Partida Rol por web

Al cabo de una semana volvéis al Monasterio, pero en esta ocasión acompañando a Giovanni y los suyos.

El jardín interior del monasterio de los Capadocios resulta sorprendentemente grande para tratarse de un patio santuario. Resguardado de los elementos, está protegido por los altos muros del monasterio y tres grandes rocas alzadas en su lado norte. Los monjes creen que las rocas, vagamente humanoides, son una señal de que el lugar está bendecido, y las llaman la Trinidad.
El jardín está rodeado en tres de sus lados por muros de piedra gris. Sólo las formaciones rocosas marcan el lado norte. Este "muro" incluye varias grutas ocultas, un pequeño complejo de cavernas y un manantial natural.

Los monjes han plantado varios arbustos y plantas espinosas en el jardín, como recordatorio del dolor que todas las personas deben soportar antes de alcanzar la perfección del eterno abrazo de Dios. Las rosas cubren también los terrenos del jardín.

La mayor de las grutas está rodeada por un semicírculo de roca. Los monjes pasaron siglos trabajando la piedra para labrar bancos y asientos en la roca. Tres de estos asientos rocosos son particularmente imponentes, con el mayor de ellos flanqueado por los otros dos. La gruta es lo bastante grande para albergar cómodamente a unas cuarenta personas, y los monjes usan a veces el lugar para los servicios al aire libre.

En esta cueva, Japheth y varios monjes, incluido los templarios que resucitaron, esperan a Claudius Giovanni. Marianna, la joven que estaba en la cena con vosotros, está con ellos, vestida con un hábito de monje.

Japheth se acomoda en el asiento de la derecha. El del centro está vacío, pero en el izquierdo se sienta un viejo vampiro de duras facciones, con el brazo derecho deforme.

Claudius y sus compañeros de conspiración entran atrevidamente en el jardín y se presentan "con humildad" ante Japheth. Giovanni le da una paloma a Enzo, es la oferta de paz para Japheth, y hace que se la llevéis. 

Japheth se levanta y acepta la paloma, mientras el hombre del brazo deforme permanece sentado. Japheth le hace un gesto a Enzo para que permanezca a un lado. El Capadocio pide a Claudius que se acerque.

Claudius se aproxima, con una burlona sonrisa de penitente en su arrogante rostro, mientras sus compañeros de conspiración permanecen a una respetuosa distancia. Se arrodilla ante Japheth:

-Perdóname, hermano, pues he pecado contra ti.

-Ay, hermano, sí que lo has hecho, -responde Japheth. Hace una larga pausa. -Pero mi sire lo perdona todo, como hace mi Sire en el cielo. Y así te perdono yo.

Claudius se incorpora, haciendo un espectáculo de sacudirse el polvo de sus calzas de seda.

Japheth agarra a Claudius, manteniendo al Giovanni a la distancia de su brazo. Con la otra mano, sujeta a la paloma frente a su pecho, casi protectoramente: -Vete, -dice Japheth-, y no peques más

-¿Qué es esto? ¿No besas a tu hermano?, -provoca Claudius-. ¿No le das un beso de paz y perdón?

Japheth suelta el brazo de Claudius, y éste se acerca a su pecho. Súbitamente, Japheth le coge la cabeza entre las manos, diciendo: -Óyeme bien, "hermano". Soy yo quien se sienta a la diestra de nuestro Padre. Obedezco su voluntad y su palabra. ¡Ten bien presente el destino de quienes abandonan su sendero!. -Sollozando, libera al Nigromante-: Vamos, Claudius. Estoy esperando tu beso de paz. Conozcamos cada uno el alma del otro y acabemos con ello.

Claudius aferra a Japheth y tira de él en un solo y brusco movimiento. La paloma, atrapada entre ambos, cae al suelo con el cuello roto, mientras Claudius hunde sus colmillos en el delgado y pálido pecho de Japheth, desgarrando el hábito del monje y haciendo que la sangre salga a chorros. Ésta rebosa los gruesos y codiciosos labios del Giovanni y cae, roja y brillante, sobre las antes inmaculadas ropas de Japheth. La boca de éste se retuerce en una mueca, pero su cuerpo permanece impávido, los brazos abiertos para aceptar el "beso" de su hermano. Sólo sus puños crispados y la sangre que cae por su barbilla, al haberse hundido los colmillos en sus propios labios, traicionan lo involuntario de su sumisión.

Todos los monjes, excepto uno, Marianna, se dejan caer al suelo y entonan una oración.

Los Fundadores salen de su escondite y cargan al grito de:

-¡Muerte a los traidores! ¡Muerte al nigromante! ¡Muerte a la conspiración! -Hardestadt luce una ancha sonrisa, la cual desaparece cuando os ve, pasando a una expresión de odio: -¡Malditos perros traidores!

-Atrás, -resuella Japheth entre convulsiones. -¡Que no se derrame sangre en nombre de las Capadocios!

Claudius Giovanni sigue bebiendo.

Los Fundadores se enfrentan a los cómplices de Claudius, que forman rápidamente un círculo protector alrededor de éste y Japheth para que su líder pueda terminar su terrible tarea. Comienza la batalla, y una tormenta está a punto de estallar. Ambos bandos chocan entre los gemidos del viento, pero Hardestadt no consigue llegar a Japheth; sólo puede gritar:

-¡Chiquillo! ¡Cobarde! ¡Pacifista! ¡Defiéndete!

Enzo había llevado la paloma de la paz y para su ofuscación Giovanni terminó haciendo la diablere a Cappadocius delante de todos. Enzo en un intento de no permitir que Giovanni haga la diablere utiliza su poder para desgarrar con sus garras la garganta del Giovanni.

Observo el intercambio sorprendida, sin llegar a reaccionar cuando Giovanni clava sus colmillos en Japeth. Al principio pienso que es lo normal por lo menos mi Sire siempre mencionaba el "beso de sangre".

Pero cuando veo que se prolonga empiezo a preocuparme, y la irrupción de Hardestadt me pone realmente alerta sobre lo que está pasando: Giovanni está matando (curioso decirlo de un no muerto) a Japeth.

Intento escabullirme por la zona de mi maestra, intentando que piense que sigo apoyándoles, pero en realidad buscando llegar detrás de ellos para atacar a Giovanni.

.         La duquesa reacciona aparentemente asustada replegando se un par de pasos hacia atrás esperando que su propia sire reaccione ante la aparición de los vampiros del grupo de fundadores ara aprovechar su distracción para ocultarse y tratar de acuchillar a su propia sire por la espalda antes de morder su cuello Si hay oportunidad en un próximo turno, ofuscandose después del ataque

Piero no pensaba en dejar que Claudius Giovanni matase a Japhet. Había llegado el momento de vengar que el nigromante y sus seguidores hubieran jugado con ellos, convirtiéndoles en monstruos y dejándolos atrás para que Hardestadt y los suyos les matasen. Tomando el cuchillo de su bota, el pintor florentino echó a correr en dirección a Giovanni para tratar de hundirle el arma blanca por la espalda.

Hasta este momento, podría considerar que la semana había sido provechosa y obtenido bastante información de Mieczyslav. Bien no había sido la suficiente como poder ponerla en práctica, aunque si que me había permitido cierta idea de como logarlo en un futuro próximo. Futuro, que para suerte o desgracia, estaba por ver.

Y es que era consciente que el final de la Cosnpiración de Isaac podía ser realmente problemático. Incluso había vuelto a sopesar la posibilidad de escapar cada una de aquellas noches previas al encuentro y únicamente la determinación de Claudius y las zalamería de Mieczuslav habían conseguido que permaneciera con ellos hasta este momento. Eso si, fiel a lo prometido, yo únicamente pensaba mirar. Así fue como mientras todos desempeñaban su papel, yo disfrutaba de la obra.

El escenario era impresionante, una gigantesca cueva con la piedra labrada durante años hasta conseguir darle la forma deseada. Del mismo modo, los inmortales presentes eran el equivalente a este elemento y la conspiración el cincel con el que habían trabajado. Dentro de ese marco había detalles más destacables que otros, como Japhet y Claudius, claramente los protagonistas de la obra, los conspiradores y los monjes, los coros que darían sustancia y los elementos sorpresa para el giro argumental, como el hombre del brazo deforme y el asiento vacío, porque de lo contrario no se encontrarían en un lugar tan privilegiado. Luego sin darme tiempo más que para contemplar la escena, el acto dio comienzo con la hipocresía de protagonista y, poco después, la esperada traición y el sorpresivo ataque.

Si bien era lógico que se produjera, no esperaba que Giovanni hubiera pensado en desangrar al Cappadocio. Y con solo pensar en cómo podría saber aquella sangre, hizo que inconscientemente me llevara el índice a la boca y mordiera mi propio dedo en un fútil intento de controlar la ansiedad que me producía. Y es que no era únicamente la sangre de vampiros, sino que además se trataba de uno antiguo, posiblemente fuera más anciano que mi propio sire y, en consecuencia, mucho más poderoso.

¿Entonces qué ganan ellos?

La pregunta me asaltó conforme la otra cara de la moneda hizo su aparición, pillándome de lleno con esa infantil expresión, y provocando que cada cual mostrara su verdadera cara y las traiciones volaran por doquier. En cualquier caso, el permanecer atenta a la situación y no dejarme llevar por la pasión iba a servir de algo, ya que si la misma víctima no deseaba ser salvada, ¿quiénes éramos nosotros para interponermos?

- ¿Qué Tradición mandará en este caso?

Me pregunté mientras me apartaba, aún con el dedo en la boca, hasta la pared de la cueva. Claramente no pensaba pelear y si ser testigo de todo cuánto acontecía y mientras se producía la carnicería, únicamente debía preocuparme por no convertirme en un objetivo para nadie.

Claramente la primera dictamina que Japhet es quien debe mandar al ser el más antiguo, la segunda no hace sino reforzar su posición al ser este su territorio. La tercera sería una por la que quizás pudieran cogernos - ladeo la cabeza ligeramente disgustada - y aún así Hardestadt y su gente no tiene potestad para castigarnos. La cuarta sería únicamente para castigar a nuestros sires y la quinta ya lo solucionamos cuando trajimos el mensaje.

Analicé nuestra condición con cuidado, buscando un razonamiento legal que nos permitiera salir de esta según lo poco que conocíamos de este mundo.

- Mientras no matemos a nadie...

Murmuro finalmente consciente de la trampa de Hardestadt y el por qué quería que matáramos a nuestros sires. Hacerlo era el broche definitivo para librarse de nosotros o tenernos eternamente atrapados.

Albert miro aquello con horror por los conocimientos de aquel anciano que se iban a perder en su muerte, pero acaso no era lo que el anciano queria morir para ascender, todo aquello dio un poco igual  cuando la pelea comenzo y el medico decidio mantenerse a un lado, dado que ya habia visto en los otros casos como sus compañeros perdian la cordura, aquel no era el momento aun de tomar una posición  primero debia observar  asi que se intento aparte del combate y no perder de vista a su sire

Sabíamos que querían matar a Japhet y, al parecer, el mismo Japhet sabía que algo así pasaría. Aunque viendo lo que estaba haciendo Giovanni, la cosa iba más allá. Japhet parece resignado a tal fin, aceptándolo como algo que debe pasar, pero está claro que no es algo que le guste o que es contra su voluntad.

Quizás siendo un sacrificio por alguna razón yo mismo lo hubiera creído y dejado hacer, pero la sangre me hierve. No es algo que me guste; algo en mi interior me dice que no está bien y me impulsa a reaccionar. Además, esos bastardos nos han hecho lo que somos ahora, unos demonios y muertos vivientes. Inmortales, quizás, pero malditos.

Se me pasa por la cabeza buscar a Lord Mieczyslav, atacarle y desgarrarle con mis manos modificadas hace días** pero no era el momento. Ahora era Japhet quien estaba siendo atacado y ya habría el en futuro ocasión para destripar a mi "sire".

Giovanni debe ser poderoso así que debo ganar tiempo para Hardestadt y los demás. Interrumpir el contacto de Giovanni con Japhet nos daría unos momentos preciosos, así que corro y me lanzo sobre Japhet para separarlos.

Imita a su hermana de tribu, fingiendo estar asustado, mientras comienza a transmutar un poco de la sangre en su cuerpo, haciendo que sutilmente aumente su fuerza y velocidad de respuesta.

Había un poco de tension en su ser, el conflicto era inminente y no podrían escapar, no de momento.

         Ataque por la espalda hacia Amira solo hasta que la cainita entre en acción contra alguien más entre los fundadores o de los seguidores de Japhet.      Entre sus ropas tiene guardada una estaca para usarla con ella si es necesario y posible antes de intentar morderla después con toda la discreción posible

Habían ido con la autodenominada conspiración de Isaac, y se quedó junto a ellos, en un segundo plano, pues como recien llegado no le correspondía adoptar un papel protagonista en aquella historia que apenas comprendía y que de momento le daba bastante igual, el tenía una idea en la cabeza.
Conforme la discusión se comenzaba a tornar más rara y más bíblica, Antón se iba preparando para lo que parecía inevitable, pero todo lo que pasaba era anecdótico para él, lo que  el quería era algo muy diferente.
Se colocó cerca de su "creador" Wenceslas, esperando el momento en que se confiara, bajo la capa llevaba una estaca, durante esta semana había preguntado todas las formas de amenazar su existencia, le habían contestado a algunas y aunque no se fiaba demasiado de que le hubieran dicho verdad del todo, la estaca en el corazón, en las historias también parecía ser un elemento que se repetía.
En Wenceslas, su creador, posara su atención en algo que no fuera él y tuviera ventaja, saltaría encima y le haría pagar a ese puto cabrón lo de desangrarle. Quizá hasta imitara lo que le viera hacer a Giovanni para asegurarse de que ese cabrón se moría de verdad.
Miraba fijamente a Wenceslas y se le notaba nervioso(ojalá los demás no lo notaran, ojala no miraran en su dirección con todo lo que pasaba), Antón creía que él no le veía y que tenía cosas más importantes a las que atender. Bajo la capa apretó fuerte el mango de la estaca.

La pelea se había desatado, el primero en atacar fue uno de los hijos de la Conspiración de Isaac, lanzandose hacia Adana haciendole una presa, la joven sintió el dolor al no poderse mover. Usando su celeridad Bajazet clavó sus dientes en la joven dejándola caer cuando estuvo muerta

Por parte de los fundadores, Milov se lanzó hacia los que para él eran los mayores traidores de todos, vosotros, pues supuestamente erais aliados y estais con sus enemigos, se lanza a por Constanza, es evidente que son más rápidos y fuerte que vosotros, pues en cuanto llega a la joven ya tiene sus garras sacadas y la golpea con tal brutalidad que la joven, igual que la fundadora, acaba muerta. Wenceslav grita al ver morir a Constanza, yendo hacia Milov con intención de acabar con él, no era su chiquilla, no debería importarle, pero le importaba, ¡y mucho! No podía permitir que destruyesen la belleza

Sin ni siquiera girarse a mirar a Anton comentó:

-Cuidado con esa estaca chiquillo, no querrás clavartela por error, ¿verdad?

Dimitra sopesa sus posibilidades, después se lanza contra Josef, saca sus garras y con gran rapidez comienza a golpearle con ellas, aunque Josef es rápido y su piel dura, la gangrel gruñe de frustración cuando solo magulla a su oponente. Josef agarra a Dimitra ambos forcejean pero el vastago es más fuerte y somete a la gangrel, con gran rapidez clava sus dientes en la joven. Theophana intenta en vano derribar a Josef para que deje de apresar a Dimitra. Sorprendentemente la nosferatu Violetta, corre hacia Josef haciendole un placaje que lo empuja contra una ventana, con la mala suerte que un trozo de madera empala a Josef.

Amisa parece que va a atacar a los fundadores, pero en ese momento se gira mirando a la duquesa María Borgia

-¡Sucia traidora! ¿Creías que no vigilaría a mis chiquillos? ¡Debía haberte matado en la posada cuando te escuché! Pero Claudius Giovanni quería que desvelara tu infamia aquí delante de todos, como era una sucia traidora que va hacia el ganador. ¡Pues bien! ¡Aquí está esta hija maldita de los setitas! ¡Ella ha traicionado a los Fundadores pues iba a esperar a ver quien era el bando ganador! ¡Ha traicionado a los que le acogieron porque sus buenas palabras eran mentiras, venenosas como las de una serpiente! ¡Ha traicionado a Cappadocius pues su ineptitud conseguirá que muera! ¡Y me ha traicionado a mi, su Sire, la que la creó, pues su lengua viperina será cortada por mi! -mientras hablaba Amisa iba transformándose en serpiente mientras sus colmillos se volvían huecos y venenosos. Con su largo cuerpo de serpiente apresa a la joven setita

Gabrin fue hacia donde estaba la Dama Fanchón y ambos se debatieron en un forcejero, pero la dama Fachon aprovechó la fuerza de su adversario para usarlo a su favor, finalmente fue la tremere la que sometió a su atacante

Hardestadt y Jadviga se lanzan el uno contra el otro con un odio mayor del que se tienen los demás, es evidente que hay algo personal entre ellos. El fundador saca sus garras y salta sobre Jadviga, pero la conspiradora salta a un lado con una sonrisa, Jadviga salta sobre Hardestadt y lo inmoviliza. Casmir aprovechando que Hardestadt está inmovilizado lo muerde.

Leopold se lanzó contra Rafael consiguiendo dejarlo lesionado mientras forcejeaba con él

Mieczyslav salta con sus garras fuera hacia Camilla, ésta se rie con histeria mientras esquiva el ataque. La malkavian saca sus garras y comienza a hacerle cortes al tzimisce mientras no deja de reir.

Nicolae hace un placaje a Japhet que lo aleja de Giovanni, Japhet aleja a Nicolae

-No será así -dice yendo hacia donde está Giovanni dispuesto a que siga con la Diablere

Albert y Anna a pesar de llevarse tan mal tuvieron la misma idea, mantenerse al margen de la pelea, se quedaron en un rincón observando como se desarrollaban los acontecimientos.

Piero corre para intentar matar a Giovanni con un cuchillo en mano, resbala por la sangre y cae al suelo de bruces.

Bilyana se escabulle y golpea a Giovanni hiriendolo con sus garras, pero recibe una patada de éste mandandola lejos, pero Bilyana apenas sintió el daño. Enzo consigue pegarle un puñetazo a Giovanni manchándole la ropa de sangre, la sangre cae al suelo y mancha a la blanca paloma que yace en el suelo muerta.

En el exterior los cielos parecen abrirse y la lluvia comienza a caer

-¡No! ¡Vuelve! -grita horrorizado Giovanni al ver la paloma muerta y ensangrentada

Los conspiradores se funden con las sombras y comienzan a huir, Hardestadt una vez es liberado, parece olvidarse de todos, pues el más importante, su lider sigue alli, Giovanni sigue mirando la paloma.

-¡Diablerie! ¡La más vil diablerie! ¡Claudius Giovanni, debería destriparte aquí mismo! -arde en furia Hardestadt.

Muchos de los fundadores opinan que debería hacerlo pues han perdido a dos de los suyos por culpa de esa conspiración

-No, es nuestro prisionero, deseo interrogarlo antes, está bajo mi protección

            - Me hablas de traición mi sire?    Tu que como los otros no dudo usarnos de carne de cañón para salir con la cola entre las piernas para escapar de los fundadores mientras nos mandaban ... nos obligaban a hacerles frente cuando apenas nos acababan de dar el abrazo!      Hipocresía total que nos divide como cainitas!    Perdona sire como ha dicho Geovanni, también he pecado!     Pero a usted no le preocupan como a mí los Capadocius ni los fundadores en lo más mínimo, solo trata de confundirles y dividirles en su indiferencia o mezquinos intereses, así como a mis queridos hermanos de abrazo! -     Responde la duquesa María Borgia tan pronto le sea posible zafarse del ataque de la poderosa Cainita que le abrazo como a la mayoría sin su voluntad, mirando de reojo como su hermano Basilio y algunos otros podrían también participar para sobrevivir ese delicado y peligroso momento para ella y la mayoría de los cainitas presentes, no rindiéndose ante sus Sires como habían acordado con los fundadores cuando les liberaron de su encierro, ya que la novata cainita solo había intentado atacar a su sire hasta que ella se enfrentara contra alguien

Aquella forma en que Wenceslao le dijo aquello hizo que dejara guardada la estaca y sacara la espada.
- Claro Sire. - Diría Antón como si rectificara su actitud.
Anton fue tras Wenceslao sin decir nada, ni hacer ningúna referencia adicional a la estaca, presto a que cuando él estuviera distraído en combate con quien había dado muerte a Constanza. Ese era el momento para actuar y no lo iba a desaprovechar, pero esperaría a que estuviera en combate cerrado con quien era el objeto de su ira.
Cuando llegó el momento, Antón lanzaría dos estocadas rápidas y un a fondo contra su espalda.

Pero por desgracia el momento no llegó, cuando creía que el momento llegaba todos todos se fueron menos Giovanni, ni siquiera había podido manchar su hoja con la sangre de aquel bastardo, aquello fue decepcionante, como un rayo se marcho entre las sombras y solo quedaron los fundadores Giovanni y aquella paloma en el suelo.
Antón se giró para contemplar aquel espectáculo que no acababa de entender del todo.
- ¿Qué demonios ha pasado? - Preguntaría frustrado al ver aquel lance interrumpido.