Partida Rol por web

Cuando la Eris te reclamo, pudiste ver como su dedo índice estaba ahora recubierto por una venda. La diosa te hizo seguirla a la tercera planta donde había solo tres habitaciones. Entro contigo en la primera que había nada más subir. Una gran habitación con cristales tintados daba un aura de penumbra a la sala en la que, si bien se podía ver, todo quedaba en tonos apagados. 

Así, te hizo pasar a un diván que había en un lateral.- Lo haremos en tu espalda. Si puedes quitarte la ropa para dejarla al descubierto será más fácil.- Mientras lo decía se había acercado a una mesita cercana donde había cogido una aguja extremadamente larga. Con treinta centímetros de longitud la coloco encima de un pequeño cuenco con liquido cerca del cual había varios rollos de vendas y unos papeles en blanco. Cuando tuvo todo preparado se aproximo a ti.- Bien, túmbate.

Cuando lo hiciste notaste como la diosa se sentaba junto a ti. Tras un momento notaste como su mano se apoyaba en tu espalda y como seguidamente notabas un pequeño pinchazo, como si una picadura de mosquito hubiera sido. Momentos mas tarde notaste como algo caliente se deslizaba por el centro de tu espalda, siguiendo el rumbo de tu columna. Un pequeño escalofrío te recorrió mientras dejaste de notar nada en la espalda. Podías escuchar como la diosa hacia algo y por pura curiosidad giraste la cabeza para ver que hacia. Su mano estaba alargada hacia Nieve, el cual miraba con ojos inteligentes a la diosa sin saber que ocurria. Tras un momento la aparto de él y empezó a vendarse nuevamente el dedo índice.

Cuando termino cogió uno de los papeles en blanco y lo apoyo en tu espalda. Tras unos momentos lo retiro y se dispuso a observarlo.-Veamos. destreza y percepción muy por encima de la media inicial, aunuqe parece que tu valor de fuerza es bajo... Supongo que este pequeño lo compensa ¿no?- Pregunto mirando a tu fiel compañero.

Pues parece que acabamos. Bienvenida a la familia. ¿Muy doloroso verdad?.-Guiño su ojo hacia ti con respecto a la broma, aunque pudiste ver claramente como la punta de la venda que cubrían su dedo habían empezado a teñirse ligeramente de un color granate.- ¿Bajamos?-Dijo mientras se levantaba y caminaba hacia la puerta.

Cuando la Eris te reclamo, pudiste ver como su dedo índice estaba ahora recubierto por una venda. La diosa te hizo seguirla a la tercera planta donde había solo tres habitaciones. Entro contigo en la primera que había nada más subir. Una gran habitación con cristales tintados daba un aura de penumbra a la sala en la que, si bien se podía ver, todo quedaba en tonos apagados. 

Así, te hizo pasar a un diván que había en un lateral.- Lo haremos en tu espalda. Si puedes quitarte la ropa para dejarla al descubierto será más fácil.- Mientras lo decía se había acercado a una mesita cercana donde había cogido una aguja extremadamente larga. Con treinta centímetros de longitud la coloco encima de un pequeño cuenco con liquido cerca del cual había varios rollos de vendas y unos papeles en blanco. Cuando tuvo todo preparado se aproximo a ti.- Bien, túmbate.

Cuando lo hiciste notaste como la diosa se sentaba junto a ti. Tras un momento notaste como su mano se apoyaba en tu espalda y como seguidamente notabas un pequeño pinchazo, como si una picadura de mosquito hubiera sido. Momentos mas tarde notaste como algo caliente se deslizaba por el centro de tu espalda, siguiendo el rumbo de tu columna. Un pequeño escalofrío te recorrió mientras dejaste de notar nada en la espalda.

- Ah... curioso.-Susurro la diosa mientras alargaba su mano y cogía el collar que le habías ofrecido como ofrenda. En el mismo momento que habías notado el escalofrío, tu piedra había relucido. Tras un momento la volvió a dejar junto a ti. Ahora tenia una gota granate en la superficie, pero lejos de resvalar parecía que estaba filtrándose en el interior. Tras unos pocos segundos la gota había desaparecido. Podías escuchar como la diosa hacia algo con el cuenco y las vendas por pura curiosidad giraste la cabeza para ver que hacía y la vistes envolviéndose otro de sus dedos con una venda.

-Esa reliquia de tus antepasados, está ligada a tu sangre. No a la de tus ancestros y familiares, si no a la tuya específicamente.- Comenta explicándote.- Fuera quien fuese quien la hiciera, te esperaba específicamente a ti. Ahora, al igual que tu, está vinculada conmigo, puede que esto provoque efectos.. interesantes.- dice sonriendo.

Cuando termino cogió uno de los papeles en blanco y lo apoyo en tu espalda. Tras unos momentos lo retiro y se dispuso a observarlo.-Veamos. resistencia y percepción muy por encima de la media inicial, aunque parece que hay algún que otro valor bajo. - Pregunto mirando a tu fiel compañero.

Pues parece que acabamos. Bienvenido a la familia. ¿Muy doloroso verdad?.-Guiño su ojo hacia ti con respecto a la broma, aunque pudiste ver claramente como la punta de la venda que cubrían su dedo habían empezado a teñirse ligeramente de un color granate.- ¿Bajamos?-Dijo mientras se levantaba y caminaba hacia la puerta.

Cuando la Eris te reclamo, pudiste ver como su dedo índice estaba ahora recubierto por una venda. La diosa te hizo seguirla a la tercera planta donde había solo tres habitaciones. Entro contigo en la primera que había nada más subir. Una gran habitación con cristales tintados daba un aura de penumbra a la sala en la que, si bien se podía ver, todo quedaba en tonos apagados. 

Así, te hizo pasar a un diván que había en un lateral.- Lo haremos en tu espalda. Si puedes quitarte la ropa para dejarla al descubierto será más fácil.- Mientras lo decía se había acercado a una mesita cercana donde había cogido una aguja extremadamente larga. Con treinta centímetros de longitud la coloco encima de un pequeño cuenco con liquido cerca del cual había varios rollos de vendas y unos papeles en blanco. Cuando tuvo todo preparado se aproximo a ti.- Bien, túmbate. Y nada de tener "cosquillas" o acabaras con una aguja clavada en la espalda.- Dijo mirándote seriamente.

Cuando lo hiciste notaste como la diosa se sentaba junto a ti. Tras un momento notaste como su mano se apoyaba en tu espalda y como seguidamente notabas un pequeño pinchazo, como si una picadura de mosquito hubiera sido. Momentos mas tarde notaste como algo caliente se deslizaba por el centro de tu espalda, siguiendo el rumbo de tu columna. Un pequeño escalofrío te recorrió mientras dejaste de notar nada en la espalda. Podías escuchar como la diosa hacia algo con el cuenco y las vendas por pura curiosidad giraste la cabeza para ver que hacia y la vistes envolviéndose nuevamente el dedo índice con una venda.

Cuando termino cogió uno de los papeles en blanco y lo apoyo en tu espalda. Tras unos momentos lo retiro y se dispuso a observarlo.-Veamos. Valor de magia absurdamente por encima de lo normal... dependiendo de como escale podria ser tu baza mas fuerte, supongo que era de esperarse de una elfa...

Pues parece que acabamos. Bienvenida a la familia. ¿Muy doloroso verdad?.-Guiño su ojo hacia ti con respecto a la broma, aunque pudiste ver claramente como la punta de la venda que cubrían su dedo habían empezado a teñirse ligeramente de un color granate.- Ahora antes de bajar, hablemos. ¿Quién es el pequeño, que le ocurre?.- Pregunto la diosa inquisitiva, no le había bastado más que un vistazo para saber que algo andaba mal.

Cuando la diosa me reclamó, la conversación con Vivienne y su hijo se detuvo abruptamente. Acudí a la llamada como un cachorro acude a comer de la mano de su amo. Raudo e ilusionado, como si nada más el mundo importase más que aquella orden en su cabeza, olvidando hasta en qué punto había quedado la conversación o si se había o no despedido para ausentarse. Simplemente, fue.

Cuando mi diosa lo indica, me quito la ropa. Algo avergonzado por mi aspecto delgado, pues no es un buen indicativo en el pueblo del que vengo tener mi complexión.

Cuando todo ha terminado, aún permanezco en shock unos segundos por toda la información y emociones que estoy procesando. Finalmente cuando la diosa pregunta si bajamos me incorporo como si fuera a seguirla pero me detengo y digo:

Disculpe pero... Pauso un momento intentando ordenar todo lo que quería preguntar o decir pero es inútil, el aluvión de pensamientos sigue llegando y finalmente prosigo: La verdad es que este medallón me lo entregó mi abuelo pero no sabemos desde cuándo está en la familia. ¿A qué se refiere con que esta vinculada?, ¿Eso es bueno? y ¿Qué se refiere con resistencia y percepción?, ¿Tenemos atributos?, ¿Podría conocerlos o trabajarlos para hacerme más capaz para la familia? Al volver a percatarme del dedo añado Más importante que eso, ¿Esta bien?, ¿Puedo hacer algo?

Quizás demasiadas preguntas y poco espacio para responder. Miro a Eris, que en aquel apagado lugar se alza como una luz para mi y por fin mis sentidos se calman a la espera de alguna reacción de su parte.

—No, creo que no será necesario quitarme la ropa.

El vestido que llevo puesto deja toda la espalda, de principio a fin, al descubierto, así que basta con quitar de en medio la espesa y suave melena plateada antes de echarme sobre esa cama.

Niego con la cabeza, pero sigo muy asustada por esa aguja.

—Es involuntario, pero trataré...

Tan pronto noto la aguja aprieto los dientes con fuerza para contener el chucho y el respingo.

—¡Hiiiih! Kg...n...

Miro hacia atrás con los ojitos llorosos, preguntándome cuánto faltará para que acabe.

—Aich...

Mi espaldita... tan tersa y blanca, ahora ha sido arruinada con toda esta cosa horrible...

—¿Magia? Bueno, supongo que era de esperarse, sí.

Todavía me arde, rejolines.

—¿A qué te refieres con "absurdamente"?

...

—¡Fue doloroso sí! —chillo inflando los mofletes—. ¡Y ahora mi linda espalda está toda manchada! Aunque... bueno, supongo que no había más remedio que hacerlo. Necesito esto.

Y la siguiente pregunta es precisamente el motivo.

—Es mi hijo, se llama Vilfain —respondo muy seria, abandonando el tono meloso y risueño—. Está muy enfermo y necesito una cura, la única opción que tengo ahora es esta misma y por eso me presenté. Que nos hayas recibido con los brazos abiertos es para mí ya un gran logro.

Le explico entonces lo que pasó con Jereff, mi esposo y papá de la criatura, todos los inútiles intentos por parte de los curanderos y apotecarios, y que no voy a permitir por nada del mundo que esa porquería se lleve a alguien más, mucho menos a mi bebito.

—Él no bajará con nosotros, claro que no. Puede quedarse solo si no es por muchos días, la última medicina que le di lo dejó muy estable, pero no durará mucho y ya no tengo dinero ni para comer. Y no te preocupes, puede que tenga cinco años, pero es muy listo y obediente, comprende bien las cosas, así que no estarás cuidando de un mocoso tonto, su comportamiento no será un problema.

Ahora yo tengo preguntas que hacerle, pero primero esperaré a que me responda. O si no a otro momento, quizás sea hasta mejor, luego de pasar unos días aquí tal vez algunas de esas dudas se me respondan solas.

-Si, el valor de magia es más alto de lo que correspondería a alguien que recién recibió la Falna... A decir verdad tus compañeros también tenían algún campo a destacar, tenéis el nivel correspondiente de alguien que llevaría algún mes ya entrando al laberinto.-Hizo una breve pausa antes de hablar.- Pero de esto ni palabra a los chicos ¿eh? No quiero que porque tengáis unas estadísticas mayores os envalentonéis para encontrar vuestro final ahí abajo. -Eris te miro confundida ante tus quejas sobre ser doloroso.-Que raro, ni si quiera deberías haber notado dolor.

Cuando empezáis a hablar de Vilfain la diosa toma asiento en una de las sillas cercanas al diván donde te había hecho la Falna y escucho tu historia.- Si la enfermedad que tiene es la que creo que es...- Sus dedos, incluido el malherido repiquearon en al reposabrazos de su silla. Tras un momento de silencio hablo.- La hermana de una aventurera de una antigua familia. Asediaron juntas el calabozo con intención de encontrar algo allí dentro algo que pudiera curarla. Murieron antes de conseguirlo.- Como si estuviera pensándose que mas decir se volvía a colocar la venda de su dedo con tranquilidad.- Al menos consiguieron la información de que en el piso 59 había un manantial helado que "en teoría" tiene aguas curativas.

-Pero acabamos de empezar y aunque esos rumores fueran ciertos, están muy lejos de nuestro alcance.- Parecía que la diosa no había terminado de escribir.- Aunque si se que hay algo que podría remitir sus síntomas. No es una cura, pero...- Levanto la hoja de papel donde estaban tus atributos.- La falna, no solo sirve para afiliaros a una familia y poder acumular mejor vuestra experiencia... también ofrece algunas mejores de resistencia para enfrentaros al calabozo. La aventurera que conocí... probablemente hubiera fallecido antes si no hubiera tenido la Falna de su diosa.

-Doloroso para ti supongo, aunque un tanto decepcionante para mi la verdad- Mientras se ponía de nuevo la parte superior de su vestimenta, intentaba descifrar algún cambio en su cuerpo. La diosa había mencionado algo fuerza y resistencia por encima de la media, pero no notaba ninguna diferencia a hace unos minutos, no entendía muy bien si debía notar algo o no. Una vez vestido un detalle le preocupo ligeramente.

-Se supone que ahora tengo en la espalda información sobre mi,¿no?... ¿Esta mi nombre completo ahí? –El anonimato había sido su gran compañero hasta ahora. Los Auros no tenían Falna, pero tenían dinero y contactos, si el apellido salía a luz antes de que ganase fuerza, sus “cariñosos” padres podrían enterarse y mandar alguien a recuperarlo, o a terminar el trabajo antes de que siguiera manchando su buen nombre. Aunque siempre cabía la posibilidad de que se hubieran olvidado de su existencia y que nunca volvieran a encontrarse no estaba de más prevenir.

[…]

-Una cosa más…¿Cuál es tu objetivo personal con esta familia?-La pregunta fue brusca y con un tono serio, no importa como lo viera la formación de la familia había sido echa de forma rápida, no había preguntado por antedecentes ni motivos. Si bien sabía que los dioses eran caprichosos, le resultaba intrigante que era lo que había llevado a Eris a formar aquella familia.

Puso los ojos en blanco ante aquel comentario y no dijo nada, Marianne tenía que acostumbrarse un poquito a la personalidad del chico. Pero no sería algo imposible considerando que ella no solía llevarse mal con la gente, aún así continuaron avanzando por lo que sería un extenso pasillo tras abandonar las escaleras y el comentario un poco a la defensiva que había soltado la dejó un poco helada ya que no era esa su intención.

—Hm, no. Aclaremos algo, que yo pueda entender no significa que sienta pena por ti. Cada uno vive la vida que le toca y ya está—comentó esbozando una sonrisa—. Lo que has pasado te hizo quien eres, así que más allá de ser un poco capullo a medio tiempo, ya me estás cayendo bien y sin penas. Que ya nos tocará enfrentar a lo que tengamos delante. 

Aquello sonó en ese tono tranquilo de la peliverde pero impregnado con su seguridad. Luego extendió la mano y propuso:

—¿Amigos?

Más allá de explorar la casa, también tocaba conocerse un poco más y a ello iba. Más allá de que Lance podía saltarle con cualquier cosa, ya que poco a poco estaba comenzando a conocerlo. 

El momento había llegado en manos de la Diosa y cuando su nombre pronunció, no dudó en seguir los pasos de Eris mientras se mantuvo confiada junto a Nieve. Aquel pasillo por el que transitaron le resultó bastante corto ya que la expectativa era demasiado alta y no sabía que iba a pasar en verdad. Así que en cuanto se adentraron al cuarto indicado por la mujer, abrió los ojos un tanto sorprendida por el lugar que eligió para ello. 

Aún así, obediente se quitó toda la ropa de la parte de arriba para facilitar la tarea e intentó que su blusa cubra sus generosos pechos así no quedan muy expuestos. No obstante una vez le indicó que se acueste sobre aquel diván, se preguntó en su fuero interno si aquello iba a doler mucho pero no le dio voz por vergüenza y para no decepcionar a la diosa. Ya mientras la Diosa se disponía a realizar aquella marca, mantuvo la mirada en Nieve, en parte para tranquilizarlo y de alguna manera tranquilizarse ella. 

Callada como estaba ante el primer pinchazo, sólo cerró los ojos un poquito y ante el escalofrío se le erizó la piel. 

—Estoy bien Nieve—susurró a su lobo—. Si, es para compensar mi poca fuerza. ¿Permitirá que esté conmigo? 

Para ella ambos eran una sola persona, aún así cuando le dio la bienvenida se colocó la blusa y agradeció con una pequeña reverencia a Eris. 

—Muchas gracias, y la verdad que casi nada. Espero estar a la altura, daremos lo mejor de si.

Y ya sin decir mucho más, no perdió detalle del dedo de la diosa y se preocupó por ella. Aún así no se atrevía a preguntar, simplemente le haría caso y se retiraría. 

—Ya veo.
Sería una ridiculez ir hasta allá de primera, sí, de hecho, creo que podríamos tardar años, teniendo en cuenta el tiempo que lleva progresar.
—No es nada alentador lo que dices.
Me quedo sentada allí en la cama, aún no me pongo de pie, sigo pensando en todo.
—¿Dices entonces de darle falna a Vilfain también? ¿Puede recibir eso aunque no vaya a bajar? Deberías entonces tener una charla con él y que él decida.

Tras medio minuto de mirar el piso, me levanto y empiezo a caminar hasta la puerta.

—Gracias por todo, doña Eris.
Finalmente le dedico una sonrisa y regreso al semblante jovial de siempre antes de salir de la habitación. Voy luego inmediatamente hasta Vilfain a contarle todo esto.

La diosa se giro hacia ti aturdida por la cantidad de preguntas, finalmente rio levemente.- Tranquilo, las preguntas de una en una.- La mujer camino tranquilamente hacia una de las sillas cercanas al diván y se sentó esperando que formularas las preguntas de nuevo.

-Veamos, no puedo decírtelo con seguridad. Quien sea que recogió y labro la piedra, te esperaba a ti en concreto. Mantenla contigo, pues no sabemos qué clase de efectos podrá obtener según vayas adquiriendo experiencia.- Dijo la diosa tranquila mientras su dedo pulgar e índice se frotaban entre si.- La he ligado ligeramente también a la familia, así que posiblemente sus poderes despierten más rápido aun.

La diosa asintió ante tus siguientes preguntas.- Si, vuestro estado se representa a través de la Falna que os he puesto.- Dice mientras coge de la mesita de al lado el papel que había depositado.- Por lo habitual estas estadísticas suelen rondar valores bastante bajos en los que acaban de unirse a una familia, pero tanto tu como tus compañeros que pasaron antes, hay algunos valores bastante interesantes.- La mujer negó con la cabeza.- No te preocupes, los valores mejoraran con las experiencias que obtengas en el laberinto. Para eso mismo es la Falna.-Dijo la mujer sonriéndote como una madre, o al menos como una madre de esas otras razas que miran con cariño a sus hijos.

La última pregunta fue la que más le hizo sonreír, tanto que se levantó del asiento.- No te preocupes, tarde o temprano sanara.- Dice mientras coloca su mano en tu hombro. Su mano no llega a tocarte mas que un segundo pues rápidamente la separa pues algo parecido a un chispazo se crea cuando la coloca. Su ceño se frunce ligeramente mientras mira el collar ahora en tu cuello.- tras unos segundos de duda aparta las vendas de su dedo para mostrar como no hay herida alguna.

Su rostro fruncido cambia a una gran sonrisa.- Curioso… efectos muy curiosos. Tus valores en magia son casi nulos, eso último no fue magia. - Mientras aparta la mirada de su mano y la dirige hacia ti.- Tu abuelo, o aquel que encontrara y labrara la piedra fue un artesano cercano a los dioses. –La diosa parecía contenta.- Por lo habitual, nuestros poderes en la superficie están restringidos para no afectar al plano mortal pero parece que esa piedra… o tu junto con ella, pueden dejarme manifestarlos.- Su sonrisa parecía algo maliciosa.- Aunque por lo habitual los dioses no podemos bajar al calabozo… quizá pueda acompañaros a través de ese collar.

-Esta tarde después de la comida estarás conmigo, quiero saber que eres capaz de hacer.- Dijo mientras se levantaba.- Definitivamente no me equivoque con ninguno de vosotros…- Dijo en voz baja para si misma mientras marchaba hacia la puerta.

La diosa negó con la cabeza ante tu pregunta.- Aparece tu nombre, el nombre de tu familia, estadísticas y tu nivel. Todo oculto a miradas indiscretas que no sepan leer la escritura de los dioses.- La diosa te miro tranquila hasta que fue su turno de preguntar.- ¿Acaso hay algo en tu nombre completo no quieres se sepa?.- La diosa sonrió mientras movía su mano para hacerte saber que no era necesario que contestaras.

Tu siguiente pregunta la hizo sonreír de nuevo, pero esta vez era una sonrisa maliciosa.- Escalar hasta la cima de Orario y bajar hasta sus profundidades.- Dijo tus mismas palabras mientras reía levemente.- Mi objetivo es el mismo que el de todos mis hijos. Pero supongo que esa respuesta no te servirá.- La mujer se giró durante un momento para coger el taquito de hojas con inscripciones.- Hace 15 años, en Orario había dos dioses gestionando las dos mayores familias que se ha conocido. Hice una promesa a uno de ellos.-La diosa se volteó hacia ti, era evidente que no diría nada más al respecto.

La diosa sonrió.- Esperaba que pidieras que estuviera junto a ti. Pero en casos normales cuando empecéis a profundizar más en el laberinto los monstruos serán demasiado poderosos para él.- Dijo la mujer como si fuera a negar tu petición.- Por eso lo he aceptado también en la familia, debería crecer junto a ti.- Dijo con una sonrisa en la cara.

Posiblemente cuando la habías visto con la mano alargada hacia Nieve estaba incluyéndolo. No habías escuchado nunca que una familia de la ciudad tuviera como miembro de su familia un animal.

Estaréis a la altura, no tengo duda alguna.- Agrego mientras ya caminabais hacia la puerta.

Ante las palabras de la diosa, una sonrisa se dibujó en los labios de Marianne y sintió una necesidad inmensa de darle un abrazo, solo que ella jamás había dado uno como tal y se sintió incómoda. Así que con un gesto que reflejó dulzura le agradeció de aquella manera. 

—Muchas gracias, siempre hemos crecido juntos y ahora más que nunca—dijo sincera—. Podremos con ellos, Eris. 

Y tras decir aquello, sintió en su pecho una buena dosis de alegría y entusiasmo. Ya sin más que decir, cogió las manos de la diosa mientras la miró a los ojos, feliz por ello y agradecida. 

​​​​​

-Ja, si ese es el caso no hay problemas aquí- A Lance parecía haberle gustado aquella respuesta, simple, directa y sincera. Aquellas frases habían borrado la irritación del pensamiento de alguien teniéndole lástima.

El joven se situó frente a la elfa y miró la mano que le tendía, sinceramente no era muy de jugar a la amistad, la confianza era algo que se ganaba poco a poco, no algo que consiguieses tras una breve charla. No obstante, tenía que admitir que la elfa no le caía nada mal y que iban a estar trabajando juntos de ahora en adelante, además no creía que Marianne necesitase esa explicación. Tras un segundo, estrecho firmemente la mano que se le tendía mostrando una sonrisa.

-Amigos, compañeros, “familia”…llamémoslo como quieras, estoy deseando trabajar contigo peliverde. Y no te arrepientas cuando empiece a ser un capullo a tiempo completo- El si lo último era una broma o no, aún estaba por ver.

-Tengo parientes muy cariñosos, no queremos que se enteren de las locuras que hago, no vayan a preocuparse.- El joven devolvió la sonrisa mientras se estiraba ahora sin preocupaciones.

-Me vale por ahora- Comentó dirigiéndose hacia la puerta. Tras haber recibido una explicación aceptable- Oh, una cosa más…ahora que soy tu “hijo” ¿tengo que empezar a llamarte “mami”?  Lance realizó la broma junto a una sonrisa igual de maliciosa que la de su diosa, no había olvidado el comentario de hablar antes de pensar. Era claro que solo estaba jugando pero parecía expectante de si la diosa continuaría la broma o no.

Su comentario le robó una sonrisa más y cuando se colocó delante suyo, se mantuvo expectante hasta que ambas manos se unieron para sellar aquello. Si bien una amistad no era de la noche a la mañana, si que esto era un buen comienzo y Lance le caía genial. 

—No me arrepentiré y que no te sorprenda esto de que siga tus momentos de capullo con algunos de los míos, si es divertido ver cómo reaccionan—dijo en confianza, cálida—. Además tendremos que trabajar codo a codo, como dices y me hace ilusión a ver qué tal se nos da. 

Una vez que continuaron la marcha, ahora por el pasillo donde están las habitaciones, se le ocurrió preguntar algo más. 

—¿Qué opinas del resto?

"¿Acompañarnos? Si tenemos a la diosa de nuestro lado, aún que sea solamente para darnos consejo, tendremos una enorme ventaja en lo que respecta a los abrumadores retos que nos deparen, como los laberinticos túneles de la mazmorra de los que mi hermana siempre se quejaba..." Claro que la orientación de mi hermana siempre fue pésima, podría perderse hasta usando la regla de la mano derecha. "Además... ¿La herida de la diosa sanó de repente? Si este es el poder del amuleto... m

Antaño la fama de los enanos como forjadores fue legendaria, mi abuelo, quien me otorgó este amuleto, me contaba historias de martillos irrompibles y hachas capaces de abrir la tierra... Si este amuleto tiene una mínima parte del poder de esas leyendas y puede ayudar a la casa Eris, sería fantástico hacer lo que esté en mi mano.

Respecto a la última parte añado: Será un honor que mis habilidades sean probadas por la mismísima diosa esta tarde. Gracias.

Mis pensamientos están absortos en el colgante hasta que alzo la mirada y veo a todos allí reunidos con Aranis. En ese momento mi atención no se centra en su delantal, en mis compañeros o en las primeras palabras que Aranis nos dirige como familia... Mis sentidos, sobre todo mi olfato, me avisa de una única cosa: "COMIDA".

Empiezo a salivar de forma descontrolada mientras escucho su presentación indicando que parece que será nuestro instructor de aventuras (o algo así se queda reflejado en mi mente) "¿PARA MAÑANA?". En ese momento un escalofrío recorre mi cuerpo, siento como si por fin hubiera logrado algo en mi vida, por fin voy a ser aventurero y adentrarme en el lugar más peligroso del mundo a forjar los capítulos de la que será la epopeya más heroica jamás contada "Por la casa Eris".

Cuando por fin nos acercamos todos a la mesa, agarro una jarra y digo: Esto merece un brindis, por las aventuras que tendremos y la gloria que cosecharemos para la casa Eris. Quedando a la espera de si mis compañeros me siguen diciendo unas palabras o simplemente brindando o me quedo solo levantando una jarra como un idiota con una sonrisa llena de ilusión plasmada en mi rostro.