Partida Rol por web

Robert no se lo pensó ni un segundo cuando vio aparecer al primero. Sacó su arma, apuntó y disparó^[1] hasta que el arma quedó inservible. Luego lejos de su raciocinio se lanzaría contra el que tuviera más cerca tratando de golpearle con todas sus fuerzas...

El mercader convertido ahora en Demonio parece no estar acostumbrado todavía a su nueva condición. Sus movimientos son toscos y lentos, por lo que no logra asestar un buen golpe a ninguno de sus enemigos, mucho más experimentados que él en el arte de la guerra. Se defiende como puede, y por dentro rabia por un dolor que todavía no entiende del todo. Una voluntad que lo apremia a hacer algo que no quiere de veras, pero que se siente inspirado a hacer a como de lugar. Pronto los enemigos de Giovanni sabrán contra quien se estaban enfrentando.

Escuché las palabras de Anna con los ojos como platos y, casi como si me estuviera dando una orden, bajé el cuchillo y procedí a enfundarlo de nuevo en la bota mientras dirigía una mirada hacia la mujer. Me fascinaba la tranquilidad y la calma que ostentaba en comparación con todos los demás, quienes parecían haber perdido por completo el control de sus actos.

Retrocedí sobre mis pasos y apoyé la espalda en la pared mientras observaba cómo se desenvolvía el combate contra los hombres de Hardestadt.

Los sentidos de repente se le nublaron a Marco. Estaba intentando luchar contra las pérdida de su mente, y sin embargo, eso fue precisamente lo que desató la bestia que había en su interior, rabioso y cómo si se tratase de una fiera son control, se lanzó contra el primer enemigo que se cruzó en su campo de visión. No pensó, simplemente saltó hacia el desafortunado con la boca bien abierta. Algo en su interior quería sangre.

Constanza saltó contra el primero de los enemigos bruscamente, moviéndose rápidamente entre los restos de comida y las sillas donde estaban sentados. Su largo ropaje negro dejó detrás de ella un reguero de sangre más que evidente, mientras se apartaba el velo de encaje negro que cubría su rostro para abrir las fauces, notar como sus colmillos se abrían y desgarrarle la garganta al pobre desafortunado que se cruzara en su camino.

No era una luchadora ni mucho menos, pero aquella imperiosa orden la había trastornado del todo. Estaba fuera de sí, notando el pulso de la sangre brotar por sus venas ahora muertas mientras su cuerpo se acostumbraba a toda una miríada de nuevas sensaciones.

Durante el tiempo que duro aquella tortura, mientras eran desangradas, sin poder hacer mucho más que resignarse, les parecieron horas, horas eternas, hasta que empezaron a perder la consciencia. Aun con las manos cogidas la una a la otra, se apretaron con la poca fuerza que les quedaban y cerraron los ojos aceptado sus destinos.

A lo lejos, como un sueño, escucharon ruidos y ver sus "captores" ponerse cada vez más nerviosos, algo dijo Giovanni de abraza, pero... ¿ahora era cuando querían abrazarlas? podían haberlo pensado antes de casi matarlas, las muestras de cariño ya para nada servían, pero si asi querían despedirse de ellas…. pero justo en ese momento, Lady Jadviga se acerco a ellas y aunque al principio notaron un pinchazo en el cuello, finalmente les invadió un escalofrío de placer, que a ambas las hizo estremecerse todo su cuerpo.

Despertaron en el suelo, como en un sueño recordaban haberse ¿alimentado? ¿beber la sangre de Lady Jadviga? ¿había ocurrido eso de verdad? se miraron la una la otra y la una a la otra se limpiaron mutuamente las comisuras de la boca, pues en ambas aun quedaba algún resto de lo que por lo visto no había sido un sueño. Sonia se llevo la mano al cuello y no había ni rastro del mordisco, sin embargo se paso la lengua por los dientes y algo había cambiado, en ese momento Sofia miro a su hermana y sonrieron ambas, mostrando dos colmillos ligeramente curvados hacia dentro.

Miraron a Anna y asintieron -exacto, es mucho mejor una rendición, no es nuestra guerra- dijeron quedándose al lado de Anna, vieron como Gionanni y sus invitados se iban por las criptas pero... ¿de verdad querían volver con ellos?? No.

Algo me impedía el lanzarme hacia el cuello de Marianna, aunque más bien no era algo, era yo mismo, la verdad era que tendría que cumplir por completo al amo Giovanni, su orden, tendría que hacerlo sí o sí, tenía el deber de pelear... No, de desgarrar a mis enemigos.

Cuando la puerta cayó aparecieron varios soldados con una armadura y la insignia de una Rosa, además de ser liderado por un sujeto corpulento y con unos grandes colmillos, y quien al parecer fue guiado por ellos fue Roderigo, el traidor de la carroza. Gruñí con ira mientras me levantaba de la silla, observando como la mayoría atacaba sin piedad a dichos soldados, y yo no planeaba quedarme atrás.

Corrí con velocidad y sin más me lancé hacia el primer soldado que fuese por ser atacado por otros de los que obedecían las ordenes del señor Giovanni como yo, ya fuese por hacer presión o por alguna ventaja numérica, pero como sea, yo me tiraría hacia el cuello del soldado

Luigi sacó su espada y se lanzó a por los que acababan de entrar en el salón, con una idea en mente, acabar con ellos. El tiempo pasado con Etienne parecía haber ayudado al joven escudero a desenvolverse mejor con la espada, clavó su espada en uno de los guardias que le atacaban, con una persona normal ese ataque habría bastado para acabar con él, estaba seguro de haber perforado su pulmón, pero para aquél guardia no era suficiente, seguía en pie, con un gruñido y algo dolorido, pero listo para combatir, así lo demostró cuando clavó sus dientes en el hombro del joven.

Etienne al ver como su escudero hacia grandes logros en la lucha no podía ser menos, realizó un potente tajo que abrió una gran herida en el abdomen de su contrincante dejándolo herido y escuchando claramente el crujir de sus costillas, el vampiro enseñó los dientes y se lanzó sobre Etienne a gran velocidad, le mordió en la espalda consiguiendo tirarlo al suelo y reducirlo, cuando Etienne quiso darse cuenta estaba atado¹

Amr-Bashir cegado por la lucha se lanza hacia los guardias que están presentes, su espada golpea al primer guardia que tiene delante, pero la armadura que lleva le protege del daño que le pueda causar, no le pasa lo mismo al musulman que cuando quiere darse cuenta tiene los colmillos del vampiro en su pecho causándole un gran dolor.

Anton había decidido desarmar al oponente, pero era difícil cuando las armas que portaban eran sus propios dientes, el vampiro contra el que luchaba le dio una patada en la rodilla haciendo que cayese al suelo² y en ese momento gracias a su superioridad en fuerza consiguió reducirlo y atarlo

Cuatro guardias fueron hacia Anna, Piero, Sonia y Sofia apresándolas y sacándolas de allí en mitad de aquel caos, antes de salir las joven pudieron ver como uno de los vampiros se montaba prácticamente encima de Nathaniel y le arrancaba la cabeza de encima de sus hombros. Otro guardia coge a Marianna, con todo el caos que se había formado nadie vio que la joven seguía con vida, transformada igual que ellos, agazapada en un rincón.

Un guardia se lanzó contra Basilio con unas grandes garras golpea la espalda del sacerdote y siente como su columna se rompe incapaz de moverse sin arrastrarse, incapaz de mover su propio cuerpo había quedado tullido momento en el que el guardia aprovechó para reducirlo y apresarlo.

Bilyana y el guardia contra el que se había lanzado jugaban a una danza de pies, de manos, un baile de sangre. La guerrera lanzó un corte hacia su adversario sonriendo triunfante cuando su espada golpeó al vampiro, pero su sonrisa se borró de golpe cuando vio que la armadura que llevaba lo había protegido, en ese momento el vampiro lanzó una dentellada hacia la joven que sus reflejos le ayudaron a evitar ser mordida y pudo dar un paso atrás evitando ser mordida

Allan ni siquiera vio venir al guardia que se había lanzado sobre él cuando quiso darse cuenta estaba inconsciente. Nezayem vio cómo se lanzaban hacia ella, un fuerte mordisco en la mano y el crujir de sus huesos le indicó que la tenía partida. Pero la joven no se quedó quieta mientras la mordían, se inclinó para morder el brazo de su atacante pero no lo consiguió, no estaba lo suficientemente cerca ya que le retorcían la mano mientras se lo mordían.

Nicolae siente como le muerden en el pecho, intenta golpear al que se le ha tirado encima, ambos ruedan por el suelo, mientras Nicolae intentaba herirlo con su espada sin lograrlo. Mientras ruedan, Nicolae consigue ver como uno de los guardias se lanza hacia Albert reduciéndolo, golpeándolo con tanta fuerza que lo dejó inconsciente casi matándolo.

Maria intenta apelar contra los hombres pero su ataque deja poco sentido a sus palabras, uno de los guardias con grandes garras la golpea con una fuerza brutal dejándola malherida, pero la duquesa era una mujer de armas tomar y no iba a dejarse pisotear como si nada, intentando arrancarle el corazón a bocados consiguió lesionar al guardia que tenía delante.

Paolo siente como lo golpean salvajemente, unas garras se clavan profundamente en su cuerpo dejándolo malherido, sin poder hacer nada siente como lo apresan, reduciéndolo y evitando que pueda moverse.

Enrico luchó con su florete, pero no le impidió recibir un fuerte mordisco que le dejó malherido, pero no se dejó vencer por el dolor, la sangre, el ruido, maniobró con elegancia su florete, aunque el enfrentamiento directo con el vampiro hizo que se clavase en el pie, haciéndole una pequeña magulladura.

Unas garras atravesaron el cuerpo de Robert que pudo zafarse de su ataque con dolor pero milagrosamente solo lastimado, con un paso hacia atrás Robert disparó su arma de fuego apuntando justo al corazón del guardia, disparó y acabó con el enemigo que se hizo cenizas al momento.

Marco recibió un empujón, no sufrió daño, pero lo habían apartado como a un perro callejero, demasiado pequeño para que nadie lo tomase como una amenaza, demasiado pequeño para anteponerse a la fuerza de su agresor que había evitado sus dientes.

Constanza no estaba versada en la batalla y así se vio cuando intentó atacar sin éxito, como respuesta a su ataque sintió unos afilados dientes en su costado que la habían dejado herida.

Enzo mordió en el pecho a uno de los guardias, al primero que entró en la sala, pero la victoria de haber lesionado a su enemigo poco le duró, antes de poder darse cuenta tenia al vampiro encima, haciéndole crujir las piernas y dejándole tullido sin poderse mover, sin suponer una amenaza lo apresaron y se lo llevaron de allí.

Pietro por fin deja de revolverse en el suelo lleno de dolor, pero cuando intenta moverse ve que está maniatado y se lo llevan de allí a la fuerza

Tras terminar de retorcerme, me veo atado de pies y manos como un vulgar prisionero. Intento asegurarme a mí mismo que todo va a ir bien, que de alguna ridicula e imposible manera todo esto quedará atrás como un mal sueño, pero en ese instante veo mis manos atadas delante de mí. Mis manos deformes con mis dedos retorcidos y alargados. Mi piel cubierta de escamas, manchas y decoloraciones de todo tipo. ¿Qué demonios me ha hecho esa bruja?

-Mis manos.-Pienso sin poder dejar de mirarlas. La repulsión me inunda, siento nauseas.-Mis manos. 

Permanezco allí quieto, sin moverme. Con eso espero que baste para vivir un día más. 

Veo a mis compañeros de cena y combate caer, uno a uno. Incluso alguno que sería soldado. La rabia me hace rugir, enfurecida.

Soy Bilyana, de Valaquia. No me vencerás tan fácilmente.

Lanzo un nuevo tajo contra mi oponente, mientras mis sienes laten con fuerza. Siento como algo quiere salir, pero no le dejo. Temo lo que pueda pasar si lo dejo.

A al vez que luchaba contra su adversario también se debatía en una lucha interna por recuperar el control de su cuerpo, apretó lo dientes y se concentró en que la conversación con Lady Jadviga sobre el liderazgo. Aunque fue un sensación inefable supo que se liberó de pronto del control recuperando su libre albedrío.

Ahora pudo seguir luchando por que lo deseaba, no por obligación si no por voluntad. Habiendo realizado uno de sus mejores ataques y fondeando a su rival se sorprendió de que este comenzase a morderle. 

En medio de aquella escaramuza y mientras le mordía sin apenas daño vio que se llevaban a Anton y trataban de maniatar a Etienne, en una decisión de un segundo y por puro instinto decidió ayudar al segundo pero primero debía quitarse al que le habia mordido en el hombro.

¿Así es  como luchan los hijos del diablo?  -Le susurró al hombro. -Puta vergüenza.

Aprovechando que tiene la espada en el pulmón Lui deja a un lado su destreza marcial y busca abrir en canal cortando de abajo a arriba para que la hoja salga por el hombro.

La ira que en ese momento abarcaba el corazón del persa no conocía parangón, él que siempre fue un hombre justo y calmado, se encontraba entrampado en un odio que no era suyo, peleando una batalla que no podía importarle menos. Pero entonces, ¿cómo se encontraba allí, deseando morir y matar por alguien que ni siquiera conocía? Debía encontrar sosiego en su interior para librarse de ese tormento. —«Inna lillahi wa inna ilayhi raji'un¹». —pensó, mientras la herida provocada por ese ser maldito abría su pecho, pero ni un solo grito de dolor escapó de sus labios.

Pero no pudo. La orden no abandonaba su cabeza por más que lo intentaba y eso lo hizo enfurecer aún más. Aprovechó la cercanía con su agresor para asestarle otro golpe con su espada, este sí más efectivo, abriéndolo en canal, aunque ni gota de sangre derramó ese perro bastardo, más que la que quedó impregnada en su hoja. Entonces supo, en medio de su rabia, que no se trataba de una persona ni de un ser humano, que su oponente era algo más. —«A’udhu billahi min ash Shaytanir Rajim²»— pronunció después de eso. Su mirada se enrojeció por completo.

Una de mis preguntas rápidamente fue resuelta cuando uno de los asaltantes se convirtió en un montón de cenizas, no por gracias divina precisamente, sino al recibir el disparo de una de las modernas armas de Popescu. Pero no fue el único muerto, pues Nathaniel también corrió la misma suerte salvo porque no se convirtió en cenizas, ni tampoco fueron pocos los que revelaron habilidades inusuales, por decirlo con delicadeza. Muchos demostraron una gran resistencia incluso contra golpes mortales, otros luchaban con garras en vez de manos y también los había con una fuerza descomunal.

Seguro que ahora Mantegna se alegra de haber dejado el arma.

Consideré conforme se nos echaban encima y ponían en custodia a los cuatro que habíamos optado por no luchar. Parecía que solo el pintor, las gemelas y yo misma seríamos torturados, mientras que el resto serían ajusticiados en cuanto fueran llevados a dar fe de sus "crímenes". Aunque por el lado "bueno" podríamos conocer a ese tal Hardestat a quien tanto temían nuestros antiguos anfitriones, por eso caminé mirando al suelo, no fuera a ser que ese demonio considerara una osadía mirarle directamente a la cara.

¡Oh, Dios mío!

Si bien sabía que aquel despojo estaba sufriendo por su muerte y resurrección, no esperaba que su cuerpo se transformara en esa... ¿cosa?.

¿Eso pasa si la resurrección tarda?

Me pregunto compungida por aquella criatura tan horrorosa y que, afortunadamente, los nuevos asaltantes ataban.

 Cuando el "guardia " termina de  atarme    intento ver el desarrollo del combate entre las lagrimas de dolor  e impotencía que   me empañan la mirada .Esta visto que  soy tan negado para el camino de la violencia como lo fui como siervo de Dios  y lo único que puedo hacer es gemir desde el suelo sin poder  ni siquiera arrastrarme como un gusano . 

El bastardo se abalanza sobre mi y me muerde. Es algo inesperado; sólo una bestia recurriría a algo así antes de cruzar espadas. No sé si es por el dolor o la rabia de que haya atacado de esa manera pero algo se revuelve en mi interior impulsándome a hacer lo mismo y desgarrarle el gaznate a mordiscos pero consigo controlarme. Tengo que mantener la cabeza fría.

Ruedo siguiendo el movimiento tratando de quitármelo de encima o bien dejarlo a él debajo y así liberar la espada. No desaprovecho la oportunidad y lo ensarto desde el costado buscando corazón y pulmones y acabar con él.

Aquello no fue sorprendente, lo superaron fácilmente, era presto con la espada, era cierto, pero desarmado.... y no sabía en que momento había volado de sus manos el hacha con que dieran muerte al cordero.
No pudo sino observar con impotencia como lo maniataban, forcejeó e incluso emitió algunos sonidos más propios de un animal que de él mismo. Aquella rabia lo seguía embargando como nunca lo hubiera hecho nada en esta vida.
Solo podía forcejear y maldecir.

La niña aulló de dolor alzando la cabeza en un acto reflejo: su mano estaba rota. Había oído el chasquido de los huesos y notaba los poderosos colmillos de su adversario atravesándola limpiamente. Trató de zafarse, pero sin éxito. Por mucho que ahora la vitae corriera por sus venas lo hacía en cantidad insuficiente, y no dejaba tampoco de ser una niña...

La dominación, que hacía presa sobre ella, hizo que su visión se cubriera de una neblina sanguinolenta. Intentó devolver la dentellada pero su habilidad no estuvo a la altura. No pensaba en si iba a morir -de nuevo-, ya que ningún pensamiento en propiedad circulaba libre por su cabeza, pero notó un leve atisbo de terror deslizarse por su espina dorsal, que contuvo a tiempo

Robert disparó su arma ahora descargada, escuchando dos veces el clic antes de darse cuenta que no surtiría efecto. La dejó caer y fue hacia el que tuviera más cerca para golpearle con sus puños.