Partida Rol por web

Pasaron el resto del día con los preparativos, se cercioraron bien de que no faltara nada y hasta empacaron cosas de sobra; Vastin los ayudó a hacer el trámite para el viaje y a la mañana siguiente partieron desde el astillero al sur de Épinne en una fragata de lo más pintona, bajo la bandera de Dustrun, pero que en ningún momento indagaron por sus identidades ni los persigieron, aunque por las dudas hubo que mantener un perfil bajo.

Pasaron una semana de crucero, al principio costó adaptarse a los movimientos del barco, se sentía raro que se les moviera el piso, incluso a Vastin, que les contó que era la primera vez que viajaba por mar.
—Allá se ve.
Bastante alegre, el niño se acerca al pasamanos de la proa, señalando la tierra que se ve al horizonte. Desde la distancia se distingue que es una isla relativamente pequeña.
—Llegaremos al anochecer —afirma el capitán—. Recuerden bien el itinerario.
A continuación les explica la ubicación del hotel donde se quedarán, pasarán allí una semana y luego la misma fragata volverá a buscarlos. Con ustedes viajaron alrededor de una docena de turistas, todos de mediana edad para arriba, dejándolos a ustedes como los únicos jóvenes.

Desembarcan durante la puesta del sol y ya hay allí varios carruajes esperándolos para llevarlos al hotel, que se trata de un establecimiento bien pituco y elegante, varios sirvientes les llevan el equipaje a sus cuartos y descubren que en el salón ya los esperaban con la cena servida.
—Vaya, no me esperaba tanto lujo.

La comida es de origen tropical, con abundantes frutas y mariscos, algunos platos exóticos que jamás han visto y otros más conocidos que también se ven en Japón, especialmente las elaboraciones de pescado.

—¡Sírvanse!
Una adorable recepcionista les entrega a cada uno las llaves, correspondientes a las habitaciones 302 y 303, con dos camas separadas cada una.

No me convencía nada el hecho de viajar en un navío bajo la bandera de Dustrun e incluso hice ver a mis compañeros mis reservas al respecto, pero tampoco iba a arruinar el viaje que ganó Kokoro. Por fortuna no nos identificaron y pudimos viajar despreocupados (dentro de lo que me iba a permitir Kei el relajarme).

El viaje transcurrió sin más incidentes que los mareos iniciales que tuvimos, ya que casi nunca habíamos estado en un barco. Pero es de agradecer que solo fuese eso.

Al llegar a nuestro destino lo primero en lo que me fijé fue en las bailarinas que nos recibieron vestidas como hawaianas con sus faldas de hojas, el top y el collar de flores. Ya flipé con el lujo del hotel, al nivel de los de cinco estrellas. Cuando nos entregan las llaves me giro hacia mis compañeros.

—Vale, solo son dos habitaciones. Lo suyo sería que Vastin compartiera habitación con Koko. ¿Alguna pega al respecto? Ah, sí, también habría que buscar a un guía turístico que nos recomiende lugares que visitar— acto seguido me giro hacia Kei —Por lo que más quieras, Kei, compórtate y no hagas nada raro.

Enfatizo mucho esas últimas palabras. Aún no se me ha olvidado la vergüenza que pasé por lo del pedrolo. ¿En qué pensaba este cabezahueca asustando a todo el pueblo?

— Supongo que durante el viaje, será mejor si usamos identidades alternativas ¿No os parece? Por disimular. Yo me puedo llamar... AnyKiller. Si, suena bien. Y tu, Soji, puedes llamarte Souhiro.

— No, mejor que no. Esos nombres son muy tontorrones. Mejor no usarlos. Mejor pasar desapercibidos — Y dicho esto, voy cargando con TOOOOODO el equipaje, aunque pueda pesar algunos cuantos quintales.

Respecto a las habitaciones, casi estaba por sugerir que pusieramos todas las camas en una sola habitación. Aunque es mejor no ir liandola. Que nos conocemos.

Aunque cuando nos reciben las wahinis, bailando y tal, cada célula de mi cuerpo me pide que las acompañe y que diga

— ¡ALOHA!

El lugar es impresionante. Aunque el marisco me da asco ¡ASCOOOO! — Demonios amigo mio de pelo rubio ¿Como pueden gustarle a la gente tanto los insectos marinos? ¡QUE ASCOOOO!

Antes de embarcar, le di a Sojiro su escudo reparado y con decoración extra: ¡orejitas de gato! —Con lo que le he hecho ahora es resistente al frío, al veneno y al calor— esbocé una amplia sonrisa bien orgullosa de lo que había conseguido, aunque eso hubiese desembocado en pasarme alrededor de 14 horas durmiendo del tirón y a pata suelta.

El viaje se hizo algo más largo de lo que me habría gustado. Entre el mareo de andar sobre una superficie que se movía y no ver más que agua... uf, solo esperaba no tardar demasiado.

Finalmente Vastin divisó la isla donde se encontraba nuestro hotel. —Oh, esto me recuerda al libro de Los diez negritos— solo esperaba que no estallase una tormenta que nos impidiera volver a casa... o me preocuparía mucho.

Tal y como había informado el capitán del barco, llegamos una vez anocheció.

Estaba como una cría entusiasmada, ¡al fin disfrutaría como es debido de la playa! Pero para eso, tendríamos que esperar al día siguiente.

El hotel se veía bien elegante y provisto de todo lo que pudiésemos necesitar. Al entregarnos las llaves, Sojiro decidió cómo nos repartiríamos. Asentí con la cabeza. —Lo veo bien— Vastin no era un adolescente cabezahueca controlado por hormonas, por lo que estaría bien.

—No creo que haga falta adoptar otros nombres...— dudaba de que el viejo verde del rey realmente supiera cómo nos llamábamos o siquiera lo recordara.

Ignorando la mueca de asco de Kei ante los animales marinos, me remangué y me preparé para ponerme las botas.

Cada uno come a gusto y con las barrigas llenas se van a las habitaciones a descansar del viaje y prepararse para la mañana siguiente, que estará llena de actividades a las cuales podrán unirse, o bien disfrutar libremente haciendo lo que les plazca.

Vastin y Kokoro se quedan en la 302, mientras que los otros dos chicos continúan hasta la 303 al fondo del pasillo. Un rápido vistazo les permite apreciar los acogedores cuartos, camas bien mulliditas y una salita de estar de diez metros cuadrados en cada una, con sofás y mesita de té. Hay estanterías cargadas de hielo mágico con varias botellas de agua fresca.

Frunzo el ceño ante la enésima sugerencia rara de Kei.

—No es necesario ponernos nombres clave, no somos espías ni ladrones fantasma ni nada al estilo. Y por favor, cuando vayáis a ponerme uno, que sea "Skull", ¿vale? Y qué quieres que te diga, yo me apuntaría encantado a una mariscada. ¿Tú qué dices, Koko?

Lo del nombre en clave, Skull... le pega, no se por qué, pero realmente le pega una barbaridad.

— B... buen... bueno.... — digo poniendome primero verde ante la idea de la mariscada, luego azul, despues rojo, y pasando por el resto de los colores habidos y por haber

"¡Estos dos son capaces de echarle marisco a las pizzas!" pienso

Tras eso me tiro a la habitación, y me quedo fascinado, mirando el generador de Hielo Mágico

— Mira Soj... mira Skull mira ¡Sin electricidad! ¿Como funcionará esto? — digo como un crio ensimismado

—Es hielo mágico —responde Vastin—. Mantiene fresca la comida y el agua.

Después de abrir las puertas cada uno se mete en su respectivo cuarto.

El equipaje se lo dejaron a los pies de las camas, mientras que las estanterías y armarios están vacíos, salvo por un par de mantas calentitas por si llegan a ser necesarias.

Desde la ventana pueden ver el mar y la playa, están en un tercer piso.

Cuando entran al cuarto, Vastin empieza a desempacar y acomodar sus cosas en las estanterías y el armario.

Desde la ventana pueden ver el mar y la playa, están en un tercer piso.

Mientras investigabas los armarios, al abrir la puerta corrediza del segundo, descubres fugazmente un par de ojitos turquesa que te miran fijamente.
Abres de nuevo para cerciorarte y descubres a Delfine allí dentro. Cierras la puerta una vez más, pensando que debe tratarse de una ilusión o que estás cansado del viaje, pero cuando abres nuevamente, esta vez bien despacio, ella sigue allí y no te quita los ojos de encima.

Antes de que puedas preguntar, ella te señala una maleta vacía grandota que está abierta.

— Tio... ¡TIOOOOO! ¡Estamos en un barco! ¡UN YATE! ¡Un CRUCERO!

Y me permito un momentito para encender el mobil, aun usando los valiosos minutos de batería que nos quedan, y poner una canción de la memoria:

I'm on a boat. De Lonely Island

Si me preguntan, eramos nosotros cantando y haciendo música.

Así que, cambiandome a una ropa mas funcional, sugiero ir a buscar la piscina ¡Si tienen hielo mágico, imprentas mágicas y tantisimas cosas así, deben de tener Jakuzzis mágicos!

Me tiré en la cama de plancha en cuanto pude. ¡Tan blandita! —¡Ah! ¡Qué bien!— rulé de un lado a otro con entusiasmo. ¡Al día siguiente iríamos a disfrutar de la playa!

—¿Cómo llevas tus estudios?— me levanté y comencé a saltar en la cama después de quitarme las botas. Vastin parecía un chico aplicado, además de que su rama familiar era una buena referencia. —¿Siguen molestándote? Yo que tú aprendería un hechizo para quemarles el culo.

Una vez dejo las cosas en la habitación, mientras escucho a Kei cojo un cubito de ese hielo mágico, me acerco sigilosamente y se lo meto por el cuello de la camiseta.

—¡Esto por el estrés que me causas!— le exclamo con una sonrisa cabrona.

—Tú ve a la piscina, que yo voy a cotillear el armario primero. Luego me uniré, tronco.

Dicho esto voy a cotillear al armario.

Abro el primer armario y cotilleo su interior. Nada llamativo en su interior.

Abro el segundo armario, veo esos destellos turquesa, cierro la puerta, me quedo un rato pensativo y vuelvo a abrirlo. ¿Qué cojones hace aquí Delfine? Yo la miro, ella me mira, señala con la vista una maleta vacía, la miro, me giro hacia ella y pongo cara de espanto.

—¿Pero qué cojones haces aquí, Delfine?

—Hablé en serio cuando dije que te tendría vigilado —te responde la pequeña con su suave vocecita neutra.

Kei no parece haberla oído, entre sus gritos y que está distraído pensando en jacuzzis.

Con ese comentario, Vastin suelta una risilla incómoda.
—Ya sé hacer eso —te responde, todavía sonriente—. Pero ¿para qué? No son chicos malos, sólo se asustan cuando alguien es diferente, como se asustan les molesta, no quieren demostrarlo, no lo comprenden y es el mecanismo de defensa que tienen. Al poco rato se arrepienten y me piden disculpas porque si no no hay quien los ayude con la tarea.

Ves que de su equipaje ha sacado mudas de ropa y algunos juguetes de playa, pero cero libros.
—No, nada de estudio, he venido aquí a descansar —te responde antes de que hagas la observación.
Y se despereza.

—Muy bien, ¿necesitas que te ayude a ordenar tus cosas? —te pregunta mientras te sigue con la mirada cada saltito que das—. Es curioso, por un lado pareces llena de energía, pero por el otro ni siquiera has abierto una maleta.

— ¡Okay! ¡Pues te veo allí! — digo con emoción, esperando ver que me encuentro en ese lugar al que siempre he soñado poder ir ¡Y nunca me he acercado!

— Y avisa a los dos maguetes, para que vayan viniendo tambien —  digo con algo de cara gamberra. No en balde, me gustaría saber si Kokoro reaccionaría al agua igual que mi gatito, Menchi.

Frunzo el ceño tras escuchar a Delfine.

—¿Es en serio? Si me has estado vigilando bien sabrías de sobra que deberías prestar más atención a Kei. A no ser...— esbozo una sonrisilla —Claro, eso lo explica todo. Si al final eres una buena hermana y todo.

Pienso tomarle un poco el pelo.

El vestíbulo ahora mismo está bien vacío, salvo por la recepcionista detrás del mostrador y un señor de pie junto a las escaleras que sostiene una bandeja con copitas de licor.

—¿Se le ofrece algo? —Pregunta él, al verte bajar y quedarte medio como sin un rumbo aparente—. Si necesita información puede dirigirse a recepción, le entregarán un mapa de Puerto Paradis. ¿Ya ha cenado?

Desde una de las ventanas ves la piscina al aire libre, pero no hay gente allí, es de noche ya y está refrescando como para estar disfrutándola.