Partida Rol por web

Lo de Pueblo Escarcha me parece una gran idea Blog.

Miro a esa desdichada chica. Es imposible que los carteles transmitan sentimientos, pero Nauj siente pena por ella.

Hay algo oscuro en todo esto. Quizás algo importante, piensa al ver el cartel

El viento se había detenido conforme se iban alejando, o eso les pareció. Se habían alejado bastante del sitio del dragón y los demas, y ahora mismo se encontraban bien internados en el bosque. Seguía nevando aún, y todo era completamente normal. Habían avanzado rápido y callados, pero era buen momento ya, para ponerse de acuerdo en cuanto a direcciones a seguir y cualquier otra cosa que hubiesen dejado pendiente.

Bolg había meditado en silencio durante la marcha. La ira que sentía se había ido disipando. Aunque su nerviosismo habitual, nunca lo abandonaba. Tras un buen rato de camino, Bolg se detuvo, y miro a Nauj. - ¿Aun tienez intención de zeguir hazta Seiní? Yo no puedo regrezar a mi hogar... No pudo volver zin haber cumplido mi juramento. Olfateó repentinamente el aire frío. - Zi me lo permites, me guztaría acompañarte. Tarde o temprano, el deztino volverá a reunirme con mi enemigo. Pero mientraz no llega eze momento, me guztaría ayudarte. Erez el primer humano al que Bolg pude llamar... Titubeó un instante. - ...amigo.

- Entenderé zi no quierez mi compañía, laz coztumbrez de mi pueblo, pueden parecer mezquinaz y de mal corazón.  Miró a su compañero apesadumbrado, temiendo la posible respuesta. Este ere un mundo muy grande y peligroso para un goblin solitario.

Llevaban ya un rato caminando por el bosque, en principio en dirección a la carretera general, pero ninguno de los dos había prestado demasiada atención a sus pasos, como si realmente a ninguno le importase demasiado el camino a seguir.

Bolg se detuvo e interrogó a Nauj sobre sus intenciones. El hermitaño estaba acostumbrado a la soledad pero en los últimos días, la compañía de aquel goblin se le había hecho muy grata y le apenaba la separación. De todas formas, de continuar juntos, Bolg debía saberlo todo.

Se detuvo y se sentó bajo un árbol, sobre un tronco caído, a resguardo de la nieve. Bolg, creo que es un buen momento para que termine de contarte mi historia. Y Nauj le recordó cómo había vivido siempre solo, en la profundidad del Bosque, con la única compañía de su madre hasta que aquella murió.

Y aún seguiría ahí, Bolg, de no ser por aquella mañana ...

En este mundo hay fuerzas que escapan a nuestro entendimiento, le explicó. Las más antiguas de ellas provienen de los elementos fundamentales, del fuego, de la tierra, del agua y del aire. Le contó que aquella mañana estas fuerzas ancestrales se pusieron en contacto con él. Sin palabras, sin voces, pero supieron imbuir en sus sentimientos todo lo que querían transmitirle: que algo o alguien estaba jugando con el equilibrio natural de los elementos, extrayendo y acumulando sus poderes y que estas prácticas debían cesar inmediatamente y el orden de las fuerzas debía ser restablecido.

Sentí el dolor de una madre que pierde a su vástagos; un dolor inmenso.

Le acabó de contar cómo notó que esas fuerzas le tomaban como uno de sus elegidos para encontrar la raíz de todo aquello y eliminarla de este mundo. Y cómo le urgían a hacerlo.

Desde entonces, mi relación con las Fuerzas aumenta un poco más cada día. Nauj levantó la palma derecha, se concentró en percibir el poco calor que quedaba en ese gélido ambiente y lo concentró sobre ella. Una llamarada apareció subitamente, para extinguirse al poco después. Soy capaz de hacer pequeños trucos de magia, gracias a ellas, pero no soy un Mago. No en la medida que lo es Seryu.

Finalmente concluyó. En los meses que llevo fuera del Bosque, todos los indicios me llevan a pensar que D'Thyre está detrás de todo ello. No puedo asegurarlo pero es lo único que tengo.

Yo solo soy demasiado poco para todo su poder y por eso creo que el destino me reserva el conocer a un grupo de interesados en enfrentarse a él, por los motivos que sean. Hizo una pausa y su voz sonó triste a partir de aquí.

En los últimos días mi corazón sentía que ese grupo se estaba gestando. Un extraño grupo formado por un valiente piel verde, un mago de pose engreída y una chica de buen corazón, pero que me causaba buenas vibraciones.

No te molestes Bolg, pero hasta el mercenario llegó a causarmelas. Aunque ahora comprendo que algo engañó mis sentidos y quizás es mi ansia porque algo ocurra lo que lo hizo.

Seiní no es mi destino, Bolg. Es un sitio como cualquier otro para continuar mi búsqueda y ya que no tengo otro mejor, hacia allí seguiré dirigiendo mis pasos.

Se levantó y trató de orientarse en medio de aquella espesura, para encontrar la vía más rápida que le llevase de nuevo a la ruta principal. Y esa es toda mi historia, por el momento, le dijo al fin.

Estaría encantado de seguir contando con tu compañía ...

... amigo.

El goblin permaneció sentado junto al árbol caído, escuchando atentamente a su compañero Nauj. De vez en cuando, se levantaba de improvisto para escuchar algún sonido distante, muy quieto y en tensión. Pero rápidamente volvía a centrar su atención en la conversación.

- Parece que grandez propózitoz te han obligado a dejar tu hogar, loz de Bolg ziempre fueron muy mundanoz. Deberíaz haberte quedado con el mago, él te hubiera zervido mucho mejor para tan alta meta. Zi, mucho mejor. El fiero guerrero gonblin se levantó de un salto. Con una expresión triunfal en su rostro. - Pero Bolg te ayudará. Como te dije, no puedo regrezar con mi pueblo de ezta manera, no zería digno, azí que te zeguiré y lucharé por tu causa. Mi oportunidad llegará... Tarde o temprano... Sus ojos resplandecieron un breve instante con una luz de esperanza vengadora. - No ze muy bien que actoz cometió eze tal D'Thyre, pocaz zon laz noticiaz que noz llegan de loz grandez zeñorez en nueztraz tierraz. Pero luchare a tu lado, y zi ez menezter moriré en tu ayuda.

El goblin se tocó un instante su pierna herida, recordó de nuevo la traición de su compañero mago. Escupió sonoramente al suelo, y buscó en su equipaje en trozo de ropa para vendarse la herida.

Sacó el viejo mapa que llevaba con él, y lo consultó un instante. - Zerá mejor darnoz priza. Zería bueno encontrar algún zitio donde dormir y pazar la noche a rezguardo.

Nauj reflexionó sobre las palabras del goblin. "Deberías haberte quedado con el mago ..." Le dio vueltas a la cabeza pensando en si Bolg con su sentido práctico no tendría razón. Desde luego son grandes los motivos que me han obligado a salir de mi hogar y yo, demasiado pequeño.

No creo que la solución que me han mandado buscar pase por las manos de poderosos magos ni de temibles ejércitos. Si así fuese, yo no formaría parte de ella, pensó en voz alta. Luego se dirigió al goblin. Gracias Bolg. Gracias por tu ofrecimiento.

Después giró un poco hacia su izquierda, apartando unos matorrales. Es por aquí Bolg; por aquí llegaremos de nuevo al camino grande. La nieve arreciaba y comenzaba a hacerse dificultoso el tránsito por medio del bosque.

Mientras caminaban sobre el terreno nevado, Nauj echó mano a su morral y tanteó lo que en él había. Tenemos un pequeño problema Bolg, le dijo. Sólo nos queda un miserable trozo de pan.

Creo que deberíamos aumentar el paso para intentar llegar a la ciudad. Entonces recordó que el goblin estaba herido y quizás no pudiese ir más rápido. ¿Qué tal tu pierna?, le preguntó.

- Zolo ez una pequeña herida... Se frotó un momento la improvisada venda que cubría su pierna. - No te preocupez, podré zeguir. La mirada del goblin reflejaba gratitud por el interés.

- Déjame que intente encontrar algo que comer...Zi hay zuerte, a lo mejor puedo zeguir el rastro de algún animal... Bolg se agachó hasta pegar su nariz al suelo, y empezó a husmear en busca de algún rastro. - Zi, Bolg lo encontrará... Se colocó a la cabeza, atento a cualquier olor de animal susceptible de ser comido.

Parecía difícil encontrar cualquier tipo de rastro entre la nieve, pero el guerrero goblin no se guiaba por la vista, sino por su agudo e sobrenatural sentido del olfato.

- ¿Conejo o rata?¿Tienez alguna preferencia, amigo? Con al cabeza, aun pegada al suelo, el goblin sonrió exageradamente. Parecía que había intentado hacer una broma.

Por suerte para ellos apenas despuntaba el medio día y Seiní estaba aproximadamente a un medio día de viaje. Si apuraban el paso tendrían hambre mas pronto, pero seguramente llegarían ese mismo día. La nevada cesó finalmente dejandoles el avance mas sereno. El bosque también seguía sus pasos, rebosante de vida y pequeños animales que se escondian en él, pájaros en los árboles y algunos Tognia esquivos.

La nieve crujía levemente con cada paso que daban, y ahora mismo el camino es en cuesta arriba, no demasiado pero lo suficiente como para que la fuerza de gravedad lo haga mas trabajoso...

Tras un rato de olfatear y buscar, Bolg se incorporó algo frustrado. Se rascó la cabeza con clara expresión de extrañeza. Había estado siguiendo la pista de unas liebres, pero fue incapaz de darles caza. Los animales se movían con ligereza, y se escapaban continuamente de las garras del goblin.

- Lo ziento amigo, no a habido zuerte. Tendremoz que apretar el pazo para poder llegar a Seiní y comer algo. No estaba demasiado orgulloso de su propio fracaso. No es que fuera un experto cazador, pero siempre se las había apañado bien.

Se encogió de hombros, y continuó el camino. - Tal vez un poco más adelante conziga algo...

esto... ¡mejor conejo! le gritó Nauj cuando el goblin ya desaparecía de su vista, husmeando rastros sobre la nieve y perdiéndose entre los árboles. De vez en cuando lo veía a lo lejos, agachado u olisqueando el ambiente, nervioso como siempre. Nauj continuó el camino lentamente ya que éste se había vuelto cuesta arriba y comenzaba a hacerse pesado el andar sobre la nieve.

Al cabo de un rato Bolg apareció con el rostro decepcionado.

Tranquilo Bolg, no pasa nada. Se paró un momento para buscar en su morral y le tendió la mitad del pan que le quedaba. Luego miró al cielo y observó la posición del sol. Yo creo que tenemos tiempo de llegar a Seiní; allí ya encontraremos algo más grato que comer.

Y continuaron por aquel repecho, caminando lo más rápidamente que les permitían sus fuerzas, con la idea fija de llegar cuanto antes a las puertas de la ciudad.

Bolg aceptó de buena gana las escasas raciones que le ofreció Nauj. Devoró aquel mendrugo de pan, mientras apretaba la marcha hacia Seiní.

- ¿Tienez con que pagar alojamiento? Comentó el goblin, como quien no quiere la cosa, mientras masticaba la comida. - Loz patazlargas hacen pagar por loz zervicioz... ¿no? Distraídamente buscó dentro de su zurrón, y sacó un trozo de metal dorado del tamaño del ojo de un humano, bastante mugriento pero de brillo inconfundible. Oro. - ¿Crees que servirá para poder comer y dormir caliente en la ciudad?

Las palabras de Bolg evocaron los recuerdos en la mente de Nauj. Recuerdos de la mañana en que su vida cambió, recuerdos de la urgencia con que abandonó el hogar, preparando a toda prisa su equipaje y recuerdos de su madre, cuando él era aún un adolescente y un día le enseñó un saquito que contenía unos discos metálicos que ella llamó monedas. Le explicó su uso entre los humanos y le advirtió que si algún día abandonaba su cueva para ir a vivir con los de su especie, se llevase aquella bolsa.

Realmente hasta ahora, pocas veces había tenido que echar mano a esas monedas, pues sabía apañárselas bastante bien para alimentarse de los animales y frutos de los bosques, como había hecho toda su vida. Y además no era demasiado escrupuloso a la hora de buscar cobijo para pasar las noches. En algunas ocasiones había merecido la caridad de algunas buenas gentes y en otras había conseguido alojamiento y comida en pago a pequeños trabajos.

Además siempre quedaba confiar en la hospitalidad de las gentes de Zanda.

No te preocupes por eso, Bolg, le dijo, ya nos las apañaremos.

Finalmente comenzaron a verla: El comienzo de la torre mas alta del castillo de la capital. De arquitectura elegante y esmerada, de piedra gris terminada en almenas donde se insinuaban siluetas de guardias y centinelas. Colocadas cerca de la parte superior, pero no en la misma cúspide se encontraban varias estatuas decorativas con motivos de querubines y ángeles guardianes.

Claro que ahora mismo ellos estaban pensando en el cansancio y el hambre. Solo habían desayunado unas manzanas y hacía poco probado algo de pan duro, pero aún así el estómago empezaba a quejarse reclamando algo mas llenador.

Bolg avanzaba cauteloso y nervioso detrás de Nauj. Miraba sorprendido todas aquellas construcciones tan impresionantes, pues en pocas ocasiones había contemplado ninguna ciudad tan grande. No sabía la reacción que tendrían los habitantes de Seiní, cuando vieran pasear por sus calles a un goblin armado. Por eso, el guerrero se mantenía cerca de Nauj.

No podía evitar el mirar a cada esquina con aire desconfiado, y olfateaba el aire, captando múltiples olores, extraños e intrigantes.

- Encontremoz rápido un lugar para dezcansar y comer. Al goblin le sonaban las tripas, y le apetecía un sabroso bocado caliente. Habían caminado todo, el día, y la pequeña herida de su pierna le empezaba a escocer. Con la mirada, buscaba algún cartel que le indicase donde había una taberna o posada.

Mira Bolg, le dijo Nauj señalando a lo lejos. Aquello parece por fin Seiní.

Habían caminado sin descanso y la visión de aquella torre llenó de ánimo el corazón de Nauj. Tenía verdaderas ganas de conocer aquella ciudad, de la que tan bien le habían hablado y de mezclarse entre sus habitantes y los refugiados en ella. Pero lo que verdaderamente anhelaba era poder contemplar algún día el poderoso escudo mágico que decían que la protegía, cuando era necesario.

Espero que en estos tiempos, un goblin armado y un encapuchado no susciten demasiada desconfianza, se decía para sí Nauj, temeroso de lo que se podían encontrar a las puertas de la ciudad.

Bolg miró maravillado hacia donde señalaba Nauj. Sin duda los humanos eran capaces de hacer cosas muy impresionantes.

El goblin, precavido continuaba caminando detrás de su amigo. Sus sentidos estaban alertas ante cualquier contratiempo. Y sus rápidas manos se acercaban constantemente a las empuñaduras de sus armas. Ahora mismo, no se fiaba de nada.

A parte de Nauj, los humanos no se habían portado muy bien con él, y no tenía una muy buena impresión de esa raza. Tal vez, la cría humana que ambos habían salvado, era de los pocos que le había agradecido su ayuda.

Alfin la contemplaron en su totalidad, una muralla de por lo menos un metro de grosor bordeaba todo el perímetro de la ciudad. En su cima, a una altura considerable, esporádicas parejas de centinelas andaban lentamente aferrados a sus lanzas de manera pulcra. Además de la torre, algunos tejados nevados asomaban apenas dejandose ver.

La carretera desembocaba directamente en la entrada a la ciudad, de metal de por lo menos quince metros de altura y otros diez de ancho. Frente a la misma, había una cola de unas veinte personas que al parecer esperaban entrar, lo cual era poco teniendo en cuenta el sitio del que se trataba, además de que la fila avanzaba rápido y sin inconvenientes. Había unos cuantos guardias en la puerta, pero al parecer solo dos intercambiaban algunas palabras con los recien llegados y revisaban algo sus equipajes.

Aquella agrupación de guardianes era muy llamativa por su variopinto, quizá a drede, había soldados de diversas razas casi como simbolizando la buena fé reinante en la ciudad. Un naga macho, dos humanos (estos eran quienes recibían a la gente), una elfa, un enano, un mediano, un joven elfo de piel verde-plata y sin duda el mas apabullante de todos, un humanoide de tres metros y algo de rasgos salvajes, y piel grisácea, colmillos afilados y en general feo...si, tenía algo de los tan conocidos troll de la montaña, pero no encajaba del todo en eso...quizá fuera un híbrido.