sacar, le otorgó el suficiente apoyo para que su cuerpo lograra mantenerse en posición vertical tras un par de pasos hacia el interior, aunque la cabeza del proyectil se había quebrado ante la violencia del movimiento, evitando que pudiera probar las defensas del minotauro.

- No lo hago a propósito, pero suena mejor... - Losse salió por la puerta y, tras un pequeño golpe contra el marco, dejó paso a Davros, mucho más lento de lo que acostumbraba. Con la daga en una mano y la lanza en la otra, cruzó hasta la otra habitación y contempló lo que enfrentaban sus compañeros. Lo había escuchado desde que pisó el suelo, y le pareció verlo fugazmente mientras luchaba con los dos enemigos que ahora descansaban a su espalda, pero no se imaginaba nada parecido, aparentaba ser una bestia nacida para el combate, grande, fuerte, ágil y resistente, sin embargo parecía que Allen y Kormack no estaban en desventaja, por fortuna. 

Desesperado por la situación en la que le había metido la maldita duergar, lanzó lo mejor que pudo la daga que acababa de desenfundar que,  aunque acertó su objetivo, fue inútil, ya que voló con poca fuerza y, sólo alcanzó a impactar con el mango en la bota del monstruoso enemigo.

Al bajar la cabeza, decepcionado por su ruinoso intento, se percató de que, lentamente, aquella goma en que se había convertido el espeso líquido del interior de la bolsa de la pícara se resquebrajaba y se estaba desprendiendo poco a poco. No tendría que esperar demasiado para recuperar su movilidad al completo.

Al volver a mirar al frente, vio a Ogna, que castigaba a otros dos piratas. - ¡Vamos! ¡Acabemos con ésto y vayámonos de una puta vez de ésta isla infernal! - Animó a sus compañeros.

¿DÓNDE VAS RATA COBARDE? - Preguntó Kalat cuando vio recular al paladín. A ojos del minotauro, aquel comportamiento que habían presentado los dos aventureros con los que hasta ahora había luchado era indigno. Cada vez que parecía que ya los tenía derrotados éstos lo dejaban allí a pie parado desplegando su poder contra la nada. Por suerte esta vez había alguien más contra el que volcar su rabia acumulada. Se trataba de un enano pelirrojo. No era la primera vez que se enfrentaba a uno de ellos puesto que en Ched Nassad, aquellos pequeños seres de piernas cortas, solían aparecer de vez en cuando ya fuese como esclavos o como osados mercaderes repudiados por su comunidad de origen.

¡VEN AQUÍ! - Gritó mientras continuaba dando vueltas al hacha sobre su cabeza aprovechando la inercia de los golpes anteriores. El primer golpe impactó contra el escudo de Kormack desviando el hacha hacia arriba aunque no tardó en bajar. ¡HUUUMMMPP! - Con todas las fuerzas de que dispuso tiró fuertemente del mango y obligó al hacha a caer de nuevo sobre la muralla en que se había convertido el enano. De nuevo, el fuerte brazo izquierdo de Kormack aguantó el golpe. El minotauro apoyó la hoja del hacha en el suelo para utilizarlo como punto de apoyo a la hora de intentar cornear al último de los Quebrantahuesos. En ese momento, la altura de Kormack fue crucial puesto que las peligrosas astas del minotauro pasaron por encima de su cabeza sin siquiera rozar su poblada cabellera pelirroja.

¡Io soy tu rrrival!! - Dijo el enano parando el primer golpe - YO soy Kormack. - Y el segundo lo volvió a parar El Quebrantahuesos! - Dijo parando el tercer ataque. Retiró toda las defensa y concluyó - ¡Y SOY LA MUERRRRTE! Gritó saltando en su rodilla a una velocidad endiablada echándose encima del minotauro. El primer hachazo cruzó medio pecho subiendo hasta la oreja, esto hizo que la bestia se desequilibrara y cayese al suelo con el enano encima. El segundo  se clavó en la cabeza que hizo que la vaca se quedase inmóvil en el suelo. Dos cortes que dejaron a Kormack lleno de sangre.
IAAAAAA!!!!! - Gritó colérico. Sin embargo, cuando todo parecía haber concluido, el minotauro volvió a abrir los ojos empujando al enano hacia atrás y apartándolo de su cuerpo.

Halper cayó al suelo sujetándose la barriga y retorciéndose de dolor pero para cuando su cabeza golpeó contra los sacos que tenía frente a él ya había pasado a mejor vida. La mirada de preocupación que Nolmar dedicó a su compañero no era debido a su pérdida si no a que ahora se veía así mismo como el objetivo más probable de todos aquellos aventureros que lo rodeaban. Mierda...mierda... - decía a gran velocidad mientras titubeaba debido al movimiento de sus brazos al cortar las hebras de pegamento. ¡Levanta Halper! - Pero Halper no se levantó.