Partida Rol por web

La presencia de Kormack ponía nervioso a Laisser, no era el primero que se sentía así, pues el enano era un auténtico incordio, tanto fuera como dentro del combate. -No he matado a la bestia de Sylphamen parrrrra oirrr tonterrrrías.- dijo poniéndose el hacha al hombro. Losse parecía dar rienda suelta a su parte más salvaje y el enano ya sabía como se ponía aquello. -Trrrranquilo... éste no tiene a dónde irrrr.- Dijo a Losse con una sonrisa. El muro del norte se preguntaba si podría llegar hasta el humano antes de que tres flechas se clavaran en el pecho de Laisser, pero seguramente fuese cuatro o cinco y para cuando llegase ya estaría muerto y sólo golpearía un cadáver en el aire. Esa idea enfadaba al enano que veía imposible golpear a aquel humano estando vivo. -A ver.- dijo con autoridad al humano -Si hablamos... hablamos, perrrro si quierrrres morrrir me acerrrrco y te doy de ostias. Suelta a tu tía, el elfo tiene los dedos muy torrrrpes cuando se pone nerrrrvioso y se le escapan las flechas, ¿sabes?- decía sabiendo que no pasaría mucho hasta que Losse dejara escapar alguna flecha rumbo al humano. Lo mejor sin duda era que el humano cooperase. -Aún puedes rrrredimirrrte, muchacho. Tu tía tiene mucho poderrrr, su influencia bastarrrrá para sacarrrte de la ciudad.- decía dando una oportunidad a Laisser de dar la información y soltar a su tía. Sin duda era la úncia forma de salir con vida de aquella casa.

Rendido por el acoso al que estaba siendo sometido, Laisser apartó con cuidado la daga del cuello de su tía. Ésta, aprovechando la oportunidad que le brindaba el destino, se incorporó con presteza e interpuso el diván entre ella y su sobrino. Sus ojos, cargados de la furia que sólo una mujer de noble casa podía acumular en su cuerpo, atravesaron el cuerpo y alma del hombre que hasta aquel momento había sido parte de su familia. Sin embargo, ni una sola palabra abandonó sus blancuzcos labios; sólo el orgullo y el saber estar le impidieron reprender y decir todo lo que bullía en su interior.

¡No sé qué más, os lo juro! Hablaron de unas columnas talladas y de unos glifos que estaban por llegar…pero no sé a qué se referían. No les escuché mucho más, pues en el momento que me acercaba cortaban inmediatamente la conversación. – Confesó. El miedo comenzó a dibujarse no ya sólo en su rostro, sino en su gestos, descoordinados y carentes de la gracia que Losse había visto con anterioridad en el breve combate que habían mantenido.

Tenéis que creerme, poco más os puedo decir. – Continuó tembloroso. – Sólo que por la impresión que me dio a raíz de sus conversaciones, esa persona de la que hablaban, la que iba a recibir la herencia, creo que no la conocían porque tanto uno como otro barajaban sobre su identidad o si pertenecería a alguna familia de mercaderes caída en desgracia. – Se detuvo.

¿Y bien? He cumplido mi parte del trato… - Añadió con una timidez impropia de su carácter. ¿Me dejaréis ir…?

-¿Dónde crrrrees que está Sylphamen? ¿Sabes donde iba y donde venía? Habla sobrrrre la meirrrrda de la excavación. Y trrrrranqulízate sólo estamos hablando...-  el enano comenzó a acercarse hasta ponerse cerca de la tía -Sabía que no errrras de fiarrrr.- dijo a la vieja. -Vamos, hombrrrrre... Mirrrra lo nerrrrvioso que está el elfo. Sólo le puede trrrranquilizarrr un combate. Dinos donde está Sylphamen, luego estarrrrás a merrrced de tu tía.- dijo con cierto resentimiento. -Nosotrrrros te dejamos irrr, perrrro como tu pediste, estarrrrás bajo su dictamen.- esto no lo dijo hasta después de responer Laiser, quiso esperar a que el humano diese la información acerca de la maga para revelar su última jugada. Sin duda, sus palabras daban el equilibrio, pues sería su tía quien decidiese su futuro.

Losse seguía pensando que aquel hombre no les había otorgado casi nada nuevo. Sin embargo, viéndolo ahí, nervioso y suplicando por su vida, hizo que Losse recapacitara y recuperara el control. Un iniciado en la Orden del Arco no podía perder su espiritualidad y así, antes de dejarse guiar por lo que su corazón le dictaba, decidió darle una oportunidad. - He decidido darte una oportunidad. No te irás de la ciudad, pero tampoco te mataremos ni te entregaremos para que te juzguen. Tendrás la oportunidad de que hagas honor al "gran nombre de tu familia". - Esta última frase fue con un tanto de sorna, pues él no creía en la superioridad de unas personas respecto a otras por los favores del pasado. - Ayudarás a los soldados de la ciudad a repeler el ataque enemigo. Yo mismo te llevaré a las murallas. Si terminas vivo en el día de hoy y la ciudad no cae en la ruina, tendrás tu oportunidad de labrarte un gran futuro y respaldado por el buen apellido que llevas. - Entonces el explorador se apartó a un lado de la puerta y con la cabeza le hizo un gesto para que saliera de allí. - Vamos, ve andando y ni se te ocurra rechistar. Más te vale que no me hagas cambiar de opinión. -

No sé a dónde iba ni de dónde venía. – Respondió asustado. -  La conocí en la cena que hubo después de la ceremonia en que Hembelan juró el cargo de gobernador de la ciudad. Ese día hubo muchos invitados y entre ellos estaba ella.  – Miró a un lado y a otro un tanto avergonzado. – Esa muchacha es preciosa, ¿lo sabíais? Es difícil resistirse cuando te pide algo. Fue por ese motivo por el que le di permiso para que guardase unas mercancías en nuestros almacenes. Cómo iba a saber yo que esos monstruos saldrían de allí.  Cuando le pregunté qué eran esas grandes jaulas me dijo que si…que si colaboraba con ella podría quedarme con Crímmor una vez Lord Hembelan fuese…relevado de su cargo. – Bajó la daga y la guardó en la funda que colgaba de su cinto. Si hubiese sabido que estaba vendiendo la ciudad a los orcos no hubiese colaborado con ella. – Comentó mientras se acercaba temeroso hacia el grupo reunido en la puerta con los brazos extendidos en señal de rendición.

No sé dónde vivía pero hay un mediano que se llama Phaymust Hebrafina que la conoce. Vino con él a la cacería de hace un par de dekhanas aunque como ya os dije, estuvo todo el rato hablando con ese otro mediano de Oaksville. No sé si habrá ido allí, aunque claro, con esos orcos ahí fuera dudo yo que haya podido ir muy lejos si no es volando como un pájaro. – Un asentimiento tras las palabras de Losse confirmaron al elfo que el sobrino de Lady Ophal estaba dispuesto a combatir en las murallas si con eso podía librarse de un juicio ante el gobierno de la ciudad. Sin embargo, por otro lado, sabía que su tía jamás le perdonaría aquel episodio y que su posición en la familia quedaría reducida a compartir un apellido con ella.

Como ya le dije, no sé a qué se referían con lo de la excavación. Debía ser algo en Oaksville pues el mediano estaba muy ilusionado pero lo que más le preocupaban eran unas piezas, columnas y frisos que debían llegar para ser colocados. No sé de dónde pero se veía que tenía prisa para que todo estuviese en su sitio antes…antes de un día de esta dekhana o de la anterior. ¿Importa mucho eso?

La información que fue facilitando Laisser no parecía saciar a un impaciente elfo y el resto de sus compañeros. Sin embargo para Jeldrich toda aquella información fue absorbida como una esponja. Cierto era que los nombres que ponía sobre la mesa no le decían nada al clérigo, no obstante quedaba más que evidente dos cosas: que el enemigo tramaba algo gordo… muy gordo en un pueblo llamado Oaskville, y que aquel individuo no iba a aportarles mucho más.

Así pues, y viendo como Losse recuperaba la compostura, Jeldrich se aproximó hacia la entrada de la casa para hacer las labores de escolta y acompañar al miembro de la familia Krimmevol a la batalla… 

Al ver cómo el hombre bajaba la daga y dejaba libre a su tía, Ogna acompañó a Jeldrich al interior de la sala. Apreció la cara de concentración que ponía el clérigo con cada dato que salía de la apestosa boca del asesino , como a ella le encantaba contar historias, iba "traduciendo" todo a su nuevo amigo.

- Oaksville es donde nos conocimos...- Le explicó.-...el mediano ese se llama Aranar Brusta, para que un compañero nuestro trabajaba y el que nos contrató a todos para hacer un trabajillo.- Así iba contándole todo a Jeldrich hasta que se quedó boquiabierta al escuchar mencionar de nuevo unas excavaciones en Oaksville, y de nuevo unos glifos. Le contó a Jeldrich someramente sus aventuras en el Atolón de la Sirena Muerta, y cómo habían descubierto que allí excavaban en el templo de Mystra para sacar unos glifos y transpotarlos a otro lugar. muy seriamente le dijo al clérigo que Stenzag, el que había mandado el ataque a Crímmor y Athkatla, pensaba abrir un portal con ellos al plano del infierno para traer de vuelta a ese Misterioso Heredero.- Es muy fuerte, lo sé. Pero más heroicas serán las historias que cuenten de nosotros cuando logremos frustrar sus planes.- La muchacha se acercó a Kormack y le puso la mano en el hombro para advertirle de su presencia, pues era silenciosa como una elfa, y le susurró al oído, como sabía que especialmente le molestaba.- ¿No será ese sitio al que llegamos, junto con Zanc, tras la muerte de Spunjur? En el que maté a la Reina Araña.- Se quedó pensativa rebuscando en su memoria el nombre del lugar.- Torrealta.- Dijo en alto clavando sus almendrados y ojerosos ojos en Losse. Después de salir de allí fue cuando conoció al elfo lunar, al ir a enterrar al desgraciado mediano que encontraron allí. Miró al resto de sus compañeros y , en cuanto tuvo un momento de intimidad con ellos, expuso cuál debería ser u siguiente paso.

- En cuanto acabemos con Sylphamen y podamos salir de aquí, deberíamos apresurarnos hacia Oaksville. Creo que en Torrealta será donde traten de abrir el portal que traiga a ese maldito Heredero.- El rostro de Ogna se deformó entonces en una expresión de rabia como la que hacía unos momentos había puesto Losse.- Por supuesto haremos una visita a Aranar Brusta.

Vencida la voluntad de Laisser, Allen se dio por satisfecho con el castigo que tanto Kormack como Losse querían imponer a aquel traidor. Aunque éste ya de por sí parecía duro, con gusto lo hubiese llevado a las autoridades pero, después de pensarlo fríamente, no le extrañaría que aquel hombre, fuese dentro de un día o un fuese dentro un par de años, volvería a hacer de las suyas de algún modo. - Está bien Laisser, mantén las manos alejadas de tu cinto hasta que lleguemos a la muralla, allí te pondrás al cargo de la primera compañía que nos encontremos para la defensa de las murallas. Espero por tu bien, que no se te ocurra hacer ninguna estupidez, o de otro modo ni yo ni mis compañeros seremos tan benévolos.

Los compañeros salieron de la casa pero Allen, procuró quedarse rezagado para tener unas palaras con Lady Ophal a quien había visto seriamente afectada.

No se preocupes, ya está todo en orden. – No pudo evitar echar un vistazo al cadáver del hombre que yacía sobre la lustrosa y cara alfombra. ¿Tiene alguien más en el servicio que pueda hacerse cargo de él? 

La mujer, que aunque se obligaba a mostrar un semblante sereno y hasta en cierta manera altivo, asintió tras la pregunta del paladín de Tyr. Sí, mis sirvientas me ayudarán a darle un justo enterramiento. – Respondió sin poder evitar un brillo acuoso en sus ojos. Aquella opresión en el pecho no se debía sólo a la pérdida de aquel sirviente, a quien en el fondo había llegado a coger cariño después de numerosos años de servicio, sino también a la decepción y pérdida de aquel muchacho al que alguna vez había considerado digno de llevar el nombre de su familia y que durante los últimos años se había hecho cargo de sus negocios. Ahora todo estaba destruido; su ciudad, su reputación, el nombre de su familia…

Yo no he tenido nada que ver señor Allen. – Dijo al fin con una voz carente de fuerza. Puede que odiase a Lord Hembelan, pero nunca habría atentado contra su vida… Yo… - No terminó la frase. Allen la interrumpió con un gesto de su mano enguantada y después asintió cuando supo que la mujer no mentía.

Vayan en paz… - Se despidió la anciana una vez Allen abandonó la propiedad asegurándole que Kormack no había hablado en serio con respecto a su implicación en la muerte del gobernador.

Cuando volvían de camino a la muralla Allen se colocó junto a Jeldrich y Ogna, quienes desde que la muchacha había puesto al día al clérigo con lo que llevaban vivido en lo que llevaban de año habían hablado detenidamente en los pormenores de lo que podría pasar si el Heredero llegaba a Faerun.

Por lo que sabemos, a ese al que llaman, El Heredero, se trata de un mago que quedó atrapado por un portal mágico que abrió años atrás un compañero…un compañero que venía con nosotros hasta hace poco.  – Añadió, retomando así la conversación sobre el asunto que les había reunido allí. Creemos que él es quien está detrás de todos estos levantamientos a lo largo de la Costa de la Espada y sus deseos los está cumpliendo un capitán pirata llamado Steznag...que parece ser que es quien ha conseguido reunir a todos esos orcos ahí fuera. – Dijo mostrando su desprecio.

En cuanto a lo que dice Laisser sobre esas excavaciones en Oaksville, bien podrían ser los restos del antiguo templo del Círculo del Silencio que comentó el mago loco Irithan en la isla. Las que habrían dejado olvidadas una vez los expulsaron de Amn. – Hizo un alto para que todos prestasen atención. Según lo que comentó mi hermano y los que junto a él fueron rescatados, los últimos glifos y piedras que pudieron extraer del templo de Mystra ya estaban embarcados cuando nosotros estábamos en la isla. No me extrañaría que ya estuviesen en Oaksville a estas alturas. El problema es que no sabemos cuánto tiempo tardarán en ponerlas en funcionamiento… Necesitaríamos saber qué es lo que pasa en Oaksville. – Dejó aquellas palabras a modo de reflexión para el resto, pues creía que el mejor momento que dispondría Aranar Brusta para hacer esta clase de cosas sin ser advertido por el gobierno debía ser ahora, cuando la atención de todos estaba centrada en lo que sucedía en Crímmor, Athkatla y en a saber cuántas ciudades más. 

El enano sonrió al escuchar el destino que le esperaría a Laisser, sin duda el elfo había estado muy creativo esta vez al buscar castigo a aquella alimaña. -Defenderrrr la ciudad deberrrría honrrrrarrrrte muchacho.- le dijo el enano con el semblante serio y un dedo apuntándole. Aquel mequetrefe debería de estar contento con el final que le daba Losse. Si fuese por su tía estaría bajo tierra, al menos el elfo el daba la oportunidad de mostrar sus habilidades en el campo de batalla.
Parecía que el camino a seguir estaba claro cuando la humana le puso la mano encima -¿QUÉEE?- dijo girándose cuando Ogna le susurraba por la espalda. Casi le salió el corazón por la boca. Aquella enfermiza niña hacía tiempo que no atormentaba al enano con su escuálida figura. Hacía tiempo, desde que conoció al elfo, y hasta allí se remontó al hablar de la mierda araña que ensartó con su espada en miniatura. -Puede serrr... aquella noche vimos una abominación a mitad de la muerrrte.- recordaba el enano rascándose la tupida barba, mientras obviaba la pobre hazaña de Ogna. -Aquel despiadado decía serrr el dueño de Oaksville...- continuó narrando. -Bah... tenemos una guerrra porrrr delante. Y antes tenemos que verrr a otrrrro mediano. Vamos a porrr Hebrrrrafina.- aquel mediano que casi mató Kormack parecía ser el origen de todo. -Espero siga inconsciente en la cama- y era el momento de volver a hacerle una visita.

Con el episodio de la mansión de Lady Ophal finiquitado, el grupo de aventureros puso rumbo nuevamente a las murallas defensivas de la ciudad, donde el ataque orco continuaba incesante.

Durante el trayecto, Allen y Ogna gozaron de tiempo para poder informar a Jeldrich de todo lo descubierto en los últimos días y así de pasó hacer sus propias recapitulaciones. El clérigo escuchaba atento, interesado por lo narrado y también sorprendido por todo lo que aquel pintoresco grupo de aventureros había conseguido esclarecer. – Desde luego no habéis perdido el tiempo, señores…, comentó a modo de reconocimiento.

Todo parecía girar en torno a la figura de alguien denominado El Heredero y la apertura de un portal misterioso. Las últimas palabras del paladín hicieron reflexionar al clérigo, quizás era una idea que sus compañeros de viaje ya habían sopesado, pero aun así la expuso en voz alta:

- Y si…, comenzó diciendo pensativo. -… ¿y si todas estas acometidas no son sólo más que una mera distracción? Pensadlo bien, Crimmor y Athkatla son ciudades muy poderosas, quizá demasiado para que un simple ejército de piratas y orcos consiga derrotarlas. No digo que no sea el objetivo final de nuestro enemigo, pero quizá todo esto sólo sea para centrar la atención sobre las grandes ciudades mientras que en esa pequeña aldea se está forjando el verdadero enemigo. Esos portales de los que me habláis pueden ser terriblemente poderosos si un alma oscura y poderosa los controla, pudiendo traer de otros planos…a saber que terrible mal. Todo parece girar en torno a ese portal y puede que estos ataques tan sólo sean para ganar el tiempo suficiente hasta recibir los refuerzos de Oaskville y dar comienzo a la gran batalla…, concluyó preocupado por sus propias palabras. 

- Estoy de acuerdo con Jeldrich.- Expuso Ogna su parecer.- Muchas pistas hemos encontrado ya sobre lo que pretende hacer Steznag en Oaksville como para dejarlo pasar. Aquí el ejército de orcos tiene para largo. Podrían sitiar la ciudad durante meses antes de que cayera si no fuera por esa....- La muchacha rabiaba por dentro al pensar en la atractiva maga. ¿Tan idiotas eran los hombres que se dejaban engañar por un exterior espectacular? Ojalá pudiera agarrar a esa tía por los pelos y arrastrarla hasta que no fuera más que una piltrafilla como ella.- ...esa Sylphamen. Vamos a ver al Hebrafina- Se imaginaba el por qué del apellido siendo un mediano: hebrafina=picha pequeña.- y, si no encontramos a la maga sopesemos la posibilidad de salir de Crímmor y acercarnos a Oaksville a hacer una visita a Aranar Brusta.

Caminaron pues con paso ágil en dirección  al taller textil donde horas atrás Kormack y Losse habían tenido el encuentro contra los golems de telaraña y con su creador, el mago Vhensijet. Allí, según palabras de Kormack, habían dejado al mercader mediano convertido en un ser sin voluntad ninguna controlado por el mago humano que, a la postre, había sido el maestro de Sylphamen, o eso creía él, pues la creadora de Triomertán bien podía haber sido más capaz en muchas tareas que el que era su supuesto mentor.

El taller aún presentaba la misma desierta apariencia que cuando ambos compañeros lo dejaron sólo que esta vez ante el llamamiento por el nombre del mago, éste no tardó en personarse en las puertas y dar la bienvenida a los recién llegados. Su trato fue tan cordial y atento para con los aventureros que nadie habría pensado de él que hubiese podido estar a punto de acabar con el elfo y el enano. Las heridas que presentaba cuando éstos lo vieron por primera vez ya habían sanado por completo y sus ropas, quemadas y destrozadas por el poder de Bealedur cuando se entrometió en sus planes en la isla del río habían sido reemplazadas por otras muy parecidas a las que anteriormente vistiese. Como no podía ser de otra manera, sus primeras preguntas después de presentarse fueron encaminadas a lo que lo unía a los allí presentes: Shylphamen.

No pudo ocultar ni su sorpresa ni su horror cuando le hablaron acerca de Triomertán, momento en el cual hubo de tomar asiento en una caja de paños que había en la planta baja. La curiosidad, como mago forjador de constructos que era, le asaltó tan de repente que no pudo evitar pedir descripciones acerca de la piel, el cuerpo y el lugar donde habían dejado a la creación. Luego, dándose cuenta de que lo que traía allí a los aventureros poco tenía que ver con sus artes arcanas, acompañó hasta los compañeros hasta su cuarto en la segunda planta donde encontraron tendido y completamente magullado a Phaymust Hebrafina.

Éste, que ya se encontraba fuera del influjo del hechizo que Vhensijet le lanzase, abrió la boca y la mantuvo así hasta casi el punto de desencajarse la mandíbula cuando vio aparecer de nuevo a Kormack. Su rostro mostró la idea que pasaba en aquel momento por su cabeza: levántate y corre. Sin embargo, la gravedad de sus heridas le obligó a permanecer en la cama sin más remedio con el único movimiento que podía realizar: temblar.

¿Qué…qué hace él aquí? – Preguntó entre titubeos a Vhensijet encogiéndose entre las sábanas. Aquello indicaba que al menos el mago no había mantenido con él ninguna charla acerca de lo que le habían sonsacado mientras estaba bajo su control mental.  ¡Ya les dije que no sabía nada de ningún demonio! ¡Por favor, no dejes que se acerque! – Imploró entre lloriqueos perdiendo todo su porte nobiliario que pretendía darse cuando lo conocieron en la reunión con Lord Hembelan.

No venimos a hacerte daño alguno, - Dijo Allen dando un paso al frente para observar con nitidez la marca que el hacha de Kormack le había dejado en su cara. - aunque el cómo y el qué nos respondas te facilitará mucho la vida. Así que, por tu bien, espero que seas muy consciente de lo que sale por tu boca. No podemos perder el tiempo ya que muchas vidas, todas y cada una mucho más valiosas que la tuya, dependen de ese tiempo. - Sentenció con voz firme llegando hasta los pies de la cama.

¿Qué sabes de Aranar Brusta y dónde crees que puede esconderse esa mujer, Sylphamen?

Aquellas preguntas turbaron en cierta medida al mediano que tras, unos intensos pestañeos en dirección a Vhensijet, se volvió hacia el paladín. ¿Aranar Brusta? Sí, es el representante del Consejo en Oaksville…solía encargarme muchos de mis tejidos a través de un mercader de allí Pilgaren Halun. Es un gran amante del buen vestir. – Comenzó diciendo como el que cuenta una historia. Sin embargo, al ver el semblante que tanto Allen como los que le acompañaban adoptaban supo que no estaban interesados en semejantes detalles. Fue así como les informó con lo mismo que dijo a Losse y Kormack horas antes:  Aranar había llegado a Crímmor junto con Lord Eradack Filguien a una cacería invitados por Lord Hembelan y que allí habían coincidido con Sylphamen. Al parecer los tres se conocían y la muchacha había tenido largas charlas con el anciano Eradack desentendiéndose de la cacería. Aranar no habló apenas con Sylphamen aunque por su mirada, su sonrisa imperturbable y su tranquilidad pasmosa parecía que había cerrado un importante negocio en la ciudad, y desde luego no fue el que cerró con Phaymust, que no era otro que almacenar en el taller las ropas y armaduras con las que los soldados de Crímmor se vestían.

Según aquello todo estaba preparado para la llegada de tropas pirata que deberían infiltrarse en la ciudad. Sin embargo, aquellos ropajes aún seguía apilados en la habitación secreta que Kormack había hallado. Nadie había venido a reclamarlos. Por lo que sabían, y habían descubierto a través de los piratas, éstos ya habían llegado vestidos como soldados amnianos cuando llegaron a la ciudad.

Aparte de ello poco más pudo añadir el asustado Phaymust pues del paradero de Sylphamen poco conocía al no haber coincidido con ella más que en momentos puntuales. Lo que sí repitió fue el pequeño favor que Aranar le pidió antes de partir y que no era otro que entregase  a través de una paloma a la señorita Lamia Crytraper en el día de hoy diciéndole, exactamente: “Lord Hembelan te manda soldados para proteger Fuerte Bueno”.

-MIERRRRRDA.- dijo el enano tocando con un dedo e hacha que estuvo apunto de acabar con la vida de Phaymust. -Dices todo el rrrrato lo mismo... Laisserrrr dice que errrrres muy buen amigo de Sylphamen y a juzgarrr porrrque vivió aquí. Dirrrría que tiene muchas posibilidades de serrr cierrrto esto.- dijo el enano. -Te lo dirrré porrr última vez... ¡Di-me dóde-está-Sylphamen!- la última vez que el enano interrogaba a Phaymust acabó dejándolo medio muerto por traicionarle y mentir más que una rata. Con un codo el enano puso de anteaviso a Allen para que controlase lo que decía, pues como bien era sabido los medianos mentían más que hablaban. Y en el caso de Sylphamen se había vuelto algo personal, era la causante de la muerte de Cunta, algo que no olvidaría el enano. -Me estoy cansando... y ya sabes lo que significa.- terminó diciendo con rostro sereno y la mano apoyada en el hacha.

Poco faltó para que Phaymust se hiciese sus necesidades encima cuando Kormack se atrevió a adelantarse hasta colocarse junto a Allen. ¡Os lo juro por mi vida! - Repondió en un chillido lastimero y casi femenino mientras aferraba las sábanas con toda la fuerza de la que desponía en esos momentos. ¡No sé donde está! Díselo por favor Vhensijet, ¡yo no sé nada! ¡¿Por qué la toman conmigo?! ¡Si no está aquí estará oculta en algún lugar y...y...y si tuviese la oportunidad haría lo que todos deseamos, ¡salir de aquí!

No miente Kormack. - susurró Allen a su siempre agresivo compañero a la vez que se daba la vuelta. Esa mujer ha fallado en su tarea y dudo yo que mucho pueda hacer ya una vez Triomertan ha sido derrotado. Además, por el poco tiempo que combatió con nosotros utilizando sus poderes mágicos creo que prefiere mantenerse alejada de los magos encapuchados porque, por lo que sabemos, ya hay un emisario aquí en Crímmor. - Prosiguió hacia el resto. ¿Qué creéis?

Tras imponer el castigo a Laisser, ante lo cual Kormack y, en especial, Allen dieron su visto bueno, Losse no podía estar más contento de saber que, probablemente, aquel bandido encontrara su merecido. Probablemente fuera hábil acechando a sus atacantes pero ante un combate cerrado cuerpo a cuerpo, con multitud de orcos rodeándolo, éste vería su muerte. Aunque, para ser sinceros, el elfo prefería que se mantuviera con vida si éso ayudaba a mantener la ciudad lejos del yugo enemigo.

A continuación, Jeldrich y Ogna exponían sus puntos de vista y decidieron realizar una visita a Vhensijet, antiguo conocido del elfo y el enano, para volver a hablar con Phaymust. Kormack comenzó a intimidarlo mientras los demás contemplaban las dotes negociadoras del guerrero. Poco más pudieron extraerle, con lo que Allen intervino para calmar los ánimos y expresar su idea sobre Sylphamen. Losse le contestó y expuso su forma de ver toda la trama tras la información obtenida. - Viendo la improvisación que tomó la hechicera en las últimas horas, es fácil pensar que den por perdido el ataque. No obstante, ahí afuera, el ejército orco sigue tan cohesionado como antes de que desapareciera. Creo que debemos combatir y capturar a los cabecillas. Quizá ellos nos revelen algo más del plan de Steznag o Sylphamen. No me parece buena idea abandonar la ciudad justo en este instante. Quizá deberíamos concretar si toda la información que hemos recopilado es cierta y si nuestras suposiciones también. Tal vez si partiéramos ahora adelantaríamos unas horas, pero, también, es posible que nos equivoquemos y hayamos perdido cinco largas jornadas en el viaje. - Y el explorador concluyó. - Mi voto es participar en repeler el ataque y luego partir hacia donde nos lleve nuestra intuición o nuestra certeza. -