Partida Rol por web

—Y me repito... esta es la tierra prometida! — digo entrando en la ciudad — Un sitio donde no nos quieren masacrar por decir que el rey es un viejo verde, ni por apalizar a un ogro, ni por liberar a unos esclavos.

Todo esto lo voy exclamando en voz alta

— Un sitio donde somos amigos de la chica más popular, Airi la elfa cazadora. Un sitio donde tenemos contactos interesantes, y donde podemos pedir una comida de verdad. Porque... Soji, no se tu, pero se supone que vinimos aquí buscando un restaurante ¿No? 
> Que sepas que no le vuelvo a dejar elegir sitio para comer a Kokoro en lo que me queda de vida. Que nos manda a sitios muy extraños.

Por dentro estoy pensando como la proxima vez que la dejemos elegir, lo mismo acabamos en Jumanji, buscando una hamburguesa.

—¡Chst! Tío, no digas ese color en voz alta que nos buscaremos más líos...—le digo alarmado y mirando a nuestro alrededor por si vienen guardias a detenernos.

Asiento ante lo que dice Kei.

—Es verdad, y aún no nos han enseñado su menú— bromeo —La próxima vez elijo yo, que he oído hablar de un sitio donde sirven un ramen riquísimo. Ay... creo que echaré de menos el ramen, y el arroz con curry, y el sushi...

Suspiro medio deprimido de pensar las cosas que no podremos comer mientras estemos aquí.

Me encojo un poquito

— Uuups... es verdad. Con todo ¿Por que no fuimos al café LeBlanc? Me encantaba su arroz con curry...
> Y  su udon con curry. Y el sushi con curry... ¡Hasta el curry con curry que hacia estaba de lujo! Dicen que sus secetas las creó una genio científica, y que por eso son inmejorables.

Mientras voy por los caminos de la ciudad, no puedo evitar que se me haga la boca agua. Aunque en verdad, se me apetece más El Postre de los Cielos.

— ¿Nos llevas a ver a tu padre, Ainri? Veeeengaaaaa.

Airi se había puesto un poco colorada cuando estaban hablando sobre sus manos, intentando cambiar el tema enseguida con un "oh vamos, no es para tanto" y ya cuando pasan al de la comida, como no entiende ni medio pepino de lo que están diciendo, no interviene, mas los observa y escucha con curiosidad.

Entre una charla y la otra ya entraron por el portón y no tardaron en llegar a la plaza principal. Al ser una ciudad más pequeñita que Dustrun, en Épinne es todo más sencillo y humilde, las murallas no son muy altas ni tan imponentes, tampoco hay edificios que se levanten más de dos o tres pisos, como mucho, y desde la terraza de cualquiera de ellos se podría ver todo el pueblo desde arriba.

La plaza tiene forma de polígono regular del que cada uno de sus lados sale una calle diferente, a su vez desde cada una de ellas se dividen más y así más o menos obtiene su forma el plano, que no es un damero ni nada muy "regular", sino que parecería algo caótico y aleatorio, alguien que no conozca el lugar podría perderse fácilmente.

Airi se para junto a la fuente con los rbazos bien abiertos.
—¡Bienvenidos a Épinne! —exclama feliz, para luego señalar un edificio que se encuentra a vuestra izquierda, luego otro detrás, y otro y otro—. Ese es el templo, allí vive papá con sus aprendices, luego está el edificio del gremio, que hace de posada para los viajeros cansados, también tenemos el mercado y la biblioteca y el boticario.
Se la ve muy entusiasmada por hacer de guía, hasta que el comentario de Kei la devuelve a tierra.
—Ah, cierto, ¡hay que ver a papá! ¡Vamos, rápido! —los agarra de los brazos y empieza a tirar de ustedes para que la sigan.

Conforme Airi empieza a tirar de mi, acelero el paso

— Vamos, Señor Punyuru. Aguante un poquito más. — murmuro preocupado. Con gran anticipación por el problema que tenemos entre manos. — y tu también, Koko-Chan

Épinne parece un lugar agradable donde vivir. No es muy grande pero parece tener todo lo que podríamos necesitar. Por lo pronto me llama la atención la librería, pues aún hay mucho que no sabemos de este mundo.

Airi parece muy entusiasmada enseñándonos la ciudad, y tira de nosotros para ir a ver a su padre.

—Sí, vamos a verle cuanto antes. Me preocupa Punyuru.

El templo es un edificio modesto hecho en piedra y con varios adornos en forma de estatuas y relieves que representarán a saber qué santos. Tiene algunos vitrales como los de la catedral, en especial destaca el circular justo encima de la puerta, que está hecho de forma que representa un sol.

—Les dije que no, que es peligroso, ¡pongan un encargo! —Oyen una voz masculina suave venir desde el interior.
—Pero, tío Zellos, por favor... ¡Ya ha pasado casi un día! —Ahora quien habla es una mujer o un niño, difícil de discernir.
—Si hubieran puesto un encargo cuando les dije, esto no estaría ocurriendo ahora —responde de nuevo el hombre.

—¡Papi! —Con un prolongado grito de alegría, Airi corre a abrazar al clérigo que ven allí discutiendo con dos niños rubios.

—Ah, es Airi.

—¡Airi!

Rondarán los ocho a diez años, ambos de piel clara, cabello y ojos claros, con las orejas levemente en punta, detalle que apenas se nota si no miran bien.
El clérigo que está con ellos y el niño abrazan con fuerza a Airi, que ahora está lagrimeando, mientras que la niña apenas reacciona y los mira impasible.
—Benditos sean los Tres, Airi, santo cielo, ¿alguien te pudo encontrar? —El clérigo es un elfo alto, rubio también, con un aspecto que les responde a la duda de si los hombres de esa raza también eran bellos, la respuesta es afirmativa, bastante más de lo que esperaban. Tiene un aire solemne y calmado, como si emanara un aura que hace apacible todo a su alrededor, si bien ahora se lo veía muy preocupado hasta que vio a Airi.
Y la elfita infla los mofletes, frunciendo el ceño.
—Papá, ¿no confías en que pudiera venir sola? —Pero luego agacha la cabeza—. Aunque sí, me trajeron ellos, me ayudaron mucho estos dos señores.
Los presenta a ustedes como señor Kei y señor Sojiro.
—Con ellos también está Kokoro, aunque debe haberse golpeado muy fuerte, lleva todo el rato sin despertar.

—Deja que la mire, puede que sea algo grave... ¿hm? —Al acercarse ve al nekomata en brazos de Kei—. ¿Y esto?

Veo la alegre reunión en silencio hasta que Airi nos presenta.

—Soy Sojiro, clérigo novato. Mucho gusto señor. Y él es mi amigo Kei, un guerrero también novato— cuando pregunta por Punyuru me acerco —Es un nekomata que nos ayudó a escapar de ese campamento de bandidos, pero se encuentra muy mal desde que lanzó un conjuro. Intenté sanarle las heridas pero no fue suficiente. ¿Podría ayudarle, por favor? Parecerá un mafioso pero es un tío legal... eh, quiero decir, un gato legal. No se preocupe por Koko, ella es de dormir mucho pero le agradecería mucho si también la examinara, por favor.

El lugar es un sitio que remana PAZ.

Tras oir la presentación de los compañeros, me acerco con respeto religioso al altar, y hago una reverencia

— Señor Zellos, Ozax nos envia a usted con esta carta. Pero por favor, le ruego, como bien ha dicho mi compañero ¿Puede ayudar a nuestro amigo? Le debemos la vida y la libertad, y es quien nos ayudó a nosotros y a su hija contra los problemas del bosque

—¿Qué hace un nekomata por estas tierras? Madre mía, jamás pensé que vería uno. —El clérigo pregunta asombrado, pero rápidamente recobra la serenidad y se presenta—. Perdonen mi rudeza. Sí, mi nombre es Zellos, lamento no haberme presentado antes, pero estaba preocupado por Airi.
—Soy el clérigo párroco y sirvo a Uvborh, maestro del cosmos.

Levanta las cejas con la mención de Ozax y nada más recibe la carta en sus manos la abre y lee detenidamente, su gesto se vuelve más y más serio y cuando llega al final los mira pasmado a los tres.
—Parece que nuestras plegarias han dado frutos, si no tuviera fe diría que no lo puedo creer, pero... —Zellos ríe por lo bajo—. Oh bueno, son una muy buena noticia ustedes tres.
—¿Son amigos de tío Ozax?
El niño de gafas permanece en silencio escondido detrás de Zellos y aferrándose con timidez a su túnica, mientras que la muchacha que está con él le dedica una mirada suspicaz a Sojiro, que inmediatamente aparta cuando el contacto visual es mutuo.
—Digamos que sí, Airi.
Zellos recoge en sus brazos a Kokoro y a la vez sobre el regazo de la joven ponen a Punyuru.
—Pueden quedarse tranquilos, jóvenes héroes, ellos quedarán en buenas manos y se recuperarán antes de que se den cuenta.

Y a Airi le suena la barriga.

—Han tenido un día duro, imagino. Vayan al gremio para que Selina les prepare algo, díganle que lo ponga a mi cuenta.

Suspiro aliviado al escuchar a Zellos.

—Menos mal. Los dejamos a su cuidado, señor— digo siendo inusualmente formal. Pero no es para menos si va a atender a Kokoro y al nekomata chungo.

Luego vuelvo a mirar a la chica que me estuvo mirando antes. Sospecho que la vi antes. ¿Quizás en la catedral cuando conocí a Orphea? Cuando voy a preguntarle suena la barriga de Airi, y justo después protesta el mío de forma muy sonora.

—Lo agradecería, ahora mismo me comería un elefante con trompa y todo.

—¿Qué es un elefante? ¿es rico?

Salen del templo con Airi acompañándolos y llevándolos al gremio, seguidos de cerca por los muchachitos que estaban con Zellos.
—Ellos son Delfine y Vastin, mis compañeros de grupo. Habíamos salido a completar un encargo y... pues...
—Tu imprudencia nos hizo fracasar, elfa tonta —espeta Delfine sin un ápice de tacto. Aparenta unos diez años, de metro cuarenta, aproximadamente, con un vestidito que les recuerda a la moda de lolita gótica, cargado de volados y florituras, con una falda amplia y medias y guantes largos. Lleva puesto un lacito en la cabeza que le sujeta el flequillo, dejando a relucir su bonita frente blanca. Tiene un libro parecido al de Kokoro sujeto a su cintura por una cadena.
Airi agacha la cabeza, soltando un gemidito como si fuera un cachorro al que regañaron.
—¡No seas mala con ella, estábamos todos nerviosos, tú también. —El niño es aún más bajito que Delfine, trae un conjunto que parece un uniforme escolar antiguo, con pantalones cortos y una toga. Sus ojitos azules aparecen aumentados en tamaño detrás de sus gruesos anteojos redondos.
Delfine no le responde y permanece en silencio el resto del trayecto.

El edificio del gremio es una casa de tamaño considerable con tres pisos de altura, pero más allá de eso no destaca tanto entre las demás construcciones, salvo por el letrero en la puerta de "Gremio de Aventureros Sol Plateado" bien sobrio, pero fácil de notar en la distancia. Delante tiene un amplio porche con mesas con sombrillas y ven allí algunos viejos sentados bebiendo. Dentro hay luces encendidas y se puede oír un barullo constante, debe ser un lugar animado.

—Llegamos llegam... —los vítores de Airi son interrumpidos por otro gruñido en su panza—. Perdón.

Y al entrar los invade un olor a comida que les multiplica por veinte el hambre, además de música alegre y jolgorio. El lugar es tal cual se lo esperaban, como si hubiera sido sacado directamente de un videojuego, sólo que ahora se ve tan real.
Y no sólo el establecimiento es real, sino que también lo son las meseras, vestidas con los uniformes apropiados para el trabajo, van de mesa en mesa sirviendo a los clientes.
—¡Señorita! ¡Otra ronda para esta mesa, por favor!
Las tienen de un lado a otro sin parar y probablemente no se hayan percatado de que entraron.

Con un vistazo rápido por las mesas descubren que la gran mayoría son viejos, algunos de edad mediana, granjeros, comerciantes y obreros. Hay muy pocos que aparenten la edad de ustedes, uno es un pelirrojo que está sentado solo mientras una de las camareras lo atiende, por su expresión parece hastiada. El otro es ya un poquito mayor, tiene una armadura pesada de acero blanco que no se ha quitado para comer y está sentado disfrutando de su cena con un hombre fornido de proporciones muy... gruesas, con una poblada barba blanca, nariz enorme y sus cortos pies casi no llegan a tocar el suelo desde la silla donde está sentado.

—¡Allí! —Airi señala una mesa más o menos vacía, pero con lugar para los cinco. Una vez sentados, no tarda en aparecer una elfa con uniforme a tomarles el pedido.
—¡Airi! ¿Estás bien? No te pasó nada grave, ¿no? —la joven parece de la misma edad que Airi, delgada y menudita al igual que ella, la mira preocupada abrazando una bandeja vacía.
—¡Claro que no, Marion! —le responde Airi con total felicidad—. ¡Estos dos señores me ayudaron a regresar! Por eso hoy comemos gratis.
—Oh vaya, ¡Zellos debería castigarte en vez de consentirte tanto! —Parecería un regaño, pero lo dice riendo y restándole importancia—. Muy bien entonces, ¿qué van a pedir?
Marion se queda mirándolos a ustedes dos, esperando sonriente.

Ignorando la conversación, Delfine había sacado un libro de bolsillo y se había puesto a leer.

Y Vastin los mira a ustedes con admiración, sobre todo la espada imponente que trae Kei.

Bueno, parece que hemos encontrado el mejor tesoro que podría hallarse en cualquiera los reinos.

Amigos.
El mejor tesoro

— Pueees... mire, señora Marion. Vengo con un hambre atroz. Desde el desayuno de ayer no he comido nada en absoluto por los problemas con los bandidos, asi que... ¿Cual es el plato del dia? — pregunto bastante jovial. Aun así, es mejor no liarla mucho. No sea que pida pollo asado, y aqui signifique algo malo ¡Al fin y al cabo, Kokoro fue a la carcel por mencionar el color verde! — Sea lo que sea, pongame una racion doble, que estoy mirando mi taburete con ansias de deglutirlo.

Y me fijo en como el bueno de Vastin está mirando mi espada

— Es chula ¿Eh, Vastin? Está conmigo desde que vine al mundo. La llamé "Yoshitsune", por un general famoso de mi reino. Aunque Soji-san insiste en ponerle un nombre más inapropiado. Grrrr...
> En fin... No se si os lo dicen muy a menudo, pero ¿No sois muy jovenes para pertenecer a un gremio? De donde venimos, es raro que nadie tenga un trabajo aun muy menor antes de los 14, y de hecho es muy raro que alguien no tenga ningun trabajo sin terminar los estudios secundarios, a los 18.

Entonces me fijo en el increible poder de los chicos

— Pero vosotros pareceis una usuaria de la magia y un sacerdote ¡y aun no habeis terminado de crecer siquiera!

—Bueno, un elefante es un animal enorme de un lugar bastante distante... y no, en realidad no se comen. Lo dije a modo de exageración, como si dijeras "¡me comería la casa entera!"— explico a Airi —Es una expresión de nuestra ciudad.

Cuando la chica nos pregunta que vamos a comer espero a que hable Kei y luego hago yo lo propio.

—Ponme lo mismo que a Kei. Como ha dicho mi amigo tenemos mucha hambre y casi que nos comeríamos cualquier cosa... incluso la mesa— bromeo —Es una expresión de donde soy, no me la voy a comer de verdad.

Me giro como un resorte hacia Kei cuando habla de su espada.

—Tío, no sé aún por qué la has llamado "Shit". Es un nombre de mierda para una espada tan molona— Ya sé por qué le puso el nombre, pero me encanta molestarle con eso. Acto seguido enseño mi martillo de guerra —No como el caso de mi martillo, al que la hemos llamado Mojon-lir. ¿A que mola?

Tras eso guardo silencio para escuchar a los chicos. También estoy interesado en sus habilidades. Espero que pronto sirvan la cena, o acabaré mordiendo a Kei. A este paso acabará convirtiéndose en nuestra comida de emergencia enlatada.

—Em, señora es un poco... —Marion baja la vista al piso, avergonzada.
—¡Te ha dicho señora! —exclama Airi riendo.
—¡No te burles, Airi! ¡Tenemos la misma edad, eso te hace vieja a ti también!
Los rugidos de múltiples barrigas cortan la discusión y enseguida Marion se pone a apuntar los pedidos.
—Es verdad, nunca los he visto por aquí, no deben saber lo que ofrecemos —dice ella, entregándoles una carta—. Aquí pueden elegir, pero si están con mucha hambre, que veo que es el caso, les traeré el jabalí confitado, tiene una salsa agridulce de ciruelas y patatas asadas. Si no se llenan con eso, pues no sé qué lo hará.
Marion acaba la frase con una risita y continúa con los niños.
—Salteado de verduras.
Vastin estaba distraído con el arma de Kei y escuchando su relato, demoró en darse cuenta de que todos lo miraban esperando a que hiciera su solicitud. Se pone nervioso y se cohíbe, por lo que Delfine pide para él un omelet de queso y espárragos a la plancha.
—Ese es un nombre nekojin, señor Kei —se anima finalmente a hablar el pequeño—. ¿Son ustedes de las tierras del este? Pero no tienen orejas ni cola.

...

—Pues sí, sí lo somos, somos los miembros más jóvenes del gremio —responde Airi—. ¡Pero tienes que ver lo que somos capaces de hacer!
Marion se marcha con un trotecito y se pierde por una puerta doble que probablemetne sea la cocina, de allí viene un aroma exquisito.

—Aún me falta mucho para ser sacerdote, señor Kei —tartamudea Vastin—. Y aún no estoy seguro de si lo seré, me gusta más la magia arcana, pero mis hermanas son mucho mejores que yo en todo y cada una quiere que haga algo diferente... al final no sé decidirme.
Delfine dedica una mirada furtiva con los ojos entornados a Kei mientras explica lo de las edades, cuando encuentra un momento para intervenir, cierra su libro y ahora establece un contacto visual más directo y penetrante con él, sus inexpresivos ojos celestes dan un poco de miedito. Empieza a indagarlos en un tono monótono:
—Tienen nombres de nekojin pero no lo son, además dicen que allá no se trabaja antes de los catorce, pero los de esa raza a los diez ya tienen oficios en sus tierras de origen y hasta se vuelven aventureros y se independizan. ¿De dónde vienen realmente?

—He... hermana Delfine, quizás no quieran decirlo...
Airi no se entera de nada y va pasando la mirada entre los interlocutores con una cara que denota confusión completa.

Le hago un gesto a Delfine para que se me acerque, pues no quiero hablar en voz demasiado alta

— No somos de por aqui en absoluto — le susurro — Si quieres saber de donde venimos, sólo mira la muñeca de Ainri. Fijate lo que le se acaba de ganar. Y se discreta mirando.
Con un ademán de cabeza, señalo al humilde Reloj Casio.

Así que la Tierra del Sol Naciente es ahora el Inmortal Imperio Nekojin. Interesante.
Recuerdo que me dijeron una vez que en Egipto, a los gatitos se les adoraba como dioses (Y que desde esa época, aun no lo han olvidado) Así que lo mismo, el Inmortal Imperio Nekojin puede tener rasgos japo, o rasgos egipcios.
¡Que intrigante!

Aunque nuestros sombres son Nekojin ¿Habrá un Neko-Kei? Y lo que más me pregocupa ¿Habrán ido el NekoKei, la Nekokoro y el NekoSoji a Europa, a salvar nuestro mundo?

—Jabalí confitado, eso suena delicioso— digo con la babilla cayéndome por la comisura de solo imaginármelo con su salsa y recordando lo bueno que estaba ese jamón que cocinamos anoche.

Dejo que Kei se ocupe de responder, aunque por un momento me inquieta que diga de más. También escucho las elucubraciones que hacen sobre nuestro origen.

—No, no somos nekojin pero nuestra compañera sí lo es— digo con intención de confundirlos más todavía.

Pero ahora mi principal preocupación es cuándo estará lista la comida.

— Quiero saber una cosa, si con diez años ya podeis dedicaros a algun oficio, que os independizais y todo ¿Con que edad sois mayores de edad aqui?

Trago saliva. En verdad es algo importante. MUY importante para mi

Alcanzan a notar apenas una expresión de asombro en los ojos de Delfine cuando mira el reloj, para luego dedicarles una mirada aún más inquisitiva. Sin embargo ya no dice más nada.

—Sí, vinieron con una nekojin que está lastimada, ¡pero no es su esclava, es su amiga!
—Es cierto, la vimos también, pero ahora ya está con tío Zellos y no hay de qué preocuparse.
Delfine sigue mirando fijamente a Sojiro, hasta el punto en que podría hacerle un agujero entre ceja y ceja.

La comida no se hace esperar, pronto aparece Marion, ayudada por otra camarera, a traer los platos y servírselos.
—Disfruten —dicen las dos a la vez, quedándose allí paradas un momento por si necesitan algo más.
Entonces surge la pregunta de Kei sobre las edades y se quedan todos mirándose sin comprender.
Marion es la primera en devolver la pregunta con otra:
—¿Mayores de edad? ¿te refieres a los ancianos?
—No, hermana Marion —le responde Vastin—. Yo creo que dice de cuándo nos volvemos adultos.
—Esa es una pregunta complicada...
—Supongo que depende de cada persona, la madurez nos alcanza a todos de forma distinta —explica Marion con una sonrisa—. Zellos se convirtió en nuestro párroco a los dieciocho, pero papá y mamá se casaron a los dieciséis. El pequeño Vastin tiene sólo ocho, pero es mucho más caballero que varios de estos vejetes aquí reunidos.
—Ya hermana, me da corte.
—Y Delfi tiene diez, pero por dentro es una anciana aburrida.
Delfine no dice nada, pero notan cómo mira a su amiga con los ojos entornados y le pellizca el brazo. Airi da un gritito y se frota el lugar con la mano, haciendo morritos.

— Aham... ya veo

Por dentro hago un anote rapido en el pergaminito que uso para guardar mis notas.  "Delfine: Es una Tsundere de libro"

— Entonces... Soji, si aqui cualquiera es mayor de edad cuando le da la gana serlo, ya sabes que significa eso ¿No?

Y empiezo a poner una cara de autentico salidorro. No la cara de un pervertido, si no la cara del rey de los pervertidos. A todas luces, un amigo como Soji puede saber en lo que estoy pensando.

¡En que si ahora somos adultos, por fin podemos comprar revistas para adultos!

Si, todos esperamos ser mayores para algo, y mi sueño era justo ese.

Aunque tras reponerme, le susurro a Delfine

— Sabes entonces de donde venimos ¿No? Disimular es parte de la prudencia. Aparentar ser mas vulgares es imperativo
> Por favor, ayudanos con esto.

Entonces, cuando llegan los jabalies, en un visto y no visto, el mio desaparece

— *Burp* ¡Otro, señora Marion! ¡Otro jabalí!