Partida Rol por web

Escucharon una voz tras sus espaldas en ese momento.

-No colegas, ya no nos atacan creo, estamos a salvo

La muchacha era la misma que les había atendido antes, pero ahora con la notable diferencia de que estaba on ropas mas holgadas y abrigadas, y algo desarreglada como si también la hubiesen pillado en sueño. Esta frotó los ojos para despejarse y reprimió, por respeto, un bostezo natural.

Mientras tanto, la gente hacía lo posible por apagar la brea antes de que prendiera la casa y esta a su ves mas casas.

- ¿Como zabez que ya no noz atacan? El goblin se giró olisqueando a la chica que acababa de abalar. - ¿Paza muy a menudo que caigan rocaz en llamaz del cielo? Bolg se acercaba cautelosamente, percibiendo su olor.

- Habla mujer! Antes que todas las casa se quemes. Miró a Nauj, y parecía preocupado, tal vez la imagen de su tribu esclavizada y su hogar destruido, había calado más hondo en el corazón del guerrero de lo que Nauj hubiera creído. - Sería mejor que ayudáramos a extinguir los fuegos, antes de volver a la habitación a intentar dormir.

-El escudo esta desplegado, ¿no ves? Por eso ya estamos a salvo de cualquier ataque. Y no, la verdad no es muy normal esto, pero ultimamente han estado intentandolo. El escudo no esta las 24 horas activo porque de lo contrario estariamos totalmente aislados, nadie podría entrar ni salir, y sería cuestión de tiempo quedarse sin provisiones...además, no sería justo cerrar el paso a la gente que no necesita. Además el hombre ese que vive encerrado tiene que dormir, así que hay algunos lapsos de tiempo en los que pueden hacer algo así como un ataque sorpresa antes de dar chance a levantar el escudo. Y si, yo al menos me voy a ayudar a apagar esto o se va a prender fuego la ciudad entera.

Y luego de este pequeño discurso se apresuró a colaborar trayendo cubos de agua del interior de la taberna, aunque aún estaba cerca de ellos.

Nauj sintió una inmensa alegría al ver desplegarse sobre sus cabezas el escudo mágico. Por fin pudo comprobar por sí mismo que su existencia no era una patraña.

Nauj, el piel verde y la chica colaboraron activamente en la extinción del fuego y en poner a buen recaudo a los habitantes heridos. Tras un buen rato de duro trabajo, la situación parecía bajo control y los tres pudieron tomarse un respiro.

Nauj preguntó a la chica: ¿Soléis sufrir a menudo estos ataques a la ciudad?

No dudo que es el emperador D'Thyre el que está intentando reducir Seiní, o por lo menos, el que intenta acabar con vuestra moral.

Nauj arriesgó más en sus preguntas; sentía que podía hacerlo. Pero ¿cuál es la posición de las gentes de esta ciudad? No pongo en duda que la protección mágica pueda manteneros a salvo durante mucho tiempo pero ...

¿Es posible que exista en la ciudad algún foco de rebelión, algún grupo de oposición al tirano que trate de derrocarlo antes de que él encuentre la forma de arrasar este último bastión libre?

¿O simplemente os limitáis a esperar, confiando en las fuerzas de aquél que mantiene el escudo?

La brea fue dura de apagar y prendió gran parte de lo que quedaba de la vivienda en la que el gigantesco proyectil había impactado. Las cosas se iban calmando, pero la conmoción seguía en el aire, y que la muerte estuviera (o mas bien hubiese estado) tan cerca de la gente como ese cadaver cubierto por una manta que mal o bien suavizaba algo su visión realmente parecía estar haciendo mella en las personas. Algunas se retiraron, pero otras seguían por allí, conteniendo al niño y confortando al viudo.

La camarera, por su parte, se frotó la frente con la palma. Quizá tuviera jaqueca por el repentino despertar, o simplemente por manía. En eso giró la vista, mirando a Nauj con un ligero mosqueo.

-La intención es sobrevivir, listillo. La gente no viene aqui a intentar hacer la guerra, sinó a buscar ponerse a salvo y vivir su vida pasando del abuso del jodido emperador. Claro que no estan neutrales, a nadie le agrada lo que hay fuera del escudo, pero hay mucha gente aqui que poco puede hacer. Según yo se, los que quieren colaborar activamente parten a la capital de Idu.

Se acercó a la puerta de la posada, para evitar tener tanto frío, e intentaba aplastar un poco el cabello para verse mas presentable conforme hablaba.

El goblin ayudó como pudo en las tareas de extinción del fuego. La gente lo miraba durante nos segundos extrañados, para luego volver a reanudar sus esfuerzos. Una vez puesto en marcha, el pequeño goblin, no se paró a pensar en lo peculiar de la situación, pues no hacía tanto tiempo que era él quien quemaba las aldeas de lo humanos.

Cuando el trabajo pareció concluir, Bolg estaba verdaderamente cansado, la herida de su pierna le ardía, y necesitaba descansar de una vez por todas. Se acercó hacia la puerta de la posada, y escucho a la mujer como respondía a Nauj.

- Tal vez tu mizión quiere que noz acerquemoz a eza ciudad... eza capital de Idu. A lo mejor encontramoz gente que pueda ayudarte en tu cometido. El goblin bajó el tono de voz para dirigirse a su amigo. - Pero esta noche, será mejor que descansemos de una vez. Bolg miró a la mujer desconfiadamente, mientras pasaba junto a ella para dirigirse de nuevo a su habitación.

De nuevo en la habitación, arropado en la cama dispuesto a continuar su descanso, Nauj le daba vueltas a lo que la chica le había dicho sobre la capital de Idu. Ahora mismo carecía de fuerzas para pensar en un nuevo viaje, y, poco a poco, cayó rendido por el cansancio.

Bolg durmió a pierna suelta esa noche, pues el cansancio acumulado hizo mella en goblin. No hubo más sueños, aunque se seguía agitando nerviosamente entre las sábanas.

Aunque la noche estuvo algo mas ruidosa de lo que debería, conciliaron un sueño reparador para la mente y el cuerpo. Ya desde muy temprano se colaban rayos de sol por la ventana de la habitación, marcando el inicio de una nueva jornada. Desde abajo llegaban voces y ruido de algún que otro vaso o taza siendo colocando contra otro o quizá en un platillo, dando a entender a todas luces que había gente tomando desayuno abajo, ya fueran forasteros o inquilinos del local.

El goblin se despertó con el alboroto que llegaba del comedor del local. El olor a comida llegaba claro como un reclamo a la nariz de Bolg. Se desperezó ruidosamente, y se dispuso a equiparse nuevamente. 

- Amigo. Se dirigió a Nauj subiendo intencionadamente la voz. - Ez hora de bajar a dezayunar, miz tripaz quieren comer. Esperó a que Nauj diera señales de despertarse. - Hay que planear nueztro ziguiente movimiento. 

Mientras su compañero se preparaba, Bolg quitó las vendas de su herida. Parecía que los rasguños de aquella planta, habían cicatrizado. Movió la pierna, golpeando el pie contra el suelo, para cerciorarse que el dolor había remetido. Ya casi no le molestaba, solo el recuerdo de la traición del mago le dolía más.

Nauj había dormido profundamente, rendido por el cansancio acumulado y hubiera continuado haciéndolo un largo rato más de no ser por la estridente voz del goblin, que le llamaba.

Poco a poco fue desperezándose y se levantó. Al hacerlo vio que Bolg cuidaba de su herida; se vistió y le hizo un ademán al goblin indicándole que estaba listo para bajar a desayunar.

Sentados en una mesa, con una taza de café humeante delante suyo y algo de comer, el goblin volvió a preguntar sobre cuál sería su próximo movimiento. El encapuchado le contestó: No tengo planes trazados, Bolg, ya lo sabes.

No sé si ir a la capital de Idu, a unirme a la resistencia es realmente lo que debería hacer. Yo tenía el presentimiento de que aquí en Seiní encontraría mi destino, pero no ceo que ponerme de nuevo en camino forme parte de él.

Después recuperó un poco de buen humor. Demos una vuelta por esta humilde pero magnífica ciudad, Bolg. Disfrutemos de un día tranquilo ¿eh?

Y, si te parece bien, incluso podríamos visitar el campamento de refugiados, ¿qué te parece? Si hemos de quedarnos más noches en este lugar, quizás sea una alternativa más barata.

Apuró un trago de café y empujó el plato con lo que quedaba de su comida hacia el goblin, que ya había devorado la suya. Nauj no tenía hambre y se sentía, sin saber por qué, más inquieto que de costumbre.

Bolg aceptó el plato de comida que le ofreció Nauj. El goblin parecía un pozo sin fondo cuando se trataba de comida, y aun así, no engordaba ni un gramo.

Escuchó las palabras de su amigo, y asintió mientras se llenaba la boca. - Lo que tu decidas me parecerá bien. Lo miró con una expresión alegre en el rostro.

Cuando hubo concluido de desayunar, eructó sonoramente e incorporándose de su asiento, se dispuso a emprender la marcha. Visitar aquella ciudad tan grande y llena de maravillas, entusiasmaba al pequeño goblin. - ¿Vamoz?

Salieron a la calle. Restos de humo subían todavía hacia el cielo de las ruinas del edificio que había sido bombardeado la noche anterior. Nauj y Bolg se quedaron contemplando la imagen durante unos instantes y luego comenzaron su camino.

La mañana era clara y, aunque su descanso se había visto interrumpido, habían recuperado las fuerzas suficientes para mostrarse alegres y optimistas. La ciudad era sencilla pero bonita y el paseo por sus calles les resultaba de lo más entretenido.

Como cuando llegaron, los grupillos de guardias de especies variadas deambulaban con tranquilidad por las calles. El sol empezaba a asomar pero aún hacía bastante frío y la humedad predominaba por esas tierras, a tal punto de que podían ver su aliento en cada respiro. Había unos cuantos comercios repartidos por esa calle, que iban desde comida hasta las típicas armerías y un grupo de niños ruidosos sumidos en un juego con rocas y palos. Pero a parte de ellos no mucha mas gente estaba levantada, prefiriendo obviamente dormir hasta tarde.

Los techos nevados y helados eran la moneda corriente en el paisaje, dominados por la imágen del alejado palacio real, con sus torres bellamente ornamentadas y sus centinelas en las almenas de las mismas.

Bolg y Nauj paseaban distraidamente por las calles de Seiní; el descanso les había sentado bien y todo predecía que sería, por fin, un día apacible.

El hermitaño contempló las hermosas torres del palacio en la lejanía y se preguntó si sería buena idea acercarse a echar un vistazo. Finalmente decidió que primero prefería visitar el campamento de refugiados y, después de vagar sin rumbo durante buen rato, se lo propuso a Bolg.

Pidieron indicaciones para llegar hasta allí, y, poco a poco, caminando tranquilamente, dirigieron sus pasos hacia ese lugar.

Bolg caminaba fascinado, contemplado cada rincón de la enorme ciudad, junto a su amigo Nauj hacia el campamento de refugiados.

Mientras avanzaban por las callejuelas, Bolg miró a Nauj. - Tu que sabez de plantaz, ¿Creez que cuando zalgamos otra vez al bozque puedez ayudarme a encontrar Piez de Rata? Ez una planta que utiliza mi pueblo para preparar... bueno... un útil veneno. Su rostro dibujaba una risa entre dientes.

Bueno, quizás podría, si tuviese una buena descripción de ella y, sobre todo, un buen motivo para buscarla. No la conozco por ese nombre.

Miró seriamente al goblin y le preguntó, escamado:

¿se puede saber para qué quieres preparar un... bueno... un útil veneno?

Nauj no entendía a qué podía venir aquel repentino interés.