Partida Rol por web

El soldado desapareció de su vista, pero lo ultimo que pudo percibir de él fue que buscaba camino en dirección al pueblo nuevamente. En su nuevo estado planeo y sobrevoló, percibiendo lo que antaño fue el campamento. Cuerpos que empezaban a estar en estado de corrupción, lo que quedaba de las tiendas revuelto y embarrado por el suelo...

Claro que, para ver todo con la claridad y el detalle de sus auténticos ojos tendría que bajar a observarlo con detenimiento. Se sabía completamente solo ahora mismo en aquel lugar.

Llega a la arboleda y mira a los caballos. -No podríamos haber elegido caballos mas parecidos a nosotros.- Se acerca a Argénteo y rebusca en las alforjas hasta que da con unas cuantas zanahorias que había cogido antes de salir del castillo con la intención de dárselas al que fuera su caballo, pues sabía que a todos les gustaba y era una especie de premio para ellos. No obstante, en vez de dárselas a Argénteo se las da a Diablo, para tratar de calmarlo un poco. Cuando consigue tranquilizar un poco al animal se gira hacia al chico.

-Voy a pedirte que me respondas a unas preguntas y probablemente que luego me acompañes a un sitio. Si colaboras de buena gana, me encargare de que ningún soldado Real vuelva a molestar a las gentes de Yrubac, siempre y cuando las gentes de Yrubac no causen ningún problema a la corona. Ya ha muerto mas gente de la que quisiera. De hecho hubiera preferido que no muriera nadie.- Hace una breve pausa para asegurarse de que el chico comprenda lo que le esta diciendo.

-¿Y bien?,¿estas dispuesto a colaborar?-

El joven pareció entender claramente su situación de estar entre la espada y la pared. Miró al suelo, y luego miró al mago. Camino algo, acariciando el lomo del caballo de pelaje gris-platinado.

-No pareces como los demas. ¿Que...que quieres?

El bardo se cruzó ahora de brazos, aún mirando al caballo en lugar de a él. Ahora estaba solo pero nadie le aseguraba que, si salia huyendo, aquel hombre no fuera de vuelta a cumplir su promesa de mandar a la tumba a toda aquella gente de la taberna.

-No, no soy como los demás. Y tienes suerte de ello. Si mi sádico compañero supiera lo que yo se, estarías atado y apalizado, y eso sería antes de la primera pregunta.- Hace una pausa dramática y siendo consciente de que dispone de la total atención del chico empieza a hablar nuevamente.

-Esta noche te he visto hablando con la de la capa blanca en su pequeño campamento y parecía que os conocíais de antes. Dime, ¿Que sabes de ella y de que la conoces? Por lo que dijiste no es la primera vez que te deja atrás. Y ya que estamos dime que sabes del destino que han corrido los cazadores reales y los "niños" que los acompañaban.-

Negó.

-No puedo traicionarla. Ella me salvó, e intentó salvar a mis padres. -no intentó mentir al menos en eso, ya que se sabía descubierto en su pequeña incursión al monte- Y seguramente ha ayudado muchisima gente...Ella no me cuenta casi nada de sus cosas por mi bien, nunca entendí a que se refería hasta ahora. Pero si escuché que había un grupo de imperiales que iban con niñas de fuego. El primero que he visto estaba en la plaza.

Miró hacia los lados.

-¿Tu compañero es ese vampiro de aspecto siniestro que quería morderle?

Mientras habla con el joven presta atención a su expresión facial, entonación y movimientos, sabiendo por los años de experiencia que no siempre es de las palabras de donde mas información se saca.

-Muy bien, comprendo que no quieras traicionarla. Pero en ese caso tendrás que llevarme hasta los otros 2 cazadores. Y no me digas que no sabes nada, porque no me lo creo. Así que tu eliges, o me cuentas todo sobre la capa blanca o me llevas hasta ellos. Y no intentes engañarme o no contestar, tengo métodos para sacarte toda la información que necesite, solo que, si me lo dices por propia voluntad, sera menos traumatizante para ti.- Mientras pronuncia estas palabras no hay maldad en su voz tan solo severidad, pues no tiene intención de hacer daño al chico, aunque si no queda mas remedio...

-Se sincero muchacho. Haz que esto sea mas fácil para los dos.-

-Enserio, sobre ellos no se...

Se notaba desganado en contestar aquello, y su vista estaba baja. De cuando en cuando echaba un vistazo alrededor, y era evidente que estaba buscando alguna salida para librarse de aquella situación rapidamente.

Si, era un bardo y bastante bueno, realmente estaba usando bien su personalidad para intentar mover su lástima. Pero el ojo crítico de Shadar alcanzó a percibir que algo no era del todo correcto en su actitud...además, de cuando en cuanto acariciaba el instrumento de su espalda: Seguramente fuera una manía corriente, pero tenía bien sabido que un instrumento para un trovador era tan efectivo como una espada en las manos de un guerrero.

-Argh, yo solo le hablé, tampoco es nada tan grave creo...

Presta atención al lenguaje no verbal del chico y no le gusta nada lo que ve. -No tendrías que haberme mentido.- Sin cambiar la expresión de su rostro dice. -Voy a mostrarte una cosa.- La mano derecha va a buscar el pomo de su espada. Deliberadamente, saca la espada muy lentamente, acompañando el filo con la mano izquierda, de manera que cuando saca la espada queda sostenida en horizontal. Aguantada por el pomo con la mano derecha y por el filo con la izquierda.

Durante unos instantes pronuncia un suave murmullo y cuando retira las manos, la espada queda en suspensión en el aire. Con un leve movimiento en circulo del índice de la mano derecha, hace que la espada gire en el aire, de manera que la punta queda apuntando directamente al corazón del muchacho. -Con un simple gesto puedo hacer que esta espada te atraviese el corazón. Así que te aconsejo que dejes de jugar con tu mandolina y no intentes nada raro. No quiero tener que hacerte daño, pero si no me dejas otra opción no dudare en matarte.-

-Este joven tiene una voluntad fuerte, no he podido meterme en su cabeza. Tendré que optar por los métodos tradicionales.- Mira al joven con gesto de desaprobación. -Te advierto, no me gusta que me engañen. Y tu lo estas intentando. Dime donde están los otros dos cazadores.-

Aquel jovencito miró la lustrosa hoja frente a si y se alejó un paso con expresión cautelosa cuando la punta del arma señaló su cuerpo. Arrugó el ceño y se sintió aturdido durante unos segundos, apoyó el peso de su cuerpo en Argénteo y sacudió la cabeza. Quizá se hubiese percatado del conjuro, o quizá tuviese la voluntad fuerte como sospechaba Shadar, pero lo cierto es que resistió los efectos del encanto.

Se compuso lo mejor que pudo y tras pararse correctamente, se cruzó de brazos.

-Vale yaaa, estan muertos, ¿contento? Seguro que no... no quería decirte solo por el hecho de que no me gustaría que me llevaras a visitarlos -comentó, haciendo un gesto de desagrado ante aquella idea con las manos. Luego, bostezó cubriendose la boca. Esta vez lo miraba a los ojos sin desviar la mirada y su desagrado se veía auténtico.

-Oiga ya es muy tarde en la noche. ¿No me puedo ir a dormir y mañana hablamos? -Sonrió carismáticamente buscando la aprobación ante esto. Y lo cierto es que es realmente tarde, hasta a ti te esta pesando el cansancio hace rato.

El bardo tenía razón. Era muy tarde, y el sueño ya hacía rato que trataba de envolver a Shadar en su agradable abrazo. No obstante, había decidido no permitirse el descanso hasta encontrar a otro de los guardias o a otra de las esencias, aunque el cansancio ya empezaba a hacerse visible en las cada vez mas profundas líneas moradas que habían aparecido debajo de sus ojos. Él tampoco tenía ganas de continuar con el interrogatorio, pero no tenía mas opción ya que era su deber.

-Eso está algo mejor. Has respondido a una parte de una de mis preguntas. Ahora solo falta que me contestes a las demás para que los dos podamos seguir nuestros caminos. Son dos preguntas muy sencillas y si las contestas todos saldremos ganando. ¿Donde están los cuerpos de los cazadores? y ¿Donde están las esencias?. Te recuerdo que si me mientes, TU serás el causante de la muerte de las gentes de Yrubac.- Le mira fijamente a los ojos. -¿A caso quieres que mueran? ¿No crees que ya han sufrido suficiente?-

Sigue mirando a los ojos del muchacho. Dicen que los ojos son el reflejo del alma y Shadar está dispuesto a averiguar como es la de este chico.

-¿Comandante Shadar?

Aquella voz le era conocida, y no tardó en absoluto en ubicar el rostro del soldado que iba con Andrue, junto con su carga, la elemental de fuego. El hombre se internó en la arboleda y bajó a la niña del hombro con poco cuidado, cual saco de patatas. Luego aprovechó a relajar los cansados músculos del brazo, aunque sin demasiada soltura en señal de respeto.

-El comandante Ikandriel se convirtió en un murcielago y se fue volando, me ha mandado de vuelta a buscar un sito ideoneo para pasar la noche...los que necesitamos dormir claro.

Luego miró al bardo, reparando en su presencia.

-Anda, el niño que me estaba empujando hace rato...

El trovador se mordió la lengua. Por su mirada se denotaba una sensación de frustración al no poder escapar de las preguntar del mago, pese a que lo intentaba. Se quedó callado aprovechando la llegada del soldado, para quizá ganar algo de tiempo y retrasar lo inevitable, revoleó los ojos ante el comentario del recién llegado.

En ningún momento deja de mirar al chico, aunque por el rabillo del ojo ve al soldado y sus movimientos. Durante unos breves instantes se deja entrever un atisbo de ira que aflora en su mirada. No le gusta que le interrumpan y aún le gusta menos como el soldado trata a la esencia. Además el cansancio colabora a empeorar su humor.

Sin molestarse a mirar a aquel hombre dice, -Soldado. Estoy manteniendo una conversación privada con este joven. Así que aléjese unos pasos. Y trate mejor a esa niña, no es ningún saco de patatas.- Las palabras del comandante suenan lentas, medidas. Luchando para que en su voz no se deje entrever su enfado por la interrupción.

Durante los instantes en los que espera que el guardia se retire unos pasos recupera el control sobre sus emociones. -Creo que estabas apunto de decirme algo.-

-Si señor, lo siento -respondió con cortesía el hombre, cargando nuevamente con algo mas de cuidado a aquel ser, y retirandose unos 20 metros para dejarle su espacio. Evidentemente, no había notado su temperamento.

-¿Le ha llamado esencia a esa niña? La verdad si vi a otras parecidas pero cuando los demas estaban coleando aún. Yo solo se que estan muertos, no los maté y no se donde fueron a parar.

Al parecer había cedido un poco, de forma desganada estaba contestando como si aquello fuera una tarea tan aborrecible como limpiar las gracias de un animal.

-Jum... y bueno yo los vi por allá, por donde vino el tipo ese

Y señaló el camino.

Hace un movimiento de negación con la cabeza. -Sigues sin responder del todo a mis preguntas. Si los otros estuvieran "por allá, por donde vino el tipo ese", el tipo ese ya los habría encontrado y me habría informado. Muchacho, cada vez me gustas menos y la tentación de atravesarte con esta espada cada vez es mas grande. Sé mas concreto con el lugar en el que se encuentran esos cuerpos y lárgate antes de que me arrepienta.-

-Me está empezando a cabrear el chavalín este. A este paso lo mataré y prenderé fuego al pueblo solo por placer.-

-Vale vale -alzó ambas manos un poco de forma inocente- siguiendo este camino se llega al rio, el campamento estaba en la orilla. Allí vi yo los restos de la batalla. De allí unos 200 metros al norte, internandose en el bosque estaba un cadaver con las ropas que él -hizo una leve inclinación de cabeza al soldado- así que creo que sería uno de los que buscas. Es todo lo que se señor, lo juro.

No había desviado su mirada en absoluto, ni cambiado su tono de voz. Y sus palabras parecían bastante transparentes...

-Ves, no era tan difícil.- Alarga hacia adelante el brazo derecho y extiende la mano hacia la empuñadura de la espada. Realiza un brusco movimiento hacia atrás y la espada que estaba en suspensión en el aire rápidamente vuela hasta su mano. Con un elegante gesto envaina la espada.

-Ya has cumplido con tu parte del trato. Eres libre de irte tranquilamente.- Adopta una postura ligeramente mas relajada y con voz sincera le dice al chico -La capa blanca ha sido prudente contándote pocas cosas. Hazle caso y no te metas en estos asuntos, son demasiado peligrosos. Vuelve a esa taberna, aprovecha tu talento para la música y no te metas donde no te llaman. Así seguro que vivirás feliz muchos años.-

Por un momento contuvo la respiración en aquel instante en el que guardaba el arma. Quizá, por un segundo creyó que aquel movimiento precedería a dejar caer el filo sobre su cuerpo. Miró contrariado al mago y antes de decir nada mas simplemente decidió alejarse, a paso rápido pero silencioso rumbo al pueblo nuevamente.