Partida Rol por web

- ¿Monedaz de oro? Bolg gritó sorprendido ante el abusivo precio del servicio. Si hubiera tenido aun algo en la boca, lo hubiera escupido ante el exagerado precio. - Lo estaráz diciendo de broma ¿No? Lanzando una mirada suspicaz a la camarera.

-De cobre -rió despacito ante la reacción del goblin, que había hecho unas cuantas cabezas girar en su dirección para verle, aunque no alteró mucho el ambiente ya que poco tardó la gente en volver a lo suyo- olvidé esa parte si, vaya despiste. Aunque con las pocas plazas que hay por la ciudad bien estaría cobrarlas de oro ¿eh?

Sonrió alegremente.

Nauj sonrió ante la airada reacción del goblin. Está bien, le dijo a la camarera, pagaremos por la comida y el alojamiento de esta noche.

Rebuscó en su morral la parte que le correspondía pagar del precio y se dirigió a Bolg: ¿tienes monedas para pagar lo tuyo? le preguntó recordando el pedazo de oro que le había enseñado en el camino.

Después se volvió de nuevo hacia la chica: ¿Nos indicarás dónde está nuestra habitación? Hemos hecho un largo viaje y estamos cansados.

Nauj apuró su último trago y rellenó de nuevo los dos vasos con el vino que aún quedaba en la jarra.

Bolg rebuscó en su mochila, y sacó las dos piezas de oro que había encontrado en las pertenencias del ogro. - Zolo tengo ezto. Extendió la palma de su mano hacia Nauj, y le dio las dos monedas de oro que tenía.

- También tengo ezto otro... Rebuscó un instante en uno de los pequeños saquitos que llevaba al cinto, y extrajo dos grandes colmillos de ogro. - Uno ez tuyo, quedatelo, ze loz arranque a aquel ogro dezpuéz de la ezcaramuza... Me apena dezprenderme del mio, pero zi zirve para pagar la comida y la habitación... El goblin parecía refunfuñar ante la idea de desprenderse de su trofeo.

- El ogro no tenía nada máz... zolo ezta piedra brillante. El guerrero dejó caer sobre la mesa, delante de Nauj, un trozo de amatista pequeño. Estaba tallado a modo de dije, en concreto, con la silueta de una paloma. - No ze zi valdrá algo...

Nauj tomó las dos monedas de oro que le ofrecía el goblin. Echó cuentas, según las equivalencias que había aprendido en sus andanzas por el mundo civilizado. Indudablemente, con aquello no bastaba para pagar la parte de Bolg.

Luego miró los trofeos que el goblin guardaba como oro en paño; los dos dientes y la piedra preciosa. Cerró el puño del goblin con su mano, diciéndole: Guárdatelos Bolg; el ogro lo derrotamos gracias a ti.

Son demasiado valiosos y, quizás, los necesitemos más adelante. 

Nauj sumó a las dos piezas del goblin las monedas necesarias para pagar y se las dió a la camarera, esperando que les mostrase el camino a su habitación. No tenía demasiado aprecio al dinero, aún no había aprendido a tenerlo, pero sopesó con inquietud el saquito donde guardaba las monedas que le quedaban.

Aquella muchacha, comprobando el pago correcto y tras depositarlo en manos de la dueña del local volvió con una llave que entregó a Nauj. Luego de esto les indicó que le siguieran por un umbral junto a la barra, que resultó ser un pasillo que comunicaba con la escalera. Por momentos resultaba algo complicado seguir su paso, lo que podía ser por el cansancio del viaje o bien que ella se movía rapido por la costumbre de su trabajo.

Tras la escalera se abrió otro pasillo mas ancho, con puertas numeradas a base de rótulos tallados que eran lo único que hacía la diferencia entre unas y otras. Sus pasos crujían sobre el suelo de madera, y la iluminación era escasa algo baja ya que encender muchas lámparas produciría demasiado calor seguramente. Al final de este doblaron en un cruce en forma de T a la derecha y la camarera se detuvo en la segunda puerta que había en la única hilera de umbrales que se desplegaba en la pared izquierda. El número de aquel cuarto era 11. La chica sonrió de buena gana apartandose de la puerta tras destrabarla con una llave identica a la que había hecho entrega, guardandosela en el bolsillo luego.

-El baño está en la planta baja, lo reconocerán enseguida si bajan buscandolo. Buenas noches -se despidió antes de disponerse a alejarse.

Aquella habitación podía apreciarse desde su lugar, no era ostentosa pero tampoco precaria... se diría que sencilla. La sala tenía unos siete metros de lado, siendo casi cuadrada. El color de la madera era lo predominante ya que en general casi todo allí estaba hecho de este material. Dos camas de aspecto acogedor para sus cuerpos, ya algo resentidos de dormir por el suelo o de forma improvisada a la intemperie los ultimos días invitaban al descanso tendidas con sábanas de tonalidad trigueña. Estaban separadas por una mesilla de noche entre ambas. Enfrentado a los lechos, un armario de sólido roble tenía sus puertas abiertas, y a su lado permanecía de pie un perchero vacío.

Cuando la chica abandonó la habitación, Nauj eligió una de las dos camas y dejó sobre ella su bolsa de viaje. Dió un vistazo a su alrededor y luego se dirigió a la salida. Voy al cuarto de baño, ahora vengo.

Al cabo de un rato, volvió a aparecer por la puerta y se sentó en el catre. Se quitó la capa, dejando su escuálido y desgreñado rostro barbudo al descubierto, acabó de desvestirse y se metió bajo las mantas.

Buenas noches, Bolg. Se dió media vuelta. Mañana será otro día.

Y así Nauj se dispuso a descansar toda la noche, mientras repasaba los últimos acontecimientos, se preguntaba qué habría sido de aquel mago silfo, de aquella extraña mujer y de aquel cazador de criaturas y se lamentaba de que las cuentas pendientes del goblin hubiesen impedido que el grupo hubiese permanecido unido.

De todas formas, no se arrepentía. La lealtad a un amigo estaba por encima de todo aquello.

- Buenaz nochez amigo... Fue lo que pudo pronunciar el goblin, que cayó rendido en su cama. Había dejado todos sus cuchillos en la cabecera de la cama, y había vuelto a vendarse la herida de la pierna con las sabanas limpias de la habitación.

Bolg se revolvía entre sueños, emitiendo ligeros gruñidos. La imagen de su enemigo volvía a su cabeza, y la cara del mago que lo vendió por un desconocido le azotaba el descanso.

Una...dos horas de sueño...el descanso era reparador y delicioso en el blando colchón y las abrigadas sábanas. Cada uno se encontraba con sus respectivos sueños en la inconsciencia, pero algo hizo que salieran del mundo onírico.

Un estruendo, un terrible bombazo que sacudió toda la construcción de aquella posada. El armario que estaba por allí se tambaleó, pero pudo mantenerse el pie. No asi el endeble perchero que fue a parar al suelo con estrépito.

Luego de esto, algo alejados de allí se escucharon voces, algún grito y un alboroto generalizado.

Nauj se encontraba profundamente dormido cuando aquel estruendo y el movimiento de su propia cama lo despertó de golpe.

Se puso en alerta inmediatamente, salió de la cama y se asomó a la puerta de la habitación. Había gente sobresaltada por los pasillos y también se escuchaban voces por las calles a través de las ventanas.

Se vistió rápidamente con su capa. El alboroto aumentaba por momentos y se mezclaba con el sonido de los ronquidos de Bolg. El humano se acercó a su cama y lo zarandeó: ¡Bolg, Bolg, despierta! Algo está ocurriendo; parece como si estuviesen atacando la ciudad.

Mientras el goblin abría los ojos y se arrancaba a sí mismo de sus propios sueños, Nauj se acercó a la ventana para ver si lograba comprender qué era lo que estaba ocurriendo.

El goblin despertó furioso, con los ojos inyectados en ira homicida, estaba a punto de saltar contra quien lo estaba zarandeando, cuando reparó que era Nauj. Se calmó. 

Aun aturdido por el agitado despertar, atendió a las palabras de su compañero. ¿Alguien atacaba la ciudad? Bolg no necesitó mucho más para pertrecharse. Colgó su mochila a su espalda, y se abrochó los cinturones donde colgaban sus cuchillos. Por lo visto Nauj se había preparado con más celeridad que Bolg, y ya observaba por la ventana lo que estaba ocurriendo fuera de la posada.

- Zerá mejor que zalgamoz a ver que paza, no me guztaría que noz acorralaran en esta habitación como a zucias rataz. Estaba de pié junto a la puesta, olisqueando nervioso el aire, intentando captar algún olor que explicara todo aquel alboroto.

Con determinación abrió la puerta que daba al pasillo, y esperó a que Nauj le siguiera para dirigirse hacia la calle.

- ¿Que eztá ocurriendo? La voz del goblin sonó estridente al dirigirse a un hombre que caminaba aceleradamente por el pasillo. - Humano, ¿A que viene tanto ezcándalo? La cara de Bolg no era muy amable cuando se dirigió a aquel tipo.

Por la ventana se divisaba completamente el acontecimiento: Una cuanta de las casas cercanas estaba completamente destruida y empezaba a incendiarse amenazando a los demas edificios a su alrededor. La causa era obvia: una enorme piedra de al menos dos metros había impactado violentamente como si hubiese caído del cielo, y estaba cubierta de brea ardiente.

En cuanto al pasillo, todo era caos y confusión, y el individuo al que el goblin habló no supo que responderle mas que un temeroso "no lo se".

-¡Madre, madre! -era lo que ahora asomaba al lugar desde el exterior, en forma de un grito desesperado.

Nauj miró al cielo desde la ventana, pero no vio nada.

Una enorme bola cubierta de brea encendida ha destrozado la casa de aquí en frente, le informó Nauj a su compañero una vez que salió al pasillo a buscarlo.

Vayamos a la calle Bolg, me gustaría saber qué está ocurriendo.

Si estamos sufriendo un ataque externo, ¿por qué no se habrá activado el escudo mágico? Nauj salió de la posada un tanto preocupado de que la historia del escudo no fuese más que una fábula.

Bolg asintió ante las palabra de Nauj. También estaba intrigado en lo que estaba ocurriendo. No por el escudo mágico, que poco o nada le importaba, sino por saber que clase de criatura o artilugio había lanzado una roca tan enorme como para hacer temblar los cimientos de la posada.

Con agilidad y siempre con la guardia bien alta, mirando a todos lados con suspicacia, el guerrero goblin siguió a su compañero hasta la calle, donde el caos parecía haberse apoderad de los habitantes del lugar.

Conforme salian a toda prisa de la posada, comenzaron a oír el tañido de una campana. Y de otra. Y otras mas. en cuestion de pocos instantes el aire estaba lleno de enérgicos acordes de los campanarios de la ciudad. Una vez en el exterior, pudieron ver como un hombre joven y bastante maltrecho sujetaba fuerte a un niño pequeño con varios magulladuras, que llamaba a gritos a su madre mientras intentaba librarse del agarre y avanzar hacia un bulto ensangrentado en el suelo, cubierto por una manta.

Pero entonces todos observaron hacia arriba. Algo estaba brillando en el aire...y ese brillo tomó forma de un delicado velo blanco que envolvía la ciudad, como si de una luz boreal se tratase. Combinados en sus destellos y matices, podían apreciarse tonos de rojos, grises, verdes y algun otro que titilaba tímidamente. Wntonces, se escuchó una voz autoritaria. Parecía venir desde lejos pero era tan estridente que podía escucharse en todos los rincones de la ciudad, incluso por encima del estruendo menguante ahora de las campanas.

-Seiní no es impenetrable, y conforme pasa el tiempo cada vez mas de vosotros morís dentro. ¿Os agrada?

Luego dejó de escucharse, dejando en el aire ese mensaje.

La pareja de amigos salió a la calle para encontrarse con una casa en llamas que iluminaba con su resplandor la fría noche, con un caos de gente alarmada que salía de sus hogares y con unos cuantos que socorrían a los heridos o recogían los cadáveres de los fallecidos.

Entonces una bola luminosa eclipsó el cielo, desparramándose hasta cubrir toda la ciudad. Nauj la contempló y escuchó la voz que le acompañaba. Era una amenaza, una declaración de lo que podía ser. Sin embargo, pensó Nauj, ¿para qué este alarde? ¿por qué no entrar y tomar Seiní por la fuerza si era tan fácil como se decía?

Aquello parecía más un intento de minar la moral de sus gentes que no un ataque en toda regla. Aunque una cosa era cierta. La bola de fuego había penetrado las defensas y había impactado dentro de la ciudad. ¿Habría el tirano encontrado la manera de desactivar la protección? ¿O simplemente les habían pillado por sorpresa?

Demasiadas dudas. El encapuchado se quedó embobado mirando los coloridos efectos que se dibujaban en el cielo, preguntándose si el espectáculo habría concluido ya.

- ¿Que ha zido ezo? Bolg alzaba la mirada hacia el cielo. No acababa de entender que estaba pasando. - ¿Noz atacan? Pregunto a su compañero, mientras sus músculos se ponían en tensión y sus manos se acercaban a las empuñaduras de sus armas.

- ¿Tiene esto algo que ver con tu búsqueda? Miró a Nauj, mientras agazapado sacaba los dientes a cualquiera que se les acercase demasiado. Su instinto de supervivencia le obligaba a estar siempre alerta, y el caos que reinaba al rededor de los dos amigos, no le dejaba relajarse.

 El autor de lo que está ocurriendo aquí esta noche es el mismo que causa el desorden en las fuerzas, le explicó al goblin dudando si lograría comprenderlo. Los asuntos relativos a la magia no eran en absoluto de su interés. 

Él es también el que está azotando el mundo con su tiranía, conquistando todas las tierras y subyugando a sus habitantes. Quizás desde que tú partiste, tu propio pueblo haya sido arrasado y tus congéneres muertos o esclavizados. Nauj pensó que esta explicación menos mística calaría mejor en su entendimiento.

No sé si nos atacan Bolg, o es sólo una amenaza. No bajes la guardia, por si acaso. El humano se concentró en su alrededor, rodeándose de la energía de los elementos allí presentes, preparándose para el posible ataque y tratando de sentir algún mensaje en ellos.