Partida Rol por web

Iverdek cargó contra el trasgo que quedaba alzando su imponente y mortal alabarda. No había tiempo que perder, se tendría que aprovechar el factor sorpresa al máximo y por ahora, parecía que ningún ser o monstruo se acercaba al lugar donde esta aconteciendo aquella lucha.

El último de las trasgos fue partido por la mitad por la alabarda de Iverdek, y tras aquello se hizo el silencio en la sala. No parecía que más trasgos se acercasen al torreón así que en un principio todo parecía tranquilo y eso os daba la "posesión" del torreón, desde el cual investigaríais la ubicación exacta de la estatua que venís buscando.

Ya dentro, os pudisteis fijar en que al torreón le quedan en pie dos habitaciones que no veis que hay en cada una, y unas escaleras semiderruidas que suben a las almenas del torreón.

Tras el combate cerré los ojos y escuché... volví a escuchar... es silencio; eso era una buena señal tras nuestro ataque, no se oian gritos, ni tumulto de los Trasgos alertados, solo un precioso silencio.

Cuando nos recomponimos, registramos y divisamos la estancia; era el momento de comenzar nuestro cometido.

-Creo que sería bastante lógico, que nombraramos a este nuestro punto de reunión o sitio "Cero"- dije mientras ponía una mano en el suelo sintiendo a la piedra bajo nuestros pies, notando la fria y silenciosa roca- parece un sitio seguro... pero no nos pongamos demasiado comodos. Añadí con una sonrisilla sarcastica
 

Ralnin enfundó de nuevo su arma, aliviado de no haberla necesitado. Arrugó la nariz ante la escena; al contrario que la mayoría de sus compañeros, el enano no estaba acostumbrado a la violencia. Además, los cadáveres de los goblin estaban empezando a aflojar sus esfínteres. - Quizá podríamos... Apartar a los guardias antes? Lo están poniendo todo perdido de sangre. - respondió con tono incómodo a la sugerencia de Lulurian. - Y habría que asegurar que no haya sorpresas desagradables en las cámaras laterales.

Asintió a ambos y empezó a inspeccionar el lugar, deberían apartar los cadáveres y quemarlos o algo, dejarlos ahí a que se pudran no le parecía una idea muy glamurosa - deberíamos quemar los cadáveres... y ya se que llamará la atención, pero peor será que se nos cuelen carroñeros 

Tras meditar algo de tiempo decidisteis quemar los cadáveres, a lo largo de toda la fortaleza había varias columnas de humo de diferentes campamentos trasgos, y uno más no debería llamar la atención.

La noche pasó y la fortaleza empezó a iluminarse levemente bajo el cielo nublado que encapotaba todo el paisaje. Y a escasos 200 metros hacía el norte del torreón en el que os habíais cobijado, podíais ver como se levantaba una edificación que parecía ser el corazón de la fortaleza. El problema es que había por lo menos otros dos campamentos enemigos hasta llegar a la entrada de dicho edificio.

Ralnin pasó la noche observando las estructuras de las ruinas, admirando la arcaica arquitectura. No le apetecía ver más combates, pero con la situación en las montañas, no tenía mucha elección. Se ofreció para la primera guardia, ya que no conseguía acostumbrarse a dormir al raso, y al menos estaría suficientemente cansado tras una guardia para dormir del tirón.

Tenanye se despertó bastante pronto y sin demasiados agobios, y mientras observaba la situación peinaba sus cabellos cuidadosamente. Parecía algo ensimismada, como si tuviera mil asuntos que resolver mirando el paisaje que tenía enfrente. Sin embargo, pareció salir de su mundo para dar los buenos días a sus compañeros con educación y una leve sonrisa en el rostro. Luego preparó sus pocos bienes que llevaba siempre consigo y una vez terminó, se quedó esperando el momento para partir.

Iverdek estaba de mal humor, pero no culpó a nadie, era parte del encargo, de la sagrada misión... no había información sobre el terreno ni enemigos ni nada, iban a ciegas tanteando el terreno con una mano a la espalda.

Se colocó las partes de la armadura que se había quitado para poder descansar como era debido, y en ese proceso invirtió mucho tiempo, vestir una armadura como aquella no era fácil, pero Iverdek era una elfa fuerte y robusta, algo extraño según que cliches.

 - cuando esteis listos, deberíamos ponernos en marcha - comentó mientras se colocaba el pesado yelmo astado