Partida Rol por web

-Podría hacerlo si así lo creyera oportuno, pero he solicitado cierta privacidad que estimo necesaria. No tengo razones para dudar de la integridad del señor Ostrogov, ni de su honor, pero preferiría que no estuviera presente. 

Con la satisfacción del deber cumplido, me retiré a mi habitación para por fin gozar de un merecido descanso. Al día siguiente nos esperaba un largo viaje (y seguramente lleno de contratiempos), de modo que el descanso era realmente una necesidad.

- "Muy bien. Retírese, Ostrogov. Su guardaespaldas también, Señorita Garibaldi." -

TERCIO:

- Antes de dormirte, le haces algunos ajustes a tu pierna biónica, que hoy resultó levemente dañada. Crees que mañana ya funcionará de nuevo a la perfección.

El guardia imperial asintió y se dirigió a la puerta de la estancia, que abrió para salir... Pero en vez de marcharse, ante las últimas palabras del vidente, la sostuvo a la espera de que el legionario penal se moviera. 

Durante la reunión las intervenciones de Kurt se limitaron a cambiar el pie sobre el que apoyaba su peso y a  aliviar el picor de una oreja que parecía especialmente molesta por la gran cantidad de palabras allí vertidas. Cuando finalmente llegó el alivio de la mano del silencio, el vostroyano se acercó a la puerta y la dejó abierta esperando al legionario. Pero Kurt no se movió del sitio, siguió donde estaba con los brazos cruzados.

Lo miró ladeando la cabeza, pero solo durante un segundo. Lo suficiente como para preguntarse si se había equivocado juzgando a pelofino y el maricón en aquel grupo de lameculos era el señor bigotes, que tan amablemente le sujetaba la puerta esperando verle el culo cuando saliera.

- Eh, jefa. ¿Quieres que me vaya?

Ni del chupatintas ni del estirado, la decisión era de ella.

Renata sonrió a Kurt, una sonrisa sin embargo, seria.

-Querer y deber son cosas diferentes que no siempre coinciden, Kurt. No quiero que te vayas pero debes irte. Sin embargo, y si no hay objeción, me gustaría que esperaras fuera hasta que terminemos. Dudo que vaya a llevarnos más de unos pocos minutos.

- El Hombre de Armas Ostrogov y el guardaespaldas Brokenbone salen del despacho del Vidente.

El Vidente Aristarchus se frota las sienes, parece fatigado.

-Lamento prolongar esta reunión más allá de lo necesario, pero hay un asunto que quiero tratar. Hace referencia a algo tan ordinario como el dinero. Soy plenamente consciente de mi deuda, razón por la cual ahora me hallo aquí. No es algo acerca de lo que vaya a discutir. Tampocoo tengo opciones. Ambos lo sabemos. No obstante, no podré hacer gran cosa si nos atenemos a nuestra situación actual. Estamos cortos de efectivo y de material. Mientras trabajemos para ustedes, no podré efectuar negocios ni ganar dinero alguno. Y tanto mi hombre como yo tenemos unas necesidades que cubrir. Ignoro cómo funcionan ante agentes libres reclutados para la ocasión, pero quiero saber si existe alguna forma de compensación económica. De no ser así, me temo que nuestra aportación no será especialmente valiosa de cara a solventar la crisis que ha mencionado, Vidente Aristarchus -dijo Renata-. Apenas contamos con munición, los tronos son aún menos y sin ambos, podemos llegara  ser más una rémora que una baza a favor.

Renata miraba al Vidente. Sí, estaba comprometida de por vida a responder a la llamada de los Sagrados Ordos, un aspecto que no rechazaba a la luz de las circunstancias, pero el hombre no vivía del aire y las balas no se pagaban con besos.

- "Algunos Inquisidores disponen de vastos recursos a su disposición, pero no todos. Menos aún los Acólitos a su servicio, que a menudo tan sólo disponemos además de nuestra Fe en el Dios-Emperador de nuestros salarios y lo poco que hayamos podido obtener en el transcurso de nuestras misiones.

Muchos Inquisidores confían además en que sus Acólitos sean capaces de cumplir sus misiones con pocos medios u obteniéndolos ellos mismos, sobre el terreno.

Usted no va a recibir un pago por su ayuda en esta misión. Pero entiendo que pueden tener algunos gastos." -

Le entrega a Renata una tarjeta magnética muy similar a un Cognomen, aunque sin marcas identificativas.

- "Esta es una cuenta de gastos no rastreable ni asociada a ningún Cognomen. Contiene en su saldo doscientos Tronos.

Si eso es todo, le aconsejo que descanse. Es probable que los próximos días sean duros." -

Renata tendió la mano para recoger la tarjeta de la mano del Vidente.

-Agradezco estos fondos, Vidente Aristarchus -dijo Renata-. Y ya no le molesto más. Que tenga una buena noche y descanse usted bien.

Tras aquella formal despedida, Renata se encaminó a la puerta a cuyo otro lado confiaba en encontrar a su osito.

TRANSCURRE EL RESTO DE LA NOCHE.

- Unos sirvientes del Administratum van llamando a las puertas de vuestras habitaciones y os avisan que el desayuno se servirá en el comedor en diez minutos.

- Vuestras habitaciones, aunque espartanas y sencillas, disponen de diminutos cuartos de aseo con ducha.

- El que quiera puede haber dejado sus ropas en un carrito en el pasillo. Por la mañana se las encontrará lavadas y dobladas.

La noche finalmente me brinda un descanso reparador que definitivamente necesitaba. Las heridas me tienen completamente superado y es importante para mí el sanar lo suficiente para no ser una carga para mis compañeros.

A duras penas me pongo de pie y me aseo en mi habitación, dejando la ropa, sucia, quemada y vomitada para que sea limpiada, por lo que me pongo mis ropas de sacerdote, única muda de reserva que traje a esta misión.

Una vez estoy presentable, me dirijo a tomar el desayuno, siendo el primero de entre mis compañeros en llegar al salón, donde me siento y comienzo a comer con calma para recuperar fuerzas.

El guardia procuró irse pronto a dormir, no sin antes dejar sus ropas para que las limpiaran, y asearse él mismo. Con las heridas era importante la higiene y el cuidado, o si no, podrían infectarse y traer consecuencias más graves. Además, una ducha le relajaría después de todo el ajetreo de aquel día... Pandilleros, posesiones demoníacas, ser detenidos por la autoridad y liberados después, y tratar con ése par de criminales... Desde luego, el día había sido movido. 

- Tauron y Vladymir recogen sus ropas ya lavadas, remendadas y dobladas del carrito en el pasillo que conduce a las habitaciones.

- El desayuno consiste en cafeína caliente, tostadas de pan de cereales con queso y miel, y un zumo especialmente agrio.

TAURON:

- Tras recibir heridas como las tuyas, cualquier otro tendría que pasar al menos un par de semanas en el hospital (o ya hubiese muerto).

- Tú, en cambio, te encuentras muy dolorido (estás a 0 Heridas), pero te sientes capaz de emprender viaje.

- Sabes que cualquier nueva herida podría matarte.

VLADYMIR:

- Deberías de estar una semana renqueante como un anciano en las últimas. Tus heridas eran graves, pero ha debido de obrarse un milagro, pues por la mañana te sientes mucho mejor.

- Ahora tienes 7 heridas sobre 12, y se te considera Herido Leve.