Partida Rol por web

En el silencio de la sala, la risa del hereje resuena a la vez que Scythia, Valerius y Tauron actúan a la vez.

La Novicia se dirige a por un arma, pero una desagradable figura se le pone por delante, intenta golpearlo, intenta matarlo, pero el hombre la esquiva y tiene la misma mala suerte al atacarla.

El Novicio, justo lo contrario, apunta, dispara y acaba con la vida de dos asquerosos herejes, pero de ese modo atrae la atención a los demás y recibe varios disparos, uno atraviesa la calavera que lleva colgando y le revienta los órganos internos. El hombre cae al suelo tosiendo sangre y deja de respirar poco después.

El Iniciado lleva demasiado tiempo sin practicar con su arma y no consigue alcanzar ninguno de los enemigos, pero recibe varios disparos, cae al suelo y se arrastra unos metros, pero al final muere.

Los herejes se organizan, matan al Reclutador Schulzz y sin piedad alguna acaban con la vida de Scythia.

Todo queda oscuro y frío a vuestro alrededor y el silencio, bendito silencio, os envuelve con su tranquilidad.

Los disparos se sucedieron rápidamente y mi mente febril intento hacer acopio de toda mi voluntad para seguir el camino que el Dios-Emperador nos muestra en el momento más oscuro. El valor siempre ha sido mi fuerte y no declino ni en los momentos más oscuros. He fortalecido mi alma en la Mina Gorgónida frente a los mutantes y el infierno de un demonio de la Disformidad. He fortalecido mi temple en las zonas más oscuras de Coscarla, luchando contra herejes y sus aberraciones creadas con cadáveres profanos. He visto como el universo se retuerce a mi alrededor y he sobrevivido para contarlo, pues mi Fe es única y mi corazón no conoce el miedo. Esta vez es igual, pues pueden matarme pero jamás me atemorizarán.

Apunto con mi revolver a los herejes. No estoy preparado, solo tengo uno de mis revólveres y no tengo armadura pues jamás esperé esta clase de intromisión en un lugar sagrado como este. Mi mano tiembla por la falta de práctica y mis ojos se demoran en enfocar, mas la presión del momento me hacen disparar cuando aun no tengo un blanco bien apuntado y mi disparo se pierde entre las partículas de los muros.

Lamentablemente, los enemigos comienzan a dispararme y mi cuerpo recibe múltiples impactos, lo que destroza mi piel, mi carne y mis huesos. Siento como la sangre huye de mi cuan ratas de un edificio en llamas. Siento el terrible dolor y veo los rostros de los enemigos reirse de mi caída. Siento como la vida me abandona mientras mi ira crece sin control ni posibilidad de evitarlo.

Tirado en el suelo veo como matan al resto de los presentes. Incluso el Reclutador Schulzz es devastado por los herejes y no queda nadie vivo en el lugar. Veo el rostro de la Novicia, muerto frente a mí. Sus ojos no muestran expresión alguna y ahora no es más que un cadáver ensuciando suelo sagrado como lo seré yo en pocos segundo. Me niego a cerrar mis ojos pues debo castigarme con la visión de pesar que significa lo ocurrido, castigo merecido por la incompetencia con la que no pude evitarlo. Me niego a cerrar mis ojos y es por eso que muero con ellos abiertos.

Los dedos de Valerius parecieron adquirir la consistencia de un líquido, deslizándose entre ellos el revólver hasta golpear el suelo con un estruendoso clank que repitió sus ecos por toda la instalación. Y apenas un instante después, el novicio recorrió el mismo camino que su arma, y quedó tendido cuando largo era en el suelo.

—Sucios... infectos —susurró cuando vio cómo los herejes se abalanzaban sobre la novicia superviviente y perforaban su cuerpo con varias balas.

Incapaz de moverse, solo pudo escuchar los disparos a sus espaldas. El Reclutar y el otro hombre, ambos muertos sin duda. Qué absurda tragedia.

—No saldréis con vida —consiguió decir, en voz bastante alta como para ser oído, tras inhalar agónicamente—. Solo habéis matado... niños. No habéis conseguido nada.

Los ojos de Valerius se cerraron. Los pasos de esa escoria reverberaron en el suelo, bajo su oído, cada vez más cerca. San Drusus bendito, dame fuerzas para expiar mis pecados. No he sido un guerrero digno de tu gloria. Emperador, acoge a este indigno servidor...

En el momento en que Valerius perdió la consciencia, San Drusus y Emperador habían desaparecido de su mente. En su lugar solo quedaban las delgadas y alargadas siluetas de los cirios que había cuidado durante los últimos meses.

Oscuridad y frío. No hay nada más a tu alrededor, pero escuchas algo, una respiración tranquila y sientes algo también, los latidos de tu corazón. ¿Será un sueño? ¿Será verdad? ¿Estás vivo o muerto?

- Ya puedes abrir los ojos, Tauron, ya has pasado la prueba. - La voz del vidente, bastante familiar, te lleva a la realidad en un cerrar y abrir de ojos.

Estás de pie en una sala y delante de ti se encuentra también el Reclutador Schulzz.

- Espero que entiendas la necesidad de estas pruebas. Era perentorio saber si hasta el último latido de tu corazón está dedicado a la gloria del Emperador. - Toma aire, pasea por la sala y luego sigue.

- Uno de los monjes de la Catedral me ha comentado que el clérigo de una diminuta misión situada en la zona industrial de la Espira Scorpia ha debido retirarse a unos ejercicios espirituales. Si estás dispuesto podrías sustituirle por unos días, en cuyo caso viajarías en lanzadera hasta la Colmena Sibellus desde la Colmena Tarsus. Se dice que los jóvenes de la cercana Schola Manufactoris se distraen a veces con la tentación del pecado y que no son todo lo fieles que debieran ser. -

Oscuridad y frío. No hay nada más a tu alrededor, pero escuchas algo, una respiración tranquila y sientes algo también, los latidos de tu corazón. ¿Será un sueño? ¿Será verdad? ¿Estás vivo o muerto?

- Ya puedes abrir los ojos, Valerius, has superado la prueba. - La voz del vidente te lleva a la realidad en un abrir y cerrar de ojos.

Estás de pie en una sala y delante de ti se encuentra también el Reclutador Schulzz.

- Espero que entiendas la necesidad de estas pruebas, era importante para el Sagrado Ordo al que represento saber si hasta el último latido de tu corazón está verdaderamente dedicado a la gloria del Emperador. - Toma aire, pasea por la sala y luego sigue.

-He leído los informes de tus superiores en la Orden Negra de Maccabeus. Me llevan a pensar que, tal vez, tengas algo especial. Puede que seas el tipo de persona con la que la Sagrada Inquisición del Dios-Emperador de la Humanidad gusta de contar entre sus filas. Uno entre un millar.

- El Inquisidor Globus Varaak, del Ordo Hereticus, necesita un Capellán residente para su nueva finca cerca de la Colmena Sibellus. Alguien que purifique con sus oraciones al Emperador el lugar y que ayude a salvaguardar el bienestar espiritual de los miembros del Séquito del Inquisidor destacados en la mansión, o que estén de paso en la misma entre misiones.

- ¿Aceptas?

El armero no estaba lejos. Scythia, guiada sin duda por la voluntad del Emperador se volteó con rapidez hacia uno de ellos mas sin ser lo suficientemente rápida. Uno de los herejes la interceptó y con él interpretó un extraño baile en el que ambos esquivaban los golpes del otro, moviéndose en esa espiral de caos.

Los disparos, el hedor de la muerte, los gritos de unos y otros nublaron el sentido de la novicia cuya carne se abrió dejando brotas flores carmesí sobre su hábito. Quizá habría sobrevivido de llevar la armadura. Su cuerpo se desplomó con pesadez sobre el suelo del área de entrenamiento y se convulsionó entre estertores, escupiendo sangre que mancharon sus labios y salpicaron el suelo.

Extendió una mano hacia los hombres tras los que habían entrado los herejes pero un nuevo disparo acabó del todo con su vida, los labios entreabiertos en una súplica desesperada y la mirada vacua perdida en un punto en el vacío.

Oscuridad y frío. No hay nada más a tu alrededor, pero escuchas algo, una respiración tranquila y sientes algo también, los latidos de tu corazón. ¿Será un sueño? ¿Será verdad? ¿Estás viva o muerta?

- Ya puedes abrir los ojos, Novicia Scythia, has superado la prueba. - La voz del vidente, te lleva a la realidad en un abrir y cerrar de ojos.

Estás de pie en una sala y delante de ti se encuentra también el Reclutador Schulzz.

- Puede que no entiendas la necesidad de este tipo de entrenamientos, pero es sorprendente lo que es capaz la gente de hacer, cuando le queda muy poco para morir. Me alegro de que tu reacción fuese la que se espera de una sierva fiel y devota del Dios Emperador. Que el Emperador te ilumine siempre, con Su gracia. 

- Bien, pasando a otras cosas, seguro que sabes que existe un antiguo acuerdo de cooperación entre el Adepta Sororitas y el Ordo Hereticus de la Sagrada Inquisición del Emperador. Las Hermanas de batalla a menudo cumplen periodos de servicio apoyando a células inquisitoriales en sus investigaciones y purgas de herejes.

- Te ofrezco la posibilidad de unirte durante algunos meses a una célula perteneciente al Séquito del Inquisidor Globus Varaak, Inquisidor del Cónclave Calixiano perteneciente al Ordo Hereticus. ¿Alguna pregunta?

Tomó aire con una presión agónica en el cuerpo, presa de la angustia por la muerte sufrida.
El dolor, los gritos, todo había sido real...pero nada había ocurrido en realidad.
Todo había sido parte de una pantomima para comprobar el alcance de su lealtad. No debía sentirse indignada ni iracunda pues su fe en el Emperador no conocía límites.

Al incorporarse se tambaleó aún afectada, su fe era inquebrantable, pero su cuerpo no tenía el mismo aguante, necesitaba unos instantes para recuperarse.
Hincó una rodilla en el suelo e inclinó la cabeza con humildad mientras Schulzz hablaba.

-Es para mí un honor tener la posibilidad de servir al Emperador, Reclutador, no albergo ninguna duda sobre mi destino. El Emperador provee.

- "Bien. Proseguirás con tus funciones aquí en la Catedral de la Iluminación hasta que seas llamada para unirte temporalmente a una célula inquisitorial para una misión del Ordo Hereticus de la Sagrada Inquisición del Dios-Emperador de la Humanidad.

Tus superioras, la Canonesa Rhiannon y la Celadora Sachitel, ya han sido debidamente informadas y han dado su consentimiento ante el requerimiento del Gran Inquisidor Anton Zerbe, líder de la Cábala Tiranista en el Cónclave Calixiano.

Las autoridades de la Eclesiarquía, en especial los Diáconos del Archi-Cardenal Ignato del Sínodo Tarsino se han mostrado bastante más reacias a ceder, siquiera temporalmente, a una de sus valiosas Hermanas de Batalla que protege su enclave más preciado. Para evitar fricciones tal vez sea conveniente no mencionar tu futura ausencia ante los clérigos de la Eclesiarquía. Puedes, sin embargo, comprobar con la Celadora Sachitel que la Orden del Cáliz de Ébano sí ha dado su consentimiento expreso.

Tal vez volvamos a vernos, Novicia Scythia. Y si no fuera así, el Emperador Protege." -

El Reclutador saluda con un leve gesto y se retira.

ECLESIARQUIA Y USO DE LOS PSIQUICOS:

- Lo cierto es que la Eclesiarquía desaprueba profundamente el uso de los psíquicos imperiales autorizados, si bien son necesarios para el funcionamiento del Imperio (especialmente los Astrópatas y los Navegantes de la Navis Novilite, y también son muy útiles los poderosos Psíquicos Primarios de la Guardia Imperial).

- La Eclesiarquía piensa que son peligrosos y que están demasiado cercanos a la brujería y a la disformidad, incluso aunque hayan pasado por el terrible proceso de sanción. Son innumerables las historias de psíquicos imperiales autorizados que se dejan seducir por los cantos de sirena de la disformidad y terminan siendo poseídos por entidades abominables o sirviento de portal abierto para monstruosidades disformes hacia nuestra realidad.

- El Adeptus Ministorum muy rara vez emplea psíquicos, y de hecho tiene algunas ramas que activamente persiguen y queman a los brujos, son famosos especialmente los Cazadores de Brujas de la Eclesiarquía.

(Nota: Cualquier Clérigo del Ministorum puede elegir un rango de carrera alternativo y convertirse en Cazador de Brujas, Confesor, Frateris Militia, Redencionista o Archi-Exorcista. Los clérigos originarios de Maccabeus Quintus tienen también la opción de convertirse en un Sacerdote Negro de Maccabeus).

- Los fieles más fanáticos generalmente odian con pasión a todos los psíquicos, especialmente los Redencionistas, que pueden atacarlos sin mediar palabra nada más verlos.

- La Inquisición sí hace uso más o menos extenso de los psíquicos (menos las ramas Monodominantes y más las ramas Radicales), aunque en ellos se comprende que hagan uso de todos los medios a su alcance para combatir a los enemigos del Imperio de la Humanidad. Si bien, la Eclesiarquía ha llegado a enfrentarse por este motivo a algunos Inquisidores (especialmente a aquellos con tendencias Radicales).

- La Eclesiarquía cree de forma total y absoluta en la divinidad del Emperador, sin más. Esto les ha enfrentado en ocasiones a los Capítulos de los Adeptus Astartes, algunos de los cuales sostienen de forma más o menos abierta que para ellos el Emperador fue "sólo un hombre", y además "el mayor psíquico que la Humanidad haya conocido". Plantear estas cosas es totalmente herético para los miembros de la Eclesiarquía, y aunque no se hayan enfrentado abiertamente con la fuerza de las armas contra los Adeptus Astartes por esto, sí es un tema que ha generado muchas fricciones entre ambas instituciones.

Valerius despertó. ¿Vivo? Seguía manteniendo su cuerpo, y sus ropas, aunque el dolor de los disparos recibidos había desaparecido, junto con los agujeros que habían dejado en su atuendo y, como comprobó con los dedos, en su carne. Miró a su alrededor y vio al reclutador, también vivo, en pie. Y a su lado otro hombre, un hombre cuya repugnante naturaleza conocía muy bien.

El reclutar Schullz habló, y Valerius escuchó con la boca abierta. Subterfugio, engaño, traición. Y psíquicos, malditos psíquicos. ¿Esos eran los métodos del Ordo Hereticus? ¿Cómo dudaban de su dedicación? ¿No se había mostrado digno durante el adiestramiento, durante los meses dedicados de sol a sol a encender velas?

No... tuvo que contenerse para responder negativamente. Quizás nunca volvería a tener otra oportunidad como la que le ofrecía el Reclutador. Podían desagradarle los métodos usados, ¿pero y su causa? ¿No era justa y sagrada la lucha de la Inquisición? Y, precisamente, como capellán podría influir en el séquito del Inquisidor, conducirlos por la senda de la rectitud. Rectitud de pensamiento y obra.

Valerius se visualizó como un hombre viejo, encendiendo velas mientras seguía contando. Noventa y cuatro millones cuatrocientos sesenta y una mil doscientas doce. Un escalofrío recorrió su espalda de abajo a arriba.

—Acepto —dijo. Tenía que haberlo meditado, tenía que haber preguntado por sus responsabilidades. Pero la visión lo había aterrorizado. Tenía que salir de esa Catedral.

- Esa misma tarde, el Novicio Valerius es trasladado. Nadie sabe a dónde, se rumorea que a la villa de algún noble excéntrico, a ejercer como capellán de la capilla de la casa nobiliaria. Sólo es un simple Novicio, pero tal vez pueda ocuparse de una tarea de tan poca relevancia.

- Algunos se alegran de su marcha, con la tensión reinante entre la Archidiócesis de la Demarcación de Golgenna y la de la Marca de Drusus, muchos piensan que Valerius no era más que un espía drusiano enviado por el Cardenal Kregory Hestor para espiar a los leales al Archi-Cardenal Ignato.

- Últimamente, se ha estado hablando también del más que posible ascenso del Iniciado Tauron Faith, un nativo de Veneris (el mundo donde sus habitantes esculpen estatuas de santos en las montañas del planeta). Al parecer, Faith ha llamado la atención con sus discursos y prédicas de las altas jerarquías. Se rumorea que el propio Archi-Cardenal llegó a concederle audiencia. Cada vez son más los que están convencidos de que muy pronto será ordenado sacerdote, por lo que podrá administrar diversos sacramentos importantes, en lugar de limitarse a predicar desde los púlpitos secundarios y terciarios de la Catedral.

- Tan impertérrita como la mismísima Santa Elena, la Novicia Scythia regresa a sus obligaciones.

TAURON FAITH:

- Llevas varias semanas trabajando en la pequeña misión en el nivel intermedio de la Espira Scorpia, en la Colmena Sibellus, a medio planeta de distancia.

- Parece un cometido muy menor, aunque ciertamente no eres más que un iniciado. Las tareas son rutinarias y consisten ante todo en escuchar a la gente y darles consejos, especialmente que recen.

- Te preguntas a veces si esto es una especie de destierro político, el resultado de una maniobra de poder entre las jerarquías de la Catedral de la Iluminación. Del mismo modo que parece que algunos te favorecen, parece probable que otros quieran ver truncada tu carrera, con un destino sin posibilidades de promoción.

- De todos modos, te esfuerzas por hacer tu tarea lo mejor posible. Cabe la posibilidad de que te estén observando. Y si no es así, bueno, eres un fiel devoto del Emperador, harás buen cumplimiento de tu deber, sea este cual sea.

Desde hace una semana, se ha venido anunciando en la Catedral que hoy se llevarán a cabo diversas ceremonias de ascenso.

Una Adepta Sororitas será ascendida al rango de Cantus, y un grupo de una docena de Iniciados del Ministorum serán ordenados sacerdotes, con lo que tendrán competencia para realizar más sacramentos y ceremonias del Credo Imperial.

- Tauron llegó anoche de madrugada a la Catedral de la Iluminación.

- No ha podido descansar apenas, pues casi de inmediato fue enviado a rezar a la Basílica de San Aret Leteo en preparación para la ceremonia de ordenación de hoy. Debe ayunar, meditar y orar, purificándose de sus pecados ante los diversos santos de su devoción, como san Castor Procurador.