Partida Rol por web

-Bue...bueno señor, m...me llamo Jano

No le costó mucho darse cuenta de que aquel niño estaba temblando, o bien era extremadamente timido o simplemente estaba nervioso.

Por otra parte, pudo observar que en la empuñadura de Dantmor se había enlazado un rosario de alguna deidad. Casi como una burla. Alrededor a parte del chico no había ni rastro de alguien mas. Si mirase con suficiente atención, hacia el lago donde anoche había estado podría divisar movimiento.

Según sus atentos sentidos no había peligro a la vista, por lo que procedió a examinar lo que había allí. Las cantimploras aún tenían algo de agua, y lo demás inutilizable. Una pestilencia enfermiza flotó lentamente hasta su nariz, la cual procedía de cuerpos medio-descompuestos que estaban tirados cerca aún con su uniforme. Cerca de este poco agradable espectáculo, las mochilas y demaces artefactos personales estaban saqueados y esparcidos por el suelo. Pudo ver unos cuantos frascos rotos que a ojo podía deducir se trataban del mismo que había recibido del soldado, bastantes de hecho, lo cual hizo que empezara a plantearse si quedaba algo que rescatar.

Asqueado arruga la nariz. -Uno puede acostumbrarse al hedor de la muerte, pero eso no lo hace mas agradable.-

Con la mano hace un gesto para que se acerque el bigotudo soldado. Se espera a que esté lo suficientemente cerca como para que pueda contemplar el grotesco espectáculo que ofrecen los restos de sus compañeros en plena descomposición.

A nadie le gusta ver el horrible destino que en ocasiones corren sus compañeros. Con el tiempo uno puede llegar a considerarlos amigos, incluso hermanos. Y aunque este nunca había sido el caso de Shadar, que siempre mantenía las distancias con sus compañeros y no permitía que, en el mejor de los casos, pasaran a ser algo mas que conocidos con los que compartir una charla agradable, creía comprender como se sentiría el soldado. Pero la oficialidad del asunto requiere confirmar que estos son todos los miembros de la partida de caza que partió por orden real. Así que en tono inflexible dice, -¿Estos eran tus compañeros?¿Están todos?-

Aquel hombre se acuclilló, cubriendose la nariz con la tela y examinandolos sin tocarles demasiado.

-Flancosfy, Cureb, Analaya, Sulaeral, de Klein, Yvereo...si, eran ellos.

El hombre estaba algo apesumbrado, pero no dijo nada mas. La brisa por momentos aumentaba, librandoles algo del apestoso ambiente. No les quedaban ni las armas en las manos, por lo que seguramente algun oportunista les haya saqueado.

-Una lástima sus perdidas. Pero murieron sirviendo a su reino. Han muerto con honra.- Se gira, dejando a los muertos atrás, no solo a sus espaldas, si no en el tiempo. Ahora ya solo son un recuerdo.
-Enviaremos a alguien para que les den sepultura y honren su memoria.-

Se acerca a Argénteo y monta en él. -Vamos. el comandante Andrue debe estarnos esperando en la entrada del pueblo donde ayer dejamos los caballos.-

El veterano asintió nuevamente, sin reparo como era de esperarse. Ni remotamente parecía tener ganas de usar a Diablo para igualar el trote de Argénteo, especialmente porque hacía dos minutos el caballo había hecho amago de encabritarse. El soldado tironeó de sus riendas con mas firmeza para evitar cualquier sorpresa perjudicial para su salud y procuró ir lo mas rápido que le permitían sus piernas.

-Un funeral digno, la mayoría de ellos siempre estaba fanfarroneando con morir en el campo de batalla. Al final meterse con esas cosas siempre trae malas consecuencias.

Negó levemente con la cabeza, mirando sobre su hombro sin detener la marcha.

Pero al llegar a la entrada del pueblo, salvo algunas miradas variopintas no les esperaba nada mas. Y eso empezaba a ser alarmante, ¿donde estaba el comandante Ikandriel?

Al llegar al punto de inicio y ver que Andrue no estaba allí, una desagradable sensación le invadió el cuerpo. -Mierda, ¿Dónde se ha metido?- El echo de no encontrarle era preocupante, pero mas lo era que no hubiera utilizado su arrogante espada para comunicarse con él.

-Cuando el comandante Ikandriel te envió aquí para que descansaras, ¿a dónde se dirigía y qué pretendía hacer?-

-Me temo lo peor, por orgulloso puede que se haya metido en algún buen lío.- Durante unos breves instantes afloró a su cabeza la imagen de un remolino blanco danzando de un lado a otro esquivando ataques con asombrosa facilidad. -Si él solo ha decido enfrentarse a ella, probablemente ya esté muerto.-

-Ah...el iba al mismo lugar que nosotros, ayer me ha extrañado no encontrarlo en el lago. No dijo que quería hacer, pero quizá lo mismo que usted.

Shadar ya sentía que empezaba a picar algo la tripa, en señal de apetito matinal, aunque no era nada que le metiera prisa. De momento, parece que debía planear su siguiente movimiento solo y el peso de aquella misión empezaba a hacerse notar sobre sus hombros, ya que eran los únicos que podían sostenerle ahora mismo.

Durante unos momentos quedo en profundo silencio y su expresión se tornó sombría. La decisión era difícil,pero tenía una misión que cumplir.

-Regresaremos al castillo. Llevan demasiado tiempo esperando estas esencias, y al rey no se le debe hacer esperar.

Al igual que con tus compañeros, no nos podemos quedar mirando atrás, esperando a los que han quedado por el camino. Debemos seguir adelante. La suerte del comandante Ikandriel ya no es asunto nuestro.

Hemos finalizado la misión.-

Notó, en la cima del cartel de entrada al pueblo, algo que antes no estaba allí. Era un animal, un pequeño felino negro de hecho. Parecía estar durmiendo cómodamente, estirado a lo largo del grosor de la madera del letrero. Lo cierto es que, por esa zona no eran muy comunes, y menos corriente era aún el hecho de que este girara la cabeza de repente a ver a Shadar, abriendo los ojos... eran de distinto color, uno azul y otro verdoso.

El soldado, por su parte, intentaba montar al corcel que llevaba consigo aunque a este ultimo no parecía hacerle ninguna gracia.

-Veamos si este compañero se comporta bien por hoy... -la voz del hombre dejó ver un atisbo de súplica hacia el caballo negro. Sin embargo no se dió ningun problema, ya fuera por agotamiento -o simplemente por fastidio- Diablo dejó que le montaran.

Notó, en la cima del cartel de entrada al pueblo, algo que antes no estaba allí. Era un animal, un pequeño felino negro de hecho. Parecía estar durmiendo cómodamente, estirado a lo largo del grosor de la madera del letrero. Lo cierto es que, por esa zona no eran muy comunes, y menos corriente era aún el hecho de que este girara la cabeza de repente a ver a Shadar, abriendo los ojos... eran de distinto color, uno azul y otro verdoso.

El soldado, por su parte, intentaba montar al corcel que llevaba consigo aunque a este ultimo no parecía hacerle ninguna gracia.

-Veamos si este compañero se comporta bien por hoy... -la voz del hombre dejó ver un atisbo de súplica hacia el caballo negro. Sin embargo no se dió ningun problema, ya fuera por agotamiento -o simplemente por fastidio- Diablo dejó que le montaran.

Verde y azul. Había algo inquietante en esos dispares ojos que lo observaban. ¿O tal vez eran imaginaciones suyas?

Montado a lomos de Argénteo pasó cerca de él y lo contempló algo mas detenidamente. -Haces bien en guardar el pueblo. Hay gente peor que yo que puede venir. Aunque si de mi depende, os dejarán tranquilos.- Siguió avanzando de camino a casa. -Al menos por ahora.-

Aquel animal se levanto de su sitio con parsimonia, estirandose elegantemente cerrando los ojos. Al abrirlos, el mago pudo apreciar que uno de ellos, el verde, se había tornado dorado. Y para sumar, lo estaba observando de un modo...extraño.

¿Porque nadie...se detiene a darle de comer al dulce gatito?

Aquellas palabras resonaron en el aire de forma muy doméstica, pero teniendo en cuenta que nadie las había pronunciado el asunto se tornaba extraño. Los labios del animal ni se habían movido en absoluto, asi que al menos a la vista no había explicación.

-¡¡Un...gato maldito!! ¡Shu, shu, vete! ¡Y luego que los gatos negros no traen mala suerte!

El soldado se tastabilló y calló sentado al suelo, mirando la pequeña figura. Casi al instante, cogió una piedra y se la arrojó, sin demasiada puntería. Estaba pálido de la impresión.

Erguido sobre Argénteo, observó al extraño animal prácticamente sin inmutarse. Aunque un destello de curiosidad mal disimulada brillaba en sus ojos.

-Tranquilo, he visto y conversado con cosas mas extrañas- -Si una espada puede hablar, ¿por qué no un gato?-

Lleva la mano izquierda a la barbilla y la toma con dos dedos. Adoptando un aire pensativo. -¿Por qué nos íbamos a detener a darle de comer, cuando el gato lo que quiere es hablar?-

El felino se sentó en su sitio tranquilamente.

No tiene gracia si no te asustas. De todas formas, esta clase de cuerpos necesitan comer lamentablemente.

Aquella voz tenía un tono sumamente astuto, y ni una gota de vacilación consigo. Y, quizá, un leve tinte de curiosidad.

De todas formas yo se algo que puede servirte. Y a esto le siguió una leve risa mientras el gato se acicalaba la cabeza con una de las patas.

Al escuchar las palabras del felino, una media sonrisa se abre paso en sus labios.

-Ya, y como todo el mundo sabe, la información tiene un precio. Pero, si lo que quieres es comida, mucho me temo que tendrás que conformarte con un mendrugo de pan seco y alguna zanahoria.- Se encoge ligeramente de hombros con gesto de "es lo que hay".

En sus ojos se puede ver una mirada que entremezcla picardía, curiosidad y diversión. -A ver con que me sale el gato este.-

Ten algo mas respeto, aunque con este cuerpo no parezco gran cosa la verdad... prefiero esperar a que tengas algo que pueda comer sin morir del asco en el intento.

El gato ladeó la cabeza, aunque ese gesto no podía entenderse demasiado parecía quitarle importancia a su anterior comentario.

Estupido pueblo...ya no queda nada que necesite de él, y la verdad estoy muy aburrido y no me apetece perder tiempo padeciendo cosas tan triviales como las nececidades de este gato. Además, al pasar cerca de la gente la mayoría te teme. Básicamente, creo que te acompañaré un tiempo, al menos hasta que me aburra de ti. Te he estado observando, y podría serte bastante conveniente mi ayuda para algunas cosas. Como ahora mismo por ejemplo.

Se bajó en ese momento del cartel, y caminó hasta él deteniendose a rascar una de las orejas con aire casual.

Y sabes, no creo que tengas nunca una oportunidad tan fácil de atrapar a esa mujer como ahora mismo, está en bandeja de plata.

Tal y como se deshacen en el aire las palabras del felino, se esfuma la media sonrisa de Shadar.

-Felicidades. Has conseguido captar toda mi atención. Y ahora, dime. ¿Cuál es esa oportunidad tan buena de la que hablas?- Unas notas de escepticismo impregnaban su voz. No iba a creerse cualquier cosa. Además, la prioridad era volver al castillo para entregar las esencias. No tenía intención de dejarse liar con facilidad.